24 de febrero de 2009

Vagos Deseos de Febrero

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Esta mañana conversaba con un placer extraño, me proyectaba en otras tierras y me rendía tributo en brazos ajenos, como si deseara poder terminar el día en una cama prestada, bajo unas sábanas ajenas y con palabras al oído. Esa extraña sensación que las verdades nos demandan en días inesperados, escuchando quizás una buena canción nos introducimos en el ritmo que las palabras nos apremian y dejamos fluir miles y miles de versos.

Nos atravesamos en discursos bilaterales y eyaculamos en un pestañeo, dejamos de rendir homenaje a la soledad para comenzar a suplicar que el tiempo sea veloz y pasajero, agredimos la lentitud de la ansiedad con sueños y pensamientos que nos transportan a otros escenarios, a otros aromas y quizás a otros mundos.

Bastante tiempo llevamos programando nuestros viajes, nuestros caminos y fijamos fechas en el calendario para que nuestros proyectos tomen forma y se forjen en un equipaje. Quien quiera que sea el portador de las buenas noticias es evidente que lo esperamos día a día en el desespero de la imaginación, le servimos una taza de café y le suplicamos que llegue pronto. Lo observamos de pie a cabeza le mentimos un poco para probar su fidelidad y le ofrecemos una onza de lealtad.

Me siento cómodo, sin preocupaciones ni aseveraciones, si bien el tiempo me permite estresarme y apurarme, correr y volar en azules descuidos, también me sonroja la mirada y me hace aguantar un poco la respiración para hablar, se me desnudan los pies con la pasividad con que determino las decisiones y escribo sus consecuencias, sembramos ideas en graneros prestados.

Ahora el medio es propicio para la planeación de un ataque frentero de felicidad, quizás, la ansiedad no se queda de lado y es precisamente ese ataque inesperado el que nos llega por la espalda, como cantante sin voz dejamos en los gestos las expresiones de nuestros delirios, esos delitos que redactamos en miradas callejeras, en la barra de algún café o en el pupitre de la academia.
Vagabundeando por los libros, enviciado con la esperanza de partir, modificando uno que otro paradigma personal y moviendo de lado a lado las predisposiciones del corazón le damos a la razón una canción para morir, alimentamos con fríjoles y arvejas el descuido del corazón y nos bebemos toda una botella de licor. Brindamos por la casualidad!

Con ciertas dudas aun viajando por el interior de los miedos, acongojamos la voluntad y la cobardía en un salto de felicidad, nos importa poco la reacción en cadena de nuestros temores, porque sabemos que es hora de iniciar ese viaje que para muchos es simplemente un día normal, porque sabemos que es hora de cepillar y planchar, de lavar y acomodar, de guardar y empaquetar, de saltar y correr, de disimular y aguantar, aguantar hasta el final, intentarlo miles de veces y poderlo contar después.

Es hora de vagabundear por las ideas que nos sobran en las noches.

AV

20 de febrero de 2009

Festejo de Dudas


En festejo de dudas, observando el rostro de los transeúntes y sentado con un café con leche, pienso en esas canciones que nos dejaron, que nos obligaron a mover el cuerpo desde el rol de espectador, desde los dolores de la cotidianidad, de ese querer que se nos abuchea en la bondad de la madrugada.

En ocasiones se quiere disfrutar del placentero absurdo del sedentarismo, ese estado que nos ubica en el límite del pensamiento y la movilidad del sueño, nos lleva de la mano por caminos inexistentes dándole a la imaginación la coartada perfecta para no redactar sentimientos, más bien para redactar edictos y obituarios de una simple cotidianidad. En esta semana es que se van reacomodando ideas que vagan de vez en vez por el imaginario del ocio, aun así la responsabilidad de responder a nuestros sentidos y nuestras amenazas nos lleva a tomar decisiones un poco radicales, otras absurdas, otras coherentes y la gran mayoría importantes, pues bien, es el festejo de las dudas el que nos re ubica en el insomnio de las ideas.

Nuevamente los sueños están comenzando a aparecer con cierto mensaje subliminal que aun no descifro, se bien que hay mensajes de fondo que deben ser atendidos con premura a pesar que desconozca su significado, sueños que ahora están repitiéndose de manera aleatoria y que insinúan la urgencia de tomar decisiones, de hacer cambios y fortalecer puentes entre mensajes que no se comprenden.

Escapamos a nuestra rutina con el tedio de hacer parte de ella, construimos nuestra rutina con el mismo tedio que buscamos escapar de ella, legitimamos en los sueños esas partidas necesarias que encontramos en la responsabilidad, vivimos del querer y el poder sobre nuestra verdadera naturaleza de escuchar y mejorar. Son ideas sueltas, mensajes sueltos, caminos sueltos, somos seres viejos en puentes sueltos, pasos sin huellas de barro, víctimas de las preocupaciones de la posmodernidad, del consumo que nos une.

Musas con tonalidad propia, ausencia del otro que nos marca. Es ansiedad, estoy convencido que su causa radica en el manejo del tiempo que se avecina, en dar con seguridad pasos y tomar decisiones que más allá de la prudencia, sean necesarias para identificar nuestro camino y no dejar sueltos nuestros cabos, no dejar en la imprudencia de la lentitud nuestro porvenir.

Día a día festejamos esa esperanza de poder escribir para contar, nos imaginamos en otro plano respondiendo preguntas a las ideas que nos llegan con premura, arrancamos con el deseo de salir corriendo detrás de las dudas para amordazarlas, pero terminamos en el letargo de la prensa, en la lentitud de noticias que repiten y repiten, sancionan y amedrantan nuestras incoherencias.
Hasta el sol de hoy recordamos esas mismas canciones, seguimos leyendo esos viejos libros, continuamos fortaleciendo esas amistades, nos despedimos de las calles para asumir nuevos caminos, pensamos si algún día regresaremos, o si algún día nos recordarán.

En festejo de dudas, observando el rostro de los transeúntes y sentado con un café con leche, pienso en esas canciones que nos dejaron, que nos obligaron a mover el cuerpo desde el rol de espectador, desde los dolores de la cotidianidad, de ese querer que se nos abuchea en la bondad de la madrugada.

Seguimos con la idea de querer interpretarlo todo y no querer decir nada.

AV

18 de febrero de 2009

Espacio de Comodidad



Si bien el tiempo libre es un espacio de comodidad donde empleamos nuestros mayores placeres en un ciclo atemporal, diacrónicamente recordamos e invocamos nuestras costumbres y ritos de la infancia, de lo que observábamos con antojo e interés, el dormir plácidamente sin pensar en una hora de despertada, el comer sin pensar en una dieta o en alguna lista de prohibiciones, correr sin medida y sin detenernos, correr sin pensar en lugares prohibidos para tal acto.
Saltar, sí, saltar por todas partes sin pensar en el peligro que la vida de uno corre, no pensar en la responsabilidad de los actos ni en las adicciones del tiempo libre, porque para ello hemos creado los vicios es que nuestro tiempo libre se vuelve un vicio y un mundo aparte.

Es importante advertir que a los placeres no los podemos llevar a convertir en Vicios, ni el placer que nos produce el vicio lo podemos dignificar con las emociones del cuerpo y la mente. Qué bien es tener amigos para compartir con ellos nuestro tiempo, que bien es acostarse con alguien y conversar hasta largas horas de temas innecesarios que sirven como melodía para expulsar carcajadas, que rico es poder sentarse con una buena porción de comida y embadurnarnos todo el ropaje con ella de manera accidental, todo ello es precisamente ese derroche de risas y llantos que buscamos vuelvan nuestro tiempo libre en un tiempo especial y único.

Esos caminos desprevenidos de la vida que asumimos sin control son los que nos frenan el paso, porque al caminarles nos sometemos a la capacidad de asombro y nos dejamos transformar en ese otro reflejado que el consumo y la publicidad mencionan.

Cierta canción es un himno para algunos aspectos de nuestra vida, para bien o para mal ese tema musical en su momento fue un “Hit” que se permitió marcar a una generación y a toda una época, digamos pues que este talento nacional es lo que nos brindó letras y armonías para no tener nada de qué hablar.

Ser localista en este sentido es lo que me permite distinguir y disfrutar de mi tiempo y mi espacio, de todo el tiempo del mundo el tiempo libre quizás es el menospreciado por todos, es en ese orden de ideas cuando no diferenciamos entre el libre tiempo de esparcimiento, el tiempo de descanso, el tiempo de reflexión, el tiempo de ocio y el tiempo libre. No voy a definir y discriminar cada uno de sus significados, solo quiero exponer que perdemos mucho tiempo en cosas ajenas a su verdadero fin.

En este mi tiempo, me siento a contar y a relatar, a describir mis segundos y a robar un poco del suyo.

AV

16 de febrero de 2009

Madrugando al Olvido


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Madrugarle al olvido, hacerse notar con letras que quizás se soñaron y se guardaron para esa nota especial. Sin nombres propios o sustantivos que merezcan su protagonismo se baja en calma a un estado de tranquilidad y ansiedad singular, a esa doble emoción de querer acomodarse a las ideas y a los sentimientos en un despertar de febrero.

Con el encanto de la sensatez olvidamos los dolores del alma para enfocar los esfuerzos en los descuidos de la moral, en la herida abierta de la infancia y las continuaciones de la adolescencia en la siguiente vida. Olvidar para madrugar, trabajar, quedarse quieto en una canción y observar esa nota musical que se repite con frecuencia, esa sensación de vida que se nos va, que se nos escapa como un punto valioso.

Detenemos la rutina para caminar tranquilos por esas mañanas con brisas frescas y frías, días en que amanece con ambiente de lluvia, con ese deseo de mojar el asfalto aun estando nosotros presentes, asimismo nos encubrimos en una esquina o algún almacén, quedamos quietos al primer trueno y contestamos con dos pasos de huída, intentamos escaparle a una lluvia de madrugada. Salimos a recoger la prensa y comprar naranjas, salimos a respirar esa mañana de febrero con el orgullo de haber culminado la semana anterior, nos disponemos a celebrar bebiendo una taza de chocolate.

Desde lejos nos acomodamos a las circunstancias de la cotidianidad, las vemos llegar en tempranas ocasiones y la dejamos entrar, porque en la noche solo hablamos de lo que ocurrió en el día, en cambio en esas mañanas de ahora el cielo nos habla y nos expone sus pronósticos de viaje. El destino de los poetas y el reto de los guerreros, el camino del héroe, el trayecto del salvavidas, las decisiones del General, las notas de la prensa y las mañanas de nosotros, todos con su respectivo ofrecimiento dejan para la posteridad canciones sin dueño.

Inclusive esas canciones sin dueño caminan buscando ser escuchadas en las noches para regresar en las mañanas. Se cuelgan de la puerta del placer para fingir felicidad, se consuelan con vueltas y palabras desmedidas, regresan cada mañana temprano y como si nada hubiese ocurrido nos regalan su melodía y nos suplican su escucha.

No se trata de madrugar todos los días para sentirse vivo, inclusive nos sentimos más vivos cuando caemos dormidos que cuando despertamos, se trata es de evidenciar nuestra capacidad de asombro dormida que tenemos en el abrigo, en esas hojas que caen humedecidas por el ayer, esos pasillos rumbo a nuestras decisiones que se pintan en cuadros de marquetería de bajo presupuesto.

Nuestro rostro se refleja en el agua de las calles, nuestros pasos dejando barro y huellas a la entrada del hogar nos disimulan de la insensatez, nos retornan la juventud y la niñez, esas cosas que sin querer se fueron en el primer sol de enero. Fingiendo felicidad, bebemos ese vaso de leche mojados por la lluvia y con el frío de la madrugada, intentando olvidar ese atrás que quedó con el nombre de nuestras amistades y familiares, dándonos una austeridad en el día de hoy.

Jurando no jugar en segundas partes, le madrugamos a ese olvido que tanto nos cuesta.

AV.

14 de febrero de 2009

Sentado a la Sombra

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Estaba juicioso sentado escuchando el latir de muchos silencios, con dificultades para escribir bien en el teclado y un deseo reprochable de modificar la velocidad del tiempo y el espacio sentí de un pronto a otro un fuerte rechazo a lo cotidiano. Con ideas en mano y tiempo libre sucumbí a los deseos de escribir y saberme leer, una manera de mejorar mis instintos en decisiones de mediano plazo.

Hablar de un fin de semana en algunos sectores es sinónimo de cotidianidades y citas previas, de formalismos y formatos de interacción social. Hoy aquí en mi habitación retomo mi rutina y vibrando al ritmo de un Jazz escribo por escribir, por dejarme llevar, por darle gusto a la musa de querer escapar y expresarse, escribir con ese sentimiento de poeta que no llevamos dentro, de escribir pensando en mil asuntos pendientes y no ser capaces de resumir si quiera uno de ellos en este texto.

Respondiendo inquietudes de otros, simulando felicidad en tiempos de duda, aguantando presiones y aislamientos inexistentes, redactando canciones en la memoria para invocar musas del pasado, con la seriedad del caso y sin traje de gala me fumo un cigarrillo y me detengo a escuchar la siguiente canción, una balada mejicana de finales de los ochenta.

Tratando de disfrutar la soledad pero dejándome incomodar por pequeñeces, por ejemplo una hormiga camina cerca a mi teclado y detengo mi escritura, invierto tiempo para tratar de matarla o alejarla de mi camino visual, retomo el escrito pero la idea se ha ido con el occiso del Formícido, así y bajo esas condiciones pienso y pienso en el futuro, en decisiones que debo tomar a mas tardar pronto, porque este pronto define el éxito o no de un futuro a mediano plazo; querer escapar de las ocupaciones y preocupaciones por medio de reflexiones es un absurdo al que le hemos invertido tanto tiempo como basura a este mundo.

Conociendo nuevos horizontes, interactuando con nuevas aventuras y reconociéndome en miradas juveniles, paseándome por los caminos de la vida y dejándome acicalar por esas palabras que otros depositan en mi confianza, clases por un lado y escapatorias por el otro, disfrutar de la soledad a pesar de que sabemos que no estamos solos, sentarnos en un café y tomarse una coca cola, fumarnos un cigarrillo y caer en la rutina de fumar. Hablar por opinar, como escribir por triunfar.

Sin una idea precisa que oriente la escritura escarbo en mi sombra para hallar compañía, de rivalidad con la musa observo al recuerdo como un hilo conductor de grandes exageraciones, de mentiras piadosas o de mundanas acciones. El activismo de la estupidez posa sobre los hombros de los jóvenes que no conocen su historia, sintiéndonos inclusive innecesarios damos al aburrimiento gotas de azúcar para estimular la vejez.
Otra Hormiga se pasea por el teclado, nuevamente me desconcentro y pierdo el hilo conductor de una nota sin conducta definida.

Con una canción de Miguel Mateos, con un ritmo argentino, con una bandera sin dueño y sin ideas en el coco siento mi escritura ajena a mi investidura, me revuelvo en imágenes constantes de otros y busco tomarme una taza de café; decido tomarme una aguapanela, escribir un breviario de mis últimos quince minutos de aburrimiento y pronosticar otros quince minutos más de inactividad.


Actualizando nuestro perfil literario, bajamos la persiana y nos acostamos a pensar en otros como nosotros que no tienen nada que hacer, aburridos o engañados, siguen sentados en un rincón del alma y comienzan a titubear con su propia voz.

Sin trayectoria definida, jugamos con la luz para darle identidad a la sombra que posa en la pared.

AV

7 de febrero de 2009

Suspiros en Febrero



Hay una inspiración que susurra cuando contesta el teléfono, duerme sus tiempos libres y bebe mucho café. Gusta del capuchino y de la bebida fría, habla en periódicos y recuerda datos históricos del frente nacional. Su política es el amor y no la guerra, su bandera es el olvido y su guarida son mis heridas.

Vientos detrás de las colinas, papeles sueltos en el aire demandando problemas sociales, caudales contaminados con alcohol y algodón, metas dispuestas a la corriente del aire, aves que se distinguen con ese aroma a popularidad que reina en palacios y edificaciones latinoamericanas, sueños que se mojan en la guerra.

Con el nombre en mi espalda y la voluntad amarrada a canciones argentinas, una vez por semana grito libertad en donde nadie quiere escuchar, cambio mi corazón por heridas, cambio monedas por pedazos de cielo, trato de atender ese silencio que se sacrifica en lo visual, sin inicio y sin final, sin costumbres y sin cartas marcadas. Escribo en ninguna parte, me preocupa más el arrepentimiento que la enfermedad que se acomoda en espacios vacíos, ríos que se dividen cuando uno quiere volar, o quizás, cuando uno intenta nadar.

Hay ángeles que viven lejos de nosotros, que tienen otra vida, ángeles que conviven con sus propios problemas, llevan nombre propio y recuerdos ajenos, se encargan de darnos vitalidad y orientarnos en la necesidad, sus amigos no son ángeles, son seres humanos.

Suspiro con frecuencia, cabellos rojos que caminan sin decirme su nombre, me miran y me sonríen, me dejan con ansiosa cobardía, me desnudan con el licor que llevo en palabras contadas, solo sé que el perdón es parte del consuelo, arreglar nuestras aventuras con tragedias, darnos oportunidades que no sabemos dónde dispararlas.

En altamar me excita hablar, me embriaga navegar, en tu ciudad no soy ciudadano, soy pasajero de sueños que construyes con velocidad, soy un Gato que mira en tu retrovisor, que olfatea tu mano antes de soltarnos en el trayecto.

Con el nombre en mi espalda y la voluntad amarrada recuerdo a los ángeles que tienen nombre propio, que con banderas propias definen heridas a tranzar, negociamos la luna por la ventana de los seres humanos, miradas que dan vitalidad en el trayecto, que se quedan en el desierto, que se excitan en altamar, que se consuelan con perdones.

Una vida diferente cada día, una historia diferente cada minuto, 5 minutos después de febrero son precisamente suspiros y susurros, se edifican costumbres en palacios presidenciales, banderas en ranchos populares, canciones en cocteles universitarios, puertas que se abren en vidas latinoamericanas, bajo vientos de ansiedad no habrán dudas en el pasado.

Culpable de una gran equivocación, maestro de una gran vocación, escribiendo en papeles blancos, voy a tomar la ruta del corazón, mirar en revoluciones y hablar en vacilaciones, nada que no se aleje de esta realidad, suspirando ahora es que nos quedamos en sacrificios y vicios del amor.

De vez en cuando es bueno salir a caminar solo.

AV

4 de febrero de 2009

Febrero (5 Minutos Más)


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Una semana llena de pensamientos y conversaciones, de miradas variopintas y sentimientos cruzados, banderas que izamos en la soledad de un suspiro, tiempo que nos robamos en el letargo de la tempestad, agua que cae y café que se bebe. Un cigarrillo para apaciguar la ansiedad y quizás un poco también de cerveza, mencionamos en nuestro obituario los momentos que marcaron las vivencias de la compañía amarga y los resaltamos con aforismos plagiados.

Sentarse a iniciar febrero se remonta en el equilibrio de los treinta y un días pasados, suficiente tiempo para pensar y sentarse a buscar la ética de la cotidianidad, a encontrarle moral a los sentimientos que se refunden en conversaciones virtuales o imágenes mentales. Días que pasamos de sobra y que ahora añoramos con la voluntad del parapléjico, querer e intentarlo, soñarlo y justificarlo.
Un buen café en una buena taza nos embriaga de ansiedad al ritmo de canciones latinoamericanas, inventamos historias como excusas para endulzar las miradas que se nos escapan a otras mesas en una cafetería, esos pasos que contamos con sigilo para hundirnos en la rutina sin romper las barreras del anonimato. No pronunciamos nuestro nombre ni dejamos que otros lo hagan, mantenemos en secreto los problemas y estallamos con cualquier intento de equilibrio, la estabilidad se fuga tras una puerta abierta y sólo nos queda la preocupación en el marco de esa ventana que acuñamos con el sudor de las noches; Gatos que duermen sin querer despertar, oficios que heredamos de la cotidianidad y los acompañamos de café, cigarrillos que permanecen como instituciones en nuestra honra y olvidos que intentamos revivir cual diseño de sonrisa que fingimos en el trabajo.

Los cambios tienen la fea costumbre de llegar sin avisar, uno tras otro se acomodan en nuestros bolsillos y suplican por ser tenidos en cuenta, si bien somos seres de costumbres, las costumbres también sufren y se lamentan, suelen viajar por nuestras calles e intentan cruzarse con nuestra mirada de manera sensual o violenta. Noticias cotidianas que nos atropellan en la casa, hogares que dibujamos en paredes extrañas para reconciliarnos con la política, cambios que se quedan en la constante rutina y que piden ser resaltados, dibujados, cambios que quieren ser invisibles a nuestra viciosa voluntad.

En ocasiones junto a esa taza repetida de café caemos en la cuenta de las oportunidades disparadas al aire, vemos como se desinfla el ego en un sobre de azúcar o en el caso dramático de las historias, olfateamos en el humo del cigarrillo la huída de nuestras emociones, quedamos sensibles y desnudos, opacados por las conversaciones de otros, afligidos quizás en un lugar inhóspito o acorralados en nuestra propia conciencia, damos sabor a la cordura, damos para no recibir, damos al vacío sin especular nada.

En tiempos aleatorios quedamos circundados de la ociosidad, la convertimos en rito y la echamos al temor de nuestras noches pasajeras, seguimos bebiendo café mientras pensamos en cerveza, seguimos buscando miradas en cafeterías mientras suspiramos en letras, seguimos vivos por casualidad mientras pensamos en vasos de agua, frívolos y sin censura nos escribimos unos a otros esperando dar la cachetada al que no la ha invocado, mero reflejo de la cotidianidad.

Ahogados de tanto respirar hacemos una pausa y retomamos las horas reales del tiempo, reconocemos que sólo han transcurrido cinco minutos mientras abrimos el corazón en llanto y desespero, sabemos de vicios que guardamos en el espejo. Cinco minutos que sobrepasaron nuestros esfuerzos y que llegamos a creer que fueron vidas enteras, minutos que se fortalecieron con nuestras ideas y dieron inicio al mes de febrero, minutos llenos de sentimientos y remordimientos.

Aun iniciando febrero seguimos consolándonos con esa tasa de café y cinco minutos más.

AV

3 de febrero de 2009

En La Urbe y La Cultura

Imagen Tomada de: http://graphics8.nytimes.com/images/2007/11/14/us/14cats.xlarge1.jpg

Muchas ocasiones escuchamos a propios y ajenos cuestionar la difícil situación que atraviesa Cali en materia Cultural, algunos bien podrían rajar a la ciudad en esa materia, otros por el contrario aun confían en la buena voluntad de los caleños y se piensan espectáculos o proyectos para aportarle a la ciudad, los demás siendo optimistas ven a Cali como una ciudad única e incomparable y creen que aquí no sucede nada y que el problema no es de la ciudad, sino de la gente que no sabe disfrutar de la variedad cultural que esta ofrece.

Hablar pues de cultura en esta ciudad es sinónimo de hablar de conflicto armado en el país, si bien conocemos el problema y sabemos a opinión de cafetería quienes son los culpables, no conocemos el trasfondo del problema y eso es lo que nos impide entender cuál es la verdadera solución. En muchas ocasiones escuchamos decir que a esta ciudad lo que la tiene jodida es la falta de cultura ciudadana, otros por el contrario son más radicales y afirma que aquí ni siquiera hay cultura, los demás en el peor de los casos no dicen nada, solo observan y callan.

Es importante resaltar la labor de organizaciones juveniles, periódicos universitarios, fundaciones, ONG´s y Universidades (algunas) en su esfuerzo por ofrecer espectáculos artísticos, talleres culturales y aportar con proyectos culturales a la alcaldía para que esta ciudad sea aquella que tanto nos recuerdan nuestros padres, sin embargo un fenómeno de última temporada se está tomando a la ciudad como posible solución (a consideración de propios y extraños) y es la aparición de Bares y Clubes temáticos.

Conocemos por cosas del destino de Bares que se especializan en un género musical y en una carta de comidas o de cocteles, otros se enfocan en bebidas a base de Café o simplemente venden lo que la gente pide, lo interesante en esto es que ahora muchos bares están ofreciendo galerías de fotografía o pintura, escultura, músicos en vivo (en especial Jazz y Blues), Cuentería, textos literarios y demás cosas que se les va ocurriendo a la gente.
Hasta cierto punto comparto y aplaudo esta ola de innovación cultural en Cali, pero me reservo el derecho de opinión cuando recuerdo que esta era precisamente la dinámica de la ciudad 20 años atrás y no nos llevó a ningún lado, ¿por qué? Sencillo: Porque los caleños no hemos querido tomar la iniciativa de trabajar más allá de las artes y enfocarnos es en los caleños, en procesos formativos, pedagógicos, de impacto social y con responsabilidad política, caleños que no hablan y eligen alcaldes sin importar lo que proponga.

Constantemente escuchamos que el problema de Cali es que hemos tenido pésimos alcaldes, que no tenemos cultura, que no hay civismo, que el narcotráfico nos hizo mucho daño, pero es hora también de decir que el problema de Cali son los caleños, porque no han querido luchar y trabajar por su ciudad, sino que se quedan esperando a que unos pocos realicen el trabajo de 1.975.008 habitantes.

El reto ahora es hacer parte de esta movida cultural y demostrar que Cali está para grandes cosas y no para muchos bares y espectáculos.

AV