23 de julio de 2009

Para Bien o Para Mal


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Young cats in love 2

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Sinónimo de continuidad, grandeza de espacios y palabras de tiempos pasados, año que transcurre con las mismas esperanzas del brillo de un atardecer. Razones amarradas a sueños compartidos que aun giran alrededor, perfecciones de belleza que se mantienen en corrillos.

Recordar para mantener esa sensación que supera el calor y la tranquilidad, esos viajes que en el río magdalena se trasladan a mi habitación, a esas calles con esperanza, caminos imaginados y cantados, musicales para el anochecer.


Para bien o mal sostenemos conversaciones con personajes que en el camino se vuelven importantes en nuestro elenco, nuestra sintonía comienza a superar barreras de tiempo y geografía, se esclarecen en tazas de té y vasos de agua, esperar y esperar, negarnos a otros para conservarnos en ese espacio que queremos sea nuestro y de nadie más, huirle a las discusiones para quedarnos en el amor, en la hoja en blanco de canciones vallenatas.


No podemos olvidar, nuestra piel no puede aplazar las caricias hechas canciones, calores insoportables que se humedecen en el paladar, besos de ceniza que se escapan a los nuevos vientos. Ya no viajamos para establecer nuevas rutas o nuevos sellos en el tiquete de regreso, no conversamos sobre lo importante o urgente de las relaciones humanas, es la intensidad de lo permitido que nos enseña a conformar con manos entrecruzadas.


Baladas que suenan en bares casuales, nos enloquecen más fácilmente, nos guiñan el sabor de los besos con diferentes gustos, con apreciaciones de la vida sacadas de libros de poetas o mensajes de texto, permitirnos decirnos la verdad aun cuando a nadie le hemos confesado el pecado o la importancia de un sueño que se va y que ahora está escondido entre castillos diferentes.


Nos encanta la capacidad de aguantar feroces vibraciones, de esquivar nuestras discusiones en laburo o estudio, el final de las relaciones se deja en el tiempo, en ese soporte de heridas y disimuladas lágrimas que se confrontan en el espejo, en la cena familiar la verdad nos sirve en plato frío la receta para pecar sin decir perdón. Sólo nos importa el sueño esquivo de sacar adelante ventajas que la mentira permite alardear mientras se bebe el sorbo de un jugo amargo, esas verdades que se sienten en violines y baladas, en vasos de cerveza o en noches de café.


Quisimos aguantar para permitirnos reflexionar, inventar excusas para escapar en canciones y libros de fantasía universal, en la sabiduría de la cotidianidad y el látigo de la rutina, en la cuna de la duda y la lápida del remordimiento. Hemos cruzado los caminos del dolor, del odio, de las lágrimas, del fuego y los labios compartidos, de los hijos que crecen y las madres que duermen en paz, de las enfermedades que nos transmiten viejos vicios y nos repelen en nuevas necesidades corporales, esas exigencias fisiológicas que la soberbia suele disimular en la excentricidad de cada ocasión. Ser Gato, ser liebre, ser ave o correr por correr.


Pedir perdón quizás sea similar a reinventar el adiós, decirle no a las casualidades, todo oficio tiene su honestidad en el procedimiento, en los procesos no planeados, en la amistad de grandes personajes que no son si quiera elenco de una misma novela.


Querernos aferrar a imposibles es lo que nos permite superarnos en esos amores prohibidos o permitidos, en esas ambiguas letras que sin etiqueta van marcando el sendero de ladrillos amarillos, llegar al globo y elevarse en nubes parcializadas por el tiempo.


Partirnos en dos, desventurarnos en discusiones, asimilar el vuelo de las aves, soñar con el mismo cinismo de la ciencia, darnos apoyo con la promesa de una nueva era, esa esperanza que la religión nos quiso brindar mientras buscábamos explicación al dolor.


Nuevos rumbos bajo la misma suerte.


AV

16 de julio de 2009

Absurda Cotidianidad



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By: Vítor Cid | View Full Portfolio

MI gata duerme silenciosa, cómoda con la almohada bajo su cabeza negra y sus patas blancas abrazando la pequeña almohada que está del otro lado. El silencio rodea sus bigotes mientras las preocupaciones rodean mi cintura, me esquivo en tiempos de absurdas horas dedicadas al ocio, la locha y la vagabundería, el encierro fue total, el exilio, elemental.


Llevo cerca de un mes o quizás más tiempo sin escribir con juicio y razón en el Blog, una duda estimulante es la que me ha dejado en el seno de la extrema cotidianidad. No sé si es el aburrimiento o las circunstancias pero en este lapso de tiempo no me nace escribir, no es que no existan historias en el archivador para publicar, por el contrario bastantes anécdotas o asuntos de la cotidianidad han roto mi silencio y me han dado razones para publicar, sin embargo el ánimo anda en conflicto con la escritura.


Momentos que no se dejan escapar se han quedado haciendo fila con juicio y paciencia para ser escritos con el despertar del tiempo libre, sin embargo diría que la prosa ahora anda en la fosa común de las ideas y se resiste a salir de ese oscuro lugar. Mi tiempo libre durante este mes se ha incrementado de una forma asombrosa, tiempo para dormir es lo que he invertido en total exceso, inclusive el enfermarme y estar hospitalizado durante una semana entera dando mi vida a la rutina de un televisor con doce canales, ha simplificado mi sentido básico de la vida. No hacer nada y dejar que otros lo hagan, dejar para mañana lo que se puede hacer hoy, pensar en el futuro como un banco de tiempo y no en el presente como una máquina de gastar minutos.


Siento que he dejado morir algunas bobadas de mi naturaleza.


Podría contarles sobre mi experiencia de doce horas en una sala de urgencias de una clínica fi fi (dícese de una clínica de estrato socioeconómico alto y con ciertos lujos), mi fobia a las jeringas en franca rebeldía con las miles intenciones para sanar mi mal, mi malestar en la academia con ciertos cursos de idioma extranjero, bla bla bla. Siento que este tiempo ha sido no de descanso sino de descaro, de pequeños detalles que hacen del absurdo un sentido importante para mi rutina, la palabra ahora no es cotidianidad sino rutina, cansancio, desapegos, malestar con la cultura, tedio al trabajo (teniendo en cuenta que soy mi propio jefe) o un dulce sabor de resistencia por el estudio.


Quizás la literatura como acto de lectura me sirva como válvula de escape, quizás como acto de escritura me sirva como grillete de voluntades ensimismadas en televisión. Tan absurda ha sido la rutina que he dejado de conectarme al internet por un periodo de una semana, teniendo el aburrimiento en la espalda y muchas horas de espacio libre en la agenda decidí dar a la televisión el cariño que en tiempos de niño ofertaba. Lastimosamente la parrilla de televisión es pírricamente pésima, mala, absurda, lamentable, triste, vacía.


Ayer en acto de rebeldía decidí con toda la seriedad y sonrisa del caso dejarme absorber por el malestar de la industria cultural, en ese ejemplo de cobardía y cómodo en un sillón de cuero con mi respectiva jarra de agua panela y hielo, crucé mis piernas cual postura hindú y bebiendo en lucha con el bochorno me vi de principio a fin “Legalmente Rubia 2”. Lo sorprendente de la película no fue la superficialidad del script sino, que la actriz principal del film tiene a la fecha 34 años de edad y actúa de manera excelente en la interpretación de un papel de niña de veintitantos. Definitivamente la magia del cine domina mi intelecto que quiere dar sed a la estupidez.


Ojo estupidez, no superficialidad, la superficialidad aun se conserva en la piel, la estupidez yace desde el interior.


La suerte la he jugado además con la prohibición de mi dieta de tomar licor, así que los planes de salir a fiestas o bares con mis amigos suena algo redundante, pues no lograría divertirme de igual modo (ya lo intenté y fracasé en ello) así que mi rutina continuará siendo un acto normal de un ciudadano normal con el papel de estudiante conformista e hijo de medio tiempo.


Me aburre pensar así, me aburre vivir así. Mi sintonía musical ahora se disloca en un vacío total que el ruido suena mejor en mis oídos, no encuentro canción, género musical o artista que logre servir de banda sonora a mi desapego, diría inclusive con toda la angustia del caso que es la televisión ahora la que entiende mi estado ojos abiertos frente a la caja mágica.


Amanecerá y seremos.


AV