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Independientemente de los resultados o las contradicciones me había levantado esta mañana con la claridad de que era el momento oportuno para sentarme a escribir. Alrededor de un mes sin mencionar acontecimientos o reseñar pensamientos, mes en el que preferí – a pesar de todo lo que se tiene pendiente por escribir – dedicarlo al silencio y a la actividad rutinaria del día a día en una taza de café – ya casi no tomo café – o la melancolía de un cigarrillo que se extingue.
Los tiempos son cambiantes, dinámicos, con ellos, encontramos que la nostalgia es estática y sólida. Se llena de mejores momentos que ya no se viven, se escapa en palabras que otros pronunciaron en viajes no imaginados. Al igual que la vida, el presente se llena de oportunidades, algunas de ellas las recibimos con ilusión esperando a que sea un regalo de la vida, o en otros, estas oportunidades son meros escenarios que nos demuestran donde nos encontramos y de qué somos capaces, hasta donde podemos soportar y de qué material nos encontramos hechos.
Miles de caminos podemos tomar y esperar a que se cumplan nuestras metas, compartir ilusiones o modificar pensamientos, dejarnos enternecer por un fugaz suspiro de vida, dejarnos ablandar por lo que es el verdadero poder del amor, el poder de la creación.
En muchas ocasiones he preferido a lo largo de este mes dejar en silencio agradecimientos o suplicas que le debo a la vida. Permitirme viajar en escondidas estrellas de la noche, dejarnos olvidar por lo que alguna vez luchamos. Amigos que han viajado a tierras extranjeras trabajan forzosamente para sacar adelante sus vidas, se juegan noche a noche una partida interminable de parqués con el insomnio, se agotan en una mañana de una nueva vida, se dejan sorprender por un menú que no les es propio de la infancia. En mi caso, este noticiero de cotidianas letras ha logrado en una pausa reprimir miles de emociones que no he querido exteriorizar ni en el más sublime de los desesperados vasos de licor. No.
Me permito reivindicarme con los lectores y actores de este Blog, con los que de cierta simpatía han generado nostalgia o por lo menos olvido. Por aquellos que me extrañan, por aquellos que extraño. Se inicia una nueva etapa a pesar que el calendario marca fechas por igualdad para todos, o que las estrellas y la luna estén más pendientes de desastres naturales que de damnificados emocionales. Me tomo una pausa que ahora con este cambio de postura recibo con vehemencia. Observo con silencio ese otro universo que podemos planificar desde ya, dejarme caer en la ruta de una página blanca que grita en silencio que sea escrita, dejarme orientar por esas ilusiones que se observaban lejanas pero que en el concreto de las palabras está a medio paso de nuestra voluntad.
Me siento bien, ha sido un mes de cambios y de aprendizajes, de significativas reuniones laborales y sociales, de reivindicación personal y lo mejor de todo, de redescubrimiento espiritual. Tomar la barca por el remo y arrancar en dirección al norte de los objetivos. Sentir cada brisa que choca con nuestra mirada y sin dejar caer la ceniza, terminar este cigarrillo que a homenaje de los que no han nacido pretendo dar por concluido.
Regresar a mis silencios con letras que dibujen el asfalto.
AV