5 de noviembre de 2014

Iván Sánchez: Amigo no es cualquier gato.



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Yo, llegué a este espacio por metido, de la misma manera que suelo hacerlo todo, y tal como el sujeto de mis líneas el día de hoy, también se me da el egoísmo (o se me permite), pero de ese egoísmo bueno que así empiece por uno, termina en los demás, se refleja, se contagia, irradia, del cual este personaje también es un buen ejemplo. He de señalar que realmente el señor AV amerita que uno dedique algún momento para hacerle homenaje, por corto que sea.

Me he referido siempre a él como el señor AV, en tanto así firmó siempre todos aquellos esos buenos textos por los que lo he conocido, desde los magistrales paseos a su costumbrista niñez en la casa grande, hasta las letras colmadas de cotidianidad que siempre han hecho su blog intenso, lleno de vida y color, tan variopinta como él, y ahora que lo analizo, bastante felino.

A Don Gato nunca lo asocié como tal con un gato, de hecho para mi todos son simples gatos por usanza, como un término genérico que ilustra mejor a las personas que su propia humanidad, porque los animales son más humanos que las propias personas... Sin embargo, no puedo dejar de pensar en que Armando es más gato que persona, por los complicados ademanes felinos que comporta, y en tanto no es casualidad que haga tantas cosas de la forma única en que lo haría un animalito de estos. Ahora, el “don”, seguramente se lo ha ganado a pulso, puesto que no es un gato cualquiera, y le falta poco para sacar artefactos maravillosos de una maleta amarilla, o seguramente para caer siempre de pie o tener de 7 a 9 vidas.

No sé en realidad hace cuanto conozco al señor AV, o tal vez mi memoria para los hechos y sucesos no es tan nítida como la del “don” en cuestión, quizá desde hace unos 7 años cuando cruzamos palabras por casualidad en este magnífico mundo de los blogs. Armando se acercó sin más, para colaborar con un sitio de cuentos que teníamos con varios bloggeros, entregando varios escritos de una calidad sin par a este sitio; aún más, terminó colaborando con un proyecto mío ya clausurado, que tenía tintes más personales o cotidianos, el “Video al Inventario” en el cual siempre dejó ver su excelente y/o particular gusto por la música, y su exquisita prosa, la cual siempre ha engalanado cada sitio a donde ha concurrido. Yo no sabía que era ganador de premios y galardones por sus escritos, pero no dudo que lo tenga bien merecido.

Durante estos años fuimos amigos lectores, sacados de esas páginas del recuerdo correspondientes a los desocupados victorianos, presos de anacronismo singular, con pasión por las letras y afán por saber, conocer, especular y elucubrar. Armando es un ser particular al cual quizá suele acercarse mucha gente por su mismo “don”, por el efecto positivo que refleja una persona crítica que no vive su vida en términos de la exaltación únicamente del ego, tan intelectual como humanista, y tan humano como felino.

Alguna vez nos encontramos porque Armando prefiere pedir posada de manera cuasi descarada, tal vez porque sea una mejor experiencia el alojarse con un conocido o amigo, a simplemente habitar un frío hotel. Su paso por mi casa fue bien particular, puesto que es una persona que no parece conocer los problemas, ni las contrariedades de una vida como la de todos los oficinistas promedio y esclavos del deber, el parece estar más allá de eso.

Hemos recorrido un camino extraño de la forma particular en que lo hacen las personas inviables, saliéndose cada tanto de la línea amarilla y haciendo paradas, innecesarias o no dentro de la carretera, incluso devolviéndose cada cuanto; tal vez porque los poetas como Armando viven al límite de su propia razón y sólo le rinden cuentas al Buki (o ni eso). Tal vez todos seamos cachorros de la misma energía, o constantes universales en búsqueda del punto de crisis que nos permita acelerar el entendimiento, que nos acerque a la felicidad o que nos permita sonreír y atraer cosas buenas.

Tal vez podamos tener en común varias cosas, pero principalmente es agradable poder contar con alguien que escucha, y que en su caso entiende, no tanto por el valor del discurso personal o la elaboración de lo comunicado, si no por el verdadero oído, con intención, con tacto, con la importancia debida incuso a lo trivial. Es agradable hacer de la vida un chiste, o tomársela con toda la seriedad del caso, en tanto como constante es finita, y dentro de este camino es interesante contar con personas que hacen tanto por los demás con incluso una frase no evidente, pero con fuerza y poder, con la energía para levantar algo más que el ánimo.

Las buenas personas como Armando deberían tener asegurada una larga existencia, simplemente para que sigan contaminando el universo de buena energía, para que sigan acumulando amigos, inviables o no, y para que hagan valer un poco más la existencia en medio de las vidas amargas y patéticas que normalmente la gente se hace a la idea, porque quizá lo único que se necesita es un buen pensamiento, o un sobrecito de panela.

Iván Sánchez

@theraq



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