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Yo, llegué a
este espacio por metido, de la misma manera que suelo hacerlo todo, y tal como
el sujeto de mis líneas el día de hoy, también se me da el egoísmo (o se me
permite), pero de ese egoísmo bueno que así empiece por uno, termina en los
demás, se refleja, se contagia, irradia, del cual este personaje también es un
buen ejemplo. He de señalar que realmente el señor AV amerita que uno dedique
algún momento para hacerle homenaje, por corto que sea.
Me he
referido siempre a él como el señor AV, en tanto así firmó siempre todos
aquellos esos buenos textos por los que lo he conocido, desde los magistrales
paseos a su costumbrista niñez en la casa grande, hasta las letras colmadas de
cotidianidad que siempre han hecho su blog intenso, lleno de vida y color, tan
variopinta como él, y ahora que lo analizo, bastante felino.
A Don Gato
nunca lo asocié como tal con un gato, de hecho para mi todos son simples gatos
por usanza, como un término genérico que ilustra mejor a las personas que su
propia humanidad, porque los animales son más humanos que las propias
personas... Sin embargo, no puedo dejar de pensar en que Armando es más gato
que persona, por los complicados ademanes felinos que comporta, y en tanto no
es casualidad que haga tantas cosas de la forma única en que lo haría un
animalito de estos. Ahora, el “don”, seguramente se lo ha ganado a pulso,
puesto que no es un gato cualquiera, y le falta poco para sacar artefactos
maravillosos de una maleta amarilla, o seguramente para caer siempre de pie o
tener de 7 a 9 vidas.
No sé en
realidad hace cuanto conozco al señor AV, o tal vez mi memoria para los hechos
y sucesos no es tan nítida como la del “don” en cuestión, quizá desde hace unos
7 años cuando cruzamos palabras por casualidad en este magnífico mundo de los
blogs. Armando se acercó sin más, para colaborar con un sitio de cuentos que
teníamos con varios bloggeros,
entregando varios escritos de una calidad sin par a este sitio; aún más,
terminó colaborando con un proyecto mío ya clausurado, que tenía tintes más
personales o cotidianos, el “Video al Inventario” en el cual siempre dejó ver
su excelente y/o particular gusto por la música, y su exquisita prosa, la cual
siempre ha engalanado cada sitio a donde ha concurrido. Yo no sabía que era
ganador de premios y galardones por sus escritos, pero no dudo que lo tenga
bien merecido.
Durante estos
años fuimos amigos lectores, sacados de esas páginas del recuerdo
correspondientes a los desocupados victorianos, presos de anacronismo singular,
con pasión por las letras y afán por saber, conocer, especular y elucubrar.
Armando es un ser particular al cual quizá suele acercarse mucha gente por su
mismo “don”, por el efecto positivo que refleja una persona crítica que no vive
su vida en términos de la exaltación únicamente del ego, tan intelectual como
humanista, y tan humano como felino.
Alguna vez
nos encontramos porque Armando prefiere pedir posada de manera cuasi descarada,
tal vez porque sea una mejor experiencia el alojarse con un conocido o amigo, a
simplemente habitar un frío hotel. Su paso por mi casa fue bien particular,
puesto que es una persona que no parece conocer los problemas, ni las
contrariedades de una vida como la de todos los oficinistas promedio y esclavos
del deber, el parece estar más allá de eso.
Hemos
recorrido un camino extraño de la forma particular en que lo hacen las personas
inviables, saliéndose cada tanto de la línea amarilla y haciendo paradas,
innecesarias o no dentro de la carretera, incluso devolviéndose cada cuanto;
tal vez porque los poetas como Armando viven al límite de su propia razón y
sólo le rinden cuentas al Buki (o ni eso). Tal vez todos seamos cachorros de la
misma energía, o constantes universales en búsqueda del punto de crisis que nos
permita acelerar el entendimiento, que nos acerque a la felicidad o que nos
permita sonreír y atraer cosas buenas.
Tal vez
podamos tener en común varias cosas, pero principalmente es agradable poder
contar con alguien que escucha, y que en su caso entiende, no tanto por el
valor del discurso personal o la elaboración de lo comunicado, si no por el
verdadero oído, con intención, con tacto, con la importancia debida incuso a lo
trivial. Es agradable hacer de la vida un chiste, o tomársela con toda la
seriedad del caso, en tanto como constante es finita, y dentro de este camino
es interesante contar con personas que hacen tanto por los demás con incluso
una frase no evidente, pero con fuerza y poder, con la energía para levantar
algo más que el ánimo.
Las buenas
personas como Armando deberían tener asegurada una larga existencia,
simplemente para que sigan contaminando el universo de buena energía, para que
sigan acumulando amigos, inviables o no, y para que hagan valer
un poco más la existencia en medio de las vidas amargas y patéticas que
normalmente la gente se hace a la idea, porque quizá lo único que se necesita
es un buen pensamiento, o un sobrecito de panela.
Iván Sánchez
@theraq
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