29 de mayo de 2023

Fantasmas (Mocaccino)


 Imagen tomada de:

https://goodfairyart.com/products/set-of-3-siamese-cat-bath-watercolor-painting-print?variant=42862855815388

 

Set of 3 siamese cat bath By: Maryna Salagub

 


El tema de lo paranormal es un asunto de alta morbosidad entre clubes de lectura, reuniones sociales o incluso medios de prensa especializada, es por supuesto un riguroso conjunto de ideas y escenarios que en el menor de los esfuerzos rebota en ideas (algunas por lo general) superfluas donde pulula más intensa la cultura popular, donde el fanatismo se impulsa en nuevos imaginarios, donde la ciencia y la academia se acreditan de lo falso del discurso de cada espectador.

 

Muchas narraciones caen en su propio peso en el fervor de quien la emite. Se gestan escenarios cotidianos que comienzan a ser marcados por lo particular de cada caso, desde maldiciones y fantasías, hasta apariciones de seres no identificados.

 

En mi caso por supuesto he referenciado vivencias varias que a lo largo de los lustros de vida me han arrastrado en un péndulo entre lo inimaginable y lo tolerable. Un péndulo en el que se recrimina lo creíble de la realidad y lo inmarcesible de lo vivido, como si las fuerzas invisibles de lo ininteligible se enfocaran en atrapar seres incautos de lo cotidiano.

 

Desde visitantes sin rostro que juguetean con objetos sin importancia, hasta mensajeros descarnados que en la intimidad de su aparición dejan una voz simbólica a esperas de ser comprendida.

 

Familiares que con los años dejaron salir de su silencio anécdotas propias del misterio. Amigos que sin saberlo daban datos clave sobre vivencias que pensaban eran únicas, de allí la emergencia de una industria de la fe y el sortilegio.

 

Bendiciones o maldiciones, castigos o ajuste de cuentas.

 

Llamados de atención que se aterrizan entre lo indescriptible, luces que en el fuego de una vela se comportan como infantes buscando que comer.

 

Todos a su juicio han ido coleccionando mitos familiares o territoriales que dando carácter de fantasmas se han convertido en cuentos, narraciones populares de toda índole.

 

Desde la existencia de seres elementales o mitológicos que guardan a la naturaleza del invasor pie humano, hasta vengadores que desde otra dimensión se han tomado la molestia de revisitar lo vivido para quizá, dar nuevos rumbos a quienes aún están pendientes por morir.

 

Objetos que se cargan de tanta energía que terminan por ser un amuleto del bien o del mal, de prejuicios y avenencias con apellidos, colores o hasta plegarias impresas en el más humano de los inventos: la fe.

 

Cuando lo desconocido nos aborda solemos indagar en toda esquina razones que permitan dar entendimiento a la causa, aquello que sin saber su nombre u origen nos azuza en el asombro y nos empuja a leer lo que no es visible.

 

Nos llenamos de temor, nos incomodamos, nos desesperamos.

 

Queremos trascender en la lógica, deseamos respuestas en el saber de otros, por lo generar colegas que nos confiesen haber sido protagonistas de un misterio similar. Saltamos del desespero a la frustración y allí vemos emerger la rabia, la ira, sentimientos cargados de poder que rechazan lo inexplicable de la vivencia.

 

En alguna oportunidad un fulano confesó sentirse abordado por un aroma sin origen detectado, una fragancia indeleble que atormentando su soledad lo terminó por sacudir en la memoria hasta un fallecido personaje que quizás, estuviese dando un mensaje o advertencia de vida.

 

Otro día un incauto dejó su historia escrita en un foro virtual aduciendo locura ante el insoportable desorden que se había convertido su cotidianidad. Objetos desplazados de su lugar de origen: llaves, monedas o esferos instalados en otro espacio distinto al de todos los días.

 

Golpes en la ventana en un edificio de 10 pisos, luces encendidas en apartamentos deshabitados, plantas y flores que perecen en espacios que en otras condiciones deberían de perdurar en un tiempo de vida normal.

 

Sujetos que narraron en reuniones sociales haber visto sombras transitar en condiciones fuera de toda lógica. Algunos más científicos o inquietos, persiguen la evidencia de lo ininteligible con cámaras, grabadoras y antenas que, según su experticia, son los equipos adecuados para atrapar aquello que no se ha podido ir de este plano.

 

Amantes del misterio que aseguran observar visitantes de dormitorio que provienen de las estrellas, y allí mismo, en lo desesperante del relato, insisten en evidencia tangible en esculturas, pinturas o artefactos propios de culturas milenarias.

 

Amantes de la vida que insisten en investigar a quienes ya no viven, quien sabe desde dónde y hasta cuándo el otoño de la vida será pues, un simple puente de la lógica y la materia, a trascender en un portal de lo no vivido y las ciencias transmutables de la ética y la estética.

 

En mi caso he referenciado vivencias que de un tiempo para acá consideré estaba siendo nuevamente invocado, pero el tiempo y la calma permitieron descubrir que el espectro que movía mi ropa de los cajones era una pequeña felina de ojos azules, una juguetona siamesa de pelaje mocaccino.

 

Un péndulo entre lo inimaginable y lo tolerable.



AV

24 de mayo de 2023

Personajes (Tiempo)

 


Imagen tomada de:

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Hay personajes que con su silencio te hacen sentir lo suficientemente importante como para no volver a estirar la mano buscando confianza o calor. Personajes a quienes rendimos afecto a causa de una infinidad de días y meses de compartir todo tipo de menú y cambios de clima, seres que a pesar de esa idolatría terminan en preciso instante siendo un ingrato vaso frío de café, sin sabor, amargo, sin interés.

 

¿Por qué?

 

Hay personajes que se alegran con el mínimo diálogo que pueda surgir en cualquier instante de lo cotidiano. Seres que nos animan a preguntar más a fondo aquello de lo que quizás nos morimos en el fondo por querer contar.

 

Ser adulto es entender que los amigos no tienen tiempo, que están ocupados, que sus vidas pertenecen a diferentes planos donde nos ubicamos.


Es comprender que a pesar de, existen (a pesar de).

 

Es adivinar que en la costumbre el fracaso escuda su presencia con pequeñeces, que en el esfuerzo el éxito se esconde como medida de prevención. Es aferrarnos en la costumbre del día a día y allí, donde la soledad se escuda en la empatía, bajamos la cabeza y asumimos que en otrora tiempo habrá la merecida atención que quizás hubiésemos deseado recibir.

 

¿Para qué?

 

Hay pensamientos recurrentes que nos llevan en un torbellino de ideas y cuestionamientos. Algunos de esos pensamientos se vuelven arroyos de quejas o mal acostumbradas sensaciones de ansiedad, eso que en el pasado se llamaba miedo.

 

Noches en las que al encontrarnos con la almohada no conciliamos el merecido descanso, sino que por el contrario nos vemos frente a una inmensa pared de datos que desfilan en circuitos neuronales.

 

Empezar un nuevo proyecto o hacer realidad un pendiente de la vida nos puede traer emociones demasiado fuertes, nuevos retos que nos hacen forzar la inteligencia para poder responder cada obstáculo o zancadilla de la mejor manera, a la final somos nosotros mismos quienes con una sonrisa o el ceño fruncido lograremos cruzar al otro lado de la oscuridad.

 

Nos damos vuelta entre senderos de labores programadas y tareas de la vida contemporánea. Van apareciendo herramientas ágiles de pertinente ayuda para el empleado curioso, para el perezoso de turno y el creativo de siempre. Acciones que se facilitan en la medida en que nos demos la oportunidad de pensar con más sensatez y menos egoísmo, aún si queremos compartir nuestras luchas o pormenores con quienes encerramos en nuestros afectos.

Hay personajes que son recurrentes al nivel de ser constante paisaje de un saludo cordial o de una necesaria sonrisa entre pasillos.

 

Desde el joven Jaider que en su oficio de limpieza saca tres segundos para preguntarnos cómo nos encontramos, o el no tan joven Miguel que en su labor de guarda de seguridad comparte con este servidor su deseo de profesionalizar sus estudios en tecnología, incluso la doña Marina, que sin tener relación alguna con el océano comparte de vez en vez los logros de su nieto, un pequeño ser que ya aprende a leer y a dibujar.

 

A todos esos personajes recurrentes les doy parte de mi vida, un pedazo de mi día. Les entrego mi interés para asombrarme con lo cotidiano de sus anhelos y amables gestos. Porque no son paisaje ni tampoco hacen ruido en el andar.

 

Son personajes que en el camino me han ido dejando sus nombres, su intimidad, sus preocupaciones e incluso sus sonrisas.

 

Con la actual crisis de sospecha un tímido Jaider me compartió su versión del mundo, del complot que, según él, renace en las clases dominantes para sabotear al gobierno de turno. Yo solo escucho, le invito a consultar más fuentes, a seguir construyendo su criterio, a no dejarse sabotear por el mundo conocido.

 

A seguir sonriendo en lo cotidiano.

 

Personajes que en otrora tiempo fueron paisaje y nunca di mirada al cansancio de sus manos. Personajes que me escuchan si quiera un estado emocional tan breve como el dar las buenas tardes y despedirnos para esperar al día siguiente para encontrarnos.

 

Es adivinar que en la costumbre del día a día la soledad se escuda en la empatía, en un saludo cordial o un esperanzador mensaje de texto, que sin recibir respuesta al saludo o al texto, los sentimientos los revolcamos en la merecida atención que quizás hubiésemos deseado recibir.

 

Hay personajes que son recurrentes,

 

Cotidianos.

 

AV


23 de mayo de 2023

Un Podcast (Muchas Ficciones)


 Imagen tomada de:

https://www.thoughtco.com/motives-for-murder-the-black-cat-2990495

 


Dentro de la importancia de darle al ocio su lugar está precisamente la capacidad de dar al silencio una luz de relevante sapiencia. Un encuentro de la nada y la pereza con la proyección de preocupaciones y anhelos en la mente del joven del ayer. Y es que se me hace preciso resaltar esa noble labor de no hacer nada como una canal de purificación mental.

 

Desde siempre he procurado dejar mis labores pausadas al llegar el fin de semana, abrir espacio para el compartir con amigos, con familia o con la soledad.

En lo perenne de cada espacio, relajar mis fuertes pensamientos y derivarlos en ideas más superficiales, quizás porque aprendí luego de años de sacrificio sin novedad, que estar en casa con tareas al margen nada traía a mi crecimiento profesional ni mucho menos a mi aprendizaje.

 

En coherencia con tal principio encontré en la escucha de podcast y jugar en la consola un placer que solo puedo asemejar al tomar un buen café al iniciar la mañana, pero café del bueno, de Sevilla si es posible.

 

Podcast por lo general de datos innecesarios, magacines de discursos especulativos del ahora, del mundo que vivimos, del mundo que no vivimos, del acá y el más allá.

 

El ahora y el después.

 

Empecé a navegar en diferentes publicaciones hasta retomar mi esencia natural: El joven escritor de los años noventa que sentado en un comedor de madera con un cuaderno escribía sus primeros cuentos de terror.


Podcast por lo general de entrevistas a diferentes interlocutores que compartiendo sus vivencias llenan de morbo el contenido del programa, hallando allí el legado de la cultura popular y sus fantasmas, sus mitos y relatos de lo inmarcesible, todo aquello que desde la oscuridad del pueblo emerge como un fantasma de lo real.

 

Ficciones.

 

De pura casualidad terminé navegando en historias de la hermana república de Argentina, inicialmente de Mar de Plata, luego Buenos Aires. A día de hoy estoy en la región de Córdoba y La Plata, escuchando las invenciones del miedo y su geografía. Desde casas, boliches y oficinas estatales (federales), hasta apartamentos perseguidos por maldiciones de familiares malaventurados.

 

Paralelo a ello disfruto como niño jugar en la consola de video, en particular fútbol, el único videojuego que realmente me motiva a quedarme postrado horas en una misma posición haciendo mugre a mi alrededor.

 

Esta colección de quietud y pensamiento me da preciso el espacio para abrir mi mente a la reflexión de lo sublime (sin saber cómo explicarlo), convertirme en un canal de ideas, de proyectar la solución a aquellas situaciones que me tienen en ansiedad, me ayuda a planificar mi agenda o darle sentido lógico a esos proyectos que se enfrascan en nimiedades o incluso, a entender mis confusas emociones en esta segunda etapa de adolescencia.

 

Dentro de la importancia de darle al ocio su lugar está precisamente la capacidad de dar al silencio una luz de relevante sapiencia y allí, con prontitud en esa luz, apareció una idea: Una semilla.

 

Una historia que me permite complementar ese juego de palabras que he ido cultivando en lo inverosímil de la ficción. Un personaje por aquí, una locación por allá, un par de móviles en el asunto.

 

Lo elemental que me abraza en lo cotidiano es que siguiendo las recomendaciones de la Ingeniera González podría retomar ese noble acto de escribir y justo allí, en lo inverosímil de la ficción, recrear esos múltiples universos de luz y oscuridad que peinan mi cabeza.

 

Volver al niño que sentado con un cuaderno y lapicero avasallaba sus abstractas convenciones de lo humano para mutarlas en cuentos y relatos de pequeñas monstruosidades.

 

Y es que nunca dejamos de ser niños, pero sí nos castigamos en el auditorio de la madurez, y si bien me niego a madurar bien es cierto que he sido preciso personaje de formales aconteceres: Una mezcla de vulgaridad, inconformismo, etiqueta y mucha lectura.

 

Una semilla que se ha sembrado y que ahora deposito mi fe para ver allí florecer una libreta de ideas que por supuesto requieren de mucha disciplina.

 

Disciplina que muere en lo cotidiano.

 

AV


11 de mayo de 2023

Borrador (Ficción)

 


Estaba sentado con la vista hacia el horizonte pensando en cuanta oportunidad perdida se ha coleccionado en el transcurso de lo vivido. Una ventana interviene entre la vista del joven pensador y el paisaje urbano de una ciudad que no da espera a los desesperados.

En alguna oportunidad con las piernas cruzadas y la mente en blanco logró nuestro personaje entablar comunicación con un espectro de alguna dimensión cercana, de esas que nos rozan el alma, comunicación que se daba desde la energía del cuerpo, como una señal telepática de idas y llegadas en dónde las palabras se vestían de emociones, quizás, al grito mudo de esos amores que transmutaron en otra vida.

Durante el misterioso diálogo se logró aprender un poco del silencio de los desesperados, de relatos abandonados en los que miles de vidas pasaron en ruidos de cada época. En alguna oportunidad escuchó el relato de un viejo carpintero que, huyendo de un infiel encuentro sexual, terminó abrazado por el frente de un potente Volvo de 3 ejes. Un silencio más adelante conoció la historia de una inocente fulana que tras sufrir miles de abusos de un par de bellacos, envuelta en pánico y desespero, prefirió destapar su vida a través de una ventana.

La misma ventana que intervenía la vista del joven pensador.

Episodios de terror y tristeza que se desvanecen en la memoria, como un llanto que con la sal sobre la mejilla va limpiando el pecado de la vida después de la vida. Relatos similares que se escudan en el anecdotario de un desconocido. Para algunos en navidad llegan los espíritus de viejas noches pasadas, para otros sea quizás en la semana santa el momento justo para conocer a uno que otro fuego fatuo sobre el camino. Familiares o amigos se desprenden de lo cotidiano de una fiesta y se enmudecen ante el terror de un visitante no esperado, de algún desencarnado que en el reflejo de la cena familiar sigue anhelando lo que en vida nunca supo degustar.

Observa diferentes modos de vida y los traduce en canciones y ritmos, en cuantas fábulas y ritos que surgen de la curiosidad, remedos de vida enfrascados en susurros sin dolientes, solo testigos.

Nuestro personaje sentado sobre el borde de una cama, con las piernas cruzadas y la mirada fijada en el ayer, continúa en silencio soportando quien sabe cuánto, de lo que el universo le es capaz de compartir.

Se desvanece la claridad del cielo con la tarde que cae, pasando del azul reproche al grisáceo momento de la noche. Farolas de diversos colores comienzan a aparecer tenuemente hasta dejar el camino a la vista de los despistados. Con la reflexión sobre la base de la cama se levanta y camina con preocupación a la sala principal, se prepara un pan con manteca y queso y sirve un vaso de yogur de frutos rojos, espeso, pesado, entero.

Mastica sin dejar que sonido algún escape de su cuerpo, como si contuviera todos los esfínteres en un riguroso miedo absoluto, como un rito de silencio perpetuo ante la maldad del universo que nos rodea.

A veces es mejor no pensar.

Con una sensación de ardor en la espalda prefirió seguir caminando de lado a lado cual fiera enjaulada, su bebida láctea poco a poco se iba acabando, pero sus pensamientos al parecer continuaban siendo centro de datos y lamentos.

Un poco de desinterés fue recuperando terreno en su mente y le permitió llevar su memoria a viejas amistades y paseos vacacionales. Algo de nostalgia daba a sus ideas una banda sonora de canciones pasadas de moda, ritmos populares que invocaban a viejos amores.

Como un pensamiento que de madrugada nos paraliza la vida misma.

Intenta conciliar el sueño, pero recuerda su papel en toda esta historia, un rol determinante en un relato de ficciones mal elaboradas. Un fuerte aroma a tabaco se pasea por la habitación, una sombra espesa se escabulle tras las cortinas, un suspiro a modo de reproche se atraganta en búsqueda de un padre nuestro, un joven pensador se escabulle de su mente queriendo volar desde un séptimo piso, como si el aire bajo la luna nueva fuere amable testigo de quienes huyen de todo lo que proviene de abajo.

Un personaje que absorto en sus pensamientos terminó por convertirse en la pesadilla que siempre lo persiguió. Como la balada que adorna la pista de baile y se queda sublime ante el deseo de los desesperados.

Un fuego fatuo se sumerge de modo potente entre la cerámica de los baldosines, deja a su paso la mancha de un cigarrillo que nadie probó, se lleva consigo toda la luz que un humano de bien pudiese conservar.

Una ruta de oscuridad que cual relato de ficción se convierte en anécdota, en mito urbano de quienes en futuras vidas pensarán que esto simplemente fue un paisaje de la dialéctica.

Nuestro personaje, ahora ausente en el presente, continúa en silencio soportando quien sabe cuánto, de lo que el universo le es capaz de compartir ahora como primera persona.

En el siguiente nivel.

AV.

8 de mayo de 2023

Borrador (Costumbres)

 


Imagen Tomada de:

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Con el alma muda nos cuestionamos qué vamos a hacer ahora, con la sed recurrente y el pensamiento en los pies nos dirigimos con altas expectativas sobre el mes de abril (estamos en mayo).

Nos alejamos con la costumbre misma de pretender vivir un mundo soñado a base de historias y sonrisas, de cuentos y anécdotas con personajes inexistentes. A lo mejor solo son sueños que se narran en una libreta, o por qué no, la permanente trova de aquel que busca su suerte en un semáforo haciendo malabarismo.

Los días traen su ritmo y sus miedos. Vivimos a cada paso y a cada gota de sudor, nos llenamos de ternura e ilusiones porque en esta labor es que reside el deseo de todos por vivir un mejor mañana, por ser agentes de nuestra propia historia.

Una historia de terror para algunos, una historia de ficción para todos.

Con las palabras encerradas en una botella intentamos comunicarnos con el mundo entero, nos desdibujamos de ese profesional que nos antecede para re convertirnos en ese niño que nos juzga desde el llanto de la memoria.

Estamos orgullosos de cada nota musical que suena, porque de su mística hemos dado la vida, del paraíso de los olvidados es el poder de la palabra y de las acciones, las intenciones de los desconsolados.

Hay almas que hacen ruido, que son un malestar inmenso en donde sea que se paseen. Pueden robar la calma a quienes están cerca, son capaces de destruir lo que años atrás consideraban era sagrado, no les interesa el porvenir sino, el contundente materialismo de la vida. Son vagones llenos de metal.

Son miles de emociones y acciones condensadas en una botella en su punto máximo, intentan que su ruido sea escuchado por todos, se desdibujan permanentemente de toda vida que le haya antecedido, se juzgan a sí mismas, con el ego mismo de no permitirse ser juzgada por algún comensal.

Son agentes de su propia perdición como un espectáculo de comedia en la que el comediante busca hacer reír a todo su auditorio, pero jamás su propia felicidad: Un drama bien intencionado.

Hay almas olvidadas, llenas de expectativas y con el deseo de poder ser útiles a otros que quizás las hayan recordado por un segundo, por un error. Almas que son tranquilas, que se visten de los colores que al tono de cada mañana bien parezca, seres desencarnados que rondan por pasillos sin prisa, rondan solamente.

Son susurros de melancolía que reconociendo su historia se permiten ser juzgadas sin querer mejorar, trascender o perder. Se disfrutan a sí mismas como un actor claro de noble corazón.

Como los perdedores que nunca jugaron a ganar.

Hay almas demasiado humanas. Son peligrosas porque están incompletas, imperfectas.

Hay almas demasiado perfectas, elegantes, únicas, sabias. Son almas que no merecen estar aquí, perecen en el primer contacto humano, lloran un rato, pero después allá a lo lejos, en la eternidad, vuelven a sonreír.

Somos seres con el amor por el tiempo anclado en los tobillos. Seres que tenemos la capacidad inmensa de recordar cuando nos han arrebatado, de desear cuanto nos han prometido y por supuesto, de ignorar cuanto bien nos han abonado.

Seres que llevamos en el bolsillo las ideas necesarias para abrir puertas, sembrar caminos o atropellar consejos, seres que dejamos en el anhelo de la perfección las miles de historias que nos dan vida y calor.

Tenemos el alma muda.

Somos una ficción permanente en un orgánico universo de sentido común.

AV.