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11 de junio de 2025

Se Fueron (mayo)

 



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Se nos fue abril, un miércoles, a mitad de semana, como una cortesía, quizás, luego se fue mayo, un sábado, por demás. Un mes extenso, intenso, sin consensos, cargado de tristeza y muchos aprendizajes, porque quienes se van nos dejan sus palabras y sus hazañas, una memoria que se construye como un cartel publicitario.

Se fueron a quienes admiramos algún vez, grandes amigos que dieron su vida y su conocimiento al servicio de la humanidad, maestros que nos dejaron para continuar con su legado allá donde los rebeldes depositan sus oraciones.

Pensar en el modo en que la vida nos guía es perder el tiempo que no nos corresponde, no es pertinente imaginar una vida que no se ha vivido ni mucho menos querer explicar lo que ocurre alrededor, a veces, la vida simplemente sucede, no hay trampas, no hay ecuaciones, no hay lineamientos predeterminados, solo momentos.

Mayo como mes de cordial rutina fue un espacio de cinco semanas lleno de extrañas coincidencias, desde redefinir los roles en el trabajo, hasta el re plantear las formas de relacionarnos con quien ya no está. Silencios incómodos, tristezas, sonrisas por doquier y la maravillosa compañía de quienes permanecen.

Allí, donde el sol brilla.

Por demás he dedicado mi presente a resolver los menesteres de cada afán, he caído en una hamaca coqueta de buenas ideas y una que otra treta. He sido sensato con el tiempo perdido y durmiendo como león he recuperado la fe en las tareas pendientes.

Ahora debo de procurar dormir más a profundidad, caminar con más calma y abrir la ventana para que el sol siga brillando. Conocemos sonrisas, nuevas personas, re conocemos viejas amistades, vemos partir al mundo en sus caprichos.

Aprender a dar espacio a cada instante, en este prejuicio al que he de llamar junio, como los hijos Júpiter, como a las valkirias, cuando eligen a sus guerreros predilectos.

Como un breve momento que ya no está.

AV.

2 de mayo de 2025

VIERNES (Se fue)

 


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Se nos fue abril, nos quedamos observando al agua caer sobre la ventana, tomamos cuantas tazas de café fueron necesarias para sopesar las decisiones de quienes, en la esquina, observaron en silencio todo lo que tuvimos que soportar.

De las noticias cotidianas siempre estará la palabra dicha, aquella con la que evadimos lo importante, esas frases injustas en las que dejamos pasear el ego hasta verlo aterrizar como un pequeño globo de arena.

Hubo encuentros interesantes, como la familia y los viejos amigos que del presente ya no están, canciones furtivas que se camuflaron en una ronda de cerveza y buenas copas de licor. Personajes que vimos caer, que en su dolido ego construyeron murallas para que nadie les preguntase por su sentir.

Jóvenes que en el ayer perdieron la espalda, que se refugiaron en sus versos constantes, como un devenir de premios y medallas al olvido. Seres sintientes, que no son monstruos ni animales, son cercanos a la humanidad vivida, especímenes que en su locura agobiaron hasta al mas ateo de los cabildantes, un brillo de malas decisiones que fueron fluyendo del final de cada copa.

Se nos fue abril, un miércoles, a mitad de semana, como una cortesía, quizás.

La llegada de mayo, festivo como todos los años, ha sido para un jueves algo fenomenal en el tedio de quienes madrugan cada día a reparar el daño de la noche anterior. Levantarse un viernes y con valentía pretender homenajear los ciclos de los que ya no están, como lectores de obituarios.

Es viernes, un pretencioso día para reflexionar lo que nos robó el calendario en el corazón, porque de ahí muchos golpes rebotaron, abrazos que no pudieron colgarse como se esperaba, incluso, estrellas que brillaron sin ser vistas, quizás, porque para algunos, abril es para enamorar y no para pensar.

Somos hijos de lo cotidiano, las mismas canciones, los viejos ademanes, los lugares de siempre, las historias de quienes ya no están, la luna nueva, el sol coqueto que nos vigila en desinteresado porvenir.

A mayo, que no se vaya tan pronto.

AV

24 de mayo de 2023

Personajes (Tiempo)

 


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Hay personajes que con su silencio te hacen sentir lo suficientemente importante como para no volver a estirar la mano buscando confianza o calor. Personajes a quienes rendimos afecto a causa de una infinidad de días y meses de compartir todo tipo de menú y cambios de clima, seres que a pesar de esa idolatría terminan en preciso instante siendo un ingrato vaso frío de café, sin sabor, amargo, sin interés.

 

¿Por qué?

 

Hay personajes que se alegran con el mínimo diálogo que pueda surgir en cualquier instante de lo cotidiano. Seres que nos animan a preguntar más a fondo aquello de lo que quizás nos morimos en el fondo por querer contar.

 

Ser adulto es entender que los amigos no tienen tiempo, que están ocupados, que sus vidas pertenecen a diferentes planos donde nos ubicamos.


Es comprender que a pesar de, existen (a pesar de).

 

Es adivinar que en la costumbre el fracaso escuda su presencia con pequeñeces, que en el esfuerzo el éxito se esconde como medida de prevención. Es aferrarnos en la costumbre del día a día y allí, donde la soledad se escuda en la empatía, bajamos la cabeza y asumimos que en otrora tiempo habrá la merecida atención que quizás hubiésemos deseado recibir.

 

¿Para qué?

 

Hay pensamientos recurrentes que nos llevan en un torbellino de ideas y cuestionamientos. Algunos de esos pensamientos se vuelven arroyos de quejas o mal acostumbradas sensaciones de ansiedad, eso que en el pasado se llamaba miedo.

 

Noches en las que al encontrarnos con la almohada no conciliamos el merecido descanso, sino que por el contrario nos vemos frente a una inmensa pared de datos que desfilan en circuitos neuronales.

 

Empezar un nuevo proyecto o hacer realidad un pendiente de la vida nos puede traer emociones demasiado fuertes, nuevos retos que nos hacen forzar la inteligencia para poder responder cada obstáculo o zancadilla de la mejor manera, a la final somos nosotros mismos quienes con una sonrisa o el ceño fruncido lograremos cruzar al otro lado de la oscuridad.

 

Nos damos vuelta entre senderos de labores programadas y tareas de la vida contemporánea. Van apareciendo herramientas ágiles de pertinente ayuda para el empleado curioso, para el perezoso de turno y el creativo de siempre. Acciones que se facilitan en la medida en que nos demos la oportunidad de pensar con más sensatez y menos egoísmo, aún si queremos compartir nuestras luchas o pormenores con quienes encerramos en nuestros afectos.

Hay personajes que son recurrentes al nivel de ser constante paisaje de un saludo cordial o de una necesaria sonrisa entre pasillos.

 

Desde el joven Jaider que en su oficio de limpieza saca tres segundos para preguntarnos cómo nos encontramos, o el no tan joven Miguel que en su labor de guarda de seguridad comparte con este servidor su deseo de profesionalizar sus estudios en tecnología, incluso la doña Marina, que sin tener relación alguna con el océano comparte de vez en vez los logros de su nieto, un pequeño ser que ya aprende a leer y a dibujar.

 

A todos esos personajes recurrentes les doy parte de mi vida, un pedazo de mi día. Les entrego mi interés para asombrarme con lo cotidiano de sus anhelos y amables gestos. Porque no son paisaje ni tampoco hacen ruido en el andar.

 

Son personajes que en el camino me han ido dejando sus nombres, su intimidad, sus preocupaciones e incluso sus sonrisas.

 

Con la actual crisis de sospecha un tímido Jaider me compartió su versión del mundo, del complot que, según él, renace en las clases dominantes para sabotear al gobierno de turno. Yo solo escucho, le invito a consultar más fuentes, a seguir construyendo su criterio, a no dejarse sabotear por el mundo conocido.

 

A seguir sonriendo en lo cotidiano.

 

Personajes que en otrora tiempo fueron paisaje y nunca di mirada al cansancio de sus manos. Personajes que me escuchan si quiera un estado emocional tan breve como el dar las buenas tardes y despedirnos para esperar al día siguiente para encontrarnos.

 

Es adivinar que en la costumbre del día a día la soledad se escuda en la empatía, en un saludo cordial o un esperanzador mensaje de texto, que sin recibir respuesta al saludo o al texto, los sentimientos los revolcamos en la merecida atención que quizás hubiésemos deseado recibir.

 

Hay personajes que son recurrentes,

 

Cotidianos.

 

AV


11 de enero de 2016

Días Nuestros (2015)





El año concluye como los días dejan en sí caer las horas a la noche, las palabras se vuelven elocuentes y los abrazos aparecen de repente en toda escena familiar. Las distancias se acortan y ahora con el respaldo de la tecnología, los mensajes se hacen más allegados y efectivos, se descubren nuevas ansiedades y se renuevan miedos, las promesas de año nuevo se caen en el pavimento con el transcurrir de las horas, el nuevo año llega y nosotros aquí, viéndole pasar.

A once días del  nuevo año comenzamos por ver que la rutina se torna más real, que regresan las horas de antes y del mismo modo nos dejan sobre el escritorio los pendientes de esos meses que dejamos escapar. 
Pasadas dos semanas es que nos vemos dibujados en recuerdos de aquello que no se cumplió de año inmediatamente anterior. Imaginarme a golpes en cada día del año, en cada preludio, en cada obsesión, en cada rabieta y sonrisa.

Ver el año que terminó con la lupa del día once de año siguiente, como si los primeros diez días hubiesen sido un mero formalismo del descanso y la procrastinación, o por qué no, de la mera irresponsabilidad de la pereza y la rebeldía.

Rebuscamos frases célebres o aforismos para dar mayor importancia a nuestras tardes en redes sociales, nos desubicamos con las canciones de cada momento y balbuceamos en esas tareas pendientes, bueno, aquí mi tarea pendiente de iniciar de nuevo.

Un enero que llegó con regalos del sur de la Florida, enero en el que los amigos se reunieron y destaparon sus emociones, enero en que en un pic nic cerca al museo de arte moderno vimos pasar la tarde, dejamos los regalos al costado y renovamos el beso de amor que tras 21 días habíamos dejado en pausa. Un enero donde finalizaron los miedos de año anterior y comenzó por dejarse conquistar por retos que el mismo año quince daba en silencios pausados. Un enero donde conocí a Melissa.

Febrero insensato y casual, febrero de aprendizajes, febrero con sabor a queso y a plátano verde, al calor del río Atrato. Un febrero de suspiros y sueños en pareja, de empezar en casa de nuevo, de dar clases en donde siempre se quiso estar, donde siempre se pudo soñar. En marzo nos hicimos amigos de Fiona, una sencilla señorita de ojos grandes y ladridos fuertes, un marzo además que dejó consigo las flores de la amistad a piel, un marzo donde cumplió años el hombre más viejo de mundo, marzo donde nos fuimos encontrando en la crisis hasta hacer parte de ella, hasta inundarnos en las metas de otros y entender pues, que a esas metas es que no nos debemos de someter.

Un marzo des-complicado hasta llegó abril, un abril cargado de pésimas películas de terror (cortesía de Diego Alejandro),un abril en el que nos enamoramos más y más, porque el amor es una institución que se construye día a día, un sentimiento que se conserva en el más frágil de los elementos de la vida, un concierto de El Buki en Cali.

Abril de chikungunya, abril del cumpleaños del mejor de los amigos. En mayo nos decepcionamos de las oportunidades y abrimos paso a la fuga, mes en el que me aparté de las malas administraciones y decisiones permeadas por la avaricia y la celebración indebida de cargos, un mayo en el que los amigos nos unimos para tomar decisiones pero que a la final fueron las más egoístas decisiones las que se quedaron en su lugar.

En mayo todo comenzó de nuevo, nos alejamos de algunos, de otros tomamos la certeza de darles un segundo plano, a otros, el mismo viento se los llevó hasta desaparecerlos del panorama cotidiano. No fuimos a Bogotá  porque nos dejó el avión pero viajamos a Sevilla, primero a Tulua, así sucesivamente fuimos llenando los compromisos del amor hasta hacer frente a la familia de la mujer amada, me presenté ante mis suegros y cuñados, ante mi nueva familia.

Vimos el concierto filarmónico de Star Wars, conocimos a la princesa Leia más joven de esta galaxia.

Junio es hermoso porque los amigos se unieron en otro importante evento, en una ronda de canciones que terminaron con todo el amor del mundo alrededor de un pastel de corazones, un junio que dejó consigo libros y más libros (cortesía también de Diego Alejandro), un junio en que terminamos una tesis para iniciar otra, un junio en que el amor llegó a su año nuevo. Jugamos bolos, jugamos Bingo, jugamos a escapar, jugamos hasta la última noche del mes.

Julio gallardo e infantil, conocimos a los Minions y con ellos nos motivamos a comer tres cajitas felices porque eso es lo que hacemos los amigos, vimos Pixeles juntos en el cinema, porque eso es lo que hacemos los amigos, salimos a tomar el té y claro, salimos a bailar con las primas de Rita Shirley. River Plate campeón de América.

En agosto tomamos juguitos en Japy, Diego Alejandro llegaba de  viaje de Ipiales y  la señorita que vendía los jugos prometió llevarlo a conocer Caleñas la próxima vez que viniera a Cali. Agosto lleno de música, de cerveza, de rock & roll. Jugamos Monopolio, comimos sobre-barriga y festejamos el milagro de la vida, el triunfo de una nueva etapa. Iniciamos semestre en la universidad pública, viajamos a los años 20 y retomamos la docencia ahora en la universidad claretiana.  Los Guayacanes florecieron llenando de color la ciudad.

Volvimos al río Atrato, festejamos en Bandola, jugamos Risk por primera vez en años y dimos adiós al mes con la mejor de las intenciones hasta que llegó septiembre.

Negro como el olvido, como las sombras que traen consigo dudosas intensiones, septiembre de cumpleaños de amigos, pero también de malas noticias para la salud  familiar. Septiembre de visita del Papa a Cuba y de Aterciopelados a Cali, septiembre del Caribe Funk, septiembre de los Vargas y los Higuera, de terminar experiencias y aprender de otras vidas.

En octubre festejamos la vida, vivimos la sonrisa de mis padres, subimos a 32° y con los mejores amigos sonreímos en cuanta selfie dibujamos en la red, leímos a Stephen King, comimos hasta más no poder y esperamos una lasaña que solo en diciembre llegó. Un octubre que me acercó a las nuevas amistades que El Buki me regaló en el año quince, amistades como Karen Melissa y Felipe, el mismo señor Jesús Trujillo y los pequeños anfitriones de la ruta 66.

Encontrar de regreso a Sammy, comenzar a tomar café en una taza especial, llevar cosechas a la casa, viajar por el Quindio y cerrar noviembre con otra visita al río Atrato.

Los mejores atardeceres del año los viví en el Chocó, pero los mejores atardeceres del año los compartí con mi amada en las calles de Cali, Palmira y el eje cafetero, hasta que la quise enamorar un poco más, hasta que en noviembre decidimos juntos amar nuestras noches.

Llegó diciembre y ya estábamos estrenando un nuevo hogar, llegó diciembre y dejamos de contar historias para vivir de pleno, llegó el episodio séptimo de “Star Wars”, llegó el momento de reflexionar.

Llegó enero y en otra oportunidad reflexionaremos sobre lo que fue diciembre y enero, y qué mejor tarea pendiente que continuar escribiendo, qué mejor inspiración que recopilar lo que se robó el silencio.

Lo que quedó con el atardecer.


AV.

31 de mayo de 2010

Canciones de Clausura



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Ceci n'est pas un hommage
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mattijn Gallery

Un tiempo que se vuelve único, un relleno de casualidades que se distraen en un par de canciones, un mundo de desesperados que buscan bailar en sí mismos, situaciones que no son producto de la casualidad ni mucho menos las coincidencias del amor. Los amigos han sido tema de conversación en esta temporada, una banda sonora de extraños acontecimientos que bien detallados se fueron posteando en un cancionero de la cotidianidad.

Cerrando un ciclo que ha comenzado con la fuerza del agua, viendo la bandera verde quedar a media asta, entender la singularidad de algunas canciones y dejarme mecer en un viejo discurso de amor, perpetuar mis convicciones en un salón de clases y salir victorioso con el mismo impulso con el que se perdió la guerra. Alrededor del mundo cada cosa la sometemos a discusión, pretendemos bailar, gritamos y sonreímos, ganamos experiencia, adquirimos vida al lado de los que nos quieren, cerramos capítulos enteros. Se acaba Mayo.

El pasado Viernes conocí en mi casa a una chica que responde al nombre de Daniela. Muy particular su manera de vestir y su sensatez frente a la vida. Acompañados por 27 personas más dejamos reunidas las voces bajo un mismo cielo estrellado y un reggaetón (reguetón) mal intencionado. Muchos conversando sobre sus puntos de vista, otros callados en una silla rimax observando su desidia, algún incauto enamorándose de alguna incauta, otros sosteniendo conversaciones airadas y los demás haciendo presencia como un grito de protesta a la semana que culmina. Muchos de los presentes son amigos de un amigo, bebiendo licor y en diversos colores, marcas y sabores fuimos entrando en confianza para hablar de política y darle al tejido social otro porcentaje de polarización y disensos.

Daniela es una joven con cicatrices invisibles, golpeada por la vida y con el ego enclaustrado di por entendido el rol de las casualidades en este mundo. Coqueta y sincera dejaba en su mutismo un brindis a las muchas copas de aguardiente que ya entradas en ella, comenzaban a hablar por sí solas. Un gran dolor es imposible de ahogar y más cuando de extraños se pretende acompañar, el caso de la Joven Daniela similar, era inevitable ver a alguien dejarse morir en vida. Pero nunca tuvimos compañía, tuvimos asombro de las historias de cada uno, en el caso de ella, su padre había fallecido dos semanas atrás.

El Sábado salí como nueva costumbre a tomar un café con el pirobo, terminamos de ver la película en el cine club y tomamos rumbo en compañía de la tortuga amada y el joven Oscar para el oeste, regresamos a San Antonio (ya sin Oscar) y retomamos la tarea de bebernos un café. Invisible como las canciones, insensible como la gravedad, ausente como la política, divergente como es costumbre en días de cansancio. Fueron excelentes verdades y conversaciones, dos sobres de azúcar, unas grandes canciones, gratas compañías, un final de tarde interesante.

Ese sábado fuimos a casa de Raquel, yo le decía Miriam, pero ahora prefirió quedarse con Raquel.

Celebrando el cumpleaños de quien no cumplía años en mi calendario, brindando por la buena salud y buenos deseos por quien hace mucho deje de compartir una noche de licor, reencontrando a los amigos en esas canciones tan interesantes como suelen ocurrir en un encuentro de cumpleaños. Terminó la fiesta, hora de partir.

Aunque la fiesta para muchos siguió en otro recinto, mi continuidad era vegetal. Haciendo presencia física y viendo como un amigo hacia uso de sus hormonas para pretender conquistar a una dama de esta era, el sueño y las grandes observaciones me dejaron absuelto sobre el cemento, sobre el asiento, sobre el tiempo, sobre todas las cosas.

Cerca de las cuatro de la mañana pocos quedaban en pie disfrutando y pocos sentados observando. Caras nuevas, esparcimiento en compañía de desconocidos, conocidos en actividades desconocidas, tiempo de sobra en palabras confundidas. Aun no se partía para casa.

Sonó sin previo aviso y con la misma fuerza con que abrazamos a los que se van, la mejor manera de cerrar este mes, una gran clausura que a su vez sería la apertura de otra era, de otro mes que quizás será igual o más exigente que este que terminaría sellado por un fuerte golpe de recuerdos y años ochentas. Precisamente el relatar toda una actividad que se sale de un fin de semana cotidiano es lo que da vida a este blog.

Tanto a Daniela, como a mi amigo como a mí este mes terminó con más preguntas que metas. Terminó con más canciones que reacciones, terminó con un sencillo homenaje a la cotidianidad.

Terminó con una buena canción.

AV

4 de mayo de 2009

Novilunio



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Suena el horno microondas, la televisión se apaga en un ruidoso color gris, muchas canciones se me aferran a la memoria, me burlo de mi mismo, miro por la ventanilla y llueve demasiado, dan ganas de salir a correr y mojarse con morbosidad.

Permanecer joven, sentirse vivo, enamorarse otra vez, conocer gente nueva, hablar con extraños, caminar en parques y comer paletas de agua, beber jugos tropicales, pensar en la política local, recordar el domingo, acostarse a dormir.

Las emociones regresan y se acomodan como juguetes en un estante, las más fuertes y pesadas se quedan ene l gabinete de abajo, las frágiles en el peldaño del medio esperando ser vistas por todos y manejadas con cuidado. Las sensaciones amargas y las acidas se ubican arriba en el punto inalcanzable del mueble, su propósito es existir pero no permitir que otros se acerquen y las manipulen con frecuencia, solo se les tiene para ocasiones especiales, reuniones familiares, exámenes universitarios, fiestas de despedida y eucaristías.

Junto al estante por así llamarlo se recogen los demás juguetes y se les da nombre, emociones que quizás fueron en su tiempo razones de vida, emociones con banda sonora, otras con color propio y una que otra con crisis de identidad, sin saber cómo dejarlas en el suelo se les marca con crayola en un costado con la fecha de vencimiento de cada una, se revisan reportajes y se construyen enmiendas, se narran crónicas en un libro viejo y se le da vuelta al casete para continuar escuchando esas canciones que nos marcaron épocas y se quedaron estampadas en nuestro cancionero personal.

Algunas emociones no vienen solas y que además de marcarles con el crayón toca limpiarles ciertos aromas o fluidos del pasado, son esas emociones que vienen con aires de turismo y amistades, fotografías de espacios y personajes que nos robaron caricias, sonrisas, lágrimas, dinero, bebidas y una que otra porción de papas fritas, imposible de olvidar esos paseos que de ventanilla a camarote regaban emociones con la llegada de la noche.

Vivir a plena juventud la llegada de la noche, sentarnos en nuestras oportunidades, besar a nuestros abuelos mientras le damos un algodón de dulce, bebernos la crema de maíz en la mañana y en la tarde almorzar la chuleta en limón, de noche correr por la loma con los primitos y escondernos de los adultos; aquel enjambre de reglas y juegos se humedece con el rocío de paseos y familias enteras, aprendemos a nadar en verano y a montar bicicleta antes de semana santa.

Sintiendo esa deprisa necesidad de correr, escribir en un parque el nombre de la niña que nos gusta, gritar en distintos idiomas palabras ofensivas y secretos de romance, tener una mascota y verla crecer junto a nuestros sueños, sentir la música, comprar el disco compacto y prestárselo a nuestro compañero de clase, ir al primer concierto sin el permiso de los padres de familia.
Las sensaciones y emociones se enmarcan en placenteras conversaciones, como mayo que llega y abril que se va se ubican en el preferencial palco de la honestidad, les damos la importancia que ciertas especies nos robaron, nos sub valoraron o nos subestimaron, ser nuevamente cancionero de ciertas cotidianidades, recordad otras décadas, decirle adiós a los años.

Sin mentirle al ego o al orgullo, cerramos la repisa de vidrio y dejando en cada peldaño y cada gaveta a las emociones, recogemos las del piso y las ubicamos en el armario del abuelo, debajo donde se guardan los zapatos las dejamos esperando a un nuevo día o a una nueva oportunidad para rejuvenecer los odios y madurar los amores.

Sintiendo a mil las emociones empezamos a darle identidad a ciertos personajes que se cruzan en nuestro camino, a los otros simplemente los dejamos seguir mientras brindamos con alguna bebida azucarada. Terminado el casete de sonar y con la grabadora en Mono dejamos los sonidos al eco de los recuerdos, nos apartamos con cuidado y damos rienda suelta a nuestras propias canciones, nuestras notas de vida musical.

Con las emociones en orden y las canciones en lista, comenzamos a revivir esos olvidos que nos donaron los amigos.

AV

2 de mayo de 2009

Para Mayo después de Abril


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Es curioso ver cómo después de luchar contra la incertidumbre la inspiración haya decidido volver, encerrarse en vasos de agua y fugarse en hilos de humo azul. Interesante uno darse cuenta cómo desde el inicio de los espacios es que maullamos buscando a la luna para recibir inspiración y sólo encontramos desolación.


El aburrimiento nos hunde en letras inconclusas o sin sentido, nos deja sedientos de vida, nos expone en un latir de inquietudes y vacíos que la misma soledad comparte con los más desfavorecidos, hay días que parecen lunes todo el tiempo, la música en ocasiones se repite en constantes notas y termina siendo más una alarma o un timbre que una melodía de vida, un sabor a verano.


Abril se ha marchado, lo celebro con todo el ímpetu del mundo, me susurro en coincidencias de lo cotidiano y le cuestiono sus favores, es un mes que se fue y que no quiero que regrese, un mes con personalidad propia, distinto a las expectativas de enero o a las esperanzas de febrero, al cansancio de marzo o al desvelo del diciembre que ya no está. Abril es de cierto modo ese mes donde las oportunidades y las enseñanzas se envenenaron con los soliloquios del desespero, no fue precisamente el mes del amor ni el mes de la amistad, fue por el contrario el mes de la ingratitud y la nostálgica revolución.


Dándole significado a nuestras herencias, el escribir se me vuelve un modo de vida necesario que demanda esfuerzos y sueños, un acto de vida que nos perdona en lo más íntimo de la soledad, pero en lo más pronto del desespero es al mismo tiempo esa droga que calma a los olvidados, dibujando esperanzas y dolores en páginas blancas, sin importar sexo o dolor, sin ignorar revancha o derrota, el escribir re significa muchas veces los meses que en la vida pasamos en vano, para mi dolor abril me robó la inspiración.


En presencia de mayo vuelvo a escribir, pero no por casualidad ni por despecho, porque del despecho y las casualidades ya no quiero hablar, mucho dolor se estampó en solitarias caminatas. Ahora la escritura de mayo es para reivindicar solitarias emociones, para protestar por el hurto de abril, para vengar el dolor que mi propio ego no quiso curar, esa ira que los que dicen ser amigos no quisieron ablandar, esa locura que la música volvió ruido.


No quiero divagar con este quinto paso del año, pero tampoco me sentaré a especular entre silencios y recuerdos, lo importante es seguir ordenando las letras en etiquetas seguras y confiables, en corbatines de honestidad y gotas de buena voluntad. Fluidos externos de la vida que nos invitan a cantar y a danzar, disfrutar la lluvia y saborear el cansancio de un día bien vivido, de un sueño hecho ciudadanía.


A veces me siento solo, pero estoy entusiasmado en empezar a compartir mi soledad con nuevos soles y rojas sonrisas. Ángeles que se aparecen como obra de arte. Miro al sur y me recuerdo en letras pasadas, pienso en nuevas musas y siempre afirmo al recuerdo como mi musa preferida, como mi hermosa paleta de pintura, mi oleo para la vida.


Adiós querido abril que llegó Mayo para mejorar.


AV

4 de mayo de 2008

Santos de Mayo


Desde el Pasado me encuentro mirando rostros que se esparcen en la memoria, se repliegan en un ir y venir de emociones propias de la soledad y el aburrimiento. He dibujado rostros de misericordia en monedas de gran valor, replegado esos deseos de fuga en botellas de alcohol y en paños de agua fría, siempre y bajo los estímulos de la esperanza termino observando los vacíos de las calles, esas profundidades que se asemejan a las cicatrices de la piel.
Hablar de estos meses que han dado inicio me recorre la espina dorsal y me da ese reflejo agudo de lo que es el pasado, ese enero dibujando esperanzas y ese febrero lleno de promesas. Marzo es ese clima violento de prosperidad y abril se sucumbe ante los cadáveres del año anterior, ese mes de decepciones que se etiquetaron en cuadernos y sonrisas. Bajando las escaleras que nos conectan con la realidad nos vimos encontrados en un juego federal, en un mensaje lleno de política y una noche llena de propuestas.
El aburrimiento me somete a las ideas abstractas de la adolescencia, me sumerge en la soledad de la habitación y con el tiempo perdido como testigo me abriga en un pensamiento existencialista y lleno de pecado. Desde hace dos días he iniciado en Youtube una linda amistad con el pasado. Me he regresado a la esperanza perdida de los ochenta y viendo vídeos musicales he revivido esa historia basada en sentimientos y nostálgicas especulaciones, he logrado conectar mi soledad llena de pecado y ansiosa de vida y la he dibujado con esas notas musicales que en los ochenta se entonaban en búsqueda de la paz, el amor y el libre desarrollo de la personalidad.
Ese protagonismo de bajo presupuesto que nos hace vulnerables a la historia, que nos tiene en su juego perverso de la nostalgia y la memoria, que nos ahoga en el importaculismo de la generación que cumple cuarenta hoy, que nos heredó miles de historias que apenas en pleno siglo XXI logramos entender. La generación que nos regaló los grandes artistas de la música, la generación de Mecano, la generación depresiva, esos santos que anhelamos hoy en día.
Tal es el aburrimiento que me he detonado una aspirina de sedentarismo en la espina dorsal, me he postrado en un fin de semana en el que el dinero brilla por su ausencia y las ideas se fueron de vacaciones, un aburrimiento lleno de motivos y ausente de sentidos, de esperanzas, de miradas cotidianas que se ven estancadas por un clima absurdo y propio del cine Alemán.
Mientras la lluvia sigue recorriendo las calles solas de mi ciudad, mientras mi piel se esconde en el calor de unas sábanas sin hogar, mientras mi mirada se estanca en el pasado y brinda una amistad con youtube, mientras mi soledad se comparte con mi mascota, mientras le soy fiel al hambre y le escribo a los ingratos, mientras siga en esta oda llena de ciclos y festines es que me rindo al aburrimiento y le entrego los mejores años de mi vida.
Años para seguir cultivando fines de semanas como este.

AV