8 de septiembre de 2025

Conversaciones (Nahuel)

 


Imagen tomada de: https://media.craiyon.com/2025-07-21/YU5AHi0OTkywvz3ifK70tg.webp


Hoy inicia una semana de esas, en las que la vida ha transitado tantos afanes que el calendario señala que es el momento de dejar todo en evidencia, los logros de cada esfuerzo, los olvidos de cada llamada y claramente el cansancio de los meses predecesores de esta semana, tiempos de acción.

Dentro de las múltiples ideas para solventar el esfuerzo de estos días de previa locura, un modo sano de poder dejar que la paz fluya por este cuerpo post adolescente, ha sido compartir tiempo de calidad en espacios de grata compañía.

Conocí a Nahuel en dos oportunidades, de esas casuales donde la vida nos muestra una pequeña parte de un todo. Finalmente el día de ayer, como señales del séptimo día, nos encontramos y en un amable abrazo nos dimos los saludos cordiales como corresponde entre dos caballeros. Cargaba en sus manos un muñeco de felpa, un juego de cartas y muchas ilusiones de una tarde digamos, diferente.

A su lado, una bella dama de ojos cafés, de ese café que se impregna en los sentidos, le acompañaba.

Conversamos un poco, porque eso hacen los caballeros.

Estuvimos compartiendo un rato en la piscina y allí intentamos nadar para superar uno al otro en velocidad, hicimos carreras e intentamos dar saltos curiosos, distintos a los tradicionales clavados de los juegos olímpicos.

Almorzamos una hamburguesa, porque eso hacen los caballeros por supuesto.

Dimos intentos vanos de re crear alguna especie de campamento oculto para ver algo de cine, pero caprichosa es la vida que ni el campamento pudo elevarse, ni la señal de la televisora pudo funcionar, incluso, posterior a un extenso tiempo de intentar poner a funcionar un par de pilas viejas, viejas y caprichosas.

Aquella dama de ojos cafés, de ese café que lleva en su interior el brillo del universo, caminaba siempre de nuestro lado, incluso nos acompañó al supermercado a recaudar provisiones, se nos hacía importante tener algo de comida chatarra y bebidas azucaradas como menú oficial del entretenimiento de la tarde, ella, con su sonrisa mágica, aprobaba la idea de mejor comprar frutas para comer en vez de chocolatinas.

Conseguimos frutas y preparamos batidos, dejamos de lado la idea de las bebidas azucaradas, de hecho el joven Nahuel, con ese brillo que tienen los ángeles en sus ojos, sugirió llevar una chocolatina, quizás de contrabando frente al plan que había inicialmente, pero ella, tan inteligente y conciliadora, logró convencerle de que fuese para compartir entre todos.

Una chocolatina para tres.

Vimos IT, una de mis películas favoritas junto al frecuente calor de una tarde de domingo.

Tomamos batido de frutos rojos preparado en casa y le ajustamos una noble guarnición de comida chatarra, noble y justa. Fuimos al parque, el sol comenzaba a ser aliado de esa tarde de distracción y descanso.

Con una manta de colores nos ubicamos donde mejor pudimos, esquivando las hormigas que transitan en lo que supongo es su territorio, esquivando algunas pocas heces de caninos locales que suelen dejarlas allí, supongo de descuido, esquivando, además, el bullicio de lo imperceptible.

Leímos a H.P. Lovecraft, porque eso hacen los caballeros, porque eso hace la bella dama de ojos cafés. Nos sumergimos en un picnic íntimo de buenas letras, comida casual y un buen granizado de frutos rojos, insisto, me quedó delicioso.

También jugamos cartas, “Italian Brainrot”, las favoritas de Nahuel, allí aprendí que el Bombardiro Cocodrilo es mejor que el Tralalero Tralala.

Cerrando el día un grupo de niños pasó por el parque, él con el deseo de quien quiere salir a conocer intentó acercarse, lamentablemente el grupo de niños ya tenía otra agenda por fuera del sector, así que nuestro caballero tuvo que dejar en sí la frustración del saludo desperdiciado.

Hay días sospechosamente light y en ellos muchas veces se nos siembran dudas o malestares y ante eso, al estimado Nahuel solo le extiendo mi abrazo de regreso, el mismo que recibí con su llegada, para hacerle saber que ya habrá otro día, otro picnic y nuevos amigos.

Nos despedimos y prometimos volvernos a saludar, porque eso hacen los caballeros.

AV.

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