Mostrando las entradas con la etiqueta Gato Amarillo. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Gato Amarillo. Mostrar todas las entradas

8 de septiembre de 2025

Conversaciones (Nahuel)

 


Imagen tomada de: https://media.craiyon.com/2025-07-21/YU5AHi0OTkywvz3ifK70tg.webp


Hoy inicia una semana de esas, en las que la vida ha transitado tantos afanes que el calendario señala que es el momento de dejar todo en evidencia, los logros de cada esfuerzo, los olvidos de cada llamada y claramente el cansancio de los meses predecesores de esta semana, tiempos de acción.

Dentro de las múltiples ideas para solventar el esfuerzo de estos días de previa locura, un modo sano de poder dejar que la paz fluya por este cuerpo post adolescente, ha sido compartir tiempo de calidad en espacios de grata compañía.

Conocí a Nahuel en dos oportunidades, de esas casuales donde la vida nos muestra una pequeña parte de un todo. Finalmente el día de ayer, como señales del séptimo día, nos encontramos y en un amable abrazo nos dimos los saludos cordiales como corresponde entre dos caballeros. Cargaba en sus manos un muñeco de felpa, un juego de cartas y muchas ilusiones de una tarde digamos, diferente.

A su lado, una bella dama de ojos cafés, de ese café que se impregna en los sentidos, le acompañaba.

Conversamos un poco, porque eso hacen los caballeros.

Estuvimos compartiendo un rato en la piscina y allí intentamos nadar para superar uno al otro en velocidad, hicimos carreras e intentamos dar saltos curiosos, distintos a los tradicionales clavados de los juegos olímpicos.

Almorzamos una hamburguesa, porque eso hacen los caballeros por supuesto.

Dimos intentos vanos de re crear alguna especie de campamento oculto para ver algo de cine, pero caprichosa es la vida que ni el campamento pudo elevarse, ni la señal de la televisora pudo funcionar, incluso, posterior a un extenso tiempo de intentar poner a funcionar un par de pilas viejas, viejas y caprichosas.

Aquella dama de ojos cafés, de ese café que lleva en su interior el brillo del universo, caminaba siempre de nuestro lado, incluso nos acompañó al supermercado a recaudar provisiones, se nos hacía importante tener algo de comida chatarra y bebidas azucaradas como menú oficial del entretenimiento de la tarde, ella, con su sonrisa mágica, aprobaba la idea de mejor comprar frutas para comer en vez de chocolatinas.

Conseguimos frutas y preparamos batidos, dejamos de lado la idea de las bebidas azucaradas, de hecho el joven Nahuel, con ese brillo que tienen los ángeles en sus ojos, sugirió llevar una chocolatina, quizás de contrabando frente al plan que había inicialmente, pero ella, tan inteligente y conciliadora, logró convencerle de que fuese para compartir entre todos.

Una chocolatina para tres.

Vimos IT, una de mis películas favoritas junto al frecuente calor de una tarde de domingo.

Tomamos batido de frutos rojos preparado en casa y le ajustamos una noble guarnición de comida chatarra, noble y justa. Fuimos al parque, el sol comenzaba a ser aliado de esa tarde de distracción y descanso.

Con una manta de colores nos ubicamos donde mejor pudimos, esquivando las hormigas que transitan en lo que supongo es su territorio, esquivando algunas pocas heces de caninos locales que suelen dejarlas allí, supongo de descuido, esquivando, además, el bullicio de lo imperceptible.

Leímos a H.P. Lovecraft, porque eso hacen los caballeros, porque eso hace la bella dama de ojos cafés. Nos sumergimos en un picnic íntimo de buenas letras, comida casual y un buen granizado de frutos rojos, insisto, me quedó delicioso.

También jugamos cartas, “Italian Brainrot”, las favoritas de Nahuel, allí aprendí que el Bombardiro Cocodrilo es mejor que el Tralalero Tralala.

Cerrando el día un grupo de niños pasó por el parque, él con el deseo de quien quiere salir a conocer intentó acercarse, lamentablemente el grupo de niños ya tenía otra agenda por fuera del sector, así que nuestro caballero tuvo que dejar en sí la frustración del saludo desperdiciado.

Hay días sospechosamente light y en ellos muchas veces se nos siembran dudas o malestares y ante eso, al estimado Nahuel solo le extiendo mi abrazo de regreso, el mismo que recibí con su llegada, para hacerle saber que ya habrá otro día, otro picnic y nuevos amigos.

Nos despedimos y prometimos volvernos a saludar, porque eso hacen los caballeros.

AV.

24 de julio de 2025

Jueves (Mañana)

 


Imagen tomada de: https://www.behance.net/ausrinedaug

By: Aušrinė Aniko Daugėlaitė


Comenzamos con pesadez un día cualquiera en el calendario, los recuerdos se reúnen como un sindicato de viejas voluntades, prestan quejas y exponen motivos para ser reincidentes en viejas costumbres, en llantos del ayer o sonrisas que injustificadas nos derrumbaron en un día cualquiera, esos momentos de grandeza en los que se creía que el mundo podía cambiar.

El día, sintiendo su pesadez natural, empieza a avanzar con algo de nostalgia, quizás el cansancio de tener que madrugar en tiempos de reflexión, o pueda más bien sea el exceso de ideas lo que pueda por supuesto derivar en el agotamiento de un alma joven, inexperta, testaruda y con algo de intransigencia.

Egoísta, aburrido, sin excusas para no avanzar, por el contrario lleno de argumentos sofisticados para llegar de primero, para ser el que da la pauta a quienes la tardanza les ha dado un modo de vida, brindar palabras de serenidad a esos comensales que piensan que el tiempo es una espiral de momentos y placeres, de tareas acongojadas en la libreta de apuntes, se trata de avanzar, no de llegar de primero.

Es jueves y para muchos de los que se afanan con brindar algo de alegría se les recuerda que ante todo, es hoy.

Hay días - conversaba con una bella dama – que son sospechosamente light, para ese asunto las canciones de Calamaro fueron la conexión precisa para quienes necesitan ser detectados en el radar de los abandonados.

En aquellas conversaciones, además de lo recíproco de la incomodidad, la inconformidad se hace presente al mejor estilo de una deuda sin cobrar.

No podemos olvidar que hay que avanzar, que debemos de surtir los retos de cada tarea y en especial, de cada personaje.

El mundo aún puede cambiar, con esfuerzo y algo de intenso trabajo colaborativo podríamos llegar a dar desde este seno social, una mejor versión de lo que somos, pero son precisamente esas redes las que nos encierran en ideas contrarias al punto, que vemos en la paz a los enemigos de siempre, como si fuese esto una diatriba de Luis Buñuel.

Para algunos es un día cualquiera, para otros el inicio de una terapia o tratamiento médico, hay incluso habitantes que ven en este jueves, el último suspiro de sus seres allegados en el momento previo a decir adiós, ese adiós que es imposible abrazar.

Egoísta, intransigente, torpe, intenso, persistente, tímido, insensato, cualquiera que pueda ser nuestro defecto o virtud, somos consecuencia de historias de otros, memoria o epitafio, tiempo que no se detiene para reflexionar, porque preciso, avanzamos con afán.

Todos quieren llegar de primeros, y a veces (me pasa) que me detengo en el medio del callejón para observar a cada uno intentarlo, para descubrir en esa maratón a una cantidad de depredadores que pretendiendo superar a su homólogo, son capaces hasta de acabar con el ayer, para justificar la gloria del presente.

Hay días sospechosamente light, hay días que pueden llamarse jueves, o podemos decirles mañana.

El mundo aún puede cambiar, mañana. 

AV.


28 de febrero de 2025

Una Semana (Decisiones)

 


Imagen tomada de: https://www.saatchiart.com/en-co/art/Painting-Cat-With-Rose/150107/128005/view 

Cat With Rose Painting By: Nikola Golubovski [Macedonia]


Esta semana ha sido bien particular, alejada de cualquier nota musical o tremenda prosaica cotidiana, intenté salvar el mundo pero recordé que primero debo de salvarme a mi.

Desde los grandes retos de una enemistad inculcada por un capricho de los dioses, hasta encuentros gratos con amigos que a la distancia poco se dejan ver, se ha vivido esta semana como una tregua, quizás.

Retos que en el afán de querer limpiar el sucio andar de los aventajados, se convierten en problemas de índole existencial, de sabernos humanos y demonios, de desesperarnos en la ignorancia de la solución: Queremos ser salvados, queremos ser verdugos, a veces incluso, se nos olvida querer.

Una semana que alcanzando a la inestable fiebre de marzo, me obligó a sentarme a callar. A escupir cuanta palabra obscena me tejiera el alma, reconocer en mi malestar el hilo rojo de un monstruo más grande que si dejo salir, no puedo corresponder.

Como todos los santos que deambulan en silencio entre paredes, fui observando el curso de todo aquello que tanto anhelo, encontrándome en aquellos ojos cafés donde el universo reposa como una bóveda de bonitas intenciones. En esa bóveda, segura y distante, donde se escuchan canciones y se acaricia una belleza magnética, una belleza que con luz propia danza en su esencia poética, en el verbo del olvido que este ingenuo soñador quiere aprender a recitar.

Fui observando el caminar de los que me aconsejan de buena fe, de amigos que como ángeles y Santos, aparecen de vez en vez para guiar mi escandalosa manera de exigir la verdad. Aquellos compañeros de oficina, de mesas de café y de bares de la noche, que se reúnen para halarme la paciencia y en su debilidad, sembrarme la nota musical necesaria.

Poder bajar en una octava tanta diatriba.

[Solloza]

Fui escuchando a quienes hace años estuvieron en mi Walkman, interpretar sus nuevas canciones, divertirnos en grata compañía con el deseo sublime de un buen comentario.

Una semana que nos permitió comer crispetas, tomar jugo de mandarina y un buen café especial. 

Entender que para salvar al mundo primero hay que conocerlo, comprender que para poder salvar al mundo, lo segundo que hay que hacer es merecerlo. Hacer lo posible para salvar al mundo, desde el local escenario de nuestra vida, una vida que está en compañía permanente, aún si no sabemos el nombre de todos los que caminan por allá, en la frontera entre el cansancio y el deseo.

Nos centramos en proyectos que contra el dios del tiempo, logramos cumplir, pero sufrimos, porque deseamos ganar.

Una semana en la que siempre nos espera un libro de Pablo Neruda y un beso con sabor a Chipotle.

AV 

18 de febrero de 2025

Historias Inconclusas de un Café.

 


Cute kitten painting with a bumblebee.

By: Marjansart Paintings

Imagen tomada de:  https://folksy.com/items/8308300-Original-Kitten-and-Bumblebee-  


Este fin de semana conversaba con alguien muy especial de lo que ha sido nuestras vidas en los años que han transcurrido. Le comentaba desde mis peripecias como estudiante universitario y líder de iniciativas juveniles, pasando por mis primeras experiencias de trabajo, tanto formales como informales.

En aquel espacio, acompañados de un café y una buena porción de torta, dialogamos sobre los retos y aprendizajes que la vida en su cúmulo de errores y aciertos nos trae.

Mientras compartía algunas de mis experiencias, en mi interior brotaba un panal de abejas inquietas, con la dulzura que la miel adorna, rememorando aquellas victorias tempranas y esas luchas que por minúsculas que fueran, se vestían de grandes batallas en aquella edad.

Un panal de abejas intensas que protegiendo la colmena terminan por picar, por incomodar, con la memoria misma de los días de cuanto error cometimos.

Pensaba en cómo la ingratitud del tiempo nos ha alejado de seres que fueron nuestro estandarte, de esos ángeles llamaría ahora, que nos dieron su recurso no renovable más valioso que hay: Su tiempo.

Incluso nombres puntuales surgieron, breves como un susurro en el bosque, pero poderosos como un huracán en el caribe.

Maritza y César en aquel ingrato 2002, Mauricio y Maria Fernanda arribando al 2005 y 2006. Quizás el 2007 y 2008 nos dejó una colección por demás interesante, pero Maria Isabel sin duda fue gran soporte, junto a Melissa y Jose Miguel.

De aquellos nombres, a quienes adeudo mi conocimiento y esfuerzo, debo sumar lo curioso de la década del 10, un conjunto de años que sumados como una cadena fueron más que una escalera de ascenso. Un pico de montaña helado, inerte, exigente y muy pero muy intransigente en el que recorriendo junto a grandes amigos como Fabio y Diego Alejandro, lograba ir aprendiendo el oficio de ser adulto. Y es que para ser adulto no es suficiente nacer o coleccionar días feriados, hay que aprender el vacío y justo entorno de la vida.

Hay que llorar en el proceso en que el amor nace y vuela, como las abejas que se sienten en el estómago del ingenuo soñador que ahora soy.

Comentaba con la bella compañía mientras compartía el postre, de las vicisitudes de ser artista, de incurrir en el extenuante rol de productor de eventos. De cómo una noche de poesía pasaba a ser un premio Ministerio de Cultura y ese mismo premio, a ser una fuerte obsesión, de esas obsesiones que traen grilletes y pensamientos furtivos.

Lo sorprendente quizás, además de la hermosa tarde de domingo, nublada, húmeda, coqueta, fue preciso la compañía. Saber que alguien nos escucha, nos pregunta y con inmensos ojos cafés nos apoya es dar la razón al tiempo vivido, porque quien nos brinda su compañía, quien nos da su apoyo en cada frecuencia es un ser que está dándonos lo mejor de si, lo fugaz de un instante de vida.

Conversábamos de cómo estos años pospandemia han estado cargados de miles de pesares para muchos, grandes retos y anécdotas ejemplares de todos los colores, y que en mi caso quizás, el beneplácito de tales esfuerzos fue recolectar aquella cadena que en la década del diez se había encontrado, retomar muchos de los personajes conocidos y hacerles un lugar de valor en el presente inmediato.

Entendernos que cada persona que conocemos es un universo que ahora a bien podemos tomar como aprendizaje, como punto de llegada.

Fue un domingo de grandes reflexiones, de compartir y rememorar como un homenaje a todos aquellos que en lo valioso de la vida han estampado su nombre en la memoria.

En el amor, en el trabajo, en la soledad, en la locura misma de sentirnos adultos.

Un domingo de disfrutarnos un postre y un café.

AV

11 de febrero de 2025

Fronteras (Colores)

 



Tabby Cat in Sunglasses By: vikvector 

Imagen tomada de: https://www.123rf.com/photo_230224657_tabby-cat-in-sunglasses-pop-art-vector-illustration.html    


Días que inician en intensa lluvia, en palabras de cansancio que como un descarado poema nos levanta de cama, nos encierra en deseos de seguir en el mundo onírico, mañanas que como polvo de estrellas nos golpean con el frío de la jornada que está pendiente por iniciar.

Días en los que no nos queremos levantar.

Hay fronteras en las que los deseos de un mundo mejor chocan con la antesala de un mundo conocido. Escenarios en los que nos sentamos a mirar el necesario vacío que cubre el sol. Desde una nube coqueta, gris, húmeda, que gotea queriendo saludar a la distancia.

Curiosas versiones de un mismo día vivido, desde saludar con afecto a quien en colores anhelamos abrazar, hasta el caminar en frente de quienes no nos quieren cerca, tener la capacidad de sonreír a todos por igual, a la persona que ignora los mensajes con el tiempo a su favor, a la persona que nos inventa susurros con el olvido como arma de destrucción masiva.

A quienes nos llaman para averiguar por lo mismo de siempre, a quienes ignoran nuestras invitaciones a almorzar, quizás porque la mesa no es lo suficientemente grande para el ego, o quizás tal vez, quien sabe, sean citas a ciegas, donde nada hay para ver, solo preguntas. A quienes nos escriben con el buen deseo de que se avance libre de todo mal. 

Días que van cayendo en un sol tan intenso que brinda sueño hasta al mejor de los trabajadores. Tardes que se adornan en el ladrillo de un inmenso mural, con colores de muchas formas y texturas, predicando mensajes de revolución permanente.

Falsas esperanzas que escritas en un saludo o en un consejo se pueden desviar de las muchas ideas que nos acosan en el silencio del mejor de los trabajadores. Correos, reuniones, citas y afanes, todos al punto de abordar el abismo, la frontera del presente con el futuro.

Futuro, dijo Diego Alejandro, es el lunes siguiente.

El martes es mi día favorito, la respuesta al cansancio del lunes y la expectativa del miércoles que se colorea en aquellos que tanto amamos y añoramos.

Porque los días son caprichosos, desde el amanecer y el cansancio del no futuro, hasta el potencial de una canción que alegra la tarde, acalorada, amarilla, húmeda, coqueta.

Recordarlos a todos, de cada lado del camino.

Fronteras, palabras, ausencias.

AV

3 de enero de 2015

Cita con un mapache.



A Day in the Life of Yield

Hoy me puse mi camiseta de Linterna Verde y salí al parque con mis abuelos, fuimos en familia a recorrer cada lugar del maravilloso mundo de Kendall, nos fuimos en familia como estampida de búfalos a luchar contra el aburrimiento. Pero mucho antes de emprender tal camino, otras varias ocurrencias pasaron en nuestro bello acontecer.

En casa de los abuelos nos esperaban ya con todo listo, luego de casi cuarenta minutos de impulso, salimos de casa y emprendimos camino hacia la zona de Kendall, otro distrito dentro del variopinto Miami. En el camino paramos en “El Pollo Tropical” para comprar, como es evidente, un gran pollo asado, supongo de origen tropical, para almorzar en el parque, darle un poco de caché al plan de Picnic familiar.

El Pollo Tropical es un restaurante de comida peruana, muy reconocido entre los latinos residentes en la zona, su fuerte como su nombre lo expone, es el pollo asado, como si esa fuera nuestra bandera cultural a lo largo y ancho del planeta pues todos los latinos valoramos más el pollo asado sobre la mesa, que cualquier manjar de la biblia. Mi tío hizo el deber y se compró un pollo grande para toda la familia, gran porción de papa frita y buena dosis de salsas y aderezos para la ya mencionada harina.  

El carro quedó impregnado del olor a pollo y con el, todos sus ocupantes.

Al llegar al Parque de Kendall, un lugar muy bonito y que evidencia la cultura y arquitectura anglosajona, nos ubicamos en una bonita zona de picnic, con mesas en madera y bellos prados sobre el horizonte, a nuestra espalda una cancha de beisbol, a nuestra derecha un circuito de curvas, rampas y obstáculos para deportes extremos como patineta, patinaje entre otros, más al fondo, pero muy en el fondo, las canchas de soccer. En términos generales una zona muy agradable para pasar un día de descanso en familia, o salir a hacer deporte y bajar esos kilos de más que nos trae siempre la navidad.

Pasar tiempo en familia es algo que muchas veces no valoramos sino hasta que hemos perdido a un familiar o, cuando hay una recompensa de por medio y quizás, muchos hijos asumimos el rol familiar más desde la recompensa y la búsqueda que desde la disciplina del buen amar, sea el caso de quien sea, siempre es justo para el alma, como camino de la serenidad aprender a identificarnos en cada escenario de la vida donde haya tiempo para compartir. 
Quizás estas fechas del diciembre que ha terminado, o de los Reyes Magos que se aproxima para el caso de nuestros hermanos mexicanos, es temporada de reflexión y promesas, donde unificamos abrazos y buenos deseos en la mesa, en la cocina, en llamadas telefónicas y por qué no, en innumerable cantidad de mensajes expuestos en redes sociales, a la final, cuando toda esta temporada ha culminado, son pocos los círculos que comenzamos a reducir para dar fe y cariño a ese núcleo familiar.

Hoy precisamente, esa señorita de verde mirada agendó también  una salida en familia, porque es esa familia que hace muchos años no se reúne a diatribar sobre cada gen o cada quién. Aquí, a más de miles de kilómetros de distancia, en un parque americano, dispusimos la mesa con un honorable pollo asado (supongo de nacionalidad peruana) y conversamos sobre lo cotidiano y mundanos de nuestros recientes días en casa, mi abuelo, un niño de más de noventa años terminó su plato de comida y salió a cazar monedas de a centavo, porque solo él es el experto en encontrar monedas donde nadie es capaz de sospechar.

Finalizada la hora del almuerzo, mi tío se llevó a los abuelos a caminar por el parque y mi madre prefirió ir a dormir al carro acompañada por mi padre, otro niño de setenta y pico noviembres de vida, por mi parte, con mi camiseta de Linterna Verde y mi cámara fotográfica inicié la caminata a mi modo por los alrededores del recinto, siguiendo, como Alicia que busca al conejo, a una ardilla coqueta, roedor de fina y juguetona cola que andaba tras la pista de algo de comer. 
En el trayecto logré ubicarme detrás de un poste y de la manera más ignorante pero a mi criterio, efectiva del caso, pude fotografiar al roedor aquel, bueno, la calidad de la fotografía no tiene tema en este apartado.

Cerca, en la zona verde de al lado, un par de muchachos categoría rodillones jugaban a lanzarse la pelota (de béisbol, una práctica muy americana pero bueno,  resultaron ser argentinos, vea usted. Allí, en el fondo un hermoso mapache comenzó a subir sin ser descubierto a un frondoso árbol del parque, con mi visión original y un poco de empeño logré retratar al animal con mi cámara, me fui acercando hasta estar en el árbol mismo dónde el mamífero de grandes bigotes me observaba. Intenté por varios momentos fotografiar pero fue en vano, cual felino esquivó cada disparo de mi cámara pero jamás se escondió, siguió uniforme en su rama sentado sobre su cola, observándome, quizás, reflexionando sobre mi astuto rol y es que amigos lectores, jamás en mi vida había visto un mapache, solo en la televisión o el cine.

Pasaron los minutos, él en la rama y yo abajo mirándole con detenimiento, cruzamos miradas como dos mamíferos que se descubren entre sí, nos dejamos llevar por la fresca brisa de la Florida, fuimos uno solo con la naturaleza, fuimos silencio en el atardecer. Al tiempo el fulano decidió bajar de su árbol y como cualquier animal, emprendió carrera hasta otra zona despejada, él como cualquier otro animal (supongo) evidenciaba en su rostro y prisa un temor por la humanidad, yo también.

Mis abuelos regresaron de la caminata con mi tío, avanzamos juntos hasta el carro y comenzamos a prepararnos para regresar a casa, la jornada había terminado y la familia permanecía unida.

El carro conservó el olor a pollo durante todo el trayecto de regreso.


AV. 

2 de enero de 2015

Primero.




Arranca el nuevo año y con este las reflexiones del año que pasó, las memorias de los momentos vividos, las personas queridas y claro, los seres que ahora no nos acompañan. Es una fecha particularmente especial porque gran parte de la humanidad enfoca sus energías en recordar lo que pasó o pudo pasar y  otros pocos, en lo que quieren que suceda en este año que ya ha dado inicio.

Gran particularidad de estas fechas es además, encontrar en redes sociales demasiado información sobre la vida de cada quien, de manera excesiva muchas personas publican reflexiones, mensajes, videos, fotografías y hasta datos inconclusos de su permanencia en este fin de año. Cas interesante el de esas mujeres que se encierran en sus habitaciones para tomarse fotografías a sí mismas (selfies) en sensuales posiciones y sonrisas, con guiño en la mirada y mucha luz, para luego publicarlas en la red social de confianza, el preciso lugar donde más permanecen los hijos y amigos de los hijos, ante eso… ¿para qué la necesidad de encerrarse a tomar las fotografías?

Si algo ha servido este nuevo día es también para conocer y re – conocer personas en mi listado de contactos de la dichosa red social, es sorprendente la cantidad de personajes que hacen parte de mis contactos y que no conozco o recuerdo con facilidad, ha sido un ejercicio interesante el estar atento a cada fulano para saber a quién dar de baja y a quien saludar para retomar el contacto; lo que me preocupa es que en su mayoría son mujeres y mi temor es a que piensen que estoy en plan de coquetería y pues no, no soy así.

Continuemos con las fotografías, muchos celebraron la despedida del año catorce de una manera algo excesiva, otros fueron  más sobrios y en familia dispusieron una cena y brindis. Otros, viajaron hasta el otro lado del planeta, o del país, inclusive, muchos más vinieron a Colombia a compartir al lado de sus seres queridos y familiares, en síntesis, muchos disfrutaron de este ágape decembrino en buena compañía, brindo pues, por los pocos como José Miel, que tuvieron que recibir el año quince en franca soledad o, al lado de un insensato compañero de rutina.

Muchos engalanaron sus mejores vestuarios, supongo a primera vista, muchos estrenando. Otros fueron más despreocupados y acudieron a su rutinaria vestimenta sin proponerse exagerar, las fiestas de fin de año son para eso, para disfrutar sin exagerar. A los que se fueron para no volver, a los que ya no traen consigo el mejor de sus trajes sino, el recurso de la memoria, salud y espero desde allá, desde el otro lado nos contemplen cada una de las estupideces y negligentes acciones que como buenos humanos apostamos cometer.

Los mejores platos de comida en otra red social se pueden apreciar no en la noche del 31 de diciembre sino, entre el 01 y 02 de enero. En estos días muchos acuden a lo que sobró de sus fiestas de fin de año para recalentar el plato entero y comenzar a convidar con amigos y extraños, con vecinos y allegados. Tal cual fue el caso de una fulana que fue convidada por su vecina a sentarse en la mesa y disfrutar ambas familias de un suculento caldo de costilla.

Hoy prefiero hablar como espectador, como el insensato observador que desde su comodidad se entera de cada suceso que ustedes compañeros, hacen públicos en redes sociales. Ya la intimidad y la propiedad dejan de ser del todo privadas desde el momento mismo en que sus intenciones y emociones se hacen públicas en cada red social, sea pues, por medio de una fotografía, un video o una ingeniosa tarjeta de celebración. Así, desde mi comodidad comprendo también cada rol y cada labor que tenemos en nuestro entorno; el caso más admirable es el de las neo madres que nos acompañan en cada web social de internet.

Cada madre, desde la más joven hasta la más madura,  hace de su bebé un objeto de deseo, convierten la inocencia y belleza (no todos) en un mecanismo de interacción social, desde mensajes de apoyo y felicitación, hasta agradables palabras o desagradables reacciones. Los niños tienen la particularidad de transformar a todos la manera de ver al mundo, pero las madres… las neo madres hacen que el mundo transforme su manera de ver a los bebés en cada red social.

Los mensajes… cada expresión en su mayoría acudiendo a una deidad y dando gratitud a su condición de persona. Desde la antropología uno comprenderá cada símbolo y código social, aportando nuevos conocimientos y cimientos a una interesante deliberación académica sobre el rol del ser humano y sus instituciones de valor, pero todo se va al carajo cuando en esas mismas reflexiones los códigos materiales y de intercambio sobrepasan en valor, a las deidades que nombran. Somos unos genios donde la ciencia no entra.

Finalmente, hoy 02 de enero sigo atento a cada personaje que sigue en mis redes sociales, porque desde la distancia, lejos de los amigos y el amor, es muy teso uno pretender salir y llevar a cabo cada idea loca que de costumbre se hace en dichosa temporada. Mejor me dedico a la contemplación, a esperar los momentos de arranque, porque así como muchos, yo también he comido lo suficiente como para guardar en la nevera, he escrito mis mejores intenciones en mensajes que trascienden más allá de lo normal, rayando en lo absurdo o quizás, en lo exagerado. También tengo comida en la nevera, una deliciosa “paleta de marrano” como le llaman los cubanos, y sin duda, también me tomé fotografías al lado de mi familia no sin antes agradecer a El Buki por los retos ofrecidos y los favores recibidos.

A la espera de ver a mi Anna, de abrazar mi ingenuo y caro amigo Luifer y los jóvenes David Guillermo y Diego Alejandro. A cada cual su historia de vida, asimismo, a la espera de los planes de vida, porque si de algo ha servido este cierre de temporada ha sido el de replantear y sugerir cambios, el de acusar términos y organizar mecanismos de acción, ya los propósitos de 2015 son meras expresiones de fin de año, pues desde esta casa se habla más de los hábitos a cumplir y, los logros a seguir.

Primero, lo primero.

AV

12 de octubre de 2014

Maria Paula Guáqueta [Paulina] : Gato Bandido









Erase un gato… un gato bandido

Que saco del sombrero un color amarillo

Se acercó al cielo y cedió

Dos luceros

Con picardía el gato emprendió su camino

Al unísono de sus pasos oyó su destinó

Decidió burlarlo sacando una botella de vino

Corrió el desvergonzado para embriagarse seguro

Sin mayor soltura el gato bandido olvido su destino

Corriendo sin sentido

A un encuentro sin sentido

¿Logramos burlan el destino mi querido gato bandido?



20 de enero de 2008

Amarillo Dominical


En una noche llena de aguardiente, con la luna llena de motivos y oportunidades abiertas a una soledad compartida se nutren vicios viejos propios de una comunidad abierta a los placeres del licor y el desenfreno. Se estimaron razones de peso y algunas de zozobra con melancólicas aptitudes de liderazgo para mendigar alegrías al desparche, se habla pues desde las copas del aguardiente, cual gato pasajero que se acicala con el dolor de otros, que se desvive por reír con el sufrimiento ajeno, esos malos ratos que uno sirve de testigo.


En una noche llena de horas despiertas, dejando atrás el silencio de las calles para dar paso al concierto de aves mañaneras que sobrevuelan el descalzo cansancio de una borrachera senil, donde el agua sumerge neuronas y humedece palabras, donde enfría pasiones y ablanda pulmones, donde rifa discursos y acecha oportunidades, pasajeras aventuras de un desorientado domingo que empezó en sábado, de un feriado pasado que se desligó del rumbo cotidiano de un gato cortés y bien educado, de un par de amigos que le acompañan en la coquetería de una musa de turno, aquella mujer que rinde tributo al cuerpo y a los excesos, de esas ventanas que se abren en temporada alta, que se diagnostican con fórmula médica, que se negocian con lindas palabras y juegos de borracheras.


En una noche, donde este gato desde el rol de observador y orientador articula el hambre de los enamorados, juega con el impulso de los acalorados órganos genitales, de terceros que quieren ser tres, de tríos que quieren jugar al amor, donde lo que se observa se estampa en sonrisas de burla y silencios de lástima, donde el rol de observador se convive con el rol de animador de fiestas con juegos y discursos de cafetería escolar, donde la enseñanza llega con el dolor de la regla, quizás para beneficio de los interesados se vuelve un voyerismo mágico, inundado de impermeables miedos y viudas caricias.


En una noche pasajera llega la mañana y este gato continúa observando el juego de ratones sin queso, el ladrido de lazarillos y la marcha de almas recién encontradas y acarameladas, en ese rol de observador que juzga la inocencia y la inexperiencia, en ese rol que disimula festejo y jolgorio para marcharse a dormir, dejar en manos de otros la casualidades de una rumba no digitada, de una noche sola y ácida, ausente de nocturnos rituales y exagerada por el modismo popular, de un amanecer amarillo como la fiebre, que elimina e intoxica, ese amarillo domingo que llega para olvidar una gris jornada nocturna de sábado, de un amarillo domingo que se burla de los ratones y se disfraza de lunes, de un domingo que se digita en letras de etiqueta y murmullos de fantasmas, de un domingo amarillo como el queso que no comieron esos ratones, ese amarillo que vende alegría a cambio de lagunas mentales, de ratones sin ratonera.


En un domingo amarillo y pálido, un domingo que invoca a Vincent Van Gogh , sin amistades pero con el Campo bajo cielo tormentoso observando todavía.
AV.