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24 de julio de 2025

Jueves (Mañana)

 


Imagen tomada de: https://www.behance.net/ausrinedaug

By: Aušrinė Aniko Daugėlaitė


Comenzamos con pesadez un día cualquiera en el calendario, los recuerdos se reúnen como un sindicato de viejas voluntades, prestan quejas y exponen motivos para ser reincidentes en viejas costumbres, en llantos del ayer o sonrisas que injustificadas nos derrumbaron en un día cualquiera, esos momentos de grandeza en los que se creía que el mundo podía cambiar.

El día, sintiendo su pesadez natural, empieza a avanzar con algo de nostalgia, quizás el cansancio de tener que madrugar en tiempos de reflexión, o pueda más bien sea el exceso de ideas lo que pueda por supuesto derivar en el agotamiento de un alma joven, inexperta, testaruda y con algo de intransigencia.

Egoísta, aburrido, sin excusas para no avanzar, por el contrario lleno de argumentos sofisticados para llegar de primero, para ser el que da la pauta a quienes la tardanza les ha dado un modo de vida, brindar palabras de serenidad a esos comensales que piensan que el tiempo es una espiral de momentos y placeres, de tareas acongojadas en la libreta de apuntes, se trata de avanzar, no de llegar de primero.

Es jueves y para muchos de los que se afanan con brindar algo de alegría se les recuerda que ante todo, es hoy.

Hay días - conversaba con una bella dama – que son sospechosamente light, para ese asunto las canciones de Calamaro fueron la conexión precisa para quienes necesitan ser detectados en el radar de los abandonados.

En aquellas conversaciones, además de lo recíproco de la incomodidad, la inconformidad se hace presente al mejor estilo de una deuda sin cobrar.

No podemos olvidar que hay que avanzar, que debemos de surtir los retos de cada tarea y en especial, de cada personaje.

El mundo aún puede cambiar, con esfuerzo y algo de intenso trabajo colaborativo podríamos llegar a dar desde este seno social, una mejor versión de lo que somos, pero son precisamente esas redes las que nos encierran en ideas contrarias al punto, que vemos en la paz a los enemigos de siempre, como si fuese esto una diatriba de Luis Buñuel.

Para algunos es un día cualquiera, para otros el inicio de una terapia o tratamiento médico, hay incluso habitantes que ven en este jueves, el último suspiro de sus seres allegados en el momento previo a decir adiós, ese adiós que es imposible abrazar.

Egoísta, intransigente, torpe, intenso, persistente, tímido, insensato, cualquiera que pueda ser nuestro defecto o virtud, somos consecuencia de historias de otros, memoria o epitafio, tiempo que no se detiene para reflexionar, porque preciso, avanzamos con afán.

Todos quieren llegar de primeros, y a veces (me pasa) que me detengo en el medio del callejón para observar a cada uno intentarlo, para descubrir en esa maratón a una cantidad de depredadores que pretendiendo superar a su homólogo, son capaces hasta de acabar con el ayer, para justificar la gloria del presente.

Hay días sospechosamente light, hay días que pueden llamarse jueves, o podemos decirles mañana.

El mundo aún puede cambiar, mañana. 

AV.


22 de julio de 2025

La Confianza de los desesperados (Otro Día)

 


Imagen tomada de: https://www.artpal.com/ArtByZuk

“Long Haired Gray Cat with Champagne” By: Karen Zuk Rosenblatt.

Bien les mencionaba en la entrada anterior, que tuve la oportunidad de presenciar el modo como nosotros, los más subnormales seres del planeta, compartimos intenciones y tomamos decisiones sobre las pasiones que tanto nos adornan.

Pues bien, el merecimiento de una buena historia hace que de parte de este, su escritor de confianza se conjuguen las versiones de cada quien en una espiral de risas, llantos y cómo no, silencios.

Aprendemos a conocer cómo los personajes van tomando rumbos que a primera vista son entendibles y por supuesto, necesarios.

Desde la rabia y tristeza del señor Conejo que en el exilio eructa un pliego completo de palabras obscenas, hasta la Coneja que son su amarillo pelaje disfruta de tomarse selfie para instaurar en sus redes sociales la autoestima que la onírica paciencia le ha robado.

Todos en el gremio del chisme estamos a la expectativa de cómo evolucionará tal propósito.

¿Volverá doña Coneja con el triste Conejo? ¿Caerá en las garras del malvado ser de mirada coqueta? ¿Tendrá la vida una nueva oportunidad para el triste conejo? ¿Existe el amor? ¿Hay vida más allá de la decepción? ¿Podrá esta historia ser lo suficientemente sólida como para crear una obra literaria justa y duradera?

Somos seres de preguntas constantes, de cuestionar y pretender entender el mundo que habitamos. Somos seres que al compartir recinto con toda clase de personalidades y puntos de vista, solemos caer en el exceso de confianza y esa es pues, nuestra tragedia contemporánea.

Así como el ahora triste y desamparado conejo perdió a su amada coneja porque un bribón de mirada coqueta se interpuso en su abominable concepto del amor, también es cierto que el joven de mirada coqueta tuvo una idea, una idea que se convirtió en un plan, un plan que se ejecutó y que con la voluntad de los tontos, pudo alcanzar un final ansiado, no esperado.

Para bien o para mal, el final esperado era otro, porque en todo caso doña Coneja terminó regresando a su mundo de amor propio a cambio de cariño ajeno.

Nuestro personaje de mirada coqueta, camaleónico como los más ágiles apostadores, trascendió entre colegas e incautos como un ser de dudosa reputación, de cuestionable obrar, de ser aquello que uno no busca en un amigo ni aplaude en un ciudadano de bien.

Una imagen que ahora en los recientes tiempos de julio ha dejado mucho qué desear, aquel espíritu de confianza que lleva en el desespero del tiempo perdido, a cosechar malas decisiones, placeres insensatos, transeúntes inconformes. Una imagen de un ser que a pesar de ser coqueto, no es fiable.

Nadie entra a defender al conejo triste, porque tampoco es una buena idea. Es una víctima, si, es una tragedia visible de lo que los desesperados y tontos quieren encomendar a los santos, una dignidad poco cualificada.

Pero tampoco es entrar a juzgar al triste ser, porque si fue trágico el devenir de una salida casual, de esas que jugando Pin Pon terminan en relaciones rotas, pero es inadmisible reclamarle paz, es incoherente abrazarle y pedirle excusas, porque el tema no es ese, a la final nunca hay tema, "Solo la brisa fría de la muerte enamorada", diría Rodolfo.

Lo que aprendimos de aquella treta fue lo mismo que nos hemos negado a aprender en la escuela de la vida, los tontos y los desesperados tienen una medición del tiempo y de la vida tan única que preciso, la confianza se torna de otros colores magros.

Como el dinero, el amor y la ambición.

AV.

18 de julio de 2025

Un día (cualquiera)

 


Imagen tomada de: https://www.iamfy.co/es-es/product/cat-with-cigarette-canvas-print

Cat With Cigarette Lienzo By: Saimo Sherif.

Estaba sentado con las piernas cruzadas, en el suelo con los codos apoyados encima de las rodillas y la mirada fija en el televisor, un viejo electrodoméstico de pantalla curva y con tecnología reciente de coloreado. Observaba la novela del momento, protagonizada por Yuri y Elmer Figueroa.

Un jueves de 1994.

Una experiencia de descubrimiento. Su mirada estaba cautiva ante las canciones, las traiciones, el pillaje, el romanticismo, la vida misma relatada en las ficciones de las estrellas del momento.

Estaba sentado con las piernas cruzadas, fumaba un cigarrillo con la frescura de quien no entiende nada, tenía la mirada fija en la joven que atendía la cafetería, una dama de cabello negro y ojos azules, profundos como el mar, eternos como la maldad, cautivadores, traicioneros, únicos, hermosos, con fervor mismo por el dinero. Observaba en silencio con un hilo azul de humo danzando en el aire, movía ligeramente sus dedos para sacudir la ceniza, una ficción de lo que es la vida protagonizada por una desconocida señorita.

Un sábado de 2004.

Una experiencia silenciosa, de miradas sin corresponder, de palabras que jamás fueron dichas, poemas que querían adornar la negra cabellera de quien atendía la cafetería, de las ficciones de un adolescente enamorado.

Estaba sentado en un banco de cemento, con camiseta blanca y un sol que iluminaba las frustraciones. Fumando un cigarrillo (otra vez), con la mirada fija en el vacío, en la intemperie de lo absurdo, donde yacen las insinuaciones del ayer. Una señorita preguntó si le parecía bien salir, sin reaccionar movió la cabeza como un caballero inglés, perdido en sus labores.

Ella se levantó, dejó sobre el banco una hoja con algo que emulaba ser una carta, algo romántico, o quizás, algo trágico.

Un martes de 2014.

Una experiencia triste. Escuchando sus pasos como una percusión latina, le sintió retirarse, no quiso girar la cabeza para verle partir. Dejaba consumir el cigarrillo como una línea de tiempo que va alcanzando su razón de ser.

Sentado con las manos puestas sobre el escritorio, escapaba en pensamientos que intentaban interpretar cada reto que una lista de eventos y tareas demandaban, con un viaje próximo a emprender y una avalancha de intenciones en cada rincón, giraba en medio de sus ideas, un almanaque colgado en la pared junto a un tablero de acrílico le daban contexto a quien encerrado en una oficina, con traje formal, no era más que otro entusiasta con expectativas de futuro.

Un viernes de 2024.

Se acercaba el evento más importante del año, de esos que desesperan a los directivos y asustan a los pequeños hombres, de esos que en el más solitario de los vocablos, terminan por integrarse a una fauna de frases de cajón.

Las manos seguían puestas sobre el escritorio, jugando con un lapicero mientras una dama de cabello rojo y ojos claros aparecía en los recuerdos.

Un día cualquiera.

AV.

11 de julio de 2025

Cansancio (Puntos de partida)

 



Imagen tomada de: https://i.pinimg.com/1200x/f9/c9/51/f9c9516b17eb8a424d255e306856dfa2.jpg

Cat Painting By: Dave Gahan (Depeche Mode)

Hay cambios en la vida que nos van dando la pausa suficiente para esperar el siguiente día, retos que se dibujan en una sonrisa y van tomando de la mano todo aquello que conocemos como libertad.

Nos encerramos en pensamientos que se afanan acorde los minutos caminan, de hecho, nos interesamos por datos y cifras que justifiquen de la mejor manera las decisiones que haya que tomar.

¿Sabías estimado lector, por ejemplo, que la primera vez que los Muppets aparecen en Nueva York fue en 1984? Son datos que si bien no son coleccionables sirven para entablar un diálogo amistoso entre conocidos y desconocidos.

Vamos por una taza de café, caminemos largos pasillos para distraernos de tanta tarea y así, estirar las piernas y saludar a otros igual de cansados.

¿Sabía pues, estimado lector, que la producción de café de Brasil y Vietnam representa el 50% de las exportaciones mundiales de café? Increíble pero cierto, Vietnam se puso a la tarea de crecer y lo logró, nosotros en cambio, seguimos cansados pensando que todo está bien y eso no es así, no todo está bien, debemos de retomar actitudes y labores que nos lleven al privilegiado segundo lugar del mundo, debemos, dije.

Retomamos las labores, encendemos una computadora y digitamos de manera casual los pormenores de una tarea pendiente, de esas que siguen en la bandeja de entrada del correo electrónico, como un visitante en la sala de la casa.

Al momento de leer dejamos que la música que escucha el vecino nos distraiga ligeramente, los pensamientos se nos escapan y un dato inútil re aparece: Si bien la corbata fue un invento croata (balcánico), el Rey Luis XIV es quien realmente populariza el uso de un pedazo de tela en la elegancia vestimenta, emulada posteriormente por la nobleza, hasta nuestros días, en el uniforme de la empresa de seguridad.

Pasamos tanto tiempo pensando que el cuerpo deja en evidencia el cansancio que nos convoca.

Anoche precisamente llegué a casa y renunciando a toda dignidad, me deje caer sobre la cama sin consideración, allí, abrazado a la almohada como un náufrago, cerré los ojos y dando gracias a Dios por el día vivido, escapé en un silencioso anochecer juliano, hasta que Martina apareció.

Supongo pues, estimado lector, que es de su conocimiento que la primera vez que los gatos fueron adoptados como mascotas fue en el antiguo Egipto, hace ya más de cuatro mil años, donde les veneraban como dioses incluso. Pues justo aquel momento, Martina se posó sobre mi cabeza en señal de total dominación, yo solo quería dormir, estaba cansado, ella solo quería hacerme saber que me amaba, para que yo la idolatrara, como siempre.

Así cada mañana iniciamos la rutina y con el gusto mismo por el café y el trabajo, avanzamos en cada pasillo, en cada taza, en cada canción que el compañero de espacio sintoniza.

Reiteramos el común vivir de datos inútiles y cifras desproporcionadas, nos aventuramos en la mente de quien todo lo ha soñado.

Es tiempo de bajar al ritmo y descansar, para que tanta información no nos termine por asfixiar, el cuerpo merece la pausa que un buen postre puede darnos.

Por cierto, la semana pasada comí tanta torta Vasca que esta semana se sintió su ausencia, un vacío existencial y espiritual tan profundo, como el silencio mismo de una cueva.

Suena Enjoy th Silence, por supuesto que no es una casualidad, fui yo quien le puso play, el vecino sigue escuchando la emisora local.

¿Sabías que la flor en la portada del álbum "Violator" (1990) simboliza pasión? Bueno, pues claro que no lo sabías, porque me lo acabo de inventar. El verdadero significado que el artista quiso dar, fue el de “ruptura”, un ejercicio de dar fin a la pureza, según sus creadores.

Escuchemos buena música, tomemos café, sigamos coleccionando datos inútiles, sigamos escribiendo.

Todo es un punto de partida. 

AV




13 de junio de 2025

UN HOMBRE



Imagen tomada de: https://www.iamfy.co/es-es/product/cat-abstract-pop-art-4-art-print


Una campana suena sigilosa sobre la pared, como una onda que rebota en el agua, se distrae en el sonido que emerge. Una plausible sonata que paseándose por toda la casa es atrapada en la mirada de un desubicado amigo.

Un sujeto que con las manos entrelazadas juega con cada falange de sus dedos para hacerlos tronar, quizás como respuesta al amable sonido de la campana, o como competencia a un trueno que afuera ilumina el paisaje de lo desconocido.

Descalzo sobre un peldaño paseaba su mirada por toda la casa, la reconocía a medias, la desdibujaba en los esfuerzos de su memoria, estaba de pie en el primer peldaño de un juego de escalones que en forma de caracol invitaban a una sala acogedora, llena de sombras y fugitivos. Abrió las manos y estirando los brazos como un triunfo ante la vida, emprendió el paso, bajó un peldaño, luego otro peldaño, con la punta de los dedos acariciaba el vacío, imaginaba paredes, parapetos, barandajes que le dieran soporte.

Abrió sus alas, inmensa, oscuras, de un plumaje perfecto, colores varios la decoraban ante la inmensidad del olvido. Aquellas alas silvestres chocaban con incomodidad mientras bajaba cada escalón, sus piernas erguidas pretendían llegar abajo, sus pies, sucios y con las uñas largas sentían la incomodidad de cada peldaño.

Una ventana en frente de la escalera le reflejaba someramente, se soñaba hermoso y especial, su reflejo no daba a cabalidad una imagen completa de su caminar, todo era una ilusión, la expectativa de quien no entiende de donde proviene.

Al bajar el último escalón se agachó para tomar la punta de los dedos del pie, algo de asco producía la suciedad de sus uñas, pero el amor propio le invitaba a ser tolerante. Un ligero mareo le alertó, la presión sobre su cabeza no era otra que un par de cuernos que erguidos emulaban un canto de sirena. Gritó, alegó ante la ausencia de vida la ignorancia del cuerpo que al tacto descubría.

Se desprendió del silencio, en alaridos constantes buscaba un espejo, un cristal que le diera el reflejo del que ya no era humano. Recordaba que su primer nombre, de muchos nombres, era Anatolio. Un juego de su padre para compartir vida con su hermana melliza Ana.

-     ¿Cuándo ocurrió todo esto? – Exhaló con una voz ronca, gutural más bien.

Caminaba asustado en la sala de una casa que desconocía, las paredes le eran indiferentes y el suelo cubierto de tablones de madera le daba dolor.

Recordó que su segundo nombre, de muchos nombres, fue Juan, a secas. Se rascó la cabeza y dio un intento de acomodarse en un viejo sillón que la sala de la casa tenía, sus piernas tan largas como el tiempo no le permitían lograr una postura apropiada, sus rodillas quedaban tan altas como su mandíbula.

Lleno de frustración saltó buscando una puerta, una salida.

Recordó aquella ventana en la que su reflejo deambulaba entro lo invisible y lo improbable, se acercó a esta encontrando de modo sorpresivo un cristal que no se podía abrir, un cristal tan sucio que su reflejo era una sombra sin contorno.

Algo se movía, alguien, un sonido ligero de una campana le llegaba desde la parte de arriba de la casa, se giró y buscando el sonido como si se tratase de algo palpable encontró flotando una pluma muy bella, blanca.

Una fuerte luz apareció bajando la escalera, dentro de esta, otra luz caminaba, amarilla, y dentro de aquella luz, otra más ligera emergía, naranja, rosada, violeta, un juego de colores tan extraño como todo lo que ocurría en aquella casa.

El sonido de la campana retumbó al unísono de un fuerte trueno que aparecía a la distancia, del otro lado de la ventana.

Aquel sujeto se asustó, tanto, que despertó.

Un niño de algunos pocos meses de vida lloraba acostado en una cuna, junto a la cama de sus padres. Aquel niño que llegaría apenas a entender los pasos de la vida, lloraba con fuerza ante el terror absurdo de descubrirse nuevamente con cuernos y uñas largas.

Su nombre, Anatolio o Juan, dos de muchos nombres que tuvo, era aun desconocido, estaba a la espera de que sus padres le dieran la identidad de esta era, de un mismo mundo.

Un nombre.

AV.

2 de mayo de 2025

VIERNES (Se fue)

 


Imagen tomada de: https://fydn.imgix.net/m%2Fpod-artwork%2Fpool%2F8777f9ba6eeae7f0f537734187e3732a-cat-bowie-white-version-art-print-P1.jpg?auto=format%2Ccompress&q=75&ar=1:1&fit=crop&crop=top&w=1280


Se nos fue abril, nos quedamos observando al agua caer sobre la ventana, tomamos cuantas tazas de café fueron necesarias para sopesar las decisiones de quienes, en la esquina, observaron en silencio todo lo que tuvimos que soportar.

De las noticias cotidianas siempre estará la palabra dicha, aquella con la que evadimos lo importante, esas frases injustas en las que dejamos pasear el ego hasta verlo aterrizar como un pequeño globo de arena.

Hubo encuentros interesantes, como la familia y los viejos amigos que del presente ya no están, canciones furtivas que se camuflaron en una ronda de cerveza y buenas copas de licor. Personajes que vimos caer, que en su dolido ego construyeron murallas para que nadie les preguntase por su sentir.

Jóvenes que en el ayer perdieron la espalda, que se refugiaron en sus versos constantes, como un devenir de premios y medallas al olvido. Seres sintientes, que no son monstruos ni animales, son cercanos a la humanidad vivida, especímenes que en su locura agobiaron hasta al mas ateo de los cabildantes, un brillo de malas decisiones que fueron fluyendo del final de cada copa.

Se nos fue abril, un miércoles, a mitad de semana, como una cortesía, quizás.

La llegada de mayo, festivo como todos los años, ha sido para un jueves algo fenomenal en el tedio de quienes madrugan cada día a reparar el daño de la noche anterior. Levantarse un viernes y con valentía pretender homenajear los ciclos de los que ya no están, como lectores de obituarios.

Es viernes, un pretencioso día para reflexionar lo que nos robó el calendario en el corazón, porque de ahí muchos golpes rebotaron, abrazos que no pudieron colgarse como se esperaba, incluso, estrellas que brillaron sin ser vistas, quizás, porque para algunos, abril es para enamorar y no para pensar.

Somos hijos de lo cotidiano, las mismas canciones, los viejos ademanes, los lugares de siempre, las historias de quienes ya no están, la luna nueva, el sol coqueto que nos vigila en desinteresado porvenir.

A mayo, que no se vaya tan pronto.

AV

20 de abril de 2025

QUIERO

 



Imagen tomada de: https://streetartutopia.com/2021/03/22/street-cat-art-by-swiftmantis-in-papaioea-new-zealand/

Street (cat) Art by SWIFTMANTIS in Papaioea, New Zealand (March 22, 2021)


Después de un largo viaje siempre llega la reflexión en el bolsillo del pantalón, allí se reúne como una asamblea de ideas, la mejor de las intenciones por lograr tejer palabras que sirvan de inspiración o quizás, de llamado de atención, todo como un conjunto de personalidades que quieren dialogar.

Se abre oficialmente la temporada internacional de esta breve estancia en el día a día, una temporada que con altas expectativas me reprende con la intención única de ser una mejor versión de aquel yo que se peina con afecto frente al espejo.

Una temporada que me lleva a recordar los lugares a los que hace mucho tiempo no volvemos, como la casa de los abuelos, el parque de los helados o quizás, alguna avenida que caminamos tomados de la mano con aquellos que ya su ausencia nos grita en la memoria.

Una necesidad de poder sentarme, mirando al cielo sin importar la hora, busco a quienes me olvidaron, la palabra justa para darles las gracias por sus honores y cómo no, sus afectos.

Regalar en el tiempo vacío, un beso por cada herida que insiste en aparecer, cruzar las piernas y en una fotografía estampar el colorido diseño de unas medias que me anclan al niño que quiere crecer, al paisaje que de fondo brinda contexto a una taza de café, a una copa de vino o simplemente a un grupo de caminantes soñadores.

Recordar en el silencio lo que prometimos al niño interior, a ese joven entusiasta que busca ser escritor, a ese adolescente rebelde que quiere fortalecer los espacios culturales, al profesor que quiere enseñar lo que se hace presente en el mundo real, al esposo que amó cada día, que tomado de la mano su enamorada soñaba con un universo de grandes cosas que ahora, como todo en la vida, son aprendizajes, olvidos que nos hacen orar.

Caminar, porque eso hago con frecuencia cuando el nido de pensamientos quiere poblar a cada insensata palabra que se me escapa.

Escuchar mi canción favorita, pero qué cantidad de canciones las que he sembrado en vida, desde las fábulas de Milanés y Rodríguez, hasta las plegarias anglosajonas del rock.

Sin necesidad de sentirme desarraigado, dedicado mi día a día a la contemplación de lo cotidiano, descubriendo en cada ocaso, el atardecer justo que el tráfico suele interrumpir, besar en la lluvia el sonido coqueto de una espera, en el inclemente llanto de una cafetera o la sabia sonrisa de dos cubos de hielo en un vaso de whisky, en cada caso, darle a la normalidad de las acciones un protagonista permanente: mi mirada del todo.

No ser de un lugar específico, porque como bien mentaba, se abre la temporada internacional de este año retador.

Le prometí al soñador pos-pandémico, que celebraría mi cumpleaños siguiendo las estrellas en las cuatro estaciones, el otoño permanente de cada octubre. Desde Santiago, Salta y Río de Janeiro, hasta las paradisiacas playas del caribe o golfo mexicano. Una receta de ideas que deben siempre, caer en una taza de café, en una promesa convertida en proyecto.

Querer que las cosas sucedan, intentar siempre que lo que no es posible sea una propuesta y no una querella.

No puedo olvidarme de todo lo vivido sin pretenderme ser quien no soy, no puedo reflejarme en el agua de un río o en la ola de una marea insensata, me debo pues, a lo cotidiano del aire que acompaña a cada corriente de agua.

Me debo a mi madre, y en ella, a cada esfuerzo que el tiempo ha dado.

Quiero, porque puedo.

AV

17 de marzo de 2025

Nada que perder. (Lunes)




Imagen tomada de: https://www.pictorem.com/616405/cat%20angry%20oil%20painting%20angry%20cat.html


Amanece la semana con lluvia, como un presagio de que todo sigue en su curso, como una semana que responde a las mismas necesidades de la anterior aun cuando el domingo fue un simple ciclo de reflexión.

Un lunes que nos promete una semana de reuniones y eventos ya programados en agenda, no hay espacio para citas o encuentros extra laborales, todo se fija como un horario de aprendices que paso a paso queremos evadir, pero que a la final somos simplemente un producto de buena conducta.

La semana pasada con la misma lluvia y otros ecos, fue de aquellas en que las emociones y un par pensamientos se salieron de control, situaciones que me acongojaron en el menester de un aprendiz. Una semana que tallando mi sombra contra las paredes de lo cotidiano me exigieron callar cuando en el fondo quería gritar.

Somos seres en exceso sensibles, aprehendemos de cuanto nos ocurre, del viento que nos susurra pasados vividos, de la luz del sol que nos señala en pasos encubiertos, del aroma a tierra húmeda que nos advierte de esos pensamientos mezquinos, del amor que queremos dar y se nos pierde al fondo de una taza de café.

Días que con sus quejas y reclamos no sientan en el banquillo de lo ineludible, nos persigue como un cuento de terror para que reinventemos su final a sabiendas pues, de que la esencia de la historia es la misma.

Alguien tiene que caer.

Fue una semana, como me lo explicaba mi amiga Isabella Bedoya, donde marzo con su energía nos tomó a todos por sorpresa, porque es evidente, nadie espera nada de marzo. Días dispuestos a re conocernos en los complejos trayectos de las emociones.

Tener que navegar entre la decepción y la frustración, ubicarnos en tramos de rabia, donde el malestar quiere insultar y gritar, pero la sapiencia nos lleva a callar y sonreír. Excelentísimas deidades que nos nombran cada error o cada descuido como si fuese la receta de un menú pretencioso, con invitados lúgubres llenos de parsimonia.

Conversaba pues, que la semana se cerró con decepciones que quizás ya estaban advertidas: “Allí no es”.

Recalca mi gran amiga Gloria Eugenia.

Y es que allí nunca fue, podría responderle con esa amabilidad que siempre deparo para con ella, un ser de luz en tiempos de cavernas.

La frustración del deber cumplido y el mérito revertido, de esas soledades que se abrazan en mente y cuerpo aun rodeado de amigos, sin importar si la cerveza está fría o el café dulce. Sin tener mérito abrazar la crisis y aprender de ella o dejar, en los aprendizajes un par de canciones de rock n roll.

Una semana que inicia con lluvia como secuela de la que se fue, de esa que nos dejó muchas emociones de las que juro, sigo aprendiendo sin saber la cátedra a la que me han inscrito.

Días sospechosamente pasajeros, días de amigos y allegados preguntando por nuestro bienestar, personajes que a modo coloquial o de profunda amabilidad se preocupan por nuestra situación actual, a quienes todo podemos convidar, confesar o contrariar.

Días, como hoy, que no tenemos nada que perder.

AV

4 de marzo de 2025

Fragilidad (Agua)

 


Imagen tomada de: https://www.tokyoweekender.com/tw-community/tw-creatives/tw-creatives-chaykov-giant-cat/

Giant City Cat. By: Chaykov.


Una gota de agua cae, se desliza sobre la corrugada superficie de una palmera, mojada y sin orientación deja en desilusión sus hojas rígidas producto de un fuerte temporal, de una permanente soledad, acompañando una avenida.

Un grupo de hormigas se refugia bajo el castillo de arena, una infraestructura estéril, libre de violencia, cargada de expectativas y agua, mucha agua.

A la distancia, sobre una ventana cerrada, una paloma se equilibra en el borde de un edificio olvidado por la modernidad, paloma que con su grisáceo plumaje, gorgorea con la cabeza ladeada buscando una oportunidad sobre el cableado urbano, esas cuerdas de paz que conectan a la ciudad.

Abajo, en la entrada del edificio, está Ernesto, un saludable canino de pelaje rubio, largo, lacio. Con la lengua afuera deja notar que su cuerpo pide agua, tiene sed, pero el agua está llegando desde arriba, las profundidades del cielo ingrato de la ciudad.

Abajo, otra vez abajo, aparece Marcelo, un ingrato estudiante de posgrado, quien con una bufanda tejida por su madre, pretende evadir el frío de una ciudad atravesada por sueños ajenos. 

Quizás Marcelo espera que su peludo amigo, Ernesto, proceda a orinar con prontitud, pues el clima no permite salir hasta el parque, pero allá, en el olvido de los callejones, hay muchos colegas de Ernesto que escondidos con miedo como abrigo, esperan que la lluvia deje vivir.

La vida pues, como un presagio del tiempo, se estremece ante un nubarrón que proveyendo a las calles de riachuelos, juega coquetamente con el tiempo de los enamorados, aquellos jóvenes que en el pasar del tiempo se quedaron a la espera de cruzar la ciudad para encontrarse en un beso cordial.

No se trata de que el tiempo sea un enemigo, porque en el ciclo de los hechos, no hay bandos ni perfiles, solo agua y a veces, sed.

Lejos, en alguna casa habitada por tres generaciones, una gotera invade la paz de una mujer mayor. Mujer que hoy la reconocen sus vecinos como líder comunitaria, liderazgos bajo una permanente gotera. En aquella casa, cuando el agua invade la rutina, las palabras obscenas invocan la gestión del gobernante de turno, pero el agua sigue su curso, viajando por un lado se encuentra con los riachuelos ya mencionados, se une como una danza arcana y viaja buscando al río.

Una balada romántica se escucha en el radio de la cocina, la mujer de edad avanzada, cierra los ojos recordando otros tiempos, de igual ingratitud con el agua, pero de mejores compañías, porque en esos tiempos el amor era más fuerte que el cambio climático.

Canciones que juegan con la memoria, goteras que crean canciones en los tejados, palomas que gorgorean haciendo el coro de un bullicio cotidiano.

Una palmera que en un acto de ternura se sacuda ante el insistente coqueteo del viento.

Una ciudad que con sus ojos marrones, carga el universo en suspiros permanentes. Ernesto ya encontró donde orinar, pero Marcelo no sabe hacia dónde voló su bufanda. Sigue pensando si realmente valía la pena salir a perseguir aquellos sueños ajenos.

Tan frágil, como una gota de agua.

AV


28 de febrero de 2025

Una Semana (Decisiones)

 


Imagen tomada de: https://www.saatchiart.com/en-co/art/Painting-Cat-With-Rose/150107/128005/view 

Cat With Rose Painting By: Nikola Golubovski [Macedonia]


Esta semana ha sido bien particular, alejada de cualquier nota musical o tremenda prosaica cotidiana, intenté salvar el mundo pero recordé que primero debo de salvarme a mi.

Desde los grandes retos de una enemistad inculcada por un capricho de los dioses, hasta encuentros gratos con amigos que a la distancia poco se dejan ver, se ha vivido esta semana como una tregua, quizás.

Retos que en el afán de querer limpiar el sucio andar de los aventajados, se convierten en problemas de índole existencial, de sabernos humanos y demonios, de desesperarnos en la ignorancia de la solución: Queremos ser salvados, queremos ser verdugos, a veces incluso, se nos olvida querer.

Una semana que alcanzando a la inestable fiebre de marzo, me obligó a sentarme a callar. A escupir cuanta palabra obscena me tejiera el alma, reconocer en mi malestar el hilo rojo de un monstruo más grande que si dejo salir, no puedo corresponder.

Como todos los santos que deambulan en silencio entre paredes, fui observando el curso de todo aquello que tanto anhelo, encontrándome en aquellos ojos cafés donde el universo reposa como una bóveda de bonitas intenciones. En esa bóveda, segura y distante, donde se escuchan canciones y se acaricia una belleza magnética, una belleza que con luz propia danza en su esencia poética, en el verbo del olvido que este ingenuo soñador quiere aprender a recitar.

Fui observando el caminar de los que me aconsejan de buena fe, de amigos que como ángeles y Santos, aparecen de vez en vez para guiar mi escandalosa manera de exigir la verdad. Aquellos compañeros de oficina, de mesas de café y de bares de la noche, que se reúnen para halarme la paciencia y en su debilidad, sembrarme la nota musical necesaria.

Poder bajar en una octava tanta diatriba.

[Solloza]

Fui escuchando a quienes hace años estuvieron en mi Walkman, interpretar sus nuevas canciones, divertirnos en grata compañía con el deseo sublime de un buen comentario.

Una semana que nos permitió comer crispetas, tomar jugo de mandarina y un buen café especial. 

Entender que para salvar al mundo primero hay que conocerlo, comprender que para poder salvar al mundo, lo segundo que hay que hacer es merecerlo. Hacer lo posible para salvar al mundo, desde el local escenario de nuestra vida, una vida que está en compañía permanente, aún si no sabemos el nombre de todos los que caminan por allá, en la frontera entre el cansancio y el deseo.

Nos centramos en proyectos que contra el dios del tiempo, logramos cumplir, pero sufrimos, porque deseamos ganar.

Una semana en la que siempre nos espera un libro de Pablo Neruda y un beso con sabor a Chipotle.

AV 

17 de febrero de 2025

Lunes (febrero)

 

Imagen tomada de:  https://thumb.ac-illust.com/b0/b0741c9195ee69b8ef8ca01242294bf6_t.jpeg 


Los lunes son un día particular, todos iniciamos la semana con las tareas ya en mente de lo que se tiene que resolver, lo que hay que preparar y lo que se tiene con urgencia que atender. Son jornadas que se reparan en calendarios y anotaciones, espacios de revisión que además deben de ser consumados en un comité o junta. 

Los lunes son días especiales porque preciso cada quien los asume con la aventura de sus emociones. Si bien algunos lo notan como un día que trae pereza o aburrimiento ante la interrupción del descanso dominical, es bien sabido que la jornada tienen su propio color e intensidad según quien las viva, nosotros mismos dignificamos nuestro día a día.

Ante la dignidad de los momentos que vivimos, encontramos amigos a los que confiamos nuestras preocupaciones, compañeros que nos reciben en silencio para escuchar cada queja o protesta, que nos dan su tiempo, sagrado como las emociones de quien escribe, para permitirnos ser, por más salvajes o cultos, una maquina de expeler lamentaciones de la semana vivida.

¿Cómo nos ha tratado febrero? ¿Cómo nos ha recibido este lunes de almanaque? Cualquiera que sea la respuesta nos cultivamos en las palabras que escuchamos, en los saludos y buenas intenciones de quienes nos dan la mano.

Somos reflejos permanentes, la proyección de quienes nos ocupan la atención, somos instantes en la agenda de alguien más.

Podríamos enamorarnos un lunes incluso, podríamos, como consecuencia del domingo, querer abrazar al mundo entero con la tímida sintonía de un mes corto.

Cada día trae su afán, cada febrero tiene su lunes especial.


AV


11 de febrero de 2025

Fronteras (Colores)

 



Tabby Cat in Sunglasses By: vikvector 

Imagen tomada de: https://www.123rf.com/photo_230224657_tabby-cat-in-sunglasses-pop-art-vector-illustration.html    


Días que inician en intensa lluvia, en palabras de cansancio que como un descarado poema nos levanta de cama, nos encierra en deseos de seguir en el mundo onírico, mañanas que como polvo de estrellas nos golpean con el frío de la jornada que está pendiente por iniciar.

Días en los que no nos queremos levantar.

Hay fronteras en las que los deseos de un mundo mejor chocan con la antesala de un mundo conocido. Escenarios en los que nos sentamos a mirar el necesario vacío que cubre el sol. Desde una nube coqueta, gris, húmeda, que gotea queriendo saludar a la distancia.

Curiosas versiones de un mismo día vivido, desde saludar con afecto a quien en colores anhelamos abrazar, hasta el caminar en frente de quienes no nos quieren cerca, tener la capacidad de sonreír a todos por igual, a la persona que ignora los mensajes con el tiempo a su favor, a la persona que nos inventa susurros con el olvido como arma de destrucción masiva.

A quienes nos llaman para averiguar por lo mismo de siempre, a quienes ignoran nuestras invitaciones a almorzar, quizás porque la mesa no es lo suficientemente grande para el ego, o quizás tal vez, quien sabe, sean citas a ciegas, donde nada hay para ver, solo preguntas. A quienes nos escriben con el buen deseo de que se avance libre de todo mal. 

Días que van cayendo en un sol tan intenso que brinda sueño hasta al mejor de los trabajadores. Tardes que se adornan en el ladrillo de un inmenso mural, con colores de muchas formas y texturas, predicando mensajes de revolución permanente.

Falsas esperanzas que escritas en un saludo o en un consejo se pueden desviar de las muchas ideas que nos acosan en el silencio del mejor de los trabajadores. Correos, reuniones, citas y afanes, todos al punto de abordar el abismo, la frontera del presente con el futuro.

Futuro, dijo Diego Alejandro, es el lunes siguiente.

El martes es mi día favorito, la respuesta al cansancio del lunes y la expectativa del miércoles que se colorea en aquellos que tanto amamos y añoramos.

Porque los días son caprichosos, desde el amanecer y el cansancio del no futuro, hasta el potencial de una canción que alegra la tarde, acalorada, amarilla, húmeda, coqueta.

Recordarlos a todos, de cada lado del camino.

Fronteras, palabras, ausencias.

AV