4 de noviembre de 2014

Sara Rueda: ¿Cómo es que te llamas?





Cuando se me invitó a escribir esta entrada, el primer ejercicio fue decidir qué quería recordar del Sr Don Gato y qué quisiera compartir con ustedes del camino compartido con él.
Inmediatamente se me vino a la cabeza su nombre. Si. Aunque parezca particular, me tomó un buen trámite saber cómo habían bautizado a tan singular personaje.

Todo aquel que me conozca sabe que desde siempre he tenido especial predilección por las películas de terror, ¡no importa cuán malas puedan resultar! Obvio, hay algunas muy muy buenas, pero la generalidad de la película de terror es esa historia llena de saltos de música, sangre por litros e imágenes de espejos que lo dejan a uno sin ganas de asomar por el arreglo personal al menor por varias horas. Por lo mismo, encontrar personas que compartan dicho gusto no es fácil; la capacidad humana para evitar el sufrimiento y lo desagradable parece invitar al sentido común a evitar las películas de terror sin mediar más de un argumento. 
¿Pero yo? Tuve la fortuna de encontrar navegando por las redes sociales de encontrar un personaje de esos que pocas veces aparecen, que disfruta de las películas de terror tanto y más que yo.

Se me apareció como aparecen las personas importantes en la vida; de repente y mientras uno tenga la guardia baja. Hablando de cine, de vino y de todo eso que por estar viviendo lejos de mi casa y mis amigos, no había tenido oportunidad de repasar con juicio.

Con el estimado Don Gato intercambiamos ideas algún tiempo a través del espacio constante y confiable que ofrece una red social; hasta que se hizo imperativo hablar personalmente. Yo, que siempre he tenido mis prevenciones con la gente nueva, me  di al trabajo de verificar que Don Gato no fuera un asesino en serie a través de algunos amigos en común (Que si eran parte de mi día a día), así que una vez finalizada la verificación de antecedentes,  me di permiso de aceptar y así acordamos encontrarnos para sentarnos a echar chisme.

Fue así como tuve la oportunidad de acompañar a Don  Gato al borde de esa piscina que tantos conocemos y que ha sido testigo de cientos de cigarrillos y botellas de múltiples tipos de licor, a darle buena muerte a un par de botellas de vino escogido tras pocos acuerdos, ya que felizmente compartimos gusto por el mismo tipo.
Muchos cigarrillos se fueron (¡Oh! ¡Tiempos aquellos, en los que fumaba como trabajadora sexual privada de la libertad!), mientras sosteníamos una de esas charlas sobre cine, sobre la vida, el universo, los amigos, los enemigos y la felicidad. 

Me encontré con una de esas personas de una en un millón. Mucho se habló... Vino el gato vecino del sector a visitarnos, también vinieron zancudos y varias alimañas de las que desconozco el nombre (pero de las que conservo el recuerdo de sus alimenticias picaduras). Se acabó el vino, se acabaron los cigarrillos, se vino el día y con la madrugada se hizo evidente un asunto: ¡¡¡No tenía ni la más remota idea cómo se llamaba mi amable compañía!!!
Los amigos lo conocían como Don Gato. Yo lo conocía como Don Gato, en redes sociales era Don Gato, así que solo hasta pasadas las botellas de vino y bastante nicotina caí en cuenta que seguramente “Don Gato” no figuraba así en la partida de bautizo.
Insistí bastante sin duda; no voy a entrar en detalles, pero quien conoce a Don Gato sabe que no es un "chico fácil".  Se rió de mí, se burló que habiendo averiguado su vida y obra antes de conocerlo, no hubiera caído en cuenta de indagar algo tan sencillo como su nombre.  Insistí, insistí, insistí y al final de tanto, para decirlo puso un par de condiciones que rápida y gustosamente acepté.

Realmente tengo que admitir que fue divertido averiguarlo. Interesante. Inolvidable.
Serían muchas las veces que repitiéramos el plan; cigarrillo, vino, o café fueron siempre buena compañía; y serían muchas las tardes de compañía inteligente que Don Gato me regaló en Cali.

Serían muchas las horas compartidas, mucho lo que se aprendió, pero esencialmente el estimado Don Gato será recordado en mi vida por haber sido el que puso un “¿Cómo es que te llamas?” Al final de la jornada, no al principio, como la gente común

...Momento…!!

Eso lo explica todo…

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