13 de noviembre de 2008

Vacilaciones

Mi Julieta

Una canción linda para inspirarse, la soledad golpeada por la brisa del ventilador, el calor trasciende el concreto y se ensimisma en la agradable escritura y lectura, en ese estado de letargo constante. Llegando al consumo de mil velas y al vaivén de lo romántico observo como la tinta se inspira, se intimida, se pierde, se embellece, se enamora, se ruboriza, se pierde con el calor y se aguanta en el amable ritmo del silencio.

Salgo de mi habitación y observo a Julieta recostarse junto a los peldaños que bajan de las gradas, sintiendo curiosidad por su calma miro mi sombra reflejada en la puerta blanca y recuerdo que estar solo es quizás lo que no permite que se concentre el temor y la angustia. Entro al baño y después de orinar fijo mi mirada en algunos productos y situaciones fuera de rutina que reposan en la pared junto al lavamanos. Un cepillo de madera que en la mañana mi padre estuvo utilizando para peinar su blanca cabellera es mara Cat Chow, gran sorpresa, no sé si fue el asombro o la risa curiosa lo que me inspiró a seguir husmeando en ciertos productos y artilugios que poco cuidado les presto, productos que para otros son corrientes, para mí son absurdos o inútiles, están de adorno o por descuido pero que no deben de permanecer en ese lugar de aseo y protección.

Continúo con la observación y encuentro otra joya que me deja mucho que pensar. Un tarro de Menticol (con oso polar a bordo) tiene su líquido interior de un color amarillo marrón, recordando un poco mi niñez caigo en la cuenta de que el Alcohol de dicha marca es de color verde, azul aguamarina y amarillo, sin embargo el aspecto del envase y la tapa blanca añeja me deja con el temor de tener un veneno letal en mi baño, reviso con cautela las marquillas, el precio aun conservado en el envase dice que el producto tiene un costo de $4.400 (cuatro mil cuatrocientos pesos colombianos) y su fecha de vencimiento dice que es el 12 de diciembre de 2002.

Continúo la inspección ya de carácter alarmante en los productos de aseo personal jurando no encontrar otra sorpresa por el estilo y lo primero que observo es que el shampoo de mi padre es de cierta marca femenina (el envase) pero el contenido es distinto a lo que la etiqueta asegura. Retiro la mayoría de los productos del baño y los tiro al cesto de basura. Bajo a la cocina esperando comer algo que calme mi ansiedad, encuentro ensalada de frutas y Arroz con Pollo.

Subo con la resignación bajo el hombro y al entrar a la habitación un batallón de hormigas reposa en mi jarra de aguapanela, el calor se eleva y la música no deja de sonar. Cayendo en la cuenta de la variedad musical del reproductor mp3 noto ciertas canciones fuera de época en la lista de reproducción, canciones como El Tiburón (Proyecto Uno), Fiesta Caliente (Ilegales) La Ventanita (Sergio Vargas) y otras del mismo corte sonrío con complicidad en el asunto y me siento a leer noticias de actualidad. Todo este tiempo dedicado a exageraciones y silencios, observar y callar, lamentar y reflexionar.

Quizás en la misma ausencia es que está esa compañía que demandamos.

AV.

1 comentario:

Iván R. Sánchez dijo...

La ausencia es una de esas complicaciones simples, igual que demandar aalgo por faltante que siempre está o que es tal que puede llegar a asfixiarnos.