14 de octubre de 2014

Proyecto 31: Un Café.




Qué mejor manera de iniciar una semana con una buena taza de Café, dejar el aroma fluir por los aires, danzar, impregnarse en nosotros, descubrirse con un delgado hilo de humo que nos indica la temperatura del líquido aquel; qué mejor manera de iniciar un día que tomar una taza de Café y con ella, revitalizar la energía, darnos esa fuerza que una buena bebida caliente pueda darnos al cuerpo y al alma.  Qué mejor manera de iniciar cada momento con una reflexión que nos haga eco en la memoria, que nos llene de nostalgia o por lo menos, nos eleve a placeres personales, claro, acompañados de una buena taza de café y por qué no, de una persona especial.

Como colombianos tenemos el acto de tomar café y siempre acompañarlo de una buena excusa para su consumo, sea nuestra memoria, esos tiempos que hemos dejado de cultivar aquellos que nos convoque.

Todo comenzó en ese fatídico año 2002 en que de regreso a la ciudad de Cali, comencé a frecuentar el muy famoso Café El Solar, en la Universidad Javeriana. Allí conocí personas especiales como a Choco o a Meg (Julián y Carolina), también fue el punto de quiebre donde vi por vez primera a la Jurisprudenta (Lina) y bueno, donde supe de muchos sueños y proyectos. Allí, en ese establecimiento conocí de más de cerca el proyecto de El Clavo y afiancé mi posterior amistad con César y otros soñadores más.
Café El Solar podría darlo como el punto de partida, no solo por el tipo de lugar que era sino, por la clase de bebidas que comercializaba, allí en ese recinto, la que meses después sería mi  novia fue la culpable de mi imperiosa ansiedad y adicción por la bebida negra.

Fue en el año 2004 en el que realmente fue en un Café donde materializamos una idea vaga. Ya habíamos salido del exitoso pero pequeño logro del proyecto Toma la Palabra en el 2003, el grupo de hecho, comenzaba a sufrir transformaciones entre sus integrantes, ya llegaban vientos no solo de nuevas generaciones sino, de nuevas disputas y querellas. Ya habíamos abandonado el nombre de Toma la Palabra y nos hallábamos en una espiral de búsqueda de identidad, en alguna oportunidad para un festival literario de la Javeriana, optamos por identificarnos como “La Orfandad Escrita”, pero el inconformismo de mi parte y algunas querellas mal manejadas hacían de ese nombre no solo un perfecto sinónimo a nuestro estado sino, una identidad confusa y mal aceptada.

Sentados tomando café con Lina, Alejandro, Andrés y Angélica dimos ideas sobre ideas, dimos palabras sobre argumentos, dimos verborrea a la mañana, dimos juego a la oralidad hasta que al finalizar la jornada no hallábamos un nombre que fuera identidad a la nueva organización.
Luego de varios intentos nació el afamado “Proyecto Nocturno” y a este, le dimos su camino a recorrer, pero en aquel 2004 fue realmente con una taza de café lo que dio su primer escalón: Sentado estaba con Catalina, una Gitana (de las de verdad) que había participado del anterior concurso de poesía y por supuesto, había salido ganadora. La invité a un café y a conversar una tarde de domingo, jugamos a las adivinanzas y ella a enseñarme más a fondo su cultura y misterios, fue un bonito juego alrededor de una taza de café.

Recuerdo para entonces estaba sonando en la radio juvenil aquella canción de Mago de Oz  y con ella llegaron todas las ideas y la inspiración para dar vida al entonces II Encuentro Local de Escritores JóvenesNocturno 2004: Tributo a GAIA. Todo por una taza de café y una buena canción, mezcla perfecta para la vida.

Tal como lo mencionaba en una anterior entrega, Café & Café y posteriormente Café Mulato fueron dos lugares (Guiño) de gran influencia, dar sentido a cada historia y a cada personaje. No recuerdo el día de la semana, pero en reiteradas ocasiones comenzamos a cruzarnos en el camino, visitarnos con la mirada a varias mesas de distancia, ella con sus amigos, yo con mis libros (estaba encerrado en mi temporada de Literatura sobre los Templarios).

Cruzamos una vez las miradas, su sonrisa se desbordó por toda la mesa, sus marrones ojos buscaron un refugio, paseaban por todo el local buscando un lugar donde fijar la mirada, donde calmar la sonrisa, de mi parte, solo bajé la cabeza y con una cómplice burla del destino seguí con la lectura de mi libro. Así  ocurrieron un par de semanas, o quizás tres, no lo recuerdo.

Para septiembre nos encontrábamos en la misma universidad, una gran jugada del destino. Nos saludamos y apresuradamente pregunté su nombre. No nos volvimos a ver sino hasta el día siguiente en el mismo café, aquel lugar de encuentro y miradas. En alguna oportunidad coincidimos con el grupo de amigos y estuvimos compartiendo mesa y claro, allí una vez más supe su nombre. Logramos sellar el acuerdo con un beso, en una tarde lejos del café, habíamos preferido salir a caminar y conversar lejos, donde la cotidianidad no nos juzgara.

Allí nació para mí lo que sería mi historia de amor con Doña Gata, alrededor de una taza de Café.

Sellamos todo con un beso, caminamos por las calles de San Antonio y nos refugiamos en el Cine Club, nuestro insomnio ya estaba pactado. Todo inició meses atrás, en aquel año de superaciones y frustraciones, ella, una luz en medio de tantas nubes. Nos vimos por vez primera en la era virtual, frecuente lectora de este Blog y admiradora de sus historias y anécdotas fuimos anotando en la cotidianidad un mejor uso a la palabra chat. Nos reunimos en Facebook y posteriores servicios de mensajería, para entonces viajé a Barranquilla a un evento académico y allí, con el calor de “la arenosa” en plena Universidad del Norte sacié mi adicción al Café con una mala decisión, allí, ella con su sonrisa y delicado sentido del humor supo darme un buen consejo: “No tomes café”.

De regreso en Cali, logramos encontrarnos y conversamos por mucho tiempo en aquel Oleo & Café, mi refugio de cada sábado desde que había creado mi primer Cine club. Continué mis tardes sabatinas con Anna, hasta lograr convertirlas en un sueño de Jueves, hasta aprender a conocernos  y entendernos, hasta hacer de nosotros el verano como junio hizo suyo al sol. Las despedidas siempre son tristes pero lo más triste siempre fue el nunca habernos despedido, y esa tristeza, esa nostalgia siempre la llevé en mi bolsillo como un amuleto, como un recuerdo de cada beso, hasta que pasaron cuatro años y allí, en el norte de la ciudad, nuevamente en un café, sellamos todo con un beso, acompañados de una botella de vino, pero cerrando el día alrededor de una taza de Café.

Cada historia trae consigo su sana intención pero en ocasiones, también su profundo dolor, allí, alrededor de una taza de Café es que aprendí entonces sobre la importancia de cada idea y cada paso, desde las lecciones de vida con Leslie y nuestras tertulias de Limonada y Café, hasta los proyectos e historias en la Bogotá del Té.

Aprender a encontrarnos, a conocernos, aprender a identificarnos por lo que somos o inclusive, por lo que no somos y queremos ser, por esa cotidianidad que nos sumerge en rutinas y lecciones, por esos personajes que nos comprenden y nos invitan a tomar un Café.

En esta entrega, ya la octava de Proyecto 31 podemos dejar de lado muchas tardes y conversaciones, porque parte de mi vida ha girado alrededor de un café, porque su espíritu ha sido el de la comunión, el de entregarnos a nosotros y compartir vivencias y chistes.

Con todos siempre me he tomado un café y lo seguiré haciendo, pero son realmente pocas las personas y las historias donde nace ese deseo por brindar un poco de nuestro café. Inolvidable aquella tarde, a la ribera del río Magdalena en un Café local, ella tomando Te Helado, yo saboreando un Tinto fuerte y amargo, con el cielo rosado y el río bordeando los sueños, el calor más insoportable del mundo pero comprensible a los ojos del tiempo, allí, en Girardot con la Tortuga jugando a ser fugitivos, jugando a ser adultos, jugando a ser expertos en café.

Dejar a los silencios suspirar, dejar a los lectores reflexionar, dejar siempre sobre la mesa una taza de café, porque a su alrededor siempre tendremos una historia para contar. Un silencio para brindar.

Y usted, ¿cuándo me invita a tomar un Café?


AV

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