24 de abril de 2009

Sexo Reciclaje y Notas de Mesa


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Algunas Notas que se ocurren y se dejan publicar, no necesariamente en un cuento o un testimonio, solo notas que antes de ir a morir a la papelera de reciclaje, se les permite vivir en el recuerdo del lector casual y desprevenido. Un homenaje a las notas muertas que nacen para nunca ser leídas.


***

Se acercó y suavemente me susurró que había tenido un orgasmo, que en total habían sido tres los que ya contabilizaba estando conmigo desde la semana que llevábamos viéndonos, aprovechando la oscuridad del recinto y mirando el techo coloqué mis brazos sobre el pecho en seña de lo poco o nada que me importaba su comentario, en realidad no sabía a qué venía o cual era su fin, por qué el decirlo o susurrarme tal sentido. Me di media vuelta y cerré los ojos para no pensar pero si insistencia en generar una conversación me saturaba el genio, me impulsaba a salir del cuarto y acomodarme en otra cama o en algún sillón, no entendía por qué el interés de crear conciencia sobre lo ocurrido o lo que se sentía en el delirio de un acto sexual tan sencillo y quizás monótono.


Sonreí con desprecio, no quise disimular mi incomodidad, me vestí y sentado en el borde de la cama agaché para amarrar mis zapatos, ella buscando un encendedor para su cigarrillo no hablaba, sólo cubría su cuerpo con la sábana y su cabello negro largo.


Al salir de la habitación recordé por qué estaba con ella, giré un poco y la miré cuidadosamente, mientras sacaba mi cajetilla de Marlboro la observaba con desdén, en ese instante solo resumí mi deseo por sus senos en una palabra, sexo.


Giré nuevamente y cerré la puerta sin ganas de volver.


AV

18 de abril de 2009

Con Sensatez y Aburrimiento

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"Después de mucho callarlo, a puño y letra y en tinta roja logré escribir de nuevo. Esto fue lo que surgió en un viejo cuaderno:"


Con sensatez y aburrimiento observo mi distancia y mi silencio con el mundo, esa soledad poco armoniosa que me encierra en escapes de fuga, en la incomodidad de la desventura apresuro mis palabras lejos de la cotidianidad.

Mis desaciertos son contrastes de clausura, pinturas grisáceas de elocuencia en un mundo silencioso que he inventado para mis adentros; un duelo extraño e insensato, propio del sedentarismo alejo de mi vida las letras y destruyo canciones con el mordisco de mis labios.

Trabajo a tinta cerrada, hecho límpido a la memoria y sal al recuerdo. Sí se suspira es por necesidad de supervivencia, sí se llora es por urgencia de humectar el hábitat, la censura de paisajes que recorro y la agonía de un duelo que no se esperaba.

Quiero cometer errores e incongruencias, dejar mis principios en manos de los vicios, mis convicciones pasajeras van enterrando esas eternas tandas de café y azúcar. Hoy por hoy sueño en el insomnio de los olvidados, en el desespero de los descuidados, el letargo de noches sin sombra. Esas fugas de melancolía para pequeños aprendices.

En confesión con el mesianismo de los descuidados escribo canciones en mi memoria para olvidar, esa ceguera que se transmite en vocablos y fonemas, esos gritos de ayuda que nadie escucha.

En ocasiones la esterilidad de la soledad se evidencia en la fertilidad de la intelectualidad, tener derecho a ser estúpido o básico es competir con la elocuencia del tiempo perdido, orgullosos de heridas se camina descalzo en aguas y pestañas.

Sin comer perdices, sigamos siendo felices.


AV

7 de abril de 2009

Sinestesia Musical


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Como hace mucho tiempo atrás, me siento con la cabeza mirando el suelo, coloco mis manos sobre el piano y comienzo a pensar, a recordar. Paso suavemente mis dedos por cada tecla, con cierta timidez aprieto mis labios y me muerdo, un poco de sangre se escapa, solo un poco. Cada tecla se deja apreciar con la suavidad de la soledad, esa reflexión que me hace falta y que se enreda en la nostalgia, en ese oscuro sentimiento de una habitación desolada, tan vacía que lo único que le apremia es mi encierro, mi excusa perfecta para estar acá.


Sigo reflexionando, mis manos juegan de izquierda a derecha, no suena nada, solo ese timbre hermoso del silencio de una tecla, ese aroma a música que destila el suspiro de un joven desventurado, rememoro mis causas ganadas y miro a mis amigos pegados al azul del cielo, pienso en mis causas perdidas y son notas musicales las que comienzan a sonar, canciones del ayer que se escapan, comienza mis parpadeo a ver en sinestesia colores y aromas por palabras y recuerdos, el paladar se humedece con el ácido de un helado de maracuyá, el aroma a incienso de una casa rodeada de botellas de vino y luces amarillas en los rincones de la habitación, esas imágenes del ayer que se colaron en un par de notas musicales, esa sinestesia del dolor.


Junto al piano unas hormigas rastrean canciones, se preguntan qué significa ese aparato negro y blanco sobre la cama, Julieta con sus enormes ojos amarillos y su cola negra se desliza de lado a lado observando mis manos, mis dedos juegan con la risa de eso que no me pertenece, esas ilusiones que llamamos canciones.


Sólo pocos lo saben, no hay literatura, no hay inspiración ni lectura a bordo, solo semana santa, un tiempo que no se puede ver en lo que queremos que regreso, sólo esas dudas que se estancan en lo que se llamó amor, ese mar de lágrimas que hoy no están ni quieren volver. Las caricias hoy decidieron morir.


Con la misma suavidad con la que regalé una rosa blanca en el año 2000 deslizo mi dedo índice sobre un do, luego el meñique con timidez toca la tecla La, así sucesivamente los días aparecen en cada dedo de mi mano derecha mientras en la izquierda el mismo movimiento continuo marca los pasos y la velocidad de una duda que me encarna el alma con el corazón.


Mis dudas se disfrazan de música, no puedo escribir, no puedo leer, no encuentro la canción necesaria para escuchar y fomentar el arte: solo silencio y notas musicales encerradas en ecos.


Mirando a la pared verde de mi alcoba la sombra del ventilador despierta mi estado lúgubre de supervivencia, la suerte se me escapa en suspiros y eso me devela la hora de costumbre. Son casi las dos de la mañana, la música lentamente me va regalando notas musicales y en mi mente palabras aparecen a la velocidad del dolor, se unen fonemas y acentos con falsetes y notas musicales, mi boca va alimentando esa melodía que se me va por la ventana en canciones que priman por su suave dolor, quizás regresando a mi estado natural.


Hoy no puedo escribir, hoy quiero cantar.


AV