Imagen Tomada de:
Nos habíamos cruzado en los “ires y
venires” de nuestro andar cotidiano, por nuestros horarios o por la unión de
las promociones en algunas materias. Un buen día llegaste porque teníamos que
hacer un trabajo en grupo y los dos sin grupo te me acercaste y me preguntaste:
¿trabajamos juntos? Y yo accedí. Ya nos habíamos presentado gracias a Alejo y
sin querer habíamos tomado café en el café solar y sabíamos nuestros nombres
pero nada más allá.
Me encantaste cual serpiente con tu
forma de ver el mundo y con tu manera de hablar para hacerme sentir importante
para ti; tanto así que te di mi amistad, mi cariño y mi tiempo sin pensarlo dos
veces incluso dejando de lado a mi pareja en ese momento.
Tus proyectos, principalmente Nocturno
me cautivaron y allí nació una loca y hermosa aventura para darle vida a
Nocturno – Tributo a GAIA. Fue un tiempo de mucho andar, hablar, coordinar y
revisar aterrizando tus ideas en lo que se podía hacer en la realidad. Y si fue
un éxito, tanto trabajo dio sus frutos.
No solamente fueron las clases con sus
trabajos sino también los cafés en Unicentro o en a la “Oficina” en el
Samán, cumpleaños, momentos tristes que
requirieron un apoyo mutuo, situaciones estresantes porque las cosas no salían
como queríamos; lo que cada día nos unía aún más.
Sin quererlo muchas veces parecíamos
pareja que se complementaba hasta en la forma de actuar porque nuestro pensar
aunque en líneas similares no hacia vivir nuestra diferencia. Jaja, quién me
leyera creerá que siempre estuve enamorada de ti en secreto, jaja. Pero en
realidad no es así, solo es el recuerdo de esos buenos momentos que al
plasmarlos en palabras en éste papel me hacen florecer sentimientos y
pensamientos que no me había tomado el tiempo decir.
Nuestro idilio se rompió, sí tuvimos una
crisis y por ende una separación por mi carácter y forma de ser aún más fuerte
que los tuyos; los tonos grises no entran en mi gama de colores y por ende con
las personas o son blancas o son negras. Yo pensé que había sido definitivo el
que hubieras salido de mi vida pero pudo más el cariño y los recuerdos de esa
bonita amistad que mi propia posición.
Afortunadamente recogí mis pasos y
llegue nuevamente a ti. No fue fácil decir hablemos, veámonos y evaluemos que
podemos rescatar de esos buenos momentos vividos. Me costó en mi orgullo, lo
reconozco pero no me arrepiento.
Entrando en el baúl de los recuerdos y
anécdotas, siempre peleábamos como niños chiquitos pero terminábamos
contentándonos y como reconciliación nos íbamos a Ventolini a comer ese
enviciador chocolatisimo. Manjar que me enseñaste a descubrir y a disfrutar;
tanto así que me volví adicta a él.
De las muchas peleas, la que más
recuerdo fue el día que me pusiste mi apodo. Si tú y tus muchos apodos para tus
amigos queridos y no tan queridos, dependía del afecto y así era el apodo. Eso
sí entender de quien hablabas fue duro al principio, después sin querer hasta
yo les decía como tú. Yo pensé que por estar a tu lado me iba a salvar pero no!
Simplemente llegaste un día y me dijiste tu eres “una osa” y no contento
completaste “una osa polar”.
Me dejaste perpleja. Cuando entendí de
que me hablabas, pregunté el por qué y tu explicación me pareció sin lógica y
fue ahí cuando reaccioné. Con lo que me gustaban los apodos, quise agarrarte a
mordiscos y patadas cuál niño peleando con otro (si no me he equivocado, ese es
el problema de tener un hermano menor, aprendes a defenderte con puños, pies y
manos. jajaja). Tú corrías muerto de la risa y yo detrás de ti aún con mi
molestia. Te dejaste agarrar, te di un pellizco e hice toda la pataleta sobre
porque el apodo y sobre todo porque a mí. Hasta allí nos llegó la pelea, en el
camino a “la Oficina” nos contentamos pero cuando llegamos me dejaste la chapa
con todos y como para suavizarlo me dejaste “osita”. He de confesar que hoy ya muchos años después,
me agrada mi apodo y muchos de los que nos conocieron en “la Oficina” me siguen llamando así y por ende me
toco aprender a hablar el lenguaje de los osos. “GRRRROARRR” (traducción:
saludos). Jajaja.
Me alegro muchísimo haber recuperado
nuestro andar; aunque hoy la distancia y las circunstancias de la vida nos
tienen un poco separados pero sé que en cualquier momento nos podremos
encontrar, tomarnos un café y seguir como si el tiempo y la distancia no
hubieran pasado. Y porque no, tal vez en el futuro nos volvamos a unir en uno
de tus proyectos locos al principio pero cuerdos en su trasfondo.
Un abrazo polar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario