17 de octubre de 2022

Torbellino (Soliloquios)




El reloj no se detiene, la energía continúa en movimiento y las emociones se aprehenden de cuanto recuerdo deambula en las paredes.

Hay sonrisas que inevitablemente siguen vigentes en la memoria, se aparecen como un virus que se apodera de la memoria interna.

Hay canciones y momentos que siguen vigentes sembrando sentimientos distintos a los que quizás en su tiempo fueron ejemplares, hay un vacío enorme que se vislumbra a lo largo del horizonte, donde el atardecer ruge con su rosa y naranja querer.

Son días de cambio, sí, tiempos de transformación y claro de quejas y sollozos.

Me encuentro sentado en soledad viendo el fin de semana terminar su jornal y en la oscuridad de un viaje, ver anochecer todo aquello que transmuta a la soledad.

No imaginé que todo retornaría en un torbellino destructor, que todo eso que con amor se ha conservado en la gaveta, ahora empezaría a dar pulla y a escapar uno que otro quejido en mi interior. No lo creo, porque siempre le he dicho a todo aquel que me ha consultado por mi sentir, que todo lo tengo en un sentimiento de amor incurable, que en el perdón y la reflexión guardo paz por aquella persona que con tanto amor me brindó importantes días de su vida, pero algo me ocurre. 

Algo oscuro me abraza, algo ininteligible me empuja a conversar con lo que ha callado siempre, me alega por esto y lo otro, me resalta lo que está ausente o lo que fue llevado sin avisar.

Me da malestar y con el algo de indignación ante el espejo, me resisto a dejar que lo que otrora octubre fuera amor y luz, hoy sea silencio y pesar. Me niego porque ante todo a la memoria hay que darle la paz que en los actos del pasado fueron tejidos de amor.

Pero el amor duele, duele cuando no está.

Duele el amor cuando se ha terminado y se recuerda en una canción o una fotografía. Porque no la canción, ni la fotografía son culpables de haber registrado una gran felicidad en un momento determinado de la vida. Duele porque a la memoria solo se llega de manera individual, en soledad quizás, o en letanías tal vez.

Ha sido un fuerte día porque si bien se ha dado al proceso la correspondiente labor de esperar, inhalar, exhalar, respirar y sollozar, no es suficiente.

No.

Meses de cambio, de transformación y en ella, de divagar ante los deseos del futuro y los deseos del pasado. Qué fuerte es encontrar diferencias en aquello que fue soñado a cuatro manos y a dos voces, con aquello que hoy es soñado en soledad.

Se aprende del error y se hace la labor de revisar todo aquello que se pudo hacer mejor, se aprende en uno mismo, pero no os digamos falsedades y es que aprender desde el otro no es una labor vigente, por el contrario se nos vuelve una muralla de imaginarios y mitos sin fundamento, una colosal plegaria de nombres, objetos y pendientes.

Hay tiempo para recrear en el olvido todo lo que a bien debemos de ajustar para que el camino que se recorre sea un trayecto amigable y poco doloroso, si bien hay paradas técnicas en dónde el llanto y la desidia retoman protagonismo, son precisamente esos mismos sucesos los que van dando valor al aprendizaje y cómo no, al agradecimiento.

Tiempos por igual en que sin andar de a mucho, estáticos en una cama o en un sofá se sobrepone a la nostalgia y se da paso a un sinsentido de excusas.

Me declaro, pero no me escucho.

Me pierdo en torbellinos, en excesivos pensamientos, furtivos algunos, otros llenos de canciones y melodiosas esperanzas.

De seguro alguien me está esperando en la parada del bus.

AV


12 de octubre de 2022

Transformación (Apuestas)

 

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La vida nos da sus lecciones de alguna manera, ajustada a la realidad que estamos acostumbrados a navegar, no significa lo anterior de que haya aprendido algo en los recientes días o que quizás de mi parte haya un crucero emocional en diversos umbrales hasta llegar a la verdad requerida, no.

Sigo en tránsito.

Estas lecciones se dan porque en el momento de recorrer los pasillos de lo indomable nos acomodamos a lo absurdo de lo obvio. Me explico. Somos sujetos de emociones fuertes, nos confrontamos a diario en decisiones, temores, confusiones que en su mayoría siguen vigentes, allí yace la base de lo absurdo; nos acomodamos a lo conocido y de eso apartamos lo feo para endulzarnos con lo fácil, lo obvio.

Si somos seres dramáticos, la vida nos dará el drama esperado y con este el aprendizaje sin hacer falta el correspondiente juego de luces y confetis. Si somos seres de silenciosas acciones entonces la vida de muda manera y con el frío de otoño nos golpeará tan fuerte que pensaremos que ha sido una señal.

No es pues que tengamos que recibir una notificación con el mensaje explicado y con correspondiente infografía, a veces es solo mirarnos al espejo y reconocer en esos ojos el estado del alma.

Conversaba con una especial amiga de la vida y a bien coincidimos que el tiempo y espacio han estado en permanente transformación, en giros que para algunos como nosotros, los cachorros de ayer y hoy, hemos confrontado con lo más significativo de nuestra vida.

La fe.

La pasión.

Coincidimos además de que hay que descansar, es momento de una pausa y con ésta de un ejercicio de replantear todo aquello que condicionamos importante. Porque lo importante fue pero no sabes si lo siga siendo. Porque lo que amamos ahora no existe o se ha transformado. Porque lo que nos dignifica ahora no nos reconoce de la misma manera.

Es el efecto helado de chocolate, donde lo amamos de infantes pero ahora de adultos muchos se han alejado de ese sabor en particular. Aquello que construimos con los anhelos de juventud se va reconfigurando con las ansias de la vida adulta. Es coincidir en cada mensaje que nos llega en forma de tarea, viaje o promesas.

Es la vida y sus lecciones un permanente escollo de tropezar con la misma piedra mientras no se aprenda por qué está allí esa piedra. Nos quejamos claro, porque es un deporte de infinitas acciones. ¿Aprendemos?

Pero es cierto por igual que la manera de aprender varía en cada personaje, cada mensaje tiene una codificación mística que permite que se de esa transformación anhelada y no la otra transformación, la permeada.

Somos sujetos de emociones, insisto. Somos seres en tránsito, resisto.

Cada reto que construimos a lo largo de la vida se nos va convirtiendo en un aliado o un antagónico y allí no podemos permitir ser víctimas de las emociones ni tercos ante las señales pero qué difícil que se nos convierte el caminar.

Soñar.

Han sido días muy difíciles en los que la solución a cada reto se ha dado en personajes y palabras de aliento de diferente origen, no necesariamente del nido central o las zonas de confianza.

A veces, solo a veces, se escucha el ruido demasiado tarde.

AV



11 de octubre de 2022

Transformación (Preguntas)


 

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Hay momentos en que de lo más profundo del corazón surge esa inquietante pregunta que de algún modo, sigue vigente en todo aquello que el profesor Salazar reza como “transformación”. Observo al sujeto del espejo y en sus ojos cansados encuentro algo de expectativa, quizás haya pasión vigente, se tenga en buen tenor la vocación por hacer de este un mundo mejor, quizás simplemente sea el rostro de una sorprendida mueca de adultez.

Han sido semanas de mucha presión, semanas en que me he encontrado en el borde del abismo observando el fondo de este como una pileta de agua cristalina, jugando con las palabras no dichas. Me asfixia el silencio, siento que me aprieta el alma y me estruja el estómago, ser resiliente se vuelve una lucha permanente de pensamientos propios y esperanzas insanas.

Entonces me pregunto en constante momento desde la semana pasada a nuestra lectura si todo esto vale la pena. Me asomo por todos los rincones que la vida me deja perdiendo en cada uno de ellos algo de mi fe. Me asfixia la soledad, no tener un equipo de apoyo, un círculo que nos rodee con sus reclamos, sus apreciaciones de lo mundano o sus visiones de lo futurible.

La nostalgia se convierte en sed, seca a garganta y en lamentos nos hace imaginar alternativas condiciones de vida, quizás en alguna de ellas las cosas salen bien y nos dejan libremente caminar. El hombre del espejo está cansado, veo tristeza en sus ojos, algo de buen humor en sus palabras pero la tristeza no se puede ocultar por más maquillaje que se interponga en el cascarón.

Una nostalgia que con el deseo de lograr cambios significativos se sumerge en esa pregunta transformadora, momentos en que el esfuerzo ha sido tan digno que es solo fantasía. Días en que la dedicación ha sido atrapada por la falta de voluntad de quienes dicen ser nuestros aliados. Una soledad que trasciende lo emocional.

Un silencio angustiante, frío, calculador, intransigente.

Egoísta.

A veces se siente algo de calor y uno se ilusiona con merecer algo mejor. Que el tiempo no se detiene pero nos lleva en su carril veloz. A veces se siente algo de calor y en confianza avanzamos con las ideas propuestas, con el buen ritmo de la esperanza. A veces, solamente a veces.

Con ilusiones labramos el plan pero con acciones es que vamos escapando a los atisbos de los tiempos difíciles y es preciso allí donde concurre nuevamente esa pregunta transformadora.

Sentado sobre un banco de madera, bajo un árbol de guayaba y con la frescura de una tarde de octubre, de esas que amenazan con lluvia, siento ese frío del alma al interior del estómago. Me avanza un calambre sin precisar, una angustia que me recuerda que todo sigue su curso, como el avión que va en picada, o la alta ola que ya en su pico más alto emprende el viaje a tierra (con ganas de llevárselo todo).

Camino de lado a lado, me hago preguntas y las respuestas me arrancan la calma, me llevo en los bolsillos las preocupaciones y encuentro alrededor soledad, desinterés, impaciencia.

No juzgo a quienes no están, porque sería insensato con quienes han estado, por supuesto. Pero qué clamor que contrae a todo esto el ver que quienes dicen estar, están ocupados.

Bien podría acusar al viento y sus corrientes que no son asuntos de voluntad sino, de agenda. Inconcebible que día a día, se llegaron a cumplir hasta 6 meses esperando a que alguno de quienes hoy leen estas letras, sacaran un espacio para escucharme, para proponerme, para caminar de mi lado o simplemente, para decir: no, gracias.

Una fragilidad que se convierte en pesadilla, una mirada del contexto que se nos escapa en buenas intenciones y va alejándose en el libro de las preguntas. Momentos propios o ajenos, aprender a sobrellevar en el peso del camino los rechazos y desplantes que la vida y sus principales actores nos va germinando.

Se quieren muchas cosas pero ante todo, la terquedad y perseverancia se atrapan en el frio silencio de la soledad. No tengo claridad si es virtud o defecto, si es una intransigencia enfermiza o una resiliente etapa de vida, un camino de casi cuarenta años o un desliz de los últimos cuatro.

Un libro de preguntas que escribo a diario como parte de una transformación no deseada, es claro que nadie quiere que le arranquen de la manera más intempestiva todo aquello que alguna vez dio identidad.

Hay momentos en que de lo más profundo del corazón surge esa inquietante pregunta que de algún modo, sigue vigente:

¿En qué momento se fue todo al carajo?

AV


3 de octubre de 2022

Correspondencia (Refugiados)

 

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“Night is the Mother of Counsel” By: CatalinPrecup (2012)

Ha llegado el momento de poder fijar la mirada en el espejo y escudriñar en ella todos los temores que tanto se han cargado en el tiempo. Vislumbrar en la retina del otro, el del espejo, esas dudas que uno siente que viajan en las articulaciones del cuerpo humano, el cuerpo vivo.

Momentos de entender las emociones y aprender (otra vez) a pilotear esta nave para no accidentarse en los terrenos de lo inverosímil. Momento en que parado sobre la arena observamos una inmensa ola que ya levantada en su pico más alto, besando al sol y dando colores al aire comienzo a tomar la fuerza para arrasar con todo aquello que no esté preparado para seguir en pie.

No estamos preparados para los cambios, no somos responsables de los caprichos del azar. Somos métodos, somos historias, somos caricaturas. Somos palabras que se refugian en el discurso de un tercero, somos testigos de caminantes que han dejado de soñar.

Nos refugiamos en cada consecuencia que las circunstancias exprimen, como un juego de palabras en un entramado de adivinanzas, donde todos somos buenos, somos trabajadores, donde todos somos la evidencia de una vida pasada, donde nos entendemos por miradas cansadas y no por las expectativas de la memoria.

Ha llegado ese momento de comenzar a caminar hacia adelante aún si duele el trayecto, de guardar en silencio los dolores y esperar que quienes observan guarden prudencia en vez de importunar con sus preguntas o incluso, intervenir con sus acciones llenas de sal.

Caminar de modo tal que sigamos haciendo historia con las huellas que quedan en la arena húmeda, donde la conciencia nos deje luchar contra nosotros mismos si es necesario, donde nos podamos defender de los malos pensamientos y dejar en correspondencia mil y un historias que hayan transcurrido en la pantalla de un viejo cinema.

Momento en que las historias que vivimos son propias y en silencio se condensan emociones antes no identificadas. Emociones que no cuestionan y con algo de rabia o temor, nos empujan hacia el bullicio de muchos ignorantes.

No entendemos en su totalidad los sentimientos que nos fluyen en soledad, aquella rabia sobre los que no están, o aquel amor imparable que ante la amistad surge a pesar de no estar siempre correspondido. Sentimientos que nos pueden mostrar la luz en la escalera, sentimientos que nos pueden barajar las posibilidades de vida que podríamos a bien recorrer.

Sentimientos que nos esclavizan sin importar el origen que tanto nos estrujó.

Caminamos para dejar al futuro una semilla ajena a los registros del pasado, porque no queremos revisitar los dolores de quienes alguna vez lo intentaron, ni tampoco recaer en las emociones perdidas de quienes en nombre del amor, se encerraron en soledad. Es mejor pensar un futuro donde la libertad sea sinónimo del deber cumplido, de aquello que murió con una sonrisa en el rostro y no con una mueca de tragedia en el alma.

Alguna vez esperé que todo retornara con la misma benevolencia con la que hemos dado la mano, a pesar de no suceder, siempre nos regimos a la buena fe, a la voluntad que nos hace humanos.

Imperfectamente humanos.

Una vez escribimos una historia nacen de ella preguntas y personajes que van a querer tener su propia página. Una vez tomamos decisiones, aparecen dolores y pensamientos que ponen en tela de juicio cada consecuencia de la decisión tomada, para bien o para mal terminamos siempre en el péndulo de un silencio incómodo y adulador.

Llega el momento en que no podemos determinar si lo que hacemos es parte de una idea oportuna o es un tiro cargado de azar. Rogamos por alcanzar la meta y en ella la tranquilidad de lo que siempre nos ha significado el esfuerzo invertido.

Recientemente vemos en el abismo el reloj marcar cada minuto, sentimos el vértigo y recordamos las palabras y miradas de quienes se oponen de manera directa o indiferente a lo que nos reza.

Dejamos que todo aquello que nos convoca sea amable con nuestro ser a pesar de saber en el fondo lo duro y espinoso que es todo aquello que implica lo que hemos construido. Dejamos todo en una hoja de ruta que por ciertas condiciones se lleva lo mejor de nosotros.

Nos sucede todo aquello que merecemos.

AV


28 de septiembre de 2022

El Soñar de los Caminantes (IV)


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Electra Art Print By: Susan Maxwell Schmidt

Muy bien.

Retomemos esta conversación: hay algo que hoy duerme conmigo. Es un pensamiento recurrente que se asoma con un poco de moral de vez en cuando. No se trata pues de afirmar una presencia o una entidad en determinado lugar, gracias a Dios podría decir que estoy limpio y libre de parásitos.

Es una conversación solamente, dónde algo de ansiedad y temor principalmente, deambulan entre las emociones del adulto solitario. Estoy afrontando algo de pesadez en mi cotidianidad, la mente me pide resolver asuntos terrenales que por diferentes caminos se me han vuelto complejas condiciones de vida.

Hay que tomar un respiro quizás y darle premura a lo que aqueja.

El primer cuento que escribí en términos de formato de concurso fue “El olvido de un alma”, diría que estuvo en un primer borrador en el año 1998 y se fue madurando (en medio de mi inexperta escritura) hasta tener una oportuna versión final. Fue el año 2000, recuerdo mucho a la profesora Liliana, una mujer joven que siempre me impulsó en mi circuito escolar a escribir, a desarrollar mis historias a fondo y no dejarme bloquear por ideas externas a mi sentir, en ese preciso año 2000 un mes antes del inicio del ciclo escolar recibí la noticia de que mi obra sería ganadora de un concurso importante, más ansiedad que persona fui a la espera de iniciar el colegio para compartir mi felicidad y agradecimiento a la profesora que había confiado en mi.

Llegó septiembre (calendario B) y al empezar el ciclo escolar tuve la frustrante noticia de que la profesora Liliana no hacía parte del plantel. En su reemplazo llegó Adriana, otra mujer joven pero que desconocería en su totalidad mi proceso de casi 6 años.

Fue la primera frustración que traería este escrito en las circunstancias que derivarían con el pasar del tiempo, porque a los caminantes los sueños los defines, y porque en los sueños se construyen universos.

Llegué a la ciudad de Medellín y tuve la oportunidad de conocer personajes importantes en el circuito literario colombiano, como el escritor Castro Caycedo, al gran poeta Niño, además de algunos líderes culturales de la región antioqueña como lo sería la Fundación Arte y Ciencia, entidad que creo, me cambió la vida.

Rituales y pensamientos que nos guían entre páginas y caminos, son solo eso, rituales y caminos, tinta en papel, frases y conexiones de ideas en diferentes expresiones literarias. Todo se detallaba y se maduraba en una serie de conversatorios y talleres recibidos, fue una experiencia que luego, a las dos semanas, reafirmé al volver a Medellín ahora para un encuentro de Periodismo Juvenil, donde me encontré con los líderes de Camaleón como al gran Julián Quintero.

La historia de cómo esta obra literaria tomaría forma y fondo, quizás ya se las he narrado en anteriores entradas y en ese orden de entradas he dado giros sobre múltiples temas y sensaciones, más duda filosófica que rituales esotéricos.

El primer escrito señalaba algo como esto:

“No me encontraba solo, me encontraba en compañía de otro caminante, de otro indeciso, otro débil como yo. Sí, débil de pensamiento y consciencia, débil de cuerpo y de alma, tan débil en su forma de mirar la vida que incluso recuerdo sus permanentes quejas, una frustrante convivencia de la vida y su existencia. Gabriel (su nombre) siempre se cuestionaba el cómo, el por qué, el cuándo y el dónde de todo, hasta de sus inicios vitales.”

Evidentemente ha habido ajustes de redacción y forma en lo que fuese un intento de reflexión filosófica en un personaje particular. Sería un escrito auténtico en una edad corriente de descubrimiento permanente, incluso a día de hoy me sigo cuestionando todo como lo hacía el personaje de nombre Gabriel, para entonces no había fuerza que le diera poder a lo que el pensamiento sembraba tiempo después, cuando una segunda parte fue escrita esperando modernizar la existencia de una idea vacía.

No hay imposibles para el universo y cómo no, para la memoria. Las letras se pueden retomar y nuevamente limpiar la energía con que fueron redactadas, esperar que la mente y el corazón permitan un cruce de caminos sano, de nuevas intenciones y menos frustraciones, hoy sería feliz que la profesora Liliana diera lectura a esto que fue un intento de saltar al vacío.

Porque en las letras, están los caminantes.

AV

27 de septiembre de 2022

Preocupaciones

 

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Hay preocupaciones que nos comienzan a perseguir en cada trayecto como una sombra, se impregnan en cada pensamiento y logran hacernos sacudir hasta el más firme de los huesos como si tuviéramos ganas de bailar en un mundo de desesperados.

Estas preocupaciones deambulan por la eternidad, al principio nacen como una idea recurrente y nos acosan como una canción de temporada, luego se van excitando en nuestra mente y cruzan el pabellón de lo inservible para instalarse cómodamente en algún nervio, como un trastorno.

Las rechazamos con esfuerzo, dejamos que todo fluya y ocupamos la mente en las complejas tareas del día a día, despertamos en el hacer de cada actividad. Estamos programados para ejecutar, pensar lo justo y ser suficientemente necesarios. Podemos invertir las ideas en tiempos de ocio, como crear recetas de coctelería, componer canciones o escribir un blog.

Estas ideas recurrentes que ahora son trastornos, se camuflan en la esperanza de otra idea no tan recurrente. Encuentra en la ingenuidad una propuesta algo donde madurar. ¿Queremos programar un viaje? ¡Qué rico sería ir a otra ciudad!

Allá, donde la ingenuidad se combina con los sueños y anhelos, las ideas recurrentes, los trastornos, los pesares y fobias se sientan a conversar en un foro de inquietudes: ¡Hay que crear una preocupación mayor! – concluyen -.

Somos exageradamente humanos pero nuestra esencia es infinitamente emocional, energética, oral. Allí dónde el habla comienza a dar forma a aquello que la mente objeta, es dónde se confronta por igual el quejido de aquello que no hemos dado atención.

Hay preocupaciones que insisten en permanecer a pesar de que de nuestra parte se haya derrumbado una torrencial lluvia de ideas para darle solución, como si el capricho de existir fuese suficiente para no ceder.

Miramos de manera advertida a todas direcciones, buscamos consejo en otros fulanos igual de preocupados, con asuntos personales que atender, con afanes propios y vacíos existenciales prematuros. A esos fulanos les dedicamos una inquieta mueca de comprensión, porque estamos solos, vivimos en un mundo de frecuentes preguntas sin respuesta.

Cuando damos alternativas a todo aquello que nos aqueja, cada alternativa, como una espina en enredadera, va afilando preguntas que a bien puedan desbaratar el propósito de solución o bien pueden dar complejidad a una preocupación emergente. Como un juego de voces donde gana quien más alto habla.

A cada alternativa se le va dando un plan, una hora, un lugar, unos actores válidos y unos favores. Pero qué lástima es la vida y qué oscuro es el mundo cuando debemos de sobrevivir a costa de la voluntad de un tercero.

¡Qué miserable es la existencia de aquel que depende de otros para ejercer su derecho a vivir!

Nos arrojamos de cabeza al agua, como el ave que caza a su pez, sin miedo al impacto y con la certeza de que se atrapará al pez mismo, jamás pensando en el riesgo de un mal movimiento o la frustración de confundir un pez con un alga. En ese intento de decisión firme y constante vamos atacando a las preocupaciones y creamos propósitos.

No podemos caer en desespero, debemos de dar a lo sereno espacio de reflexión, a lo altivo algo de complicidad y mucha adrenalina quizás, a lo íntimo y personal, algo de olvido, quizás.

Quizás.

Podemos soñar a diario y enfrentar diferentes versiones de nosotros mismos, podemos cumplir las labores del día a día de acuerdo a un plan de acción y en ese plan dejar fluir pensamientos recurrentes, podemos incluso, no hacer nada y allí, en la nada, encontrar ideas perturbadores de lo que la nada misma dignifica.

Fantasías.

Como el aire que respiramos y el café que bebemos, no tenemos la conciencia exacta de cómo y cuando ha sido necesario cada suspiro, cada sorbo de oficina, el origen y destino de los pensamientos que se anidan mientras el café hace su efecto en el empleado del mes.

Mientras el oxígeno se convierte en preocupación.

AV


26 de septiembre de 2022

Tareas de escritorio (Voces)

 


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Hoy amanecí cansado, con un ligero dolor en las piernas como si hubiese corrido la media maratón de la ciudad. Amanecí con el ánimo un poco quieto, con más preocupaciones que ocupaciones (y eso ya es mucho decir), amanecí porque debo de continuar, tarde porque poca voluntad tenía para iniciar la jornada pero tengo a tres bendiciones que alimentar y claro, ellas no permitirían que me quede en cama cuando el plato está vacío.

Hay días que una voz de aliento es algo clave para el devenir del trabajo pendiente, un breve saludo o un cortejo de oficina (de esos que suman puntaje en el escalafón docente). Días en que llegamos con la cabeza tan recargada que al momento de empezar a labrar no sabemos con exactitud cuál es el primer ítem de tanto por cumplir.

Momentos que llenamos con dudas y ansiedad, replicamos canciones a nuestro gusto y dejamos que su ritmo nos vaya despojando de las cargas, pero entonces en la comodidad de un estribillo retomamos ese pensamiento recurrente de asuntos pendientes. Es como si nos gustara sufrir.

A los afanes de la vida siempre nos llega una impresora que no funciona, un internet que no avanza o un tráfico ejemplar que nos encierra en el trayecto.

Afanes que para poderlos sortear nos comparten retos y tareas simples pero con detallitos específicos que nos van estrujando en la ignorancia de la vida. En estos afanes llegan los lunes, con la expectativa de poder dar al inicio de semana ese ritmo de trabajo deseado, planificado, diseñado por nosotros mismos, con nuestro orden y desorden, con nuestra fe y nuestra entrega.

Llega un lunes con el cansancio del deportista de alto rendimiento, con el afán del desesperado que sufre en remordimiento, con la sed músico que no llega a tiempo. Lunes que simplemente juegan en el calendario lunar una fecha más, al igual que ayer o mañana, lo pendiente, pendiente estará.

No es que existan días imposibles sino que solo respondemos con nuestras capacidades a cada espectro de luz que nos va dibujando el cansancio. A estos retos que vamos cargando en la espalda y que esporádicamente van aumentando su peso, damos resistencia física y mental para lograr llevarlos a su lugar de recogida, no solo es cuestión de actitud, porque incluso con el desdén de la vida, hay que cumplir por igual.

Hoy amanecí cansado, con un ligero dolor en las piernas como si hubiese corrido la media maratón de la ciudad. Amanecí con muchos pensamientos reunidos conversando entre sí. 

Ideas de futuros mejores, señales de un presente sensible, canciones de un pasado que yo no pude recuperar.

Hay días que una voz de aliento es algo necesaria, o simplemente es eso: una voz.


AV


24 de septiembre de 2022

Noticias (Recorridos)

 


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Somos creadores de historias con el día que nos llega: Por ejemplo desayunamos algo de fruta, algo de harina y quizás un poco de proteína blanca, o quizás no desayunamos sino que salimos de prisa a llegar a nuestro compromiso (con algo de tardanza tal vez), ahí quizás yace una historia cotidiana que nunca fue anotada en el devenir escolar.

Vemos en el paisaje de la ciudad una cotidiana muestra de distancias y cuentos viejos, aquel edificio gris que ahora es rechazado por los jóvenes adultos, o aquella calle que en su haber ha visto sufrir más corazones que lo que ha transitado por sus alrededores. Aquel parque donde ya no se avistan niños sino jóvenes ansiosos en conversaciones taciturnas.

Nos recorremos permanentemente por toda la vida hasta encontrarnos en alguna canción. Cuando nos enamoramos por vez primera y la asociamos al momento musical de la época, cuando nos enfrentamos a nuestro primer reto mortal (la vida en sí) y tuvimos como respaldo aquella canción desubicada.

Ese recorrido de la vida se sumerge por supuesto en la puerta de los sueños, esos pedazos de muerte que tanto aliento dieron a Edgard Allan Poe; recorrido mismo que se disfraza de experiencia y termina es por envolvernos en ingenuas preguntas sin respuesta, preguntas que se nos reflejan en los ojos, como niños esperando el arcoíris.

Hay silencios cómodos que nos guían a la sabiduría, lo simple de la vida.

Al placer mundano de lo cotidiano: Un dulce de guayaba, una paleta de frutas, un café quemado o por lo menos, una silla en el transporte público.

Placeres que se derivan en reflexiones no tan cómodas: Una enfermedad, la soledad del alma, la silla vacía.

Hay ruido que nos da tranquilidad, como un placebo de la vida: Sencillo, sucio, extenso.

Al placer permanente de los secretos, donde la voz la alzamos con la tranquilidad de saber que nadie nos escucha, nos juzga.

La variable insana de una idea que para otros es una simple tontería pero que para nosotros, en el ruido de lo inservible, puede ser la tabla que nos salve del naufragio: La soledad.

Hay paisajes cotidianos que ya existen desde antes de nuestro nacimiento, que nos fueron heredando en fábulas, en cuentos y anécdotas familiares. 

Los mitos que creamos en el apellido, propio y ajeno: Los amigos.

Somos paisaje para algunos allegados, disfrutan de nuestra presencia y nos dan aliento a la estética que nos hace humanos, nos aportan ideas para ser mejores, otros nos brindad ideas para desaparecernos en el ruido.

Somos seres de constante transformación, podemos ser punto de llegada para algunos y enseñarles lo poco que sabemos: ¿Sabías que “Beat it” de Michael Jackson fue creada con la guitarra de Eddie Van Halen?

Somos puerto de partida para quienes saldrán de nuestra vida en la búsqueda quizás de una vida mejor, servimos de inspiración para no volver a ser lo que se fue.

Dejamos la enseñanza pero nos dieron la lección: ¿Sabían que el remix creado por Bayside Boys junto a la coreografía de la bailarina Mia Frye fueron los verdaderos promotores de “La Macarena” de la agrupación musical Los del Río?

Podemos rodear al mundo con nuestras ideas, dejar en el camino miles de intenciones y a ellas darles nombres y rituales. Podemos ejercer presión sobre cada deseo para que llegue a hacerse realidad y aún así, seguir cayendo en cada espera que nos impone la vida. No es llegar rápido a donde vamos apresurados, es llegar a tiempo aún si la vía está en construcción.

No podemos ofrecer lo que no somos, el poeta no puede mentir en su obra, el pintor no puede negar su intención, el músico jamás entonará la confusión de sus emociones. Todos sonreímos al público pero aun el más infame de los actores, cae ante su propio silencio y deja en el escenario un poco de aquello que lo aqueja.

Precursores de la cotidianidad, escritores de la libertad.


AV



22 de septiembre de 2022

Rastros (Palabras)

 


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Hay días que podemos convivir con la tranquilidad a flor de piel a pesar de todos los pendientes que la vida nos presente en el centro de mesa, días que como hoy, inician con el fervor de una cita importante y se van enrollando en un bucle de afanes, de incertidumbre, de oscuridad, de paisajes sonoros, ruidosos, absurdos, agrios, ingratos.

Nuestros días y noches son palabras que se edifican en el paisaje de lo cotidiano, damos agenda a las horas y cuantificamos los espacios de reposo, nos llenamos de emociones que defienden cada paso que damos, hasta que nos agotamos.

Son aquellos personajes que como hoy, reaparecen en llamada telefónicas que nos afanan, nos inundan de locura y comenzamos a correr de un lado a otro para dar solución a eso que no debería de estar en complicadas vicisitudes.

Cada mañana es un cuento y cada noche una fábula de aprendizaje, cada momento es un derroche de segundos y silencios. Me encuentro en frente de una taza de café esperando iniciar clases, me encuentro conversando en mi silencio con canciones de hace 20 años, me hallo bajo un puente de dudas que están hostigando cada alternativa que aparece.

Me estoy encontrando.

Hay rastros de tiempos mejores que me adornan en decisiones a tomar, se me llenan los bolsillos de fragmentos de historias. Hay retos que he ido acumulando en cada maleta como un anciano que acordándose de su infancia, gasta cuánto motivo para vivir existe, como una ruleta.

Se va desapareciendo el sentido de la vida en múltiples personajes: El profesor, el amigo, el hijo, el productor, el mensajero, el estudiante, el desaparecido.

Me encierro en mis pensamientos como un refugio militar, surgen impulsos de agradecer a cuanto fulano ha estado allí para en un abrazo confesarlo uno a uno mis sueños, mis días grises, mis canciones preferidas, mis derrotas, los temores del tiempo futuro.

Son tiempos de tomar decisiones y dar postura a paredes que han rendido su color al derroche de las horas vividas. Faltos de aire como dice la canción, llenos de nada como narra la melodía, cansados de perder, anécdotas sueltas en el suelo de la habitación esperando a ser reconstruidas en una nueva aventura.

Escritos cortos para dejar en menguante el rastro de una queja, palabras repetidas en cada párrafo.

Titulares de la cotidianidad.

AV

21 de septiembre de 2022

Espectadores (Café)


 Imagen tomada de:

https://dribbble.com/shots/15488442-Night

Night By: Lee Art

Estamos cómodos, nos tomamos un café y pensamos en las tareas del día a día, vamos tejiendo emociones sobre el hilo de humo que huye del envase, bebemos con calma, con la prudencia de un abandonado que llega a la memoria.

Hoy es un día normal para muchos, estamos a mitad de semana y vamos contemplando los deseos de viernes y sábado en la agenda, nos vamos despojando de los afanes que trae el lunes y las exigencias del martes. Nos vamos, diría el rencor de los olvidados.

Es un día de sol para muchos, de fantásticas experiencias para quienes llegan por vez primera al lugar deseado, un día en que el mundo gira por igual para todos, donde la fortuna nos abre puertas y el infortunio cierra cortinas.

Nos envolvemos en las ideas de todo lo que nos identifica, de una taza de café que sirve de testigo a la ansiedad de los jóvenes de siempre, de un cúmulo de imágenes que en pantallas variopintas socaban emociones, suspiran.

Pensarnos en algún momento de incomodidad no necesariamente es una acción por el cambio.

He deseado tanto la comodidad que lucho por ella día tras día. ¿Por qué debo de salir de esa zona de confort por la que tanto he luchado? ¿No es precisamente mi lucha por llegar aquí la que me premia con no hacer nada?

Una taza de café a mitad de la semana, a mitad de la tarde es un premio al esfuerzo de quienes en la noche han entregado sus ideas y mejores cumplidos. No hacer nada quizás sea el mejor regalo para quienes se han puesto la camiseta en nombre de un alto especulador.

Disfrutamos de un buen libro, de una buena conversación con amigos, disfrutamos de cada día que vivimos y de cada año que cumplimos, de cada mirada que se nos cruza en el camino. De unos ojos cafés, una sonrisa o un mensaje de amor en una canción desesperada.

Bebemos de la taza de café, se ha enfriado un poco y el aroma cambia su nota a algo acaramelada, se vislumbra un delgado hilo caoba en el borde, sumergimos pensamientos en la soledad de una cafetería y avivamos el gusto por lo que hacemos y descansamos, por aquello incluso que hemos dejado pendiente.

Desconocidos nos rodean y conversan de temas varios, de proyectos, de sueños, de fiestas pasadas, de familiares que ya no están, de tareas incumplidas, de buenos y malos jefes, algo de romance, algo de política, conversaciones de frustraciones deportivas, de desesperadas búsquedas, de tranquilas emociones. Todos nos rodeamos de desconocidos en un café, todos somos una isla en un archipiélago de comodidades e incomodidades.

Todos tenemos frío.

Me gusta esperar el impacto del paso siguiente, dejar sumergirme en conversaciones taciturnas, ahora todo es escrito, leemos las emociones que nos comparten. Redactamos órdenes y compartimos instrucciones a través de medios digitales, poco a poco vamos dejando de encontrarnos a tomar café, a comer algo de postre.

Nos visitamos en el recuerdo de una caricatura.

Venimos a este mundo a ser espectadores de la democracia, a vigilar las acciones de quienes no conocemos. Venimos a existir y a servir, a dar el apoyo al amigo desventurado o simplemente a dejarnos cómodos en un simple estado de soledad.

Cae la noche en este soleado día, guardamos regalos en la maleta para futuras oportunidades, vamos preparando los argumentos para el equipaje de la mañana siguiente. Nos conformamos con sentirnos libres, con terminar una taza de café sin reproches y llegar a casa a descansar, o preparar la tarea de la correspondiente jornada.

Vivimos a la expectativa anhelando la calma de una zona de comodidad, hablamos con todos de todo y dejamos que se riegue nuestro sentir en el vacío de un día cualquiera. Vivimos, porque para eso hemos nacido.

Se termina la taza de café.

AV


20 de septiembre de 2022

Sueños (Cosmos)

 

Imagen tomada de:

https://www.catster.com/lifestyle/raphael-vavasseurs-cat-art-mixes-comics-with-the-classics 

Cat in Cosmos By:Raphaël Vavasseur

Por lo general nos imponemos retos en el día a día que nos hagan sentir vivos, que nos lleven en un torrente de adrenalina por los caminos de la satisfacción y nos liberen de la depresión. Nos encerramos en pensamientos desafiantes que nos obliguen a desarrollar desde el interior las más osadas acciones con tal de superar aquello que juramos alcanzar.

Es difícil, quizás porque para algunos es garantía de ansiedad y estrés, para otros se convierte en un tobogán eterno de frustración, de golpes contra el calendario, de insoportables ritmos marcados por el minutero de un reloj despiadado y distante. Se hace complejo, porque hasta la más noble de las intenciones conlleva algo de veneno, de estupor en el hacer. Intenciones que se corrompen en ocasiones por el afán de la meta anhelada, lo imperfecto de la humanidad hecho desespero.

Nos equivocamos con frecuencia y de allí arrebatamos aprendizajes a cada asunto, quizás para algunos es menester entregar en terceros la bondad del error cometido, para otros, sea tal vez más oportuno callar ante la falla y fugarse de la responsabilidad, uno que otro es más consecuente y se toma personal la falla alcanzada, dándose latigazos de culpa aún sin ser necesaria la sanción.

Aprender a equivocarnos es una escuela de libre acceso, de muchas herramientas y de pocas aventuras, más bien desventuras.

Aprender a ganar es tal vez un intensivo curso de bondad que se adquiere después de haber cursado muchas clases en la escuela de la equivocación, porque ganar conlleva una responsabilidad para con uno mismo y es precisar lo que se hizo bien en un entorno de enfermas decisiones.

Juramos alcanzar metas para satisfacer placeres personales, nos volvemos hedonistas, nos esforzamos para ser helénicos en luchas en ocasiones inexistentes, solo la vanidad de Narciso, el cantar de un juglar que sin pasión enamora a quien le escuche.

Nos cuestionamos todos los días, nos juzgamos en el silencio de un momento de duda, nos imponemos bloqueos que atraviesan lo mental hasta servirse de una parálisis cognitiva, abrazamos el miedo todas las mañanas y rogamos al santo más popular que nos de una mano en eso que nosotros mismos hemos inventado.

No somos los mismos, las pesadillas nos pueden transformar, sólo las metas logradas nos purifican del barro que ensucia las nobles intenciones acercándonos otra vez a ese niño que observando el infinito se ahoga en sus pensamientos buscando la idea siguiente.

Es importante contar siempre con un amigo o un aliado que nos de la esperanza de que las cosas van a salir bien, que nos acerque un poco a esa realidad inventada y le de una pizca de cinismo, que nos permita entender que todo ocurre a un ritmo que no siempre está en nuestra capacidad de cumplimiento.

Poder contar con familiares que se unan al deseo y den abrazos de apoyo, no palabras de cansancio.

No es para nada sano escuchar aquellas frases que juzgan la idea enamorada, que cuestionan las intenciones encomendadas a lo imposible. De imposibles es que viven los enamorados.

Se nos hace urgente sentirnos vivos no en la meta de un sueño propuesto sino, en el cómplice saludo de cada mañana, que nos de luz y no oscuridad el recibir apoyo de allegados, que puedan entender el vacío en el que caemos cuando el tiempo corre a otro espectral entorno.

¡Qué difícil es poder compartir la visión de la vida a quienes no sueñan!

Es difícil permanecer estáticos en un mismo rincón, por el contrario somos seres inquietos que, huyendo de los propios pensamientos (o peor aún), persiguiendo aquellos pensamientos, somos capaces de recorrer al universo entero para poder llevar la luz a donde la oscuridad nos acongoja.

Pensar en colectivo es una virtud de quienes encerrados en la memoria pregonamos ideas de cambio, a partir de zonas de control emocional. Somos presos de nuestras intenciones.

El reto más grande está siempre en nuestro interior, superarnos y aprender a perdonarnos, ser consecuentes con la escuela del éxito y la escuela del fracaso, soltar ese grillete que a veces como premio nos encuentra en un bucle de satisfacción.

Caminar sobre los sueños, con los pies en la tierra.


AV

19 de septiembre de 2022

Márgenes (Universo)

 

Imagen tomada de:

https://www.behance.net/gallery/13790589/Games-of-shadow

Games of shadow By: Pavlina Jane.

Escuchaba en días recientes el podcast del maestro Juan Jesús y entre las muchas reflexiones e invitados que han pasado por sus minutos de audio, me llamó mucho la atención una frase del maestro (por favor todos de pie) Juan Friedman (pueden sentarse) quien resaltaba que el universo sigue en crecimiento, en formación constante.

Tal como los días de la creación relatados en el génesis bíblico (de occidente), señalaba el maestro Friedman que allá a lo lejos en el espacio hay evidencia de creación constante, de expansión. De nuevos territorios en formación, una mágica relación de la ciencia y la divinidad explicando la creación del hoy. Entender el tiempo en esa estela de años luz que se vuelven complejos aún a los lentes de grandes artefactos creados por la humanidad.

Bajo esta premisa comenzar a explorar lo desconocido en medio de lentes y robots que sin tener consciencia reportan la magia de lo innombrado conlleva a viajar ansiosamente a espectrales territorios en que la vida es una quimera.

Existe mucho misticismo sobre lo que nos rodea, desde las profundidades de un mar que no hemos podido entender ni avistar, hasta el brillo intocable de una luna que aparentemente está estudiada pero que nos observa con el misterio de un profundo agujero.

Una alquimia que convierte la naturaleza pasiva de un bosque en la fría y salvaje humanidad del infierno, distancias recorridas entre cordilleras o constelaciones.

Búsquedas de un sentido estricto de lo humano.

Ignorar el rugir del jaguar, confundir el orden de lo establecido en la colmena con la estrategia de las vainas de orcas caprichosas.

Sentar bandera sobre la blanca y muda cima de la montaña, pisar el rostro del desprotegido con la sima de un gobierno despótico. Querer comprender el corazón del desarraigado o la poesía del enamorado.

Escucharnos en las baladas de un Salmo, en la sonata de un rebelde solitario o la súplica canción de un infante que observa el terror desde la ventana.

El mundo se disfraza de muchas formas y con sus fenómenos escrutados engendra mitos y leyendas, terror en libros de consumo masivo, titulares de prensa en pequeñas localidades o ideas de negocio en grandes redes informáticas, donde lo humano destruye lo que la fe anhela.

Somos seres débiles, sensibles, egoístas, intransigentes, que del dolor sacamos argumento para agradecer más dolor. Entidades con ademanes de irresponsable placer.

Si, el universo se sigue expandiendo y nosotros pretendiendo explorarlo, pretender identificar lo desconocido en un alfanumérico tablero, guardar los descubrimientos en el ego de la academia, en el desespero de la industria.

Mientras el universo se expande nuestro espacio se reduce, pero también surgen debates de otros universos con similitudes de colores y fracciones. Creencias emergen y la fe se sostiene en instituciones excesivamente humanas.

El universo se sigue expandiendo y con él, la búsqueda de la luz.

AV