20 de octubre de 2014

Diego Alejandro Guerrero: La Bella Naturaleza de los Gatos


Imagen Tomada de: Diego Alejandro: Acuarela sobre papel.

Quien haya tenido un gato como mascota sabe lo particulares que son estos animalitos. Son lo opuesto a un perro, no demandan atención, les das cariño solo cuando te lo permiten, son elegantes, a veces caprichosos, son independientes. Te miran y pareciera que te recorrieran el alma, los rincones y recovecos de tu vida y aun así no parecen inmutarse ante el mundo. Los gatos son animales nocturnos y pueden pasar todo el santo día durmiendo. Dicho esto, cualquiera puede entender el por qué a Armando le queda tan bien su apodo, Don Gato.

Ciertos apodos parecen nombrar al sujeto de la parte por el todo. Me explico: si a alguien le dicen “cañengo” pues no ha de ser por su belleza exuberante, más bien, por una belleza exótica y muy particular; a una mujer que le digan “mona”, oh, muy difícil, saberlo, su cabello rubio y así con cada uno de los apodos con que renombramos la gente que nos rodea. Pero es que ningún otro nombre, ningún otro apodo, parece describir mejor al propietario de este blog.

Desde hace poco más de un año lo conozco, en persona. Lo sigo desde qué… tal vez tres años o cuatro, no sé. Y lo poco o nada que llevo de conocerlo he aprendido, de entrada, que Gato, pase lo que le pase, cae de pie. Tiene una verraca manía, un don natural, una súper habilidad para meterse en unos dilemas, en unos asuntos, en unos problemas, que a su lado mis dilemas, mis asuntos, mis problemas parecen un picnic, la salida a recreo de un jardín infantil, eso. Gato es bello metiéndose en ese tipo de líos, pero también es experto en caer de pie. Es eso o es El Buki que cuida de sus cachorritos.

Gato sí, es caprichoso, pero hay que entenderlo. Después de conocerlo uno aprende a llevarle las ideas, aprende a decirle “no” a algunos de sus disparates y en ocasiones a aterrizarlo un poco. Es un hombre disperso en determinados momentos, pero cuando no debe serlo, oh, sí, siéntense y admírenlo: es el tipo de persona que saca adelante en un mes un proyecto de grado, que en un fin de semana estructura dos o tres propuestas de trabajo pero que además saca tiempo para ir a cine con sus amigos.

Él es de ese tipo de gatos de corazón noble, sencillo, que sabe llegar a la gente, que sabe leerla e interpretarla. Y así esté rodeado de mucha gente, y todos rían y  canten y gocen y beban, él va a saber (sin que nadie evidencie nada) cuando uno de sus amigos, cuando alguien de su manada, tiene una pena o lo agobia o lo entristece algo. Y cuida de su manada, no importa si tiene que sacrificar uno de sus domingos que usa para dormir a pierna suelta para ir a consolar a uno de los suyos, no importa, existe un código que va más allá de cualquier cosa, un código inquebrantable que mantiene en orden el universo.

Si algo he aprendido de él es que Dios, El Buki, la vida, la aleatoriedad del universo, el azar, llamémosle como queramos llamarle, trabaja de maneras misteriosas. Esa parece ser una constante del firmamento. Lo digo por una serie de hechos que voy a listar pero que no pretendo entrar en detalles, basta con decir que Gato, de una extraña manera, ha estado cerca de mis círculos de trabajo y sociales. Cuando él dirigía el Festival de Arte Joven de Cali, creería que tuve que llamarlo en un par de ocasiones para solicitarle información del evento; y de cierta extraña y misteriosa forma, fui testigo (sin saberlo en ese entonces) de uno de los momentos más ¿difíciles? ¿Dolorosos? ¿Tristes? (que decida él como adjetivarlo) de su vida. y sí, hay varios momentos así… la vida trabaja de maneras misteriosas.

Gato siempre me asombra. En este tiempo de conocerlo, también me he ido en él reconociendo. Sí, ambos somos un par de inviables, de esos que pueden estar escuchando la perfecta canción rock de desamor y quince minutos después están hablando de la importancia y del aporte de artistas como Juan Gabriel, Luis Miguel o Rocío Dúrcal. De esos inviables que pueden establecer diferencias entre la Liga de la Justicia guionizada por Grant Morrison y la Liga de Justicia, la actual, guionizada por Geoff Johns. Para el resto de gente serían los mismos héroes dándose en la jeta contra los villanos que ponen en jaque el orden mundial y que quieren ver el planeta arder, pero no, él y yo sabremos encontrar diferencias, detalles, minucias, no. Así somos de inviables.

Tal vez otros lean con otra mirada a Gato (sí, Gato, no Don Gato. Para mí es Gato, Gato con G mayúscula, sin el Don, no porque no lo respete sino porque lo considero cercano, mi amigo). Tal vez otros sepan decir más y mejores cosas de él, tal vez tengan una sola anécdota que lo defina como persona, que abarque más de él que estas sencillas líneas pretendían hacerlo. Yo tan solo quería hablar de la bella naturaleza de los gatos y termine hablando, esbozando, delineando la naturaleza de Gato, Don Gato.



DA

1 comentario:

Lexsinger dijo...

La belleza de las letras está en lo simple de narrar una naturaleza, sin caer en el ensalzamiento fanático, sino llevándonos con buen ritmo por la admiración argumentada. Muy lindo, Arque.