3 de octubre de 2014

Proyecto 31: Una Canción.




Desde muy cachorro he sido fuertemente influenciado por la música, el manejo de mi tiempo libre y la manera de sacar provecho a mis actos ha estado acompañado de alguna canción, de algún ritmo o sonsonete. He sido desde joven un ser demasiado musical, desde un melómano que disfruta de grandes artistas y producciones, hasta un insensato y curioso que ha acudido a la composición y reproducción de ritmos para encontrar nuevos, para saciar ese placer sonante de estar siempre en conexión con el universo.

Hablar quizás de música es lo que más ha caracterizado a este Blog – y a mi vida por supuesto – pues me atrevería a afirmar que cada etapa de mi vida ha contado con su propia banda sonora, desde gustos musicales derivados del ocio hasta elegantes canciones pre seleccionadas para acompañar mis momentos de estudio o producción intelectual.
De una parte podemos resumir todo en lo que en aquel 2007 definimos con Proyecto 24 como las 24 Canciones más Significativas  para mi vida, y sí, realmente lo fueron, tendría que sumarle a cada una de ellas otra más, por aquello de que han transcurrido desde entonces ya siete años y con ellos muchas experiencias y aprendizajes, también tristezas y dolorosas partidas y como no, han surgido nuevas canciones y tendencias musicales.

Recuerdo mucho las influencias de Juan Luis Guerra en mi infancia, aquel año de 1990, un año espectacular: Recordar en casa desde temprano en la mañana aquellos juegos de fútbol que se daban en Italia, recorrer los almacenes de La 14 y estar en la zona de galletas Noel, aquel manjar de principios de década rodeado de adultos, y yo un infante de siete octubres de vida asombrado viendo una gran torre de galletas de todos los colores, allí siempre recordaré esa mágica melodía de “Burbujas de Amor” del maestro Guerra. Imposible olvidar las canciones de Jerry Rivera o Victor Manuelle en años posteriores, en una pre adolescencia muy marcada por el romanticismo de esta nueva ola de la salsa que para entonces, agradaba a grandes y chicos.

Una canción como se mencionó en aquel Proyecto 24 será recordada siempre por la razón que se le acuse, otras están en el anonimato del Blog, pero una fuerte tendencia siempre las ha traído a estas letras. Caso como lo fue Soda Stereo, ese eterno Sentimiento Stéreo que todos llevamos por dentro, o canciones que marcaron partidas y desapegos, desapegos, esos pedacitos de muerte.

Quizás pueda tomarme muchas páginas para explicar una sola canción, tarea más que difícil, imposible. Puedo quizás, pero solo quizás, atreverme a recorrer la memoria y con ella disfrutar de su melodía, ejercicio que se ha intentado dar desde principios de este post lamentablemente no es total el recorrido que se pueda dar, ni suficientes las canciones que se puedan mentar; al mejor estilo de Proyecto 24 podría intentar dar con un listado de 31 canciones, pero ese ya no es el propósito de este nuevo proyecto, porque la intención, la invitación ahora es pues visitar la reflexión como a ese familiar que hace mucho no vemos, visitar las emociones y los sentidos y darle autocrítica a lo que nunca ha sido cuestionable.

De esta manera, hablar de una canción es para mí hablar pues,  de un universo, de una identidad, hablar de nosotros mismos en quizás esos casi cuatro minutos que puede durar la rola en el estéreo.

Una canción,

Una canción, un silencio.

Si hay una canción que me devuelve el alma a recorrer cada rincón de mi vida, a darle color nuevamente a cada texto y contexto de lo que he vivido, una canción que pueda darme en los libros lecturas y escrituras es una en particular.
Una canción que me permite saberme entender y conectarme fuertemente con mi lado sensible, permitirme producir nuevas creaciones literarias, casi que una oda a la inspiración.

Alphaville es una agrupación musical que nació en el año de 1983, es decir, hace 31 años. Su primer disco fue “Big en Japan” y con este material fue que lograron el ascenso musical de su carrera, como dato de interés esta agrupación antes de llamarse como se le reconoce, optó primero por usar el nombre de “Forever Young”, para el momento de publicar su primer disco fue que decidieron cambiar de identidad pero ese nombre quedó grabado para la historia al ser utilizado para una canción; Forever Young  es precisamente esa canción que me ha permitido darle atención a aspectos que no le había dado importancia en otras latitudes. Es una canción que además de su letra, su melodía se deja acariciar, se deja distraer, como duende travieso me transporta a otros mundos y a otras letras, me cuestiona, me lleva a las páginas de Victor Hugo para recorrer esa Francia romántica, pobre, sádica, enferma, histórica, miserable.

Es una canción que me seduce en su desesperado grito de buscar una vida mejor, me invita a conectar los puntos, querer ser joven por siempre, querer ser sensato con los deseos, querer ser alguien para alguien, ser ese eje que le da fuerza y vida al que ha perdido la fe.

Forever Young es pues quizás una de esas canciones que ocupan un lugar de privilegio en mi memoria y mis gustos, una canción que también tiene ahora 31 años de haber llegado a la radio, de haber dejado huella en los jóvenes inconformes. Hay muchas canciones, lo sé, no puedo ser infiel ni insensato con mi pasado o mis gustos musicales – que por cierto son muy variopintos – pero sí debo ser sensato con esa canción especial, no porque me recuerde a alguien, tampoco porque sea una canción que su composición haga referencia a problemáticas sociales o de amor que sean importantes, no es una canción que instrumentalmente hablando sea única o especial, de hecho es básica, simple.

Es una canción quizás porque se conectó conmigo, o yo con ella, da igual.

Es una canción que bien podría darme tema de conversación en un café o en un salón de clases, porque al escucharla es como si se activara ese espíritu poderoso de la razón que tenemos en el interior y pidiera salida, pidiera espacio para hablar e interactuar con otros, compartir puntos de vista, dejar fluir las ideas y ser sensato con el corazón. Quizás no sea la mejor canción de la historia de la humanidad, ni sea ese “Let it Be” que llevo como rezo sagrado al culto, sea simplemente una canción que supo llevar en sí esa fuerza que para entonces llevaba acumulada en mi interior.

Forever Young.


AV

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