17 de octubre de 2022

Torbellino (Soliloquios)




El reloj no se detiene, la energía continúa en movimiento y las emociones se aprehenden de cuanto recuerdo deambula en las paredes.

Hay sonrisas que inevitablemente siguen vigentes en la memoria, se aparecen como un virus que se apodera de la memoria interna.

Hay canciones y momentos que siguen vigentes sembrando sentimientos distintos a los que quizás en su tiempo fueron ejemplares, hay un vacío enorme que se vislumbra a lo largo del horizonte, donde el atardecer ruge con su rosa y naranja querer.

Son días de cambio, sí, tiempos de transformación y claro de quejas y sollozos.

Me encuentro sentado en soledad viendo el fin de semana terminar su jornal y en la oscuridad de un viaje, ver anochecer todo aquello que transmuta a la soledad.

No imaginé que todo retornaría en un torbellino destructor, que todo eso que con amor se ha conservado en la gaveta, ahora empezaría a dar pulla y a escapar uno que otro quejido en mi interior. No lo creo, porque siempre le he dicho a todo aquel que me ha consultado por mi sentir, que todo lo tengo en un sentimiento de amor incurable, que en el perdón y la reflexión guardo paz por aquella persona que con tanto amor me brindó importantes días de su vida, pero algo me ocurre. 

Algo oscuro me abraza, algo ininteligible me empuja a conversar con lo que ha callado siempre, me alega por esto y lo otro, me resalta lo que está ausente o lo que fue llevado sin avisar.

Me da malestar y con el algo de indignación ante el espejo, me resisto a dejar que lo que otrora octubre fuera amor y luz, hoy sea silencio y pesar. Me niego porque ante todo a la memoria hay que darle la paz que en los actos del pasado fueron tejidos de amor.

Pero el amor duele, duele cuando no está.

Duele el amor cuando se ha terminado y se recuerda en una canción o una fotografía. Porque no la canción, ni la fotografía son culpables de haber registrado una gran felicidad en un momento determinado de la vida. Duele porque a la memoria solo se llega de manera individual, en soledad quizás, o en letanías tal vez.

Ha sido un fuerte día porque si bien se ha dado al proceso la correspondiente labor de esperar, inhalar, exhalar, respirar y sollozar, no es suficiente.

No.

Meses de cambio, de transformación y en ella, de divagar ante los deseos del futuro y los deseos del pasado. Qué fuerte es encontrar diferencias en aquello que fue soñado a cuatro manos y a dos voces, con aquello que hoy es soñado en soledad.

Se aprende del error y se hace la labor de revisar todo aquello que se pudo hacer mejor, se aprende en uno mismo, pero no os digamos falsedades y es que aprender desde el otro no es una labor vigente, por el contrario se nos vuelve una muralla de imaginarios y mitos sin fundamento, una colosal plegaria de nombres, objetos y pendientes.

Hay tiempo para recrear en el olvido todo lo que a bien debemos de ajustar para que el camino que se recorre sea un trayecto amigable y poco doloroso, si bien hay paradas técnicas en dónde el llanto y la desidia retoman protagonismo, son precisamente esos mismos sucesos los que van dando valor al aprendizaje y cómo no, al agradecimiento.

Tiempos por igual en que sin andar de a mucho, estáticos en una cama o en un sofá se sobrepone a la nostalgia y se da paso a un sinsentido de excusas.

Me declaro, pero no me escucho.

Me pierdo en torbellinos, en excesivos pensamientos, furtivos algunos, otros llenos de canciones y melodiosas esperanzas.

De seguro alguien me está esperando en la parada del bus.

AV


12 de octubre de 2022

Transformación (Apuestas)

 

Imagen tomada de:

https://the-art-trench.tumblr.com/post/175579978523/ahsoka-tano-as-a-cat

La vida nos da sus lecciones de alguna manera, ajustada a la realidad que estamos acostumbrados a navegar, no significa lo anterior de que haya aprendido algo en los recientes días o que quizás de mi parte haya un crucero emocional en diversos umbrales hasta llegar a la verdad requerida, no.

Sigo en tránsito.

Estas lecciones se dan porque en el momento de recorrer los pasillos de lo indomable nos acomodamos a lo absurdo de lo obvio. Me explico. Somos sujetos de emociones fuertes, nos confrontamos a diario en decisiones, temores, confusiones que en su mayoría siguen vigentes, allí yace la base de lo absurdo; nos acomodamos a lo conocido y de eso apartamos lo feo para endulzarnos con lo fácil, lo obvio.

Si somos seres dramáticos, la vida nos dará el drama esperado y con este el aprendizaje sin hacer falta el correspondiente juego de luces y confetis. Si somos seres de silenciosas acciones entonces la vida de muda manera y con el frío de otoño nos golpeará tan fuerte que pensaremos que ha sido una señal.

No es pues que tengamos que recibir una notificación con el mensaje explicado y con correspondiente infografía, a veces es solo mirarnos al espejo y reconocer en esos ojos el estado del alma.

Conversaba con una especial amiga de la vida y a bien coincidimos que el tiempo y espacio han estado en permanente transformación, en giros que para algunos como nosotros, los cachorros de ayer y hoy, hemos confrontado con lo más significativo de nuestra vida.

La fe.

La pasión.

Coincidimos además de que hay que descansar, es momento de una pausa y con ésta de un ejercicio de replantear todo aquello que condicionamos importante. Porque lo importante fue pero no sabes si lo siga siendo. Porque lo que amamos ahora no existe o se ha transformado. Porque lo que nos dignifica ahora no nos reconoce de la misma manera.

Es el efecto helado de chocolate, donde lo amamos de infantes pero ahora de adultos muchos se han alejado de ese sabor en particular. Aquello que construimos con los anhelos de juventud se va reconfigurando con las ansias de la vida adulta. Es coincidir en cada mensaje que nos llega en forma de tarea, viaje o promesas.

Es la vida y sus lecciones un permanente escollo de tropezar con la misma piedra mientras no se aprenda por qué está allí esa piedra. Nos quejamos claro, porque es un deporte de infinitas acciones. ¿Aprendemos?

Pero es cierto por igual que la manera de aprender varía en cada personaje, cada mensaje tiene una codificación mística que permite que se de esa transformación anhelada y no la otra transformación, la permeada.

Somos sujetos de emociones, insisto. Somos seres en tránsito, resisto.

Cada reto que construimos a lo largo de la vida se nos va convirtiendo en un aliado o un antagónico y allí no podemos permitir ser víctimas de las emociones ni tercos ante las señales pero qué difícil que se nos convierte el caminar.

Soñar.

Han sido días muy difíciles en los que la solución a cada reto se ha dado en personajes y palabras de aliento de diferente origen, no necesariamente del nido central o las zonas de confianza.

A veces, solo a veces, se escucha el ruido demasiado tarde.

AV



11 de octubre de 2022

Transformación (Preguntas)


 

Imagen tomada de:

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Hay momentos en que de lo más profundo del corazón surge esa inquietante pregunta que de algún modo, sigue vigente en todo aquello que el profesor Salazar reza como “transformación”. Observo al sujeto del espejo y en sus ojos cansados encuentro algo de expectativa, quizás haya pasión vigente, se tenga en buen tenor la vocación por hacer de este un mundo mejor, quizás simplemente sea el rostro de una sorprendida mueca de adultez.

Han sido semanas de mucha presión, semanas en que me he encontrado en el borde del abismo observando el fondo de este como una pileta de agua cristalina, jugando con las palabras no dichas. Me asfixia el silencio, siento que me aprieta el alma y me estruja el estómago, ser resiliente se vuelve una lucha permanente de pensamientos propios y esperanzas insanas.

Entonces me pregunto en constante momento desde la semana pasada a nuestra lectura si todo esto vale la pena. Me asomo por todos los rincones que la vida me deja perdiendo en cada uno de ellos algo de mi fe. Me asfixia la soledad, no tener un equipo de apoyo, un círculo que nos rodee con sus reclamos, sus apreciaciones de lo mundano o sus visiones de lo futurible.

La nostalgia se convierte en sed, seca a garganta y en lamentos nos hace imaginar alternativas condiciones de vida, quizás en alguna de ellas las cosas salen bien y nos dejan libremente caminar. El hombre del espejo está cansado, veo tristeza en sus ojos, algo de buen humor en sus palabras pero la tristeza no se puede ocultar por más maquillaje que se interponga en el cascarón.

Una nostalgia que con el deseo de lograr cambios significativos se sumerge en esa pregunta transformadora, momentos en que el esfuerzo ha sido tan digno que es solo fantasía. Días en que la dedicación ha sido atrapada por la falta de voluntad de quienes dicen ser nuestros aliados. Una soledad que trasciende lo emocional.

Un silencio angustiante, frío, calculador, intransigente.

Egoísta.

A veces se siente algo de calor y uno se ilusiona con merecer algo mejor. Que el tiempo no se detiene pero nos lleva en su carril veloz. A veces se siente algo de calor y en confianza avanzamos con las ideas propuestas, con el buen ritmo de la esperanza. A veces, solamente a veces.

Con ilusiones labramos el plan pero con acciones es que vamos escapando a los atisbos de los tiempos difíciles y es preciso allí donde concurre nuevamente esa pregunta transformadora.

Sentado sobre un banco de madera, bajo un árbol de guayaba y con la frescura de una tarde de octubre, de esas que amenazan con lluvia, siento ese frío del alma al interior del estómago. Me avanza un calambre sin precisar, una angustia que me recuerda que todo sigue su curso, como el avión que va en picada, o la alta ola que ya en su pico más alto emprende el viaje a tierra (con ganas de llevárselo todo).

Camino de lado a lado, me hago preguntas y las respuestas me arrancan la calma, me llevo en los bolsillos las preocupaciones y encuentro alrededor soledad, desinterés, impaciencia.

No juzgo a quienes no están, porque sería insensato con quienes han estado, por supuesto. Pero qué clamor que contrae a todo esto el ver que quienes dicen estar, están ocupados.

Bien podría acusar al viento y sus corrientes que no son asuntos de voluntad sino, de agenda. Inconcebible que día a día, se llegaron a cumplir hasta 6 meses esperando a que alguno de quienes hoy leen estas letras, sacaran un espacio para escucharme, para proponerme, para caminar de mi lado o simplemente, para decir: no, gracias.

Una fragilidad que se convierte en pesadilla, una mirada del contexto que se nos escapa en buenas intenciones y va alejándose en el libro de las preguntas. Momentos propios o ajenos, aprender a sobrellevar en el peso del camino los rechazos y desplantes que la vida y sus principales actores nos va germinando.

Se quieren muchas cosas pero ante todo, la terquedad y perseverancia se atrapan en el frio silencio de la soledad. No tengo claridad si es virtud o defecto, si es una intransigencia enfermiza o una resiliente etapa de vida, un camino de casi cuarenta años o un desliz de los últimos cuatro.

Un libro de preguntas que escribo a diario como parte de una transformación no deseada, es claro que nadie quiere que le arranquen de la manera más intempestiva todo aquello que alguna vez dio identidad.

Hay momentos en que de lo más profundo del corazón surge esa inquietante pregunta que de algún modo, sigue vigente:

¿En qué momento se fue todo al carajo?

AV


3 de octubre de 2022

Correspondencia (Refugiados)

 

Imagen tomada de:

https://64.media.tumblr.com/tumblr_maaz8mBp021qdh7g0o1_1280.jpg

“Night is the Mother of Counsel” By: CatalinPrecup (2012)

Ha llegado el momento de poder fijar la mirada en el espejo y escudriñar en ella todos los temores que tanto se han cargado en el tiempo. Vislumbrar en la retina del otro, el del espejo, esas dudas que uno siente que viajan en las articulaciones del cuerpo humano, el cuerpo vivo.

Momentos de entender las emociones y aprender (otra vez) a pilotear esta nave para no accidentarse en los terrenos de lo inverosímil. Momento en que parado sobre la arena observamos una inmensa ola que ya levantada en su pico más alto, besando al sol y dando colores al aire comienzo a tomar la fuerza para arrasar con todo aquello que no esté preparado para seguir en pie.

No estamos preparados para los cambios, no somos responsables de los caprichos del azar. Somos métodos, somos historias, somos caricaturas. Somos palabras que se refugian en el discurso de un tercero, somos testigos de caminantes que han dejado de soñar.

Nos refugiamos en cada consecuencia que las circunstancias exprimen, como un juego de palabras en un entramado de adivinanzas, donde todos somos buenos, somos trabajadores, donde todos somos la evidencia de una vida pasada, donde nos entendemos por miradas cansadas y no por las expectativas de la memoria.

Ha llegado ese momento de comenzar a caminar hacia adelante aún si duele el trayecto, de guardar en silencio los dolores y esperar que quienes observan guarden prudencia en vez de importunar con sus preguntas o incluso, intervenir con sus acciones llenas de sal.

Caminar de modo tal que sigamos haciendo historia con las huellas que quedan en la arena húmeda, donde la conciencia nos deje luchar contra nosotros mismos si es necesario, donde nos podamos defender de los malos pensamientos y dejar en correspondencia mil y un historias que hayan transcurrido en la pantalla de un viejo cinema.

Momento en que las historias que vivimos son propias y en silencio se condensan emociones antes no identificadas. Emociones que no cuestionan y con algo de rabia o temor, nos empujan hacia el bullicio de muchos ignorantes.

No entendemos en su totalidad los sentimientos que nos fluyen en soledad, aquella rabia sobre los que no están, o aquel amor imparable que ante la amistad surge a pesar de no estar siempre correspondido. Sentimientos que nos pueden mostrar la luz en la escalera, sentimientos que nos pueden barajar las posibilidades de vida que podríamos a bien recorrer.

Sentimientos que nos esclavizan sin importar el origen que tanto nos estrujó.

Caminamos para dejar al futuro una semilla ajena a los registros del pasado, porque no queremos revisitar los dolores de quienes alguna vez lo intentaron, ni tampoco recaer en las emociones perdidas de quienes en nombre del amor, se encerraron en soledad. Es mejor pensar un futuro donde la libertad sea sinónimo del deber cumplido, de aquello que murió con una sonrisa en el rostro y no con una mueca de tragedia en el alma.

Alguna vez esperé que todo retornara con la misma benevolencia con la que hemos dado la mano, a pesar de no suceder, siempre nos regimos a la buena fe, a la voluntad que nos hace humanos.

Imperfectamente humanos.

Una vez escribimos una historia nacen de ella preguntas y personajes que van a querer tener su propia página. Una vez tomamos decisiones, aparecen dolores y pensamientos que ponen en tela de juicio cada consecuencia de la decisión tomada, para bien o para mal terminamos siempre en el péndulo de un silencio incómodo y adulador.

Llega el momento en que no podemos determinar si lo que hacemos es parte de una idea oportuna o es un tiro cargado de azar. Rogamos por alcanzar la meta y en ella la tranquilidad de lo que siempre nos ha significado el esfuerzo invertido.

Recientemente vemos en el abismo el reloj marcar cada minuto, sentimos el vértigo y recordamos las palabras y miradas de quienes se oponen de manera directa o indiferente a lo que nos reza.

Dejamos que todo aquello que nos convoca sea amable con nuestro ser a pesar de saber en el fondo lo duro y espinoso que es todo aquello que implica lo que hemos construido. Dejamos todo en una hoja de ruta que por ciertas condiciones se lleva lo mejor de nosotros.

Nos sucede todo aquello que merecemos.

AV