31 de octubre de 2014

Clara Barrios [La Vaca Madrina]: Correr el Riesgo




Lo conocí por twitter, una vaina rara en la que me metí un día y en la que pronto algunos empezaron a festejar todas mis guachadas. Armando era (y aún es) de ese combo selecto que se divertía con mis ocurrencias y mis historias médicas sorprendentes.

Cualquier día, interactuamos y armamos recocha, es lo divertido de una red social donde somos distantes pero de una u otra forma, cercanos. Conté con la suerte de compartir el gusto musical por Arjona (lo sé, eso no es de personas normales) y coincidimos en una ocasión en Bogotá, un día cualquiera, no planeado, tan casual fue que me encontraba pasando una tusa asquerosa, de esas que no te dan ganas de hacer ni mierda, solo acostarte a dormir y esperar a que el tiempo pase y sane todo el dolor…   

Aun así, no se rindió ante mi negativa de salir, me dijo que nos viéramos, que me animara un rato y accedí no sin antes pensar fatalmente: “¿Y si es un asesino en serie?”  “¿Y si me termina haciendo pedazos y zampándome en una bolsa negra?” cosa que luego descarté porque para picar todo este cuerpo de 85 kilos se necesita mucho trabajo y esfuerzo y no creí que nadie se pusiera en ese plan tan jarto.  Luego de ese mundo de reflexiones traídas de los pelos, me embarqué en el taxi y luego de dar muchas vueltas, de que el taxista dijera que no encontraba la dirección para clavarme con el taxímetro, llegué al bar.

Gato, no tienes idea de cuánto agradezco haberte visto esa noche, no hablamos nada de servicio, no cambiamos el mundo, pero me hiciste reír y en esos momentos créeme que lo necesitaba.

Luego de ese encuentro, vinieron muchos más, recuerdo la vez que nos fuimos para Theatron a buscar lo que no se nos había perdido y cuando entramos todos buscamos por todos lados y Armando no aparecía, lo primero que creí  fue que se había metido a vagabundear con alguien en el baño porque para remate estaba convencida de que era gay (después me dijo que no y me sentí como un culo, en especial porque el maricómetro me había fallado). Lo llamé al celular y así, con esa frescura que lo caracterizaba dijo que en la entrada le querían decomisar una caja de tabacos y que prefirió devolverse para su casa, nos dejó botados el muy infeliz pero creo que yo hubiese hecho lo mismo en su lugar.

Ya han pasado 2 años desde esa vez y aunque nuestros encuentros no han sido numerosos tengo la fortuna y la certeza de que puedo contar con él, con su apoyo, con su comprensión, no somos perfectos y quizá no seamos los más sociables pero en eso radica nuestra amistad: en estar “a pesar de…” y sin importar qué.

Hoy, cuando tengo la oportunidad de escribir sobre Armando, a quien siempre he preferido decirle Gato, me siento honrada de hacer parte de este proyecto tan especial, de ser parte de sus 31 personas favoritas, estoy convencida de que si esa noche hubiera preferido no arriesgarme a conocer a alguien de quien no sabía absolutamente nada, a quien no había visto jamás, cuya cara era un misterio para mí, me hubiera perdido de mucho.


Siempre creí que tener amigos era sencillo, en especial cuando se comparten afinidades y a veces hasta odios en común, pero no es así, va más allá de eso porque hoy puedo afirmar que quienes hoy se consideran mis amigos me aman más por mis defectos y errores que por lo bueno que puedo tener, que me aceptan con amor y que aunque no todo es color de rosa estoy segura y protegida. 

Eso me pasa contigo, mi gato querido, te conozco poco pero te quiero por ser tú, extraño, huraño, despistado, soñador y ¿Por qué no? Con cara de asesino en serie.

24 de octubre de 2014

Jhon Becerra: Avena & Pandebono.





Avena y pandebono.

Más pandebono porque nos quedó avena. La charla se prolongaba y la tarde caleña nos acompañaba con su brisa. Veíamos la gente pasar con sus afanes de centro comercial. Mientras tanto, para nosotros la política y la politiquería regional eran terreno de conocimiento mutuo. Secretos de corredor de movimientos y jugadas electorales. Así puede ser una tarde con él. Simple, tranquila, enriquecedora.

Lo conocí por una de esas coincidencias de las redes sociales. Tema de cine. Con mi defensiva aproximación coincidimos para vernos en un lugar que estaba condenado a desaparecer al mes siguiente. Un lugar que para él tenía muchos recuerdos de logros fílmicos. Eso compartimos la primera vez. Ese día ni recordaría su nombre, solo su alias de internauta. Y no fue avena sino café.

Siguieron los encuentros mientras mi permanencia en Cali se prolongaba. Nos reuníamos y pasábamos mucho tiempo conversando eufóricamente. Como esas conversaciones de avión que comienzan intensas y terminan apagadas por el ruido de las turbinas y por los miedos compartidos. El centro comercial, el que fuera, era testigo también de los silencios. Gente que seguía pasando a nuestro lado y nosotros acompañados de los proyectos que en la incertidumbre nos daban impulso para seguir.

Entonces, ¿vas a Bogotá a exponer tus ideas? Pues quiero ir a ver eso. Camarógrafo improvisado en aquella ocasión. Compañero porrista. La mirada que en medio de tanta gente animaba a seguir. Descubría de esa manera la fuerza de sus ideas y la capacidad de presentarlas con pasión. Ese discurso digerido con el tiempo que sale a golpear argumentos, a mover paradigmas, a cumplir su propósito.

No voy a negar que en algunos temas no coincidamos. En otros, simplemente no tengo conocimiento, solo aprendo. Lo que sí es seguro es que cada vez que hemos tenido la oportunidad de conversar, salimos enriquecidos.

Valoro su tolerancia. Su capacidad de luchar contra ese gigante que es El Sistema y al que le hemos inventado mil maneras de burlar, a partir de experiencias cercanas, familiares, multiculturales. Y a pesar de la distancia, llegamos a compartir anécdotas de esa intención de romperle el brazo a lo establecido sin caer en el delito. Una complicidad que patrocina y alienta.

Salí del país y pretendimos continuar con las andanzas. No es lo mismo. No hay red social ni plataforma que remplace esos encuentros. Cada vez que volvía de vacaciones a Colombia, ese lugar en la agenda ya estaba definido. Cumplíamos y eso hacía que nuestra amistad creciera, se fortaleciera. Tuve que ir a la corte del perdón aquella vez que estuve en Colombia y no nos encontramos. Uno se puede justificar diciendo que ese tiempo se destinó a la familia o a otras ciudades pero al final uno se da cuenta que no era una falta hacia el otro. Que en realidad era uno mismo negándose a lo que realmente vale la pena: el tiempo y lugar con los amigos.

Incluso llegamos a hacer planes decembrinos aunque no coincidiéramos de país. Quedó en eso. Me contó una idea de viaje que no me llamaba mucho la atención pero que solo por el hecho de hacerlo juntos me hubiese gustado hacerlo. Quedó y está en la lista de pendientes. Espero que pierda ese estado en un futuro próximo.

Me ha pedido favores que no he podido cumplir. Soy bueno diciendo que sí y al final termino enredado en mis promesas. He querido involucrarlo con personas que podrían impactarle positivamente en su vida y no lo he conseguido. Aún así, en ningún momento he visto cuestionado la amistad. Este escrito es prueba de ello. Porque la paciencia y el respeto son claves en la construcción de este tipo de amistad.

Uno de esos días estuvimos en un bar con otros amigos celebrando su cumpleaños. Lo disfrutamos hasta el último trago y la compañía permitió conocer otras facetas de cada uno de nosotros. A eso me refiero cuando hablo de los encuentros que permiten hacer crecer lo que hemos decidido tener y valorar.

Respeto y admiración. Y mi deseo de que se puedan repetir esas medias tardes en centro comercial, hablando de política, de cine, viendo la gente pasar, con las ilusiones acomodadas al lado de la avena y el pandebono esperando los merecidos silencios.   

Ahora mismo mi gato me molesta en el teclado y no quiere dejarme escribir. 
Esto es para él.



23 de octubre de 2014

Maria Fernanda Álvarez: Gat0!




¿Y qué se podía esperar de una amistad que se hizo fuerte gracias a un músico y productor nigeriano-sueco nacido en Enugu? Una mezcla de cosas que ni se tiene claro qué es cada una, pero que produce éxitos tan grandes como su gran sencillo It´s my life! 

Porque somos una generación que a pesar de haber nacido en los 80´s, crecimos en los 90´s al ritmo del House de Mini T-K, entonces era frecuente que nos preguntáramos What it´s love? Baby don´t hurt me, don´t hurt me no more!! Esta cursilería que nos posee no puede tener otra explicación. Tal vez algún día entenderé cual es la razón por la cual siempre que hablo con el apreciado felino una bola disco comienza a girar en el ambiente. Aún no lo tengo claro.

Nuestros encuentros en Bogotá siempre estuvieron mediados por tragedias tales como me quedé sin donde dormir o bien, la cucharita se me perdió. Siempre llega a casa a tomarse un tinto con cara de “La cagamos, pero ya que carajos” Un tinto, un Marlboro y un atardecer.

Claro está que tampoco he conocido alguien que el mismo nivel de tragedias lo tenga en suerte. A muchacho si siempre le sucede algo inesperado que hace que aquello de lo cual estaba diciendo La Cagamos! Se convierta en una anécdota más de esas de las de sentarse a reír.

Un rolo, que vive en Cali y es hincha de Nacional… pues anda que si me ha dado duro en los momentos futbolísticos, pero bueno… que más se puede esperar de alguien así. Siempre le he dicho que tarde o temprano vendría el desquite. Por ahora solo reiremos y reiremos y la casaaaa tumbaremos!!!

Este Felino como la mayoría de su especie, suele tener características bien determinadas y dado que no soy una erudita en el tema, me permitiré citar el siguiente párrafo encontrado por ahí:

“…El gato es en esencia un animal independiente, curioso, dormilón, de admirable destreza física. Sus características de flexibilidad corporal y resistencia lo convierten en un gimnasta natural capaz de realizar innumerables piruetas, saltos y trepas casi por cualquier parte. Pero, sin duda la principal característica de estos animalitos es su personalidad. Para tratar a un gato se debe poner en su posición, es decir pensar como un gato.
 Él quiere su propio espacio, el cual debe ser respetado para una adecuada convivencia. No debe olvidarse que el gato es un ser independiente, muy distinto a los perros por ejemplo…”

Me queda cierta duda sobre su destreza a la hora de la gimnasia ¿? Sin embargo por todo lo demás el Gat0 querido es bastante cercano a la descripción previa. Y como todo felino, uno nunca podrá escoger cuando los queremos en nuestras vidas, son ellos los que llegan a salvarnos.

Y pues sí, agradecimiento y un profundo cariño es lo que siento por este Felino que de cuando en cuando me saca una sonrisa, que siempre me sirve de consuelo en los momentos difíciles cuales quiera que estos sean y que sigue al pie de la letra la filosofía de los recientes artistas musicales Culture beat: I know what I want, and I want it now!

Espero que el Buki le permita compartir conmigo muchos años más y las risas las lagrimas y las buenas historias, continúen alimentando estas almas deseosas de recuerdos agradables de los cuales cada día se nos haga más fácil aferrarnos.

Levanto mi copa y brindo porque todo lo bueno que este muchacho ha traído a mi vida, se le multiplique por siete ya que es lo menos que merece.


Cheerrsss!!!

22 de octubre de 2014

Luis Fernando Reyes: Conociendo a Don Gato y su pandilla.



Se me ha dado el privilegio de ser uno de los miembros del selecto grupo del Proyecto 31, para narrar una historia de lo cotidiano acerca alguien, que más que un amigo y un socio, he llegado a considerar un hermano de otros padres.

Es por eso que este breve relato dedicaré para contar como conocí a tan peculiar personaje.

Aunque podría decirse que en muchas ocasiones la vida nos puso en el camino, tanto en lo laboral, como en lo trivial, al punto de tener incluso un círculo de argos en común poco o nada habíamos compartido realmente hasta principios de este año.

Antes de eso nos conocimos cuando anduvo en su lucha por sacar adelante un proyecto cultural conocido como Nocturno y del cual pude, en aquella ocasión brindarle apoyo, sin embargo de aquel joven mechudo y con pinta de rockero mal pagado hoy sobrevive muy poco, quizás el gusto por la música.

Varios años más tarde volvimos a compartir en un grupo de jóvenes líderes sociales de la región y en el cual departimos en unos cuantos espacios, sin saber que años atrás ya habíamos compartido. Por último y como si lo hubiesen hecho adrede, nos encontramos trabajando juntos en una institución de educación superior en la cual empezamos, en cortos momentos a compartir un poco más, pero hasta ese momento realmente no lo conocía.

Para mí él solamente era un hombre circunspecto, serio, dedicado a sus clases, en las cuales por cierto se había ganado no solo el miedo, sino el respeto de sus estudiantes por su nivel de exigencia. Pero hasta ese momento un simple compañero más.

Con el pasar de los meses de compartir, hablar y debatir en unas tertulias de docentes, antes de empezar nuestra rutina, a la luz de una cerveza, empezamos encontrar puntos de convergencia y divergencia en nuestros diálogos, con el pasar de los días la incertidumbre sobre este personaje, se transformo un grado de admiración.

Sin embargo, hasta ese momento solamente éramos dos compañeros de trabajo que departían una cerveza antes de iniciar sus labores, unas especie de obreros rasos que tratan de solucionar un poco de su vidaen esa parafernalia normalidad de una chela antes de cada jornada de trabajo pasaron dos meses.

El momento de conocer a Don Gato y su pandilla en profundidad llegaría el día de mi onomástico, cuando, como buen colombiano me excuse de mis obligaciones extra laborales (Turnos de docencia) y programe una salida con los escasos amigos que me acompañan, a escuchar un poco de humor de pie (Bueno si nos vamos a los americanismos Stand up comedy) en un café, al cual el protagonista de nuestra historia no ingresa ni multado

Ese transcendental día de marzo (obviamente por ser mi onomástico) y después del pésimo servicio recibido en dicho Café, donde para que me dieran la cortesía por la fecha tan especial, casi me exigen llevar dos testigos de mi nacimiento para corroborar que no les fuera a estafar los 15 mil pesos del coctel.

Obviamente con el disgusto generado, decidí cambiarme al establecimiento donde Don Gato departía con un grupo muy singular, quienes acogieron a mi parche de celebración como si fuéramos amigos de muchas primaveras atrás.

Mis acompañantes: mi esposa, un amigo fiel, otro gato y su mujer; en la mesa de Don Gato estaban el Tony, por nombre y actitud; y Snoopy, por lo tierno y circunspecto; el hijo de Kandor de la familia de Zod, que si no fuera porque son historias fantásticas, al ver su estatura pensaría uno que es real; el silencioso hincha del depor Cali; y el maestro de las leyes proveniente del milagrosoestos personajes a medida que iban llegando se integraban a la conversación, como si llevaran la noche entera.

Esa noche, en medio de risas, política, juegos, Batman, Superman, Kandor, Kripton  y un pequeño componente etílico (Bueno algo significativo para ser sinceros) por fin conocí el verdadero Don Gato, un tipo alegre, culto, analítico, rodeado de amigos, pero sin temor a estar solo.

De amores y odios, un tipo definitivamente carismático, pero, para algún transeúnte desprevenido podría ser un poco arrogante y soberbio, Sin embargo cuando lo conoces te das cuenta que en el fondo es alguien dispuesto a dar lo todo por apoyar a sus amigos, así como alguien con el poder y la fuerza para hundir a sus enemigos.

De silencios alargados y meditaciones inesperadas, al punto de que en ocasiones no sabes que sentimientos o pensamientos le rodeen la mente, pero atento a su alrededor y dispuesto a dar la mano cuando alguien se lo pideComo todos,  un personaje con defectos, pero eso no es tema de este escrito


Don Gato y su pandilla, un grupo singular del cual hoy me siento orgulloso de pertenecer, en el cual cada miércoles y en muchas ocasiones también los martes, jueves y viernes, nos reunimos a disertar sobre el mundo, el universo DC y otras tantas banalidades de amigos. Por eso y por todo, gracias Don Gato por invitarme a perderme entre las letras en este proyecto 31, escribiendo sobre vos, en estas noticias de lo cotidiano.

21 de octubre de 2014

Rita González: Los 31 del Gato.



El gato día de los muertos by Prisarts Round Stickers


Exactamente creo que lo conozco al ojo hace un poco mas de 10 años, eso pasa cuando uno es consumidor desmedido de café y el lugar donde siempre se tomaba buen café y para echar tertulia con los amigos al salir de la universidad era café & café , sitio obligado para muchos en Unicentro.

Pero lo vine a conocer bien como desde el 2011  cuando por medio de twitter empezamos a coincidir en actividades o eventos que la gente organizaba para integrarse y hacer más compacta la comunidad de twiteros de la ciudad de Cali.

Que les puedo decir, odiado por unos, querido por otros, ese es Armando o como lo conocemos todos el famoso Gato.

De mi experiencia en este tiempo es que es un excelente amigo, inviable eso si hasta el punto de dar vergüenza pero no se le puede negar es una excelente persona que te apoya y te brinda su amistad sin condición, un entregado a las causas y enamoradizo de tiempo completo.

Muchas veces hemos hablado de cantidad de temas, la vida, la política, los corazones rotos, las causas, como salvar el mundo, es sin dudarlo un buen amigo de inviabilidad, de días malos, buenos y que para decidir si te la llevas con él toca conocerlo, es radical, a veces equivocado pero es de esas personas que uno debe darse la oportunidad de conocer.

Felices 31 amigo, es un regalo del Buki contar con vos, valió la pena hacer mis juicios a partir de mi propia experiencia, que este sea un gran año y que podamos celebra un millón de años más.

¡Feliz cumpleaños, Campeón!


PS: La doña mamá le manda un abrazo inmenso.

20 de octubre de 2014

Diego Alejandro Guerrero: La Bella Naturaleza de los Gatos


Imagen Tomada de: Diego Alejandro: Acuarela sobre papel.

Quien haya tenido un gato como mascota sabe lo particulares que son estos animalitos. Son lo opuesto a un perro, no demandan atención, les das cariño solo cuando te lo permiten, son elegantes, a veces caprichosos, son independientes. Te miran y pareciera que te recorrieran el alma, los rincones y recovecos de tu vida y aun así no parecen inmutarse ante el mundo. Los gatos son animales nocturnos y pueden pasar todo el santo día durmiendo. Dicho esto, cualquiera puede entender el por qué a Armando le queda tan bien su apodo, Don Gato.

Ciertos apodos parecen nombrar al sujeto de la parte por el todo. Me explico: si a alguien le dicen “cañengo” pues no ha de ser por su belleza exuberante, más bien, por una belleza exótica y muy particular; a una mujer que le digan “mona”, oh, muy difícil, saberlo, su cabello rubio y así con cada uno de los apodos con que renombramos la gente que nos rodea. Pero es que ningún otro nombre, ningún otro apodo, parece describir mejor al propietario de este blog.

Desde hace poco más de un año lo conozco, en persona. Lo sigo desde qué… tal vez tres años o cuatro, no sé. Y lo poco o nada que llevo de conocerlo he aprendido, de entrada, que Gato, pase lo que le pase, cae de pie. Tiene una verraca manía, un don natural, una súper habilidad para meterse en unos dilemas, en unos asuntos, en unos problemas, que a su lado mis dilemas, mis asuntos, mis problemas parecen un picnic, la salida a recreo de un jardín infantil, eso. Gato es bello metiéndose en ese tipo de líos, pero también es experto en caer de pie. Es eso o es El Buki que cuida de sus cachorritos.

Gato sí, es caprichoso, pero hay que entenderlo. Después de conocerlo uno aprende a llevarle las ideas, aprende a decirle “no” a algunos de sus disparates y en ocasiones a aterrizarlo un poco. Es un hombre disperso en determinados momentos, pero cuando no debe serlo, oh, sí, siéntense y admírenlo: es el tipo de persona que saca adelante en un mes un proyecto de grado, que en un fin de semana estructura dos o tres propuestas de trabajo pero que además saca tiempo para ir a cine con sus amigos.

Él es de ese tipo de gatos de corazón noble, sencillo, que sabe llegar a la gente, que sabe leerla e interpretarla. Y así esté rodeado de mucha gente, y todos rían y  canten y gocen y beban, él va a saber (sin que nadie evidencie nada) cuando uno de sus amigos, cuando alguien de su manada, tiene una pena o lo agobia o lo entristece algo. Y cuida de su manada, no importa si tiene que sacrificar uno de sus domingos que usa para dormir a pierna suelta para ir a consolar a uno de los suyos, no importa, existe un código que va más allá de cualquier cosa, un código inquebrantable que mantiene en orden el universo.

Si algo he aprendido de él es que Dios, El Buki, la vida, la aleatoriedad del universo, el azar, llamémosle como queramos llamarle, trabaja de maneras misteriosas. Esa parece ser una constante del firmamento. Lo digo por una serie de hechos que voy a listar pero que no pretendo entrar en detalles, basta con decir que Gato, de una extraña manera, ha estado cerca de mis círculos de trabajo y sociales. Cuando él dirigía el Festival de Arte Joven de Cali, creería que tuve que llamarlo en un par de ocasiones para solicitarle información del evento; y de cierta extraña y misteriosa forma, fui testigo (sin saberlo en ese entonces) de uno de los momentos más ¿difíciles? ¿Dolorosos? ¿Tristes? (que decida él como adjetivarlo) de su vida. y sí, hay varios momentos así… la vida trabaja de maneras misteriosas.

Gato siempre me asombra. En este tiempo de conocerlo, también me he ido en él reconociendo. Sí, ambos somos un par de inviables, de esos que pueden estar escuchando la perfecta canción rock de desamor y quince minutos después están hablando de la importancia y del aporte de artistas como Juan Gabriel, Luis Miguel o Rocío Dúrcal. De esos inviables que pueden establecer diferencias entre la Liga de la Justicia guionizada por Grant Morrison y la Liga de Justicia, la actual, guionizada por Geoff Johns. Para el resto de gente serían los mismos héroes dándose en la jeta contra los villanos que ponen en jaque el orden mundial y que quieren ver el planeta arder, pero no, él y yo sabremos encontrar diferencias, detalles, minucias, no. Así somos de inviables.

Tal vez otros lean con otra mirada a Gato (sí, Gato, no Don Gato. Para mí es Gato, Gato con G mayúscula, sin el Don, no porque no lo respete sino porque lo considero cercano, mi amigo). Tal vez otros sepan decir más y mejores cosas de él, tal vez tengan una sola anécdota que lo defina como persona, que abarque más de él que estas sencillas líneas pretendían hacerlo. Yo tan solo quería hablar de la bella naturaleza de los gatos y termine hablando, esbozando, delineando la naturaleza de Gato, Don Gato.



DA

19 de octubre de 2014

Proyecto 31: Un Color.






Cada día trae su afán y para los gustos existen los colores. Continuamos así pues con esta entrega de nuestro Proyecto 31; ha llegado el gran día y con este la celebración del caso, se ha convidado de bebida y comida a los amigos y cercanos, se ha dado el paso a un nuevo año que arranca con el mejor de los impulsos y esperemos, con la mejor de las intenciones.

En esta oportunidad nos encerramos a conversar sobre un color. Encontrar un color en particular o una variación de sí misma, de lo variopinta que puede llegar a ser la vida, y es que para momento ubicamos siempre una canción o melodía para fingir que tenemos una banda sonora especial, como ocurre en las películas o grandes comedias.

Fingimos una presentación personal perfecta para cada ocasión y a eso, ameritamos que sea inolvidable, por eso la importancia del vestido, el color, la tela, etcétera, etcétera, etcétera. Para nuestro caso en particular, nos damos cita para encontrar ese color que tanto nos identifica, o que nos gusta o que sencillamente nos convoca a alguna actividad en particular.

Inolvidable aquella conversación con una gran mujer de tierras Sevillanas, en aquel abril cuando escribiéndome con convicción y premura, supo resumir nuestras intenciones en una frase muy común para el consumo popular, pero que para nuestra ocasión era única y especial: “me encanta el Café, por eso no pude dormir, por pensar en el Café de tus ojos”. Y es que hablar de colores siempre nos tomará una historia por sorpresa, nos lleva de la mano a alguna esquina de la memoria para encerrarnos en sus nostálgicas ventanas, observar la cotidianidad desde su realidad, su color, o mejor, mi rutina desde una taza da café.

Café.

Posterior a aquel diciembre de 2010, regresé a Colombia con un paquete grande de medias grises, de esas que acá utilizamos para practicar algún deporte pero que allá son con fines de abrigo y dormir. A la navidad siguiente, mi madre consideró una buena idea tal propósito y me regaló un paquete de medias gruesas como ocasión de la navidad, curiosamente eran color gris también.

Para el octubre siguiente (2013), caminando por un reconocido almacén americano de grandes superficies, compramos ropa y algunos accesorios personales, para mi sorpresa, en el carro del mercado había dos paquetes de medias gruesas por aquello de que estaban en promoción: Eran medias grises. Ahora mi closet se conserva bien abrigado con una numerosa cantidad de medias grises que desde hace al menos, dos años, dejaron de ser solamente para dormir o abrigarme en las noches en lugares de clima frío, para ahora convertirse en útiles accesorios del día a día.

Gris.

En un buen tiempo, entre 1997 y 1999, producto del consumo cultural de estilos y tendencias musicales de entonces “Rock noventero” fui construyendo parte de mi identidad y una evidencia de tal fin era la manera de vestir y ser, como parte de esa rebeldía sin causa o mejor, sin norte, comencé a vestir de ropa oscura, jamás utilicé camisetas o pantalones de color negro, si quiera las medias. No fui de aquellos que se identificó con camisetas estampadas con imágenes y mensajes alusivos a grupos musicales o movimientos sociales de entonces, no fui tampoco fiel amigo de accesorios como las manillas con taches o collares con iconografía alusiva a la muerte y rituales similares. De hecho de la manera más poética del caso y ahora con los años que ha transcurrido puedo concluir de un modo a broma y otro, a preocupación, que mi imagen personal era un homenaje a Ron Damon, mítico personaje de Chespirito.

Siempre se me veía de camisetas color azul oscuro (Turquí), jeans y zapatos, casi como si quisiera negar la necesidad de utilizar prendas de vestir acordes a mi edad o a la moda que se gestaba allá afuera, en el mundo real donde nadie escuchaba Pearl Jam o Pink Floyd.

Azul.

En una oportunidad de esas que la vida nos quita en vez de darnos, viajé a Washington en un diciembre en aquel acaecido y confuso año 2002, mi compañera sentimental del momento se quedó con las llaves de mi apartamento, al regresar a Bogotá, alrededor de mes y medio por fuera, me llevé la sorpresa de encontrar un apartamento totalmente diferente al que había dejado. Las blancas paredes  desaparecerían para ser ahora una inmensa pared verde, un intenso y brillante verde. Duré un año con el apartamento decorado en ese verde intenso, inclusive en casos de extrema emergencia, realizábamos la producción de videos con la pared de fondo cuando la sala de Televisión de la facultad estaba ocupada, con ella, hacíamos una versión criolla de la denominada pared sin fin, idónea para los efectos especiales.

Verde.

Me encanta el color verde, me parece un color chévere, sin embargo solo lo considero pertinente para ciertos  asuntos, en el caso de comprar ropa, debe ser un verde en una tonalidad específica, con un material específico, un tamaño específico para así determinar si me gusta o no, lo se, soy demasiado complejo y caprichoso. Me fascina el color azul, en todas sus tonalidades, desde lo más oscuro rememorando el sentido homenaje a Don Ramón, hasta el azul más claro e inofensivo que podamos reclamar en un papel. Sin embargo, por ejemplo a la hora de pensar en Corbatas, soy muy fiel a los colores primarios y secundarios en sus diversas tonalidades, pero comienzo a dar espacio a otras propuestas mezcladas o adornadas con figuras.

Inolvidable el año inmediatamente anterior, al iniciar labores en la fundación aquella donde presidí como Gerente General aquella producción y desarrollo de la campaña en la lucha contra el Cáncer de Seno, logramos contra todos los pronósticos y con el tiempo en contra, realizar la jornada del Ciclo Día Rosado, inolvidable no solamente porque se haya llevado a cabo el evento con éxito, o porque se haya dejado en alto el nombre de la campaña y los respectivos dolientes de la misma. Inolvidable porque el color rosado hizo parte de mi vida durante casi 3 meses en todas las formas posibles, desde el vocabulario y referencias laborales, hasta  camisetas, manillas  demás artículos promocionales. 

Logramos llenar las principales calles de la ciudad con caminantes vestidos de rosado sin acudir a presiones o trampas del mercadeo como organizar una marcha, una carrera atlética, un concurso con alguna emisora aliada, un mensaje de sensibilización y a su vez de sensacionalismo. No, lo logramos simplemente desde el natural placer de convocar a las personas a unirse a una causa que lastimosamente, para este 2014 se ha evidenciado más como un compromiso de Mercadeo sin causa Social, que una verdadera campaña de educación y sensibilización ante una problemática real.

Rosado.

Soy divergente y en ocasiones (siempre) testarudo, pero al definir mi vida en un color o con una vocación de identidad terminé por darme cuenta de su ausente influencia.
Soy amigo del buen gusto, inclusive, de gusto exclusivo e incomprendido, no me dejo afectar por el qué dirán de mí, de hecho, siempre doy  de que hablar o decir de mí y no precisamente por mi belleza o adinerada cuenta bancaria. Soy fiel amante de la diversidad y ante ello termino siempre por dar paso múltiples ocurrencias, situaciones, a una variopinta mezcla de salud y enfermedad.

Soy mejor un espectador que disfruta de los colores de la vida, pues la labor de pintor o artista no la logro construir a base de una sola propuesta, soy precisamente el que busca mezclar todas las facetas.

Soy un tímido insensato, hijo de sol y amigo de los gatos, que disfruta del color azul, pero que hace mucho dejé de estar allí, azul.

Blanco.


AV

18 de octubre de 2014

Proyecto 31: Un Cumpleaños.





Y nos llegó el día especial. Finalmente nos encontramos dando la vuelta treinta y una al sol, ya de manera oficial somos miembros del nuevo bloque del tercer piso, esa membrecía que por los próximos nueve años dará licencia para disfrutar de la vida y sus placeres más con responsabilidad y preocupación que con la frescura de aquellos veintes. Era claro, el año treinta, un año cero, de trámite o mejor, de empalme entre el que fuimos y el que queremos ser, a la final son reflexiones que no llevan a ningún puerto.

Hablar de un cumpleaños es mentar de manera reiterativa cada episodio por treinta versiones y que de seguro, en alguna de ellas saldrán a flote esos recuerdos y celebraciones maravillosas e inusuales que por alguna razón tuve que vivir.

Hoy celebro con amor y orgullo, en compañía de mis padres, esos dos ángeles hermosos que la vida me ha permitido tener, recibir de ellos el aprendizaje de lo imposible, sabernos ser humanos y comprendernos en las dificultades, ser sensibles ante los defectos, comprensivos y analíticos. Quizás un poco fríos o parcos como mentan algunos conocidos, pero es ese el amor que de manera inusual nos hemos encargado de sembrar y conservar en casa, palabras directas, en ocasiones frases cortantes o insinuaciones que puedan llegar a herir en el momento pero que en el fondo son esos espaldarazos que tenemos a disposición para manifestar el apoyo por lo que más amamos, esta familia. 

Agradecer a la vida al nivel de caer en ese lugar común de sentirse bendecido y afortunado, porque gracias a esos aprendizajes y hermosos seres puedo decir abiertamente que he tenido una infancia maravillosa y con ella, grandes celebraciones de mis respectivos onomásticos en aquellos años ochentas.

Empezar por recordar la torta a la hora del almuerzo, llegaba del colegio a casa y estaba allí la torta de naranja con sus velas, al acto se invitaban a esos amigos de infancia como David Ramírez o Edgard, esa camada del Liceo Los Alpes, porque al vivir en el norte de la ciudad no tenía amigos en el barrio, pues precisamente no era un barrio muy residencial o recomendable para un menor como yo.

Soplar las velas y pedir ese famoso deseo, dejar en la mesa las pasiones y las creencias adornadas de gorros de colores, globos variopintos, amigos y mucha incomodidad a la hora en que los demás cantan el dichoso “Feliz Cumpleaños”.

Cerca de aquel año noventa la consigna era realizar el agasajo en el salón de clases con los compañeros de colegio, a decir verdad para entonces era casi que mi único vinculo con algún grupo social (desde pequeño era Forever Alone). Hay variedad de recuerdos, en especial en la Casa Grande, con los abuelos, de igual modo con mis abuelos maternos en celebraciones mezcladas con el espíritu de navidad y de fin de año.

Para cada ocasión siempre surgió un buen momento para celebrar o por qué no, un único momento como oportunidad para celebrar, en la década del 2000 tuve la bendición (?) de poder compartir cada cumpleaños con alguna compañía agradable, en cambio, desarrollados la década del noventa fue bastante difícil encontrar una celebración que marcara realmente un bonito recuerdo, salvo actividades que no trascendían más allá un felicitaciones.

En esta oportunidad, siguiendo la línea de Proyecto 31 en esta, la entrega número diez, compartiré una historia en particular a propósito de los clichés y grandes sentimientos que mi hermana Marimoon supo expresar en sus líneas de oro claramente de la mejor manera, pero que para propósitos de esta aventura llamada vida, he decidido darle el protagonismo sobre muchas otras historias.

No es rencor ni más faltaba, es sencillamente que es inolvidable este tipo de grandes fantasías (des) animadas de ayer y hoy.

Aquel 18 de octubre de 2001 me encontraba juicioso en la facultad de Comunicación y Lenguaje de la Universidad Javeriana  de Bogotá. Luego de un largo día de clases me encontré con mi gran amiga Marimoon en los pasillos amarillos de aquel edificio, al enterarse de mi onomástico tuvo la iniciativa de invitarme a salir esa noche, sabía que era una fecha importante para mí no solo por ser mi cumpleaños sino, porque precisamente en ese año llegaba a mi mayoría de edad.

Nos citamos a las 8:00 pm en la universidad así que al terminar clases a las 4:00 pm salí para mi apartamento a dormir y comer algo, a las 7:59 pm ya me encontraba presente esperando a mi adorada amiga quien como siempre, se distinguió por su impuntualidad y yo, bueno, yo siempre me distinguí por mi obsesiva puntualidad. No fue sino hasta las casi 9:00 pm que apareció la señorita, fresca, con su sonrisa tolimense en el rostro, su desinteresada impuntualidad y mi afanada espera se cruzaron, salimos de la universidad y llegó la pregunta millonaria: ¿Para dónde vamos?

Muy osada y con todo el cariño del mundo fue sensata y me correspondió con una interesante compañía: “Vamos a salir con un amigo que vino de Inglaterra (y con el que estoy saliendo) y pues nos tomamos unas cervezas y celebramos tu cumpleaños” De mi parte no vi nada extraordinario en tal situación así que emprendimos camino por la Séptima hasta llegar a un establecimiento comercial muy particular.

El ambiente era más bien bohemio, música de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y toda la demás trova latinoamericana y de protesta social, desde Tango Feroz hasta una que otra de Charlie García. Nos acomodamos en un lugar donde no había mesas ni asientos sino, cojines y un pequeño mobiliario que hacía el rol de mesa. El personaje procedente de Reino Unido se tomó una cerveza negra, la señorita Cárdenas una cerveza roja si mal no recuerdo y yo, bueno, me tomé una Club Colombia.

El personaje aquel poco hablaba el español así que gran parte de la conversación fue con Marimoon en un inglés que para mi edad era muy incomprensible, pedimos otra ronda de cerveza y así sucesivamente fue transcurriendo la noche: Ellos conversando (y beso va, beso viene) y yo observándolos. Reconociendo el entorno, escuchando una tanda eterna de canciones e intérpretes que para nada eran de mi agrado, las horas continuaban y con ellas mi tedio, era un nivel de aburrimiento que sometía a pruebas extremas mi capacidad de tolerancia y nivel de frustración, habían socavado mis expectativas de principio a fin.

Cuando uno llega a la mayoría de edad y es joven y egoísta como lo era en aquel entonces, uno espera tener una celebración con mucho licor, mucha fiesta, grandes amigos y compañía ideal para el momento, por el contrario en esa eventualidad me vi sentado escuchando canciones que no eran mi preferencia acompañado de dos jóvenes brillantes que se preocupaban más por sus besos e intenciones que por mi presencia en el recinto. Al finalizar la noche y mientras los fulanos departían cariñosamente, observando el techo y pensando en qué otro plan pude haber hecho sometí mi silencio a un susurro leve pero quejumbroso: “Feliz cumpleños para mí”.

No es rencor, es una historia para no olvidar.

Días más tarde le hice el reproche a mi queridísima amiga quien con el mayor de los gustos y frialdad lo tomó como una queja menor. Años más tarde se lo continué reprochando, hoy casi quince años más tarde se lo sigo haciendo saber ya como costumbre que como reproche. No puedo negar que en otro par de oportunidades fui yo quien le repitió la situación en especial en aquel 04 de diciembre del 2009, cuando en compañía de la ñoña y mi adorado César, salimos a tomar barra libre, muchas cantidades de Vodka, ella con cesitar cuidándose y yo, bueno, yo ocupado con una amiga de la señorita Marimoon.

El cariño es mutuo y siempre quedará en la memoria la gran celebración de mi cumpleaños número dieciocho, pero más allá de aquel frustrante suceso, se crearon los cimientos de lo que hoy es una amistad que sobrepasa el oceáno Atlántico y nuestras raíces tolimenses.

Hoy, con cariño recuerdo no solo a mi adorada cómplice sino, a todos los que año tras año me han dado de sí para que cada dieciocho de octubre sea un gran día.

A todos, gracias por sus buenos deseos y mensajes.

(Sin rencores)

AV

17 de octubre de 2014

Maritza Cárdenas [Marimoon] : "Touché"







Cliché n°1: Escribir que alguien que uno conoce y quiere es mucho más difícil que escribir de cualquier otra persona, lugar, experiencia, etc., porque todo se le pasa por la cabeza, pero al final es casi imposible ponerlo por escrito.

Cliché n°2: poner la música que le recuerda a uno a esa persona (p.e. Fito Páez, La Ley, la banda sonora de Glee) y esperar a que los dioses de la inspiración se aparezcan y escriban algo que no provoque muchas náuseas.

Cliché n°3: decidir ser "rebelde", dejar de pensarlo tanto y escribir simplemente lo que me salga de algún lado (preferiblemente de la cabeza y no del orto).

Y bueno, resulta que por más que uno lo piense, la vida, las experiencias, las amistades y esas relaciones que nos hacen lo que somos, no son nada más que cliché tras cliché. Así que después de tanto evitar los clichés, me permitiré caer en todos ellos de la forma más digna posible.

A Don Gato lo conocí cuando aún era un cachorro y ni siquiera sabíamos que crecería para ser Don Gato, era simplemente un pequeño del común perdido en una ciudad que siempre tendrá su toque sobrecogedor, incluso para aquellos que tuvimos el placer o la desventura de nacer y crecer en ella.

Como cualquier otra relación, lo nuestro empezó sin en realidad saberse por qué y así adopté al cachorro que llegaba desde las tierras lejanas del Valle del Cauca. Juntos empezamos compartiendo cajas inmensas de arroz chino con perro y gato callejeros, cajas de Tequimón, cajas de Moscato, y en realidad todo lo que pudiéramos consumir con nuestro amplio sueldo de estudiantes.

Y llega otro cliché: En aquellas épocas creo que ni él ni yo imaginábamos que tanta pendejada que hacíamos era una construcción particular de una relación que a la larga nos convertiría en familia. Cuando acogí a aquel cachorro, nunca imaginé que en pleno 2014 sería una de esas personas que se hacen indispensables en la vida.

Fui testigo de su estricta dieta de huevos comprados en Carulla y arroz sopudo, porque todos sabemos que hacer arroz en olla arrocera es como intentar hacer chocar partículas en el CERN. Fui testigo de sus desventuras amorosas y él fue testigo de las mías, y conseguimos hacer lo más difícil: ahogarlo todo en infinitas cantidades de alcohol barato.

Nunca hemos tenido una despedida, ni cuando se devolvió a su terruño, ni cuando yo me fui a vivir mi futuro en otras latitudes. Al parecer es algo que no necesitamos, porque siempre estamos ahí, en la distancia, y cuando hay algo para decir siempre nos encontramos, en una especie de conversación ritual infinita.

Muy a su pesar tuve la fortuna de ser la primera que lo invitó a una cerveza cuando alcanzó la mayoría de edad, en unas circunstancias que aún recuerda con algo de rencor. Aunque en teoría nuestro contacto podría ser mucho mejor de lo que es en la actualidad, pocas personas en mi vida siempre están tan pendientes y ahí cuando se necesitan.

Es cierto que en la última década el señor Don Gato y yo hemos estado distanciados físicamente primero por cientos de kilómetros y luego por miles de ellos y todo un océano de por medio, pero tal y como pasa con la familia cercana, no hemos dejado de estar en los buenos, malos, tristes, felices, asquerosos y maravillosos momentos que hemos vivido.

Definitivamente escribir de alguien por el que se tiene tanto cariño y que se conoce tan bien es un asunto muy complicado. He sufrido más escribiendo este pequeño texto que lo que hago en todo un mes en mi trabajo, pero vale la pena para complacer los pequeños caprichos que convierten al señor Gato en una personita tan "especial" y tan "inviable".

Ya veremos si en una década o un poco menos, volvemos a hacer este ejercicio de la vida del querido, y en este tiempo me encargaré en descifrar si su arroz sigue siendo igual de mal cocinado, si sigue escuchando la misma música de hace una década, si sigue con su sensibilidad a flor de piel y si se sigue quejando por todo; pero lo que sí es seguro es que seguirá siendo ese hermano cachorro que me aguanta las pendejadas muy a menudo y me alegra la vida diciéndome cada vez que puede lo mucho que quiere a esta diva de peluche.
Espero que el escrito no haya quedado muy empalagoso y empiece a escurrir miel de las pantallas. Y si es así, pues ahí sabrán perdonar la incomodidad.


Marimoon.

16 de octubre de 2014

David Guillermo Cano: El Oráculo Felino





No me pregunten ni cómo ni cuando llegue a este universo paralelo,  de hecho, hasta el sol de hoy no me explico que fue lo que sucedió; no sé si  el destino, El Buki,  Saori, Yoda, Zordon, La estrellita de Súper Mario, El maestro Splinter, Miyagi, Rafiki, Goku,   o alguno de esos guevones movió las fichas , el caso es que  me puso a Don Gato Vargas en el camino en 2009 .

 Pero la historia realmente no comienza en 2009  cuando nos vimos por primera vez en el “Tweets and coffee”, NO SEÑORES comienza en 2010 con un evento que el mismo Armando Vargas organizó: el ET-Cali. La verdad la pasamos bueno:  “pisciniamos”,  nos reímos y compartimos entre twitteros; en ese entonces no importaba si eras ingeniero, comunicador, diseñador web, friki  o te rascabas la panza .. Todos éramos “AMIWIS”  porque twitter y los twitteros en Cali  valían la pena y eso era lo que importaba, pero a medida que pasó el tiempo los encuentros de twitteros eran menos frecuentes hasta que lograron desaparecer, pero este señor gato  no permitió que yo me perdiera del mapa , de hecho en muchas ocasiones me invitó a planes   y al principio no iba porque siempre sacaba un pretexto en mi mente  ( no tengo plata, tengo flojera, casi no lo conozco, en fin) pero ha sabido despertar mi interés  un día que no estábamos hablando ni de viejas , ni de borracheras , ni de twitter,  ni de cine,  ni de nada , por primera vez en mi vida  sentí que una persona externa a mis papas me estaba hablando en serio y de la manera más objetiva posible , estaba cruzando por dilemas existenciales por esos días ,( la universidad, la tesis , relaciones familiares  buej ni pa´que les cuento ) el caso es que ese día, en ese momento y espacio  me sentí entrando a la matrix ... En ese momento  empezó a cambiar mi forma de ver el mundo, mi forma de actuar frente a los problemas,  me asuste reeee feo, pero entendí que ese miedo era generado por los prejuicios impuestos por la misma sociedad y mi postura frente a ella.

En ese momento tome la decisión de escuchar lo que tenía que decirme él, no fue fácil, al principio era muy escéptico  pero poco a poco fui soltando la cuerda.

Mi papá me ha enseñado en la vida que NADIE, NADIE DA NADA GRATIS, entonces empecé a cohibirme, a pensar y llenarme de motivos: “bueno y cómo es que le voy a pagar al gato todo el tiempo que me ha dedicado esta noche , que pena no tener nada que ofrecerle a cambio”  a lo que Armando Vargas contesta : “¿Usted en su vida qué busca?  ¿Plata o estatus?... usted no necesita plata, usted necesita lo que compra el dinero…  ese 23 de febrero del 2013 no lo voy a olvidar nunca.

En ese momento me convertí en un ninja y él se convirtió en el sensey : termine la tesis, organice algunos cabos sueltos y empecé  a organizar  otras prioridades .

Meses después  cuando él se mudó perdimos el contacto pero lo retomamos en octubre –noviembre,  Armando  me había pedido amablemente que fuera jurado en una de sus clases. ¿JURADO? ¿YO? ¿Y por qué? ¿Yo qué he hecho para ser jurado calificador de una universidad? no creo que lo merezca.  A lo que horas después en el templo “Ruta 66” con tragos en la cabeza  este señor gato  nuevamente me pone entre la espada y la pared  pero en esta ocasión no era frente a mis aptitudes laborales, sino frente a mi esencia como ser humano

¿Cuál es tu grandeza David Guillermo?- pregunta el felino de manera retadora.

 A lo que yo no tengo una puta palabra para hacerme explicar esa noche , después de todo lo que hablamos en ese espacio  dije : él no es el sensey …. Él es el oráculo, marica: logra hacer que uno tome decisiones apropiadas a los dilemas personales y de otras índoles.
Yo anonadado por lo que había vivido en esas 2 ocasiones claves, sobretodo la segunda  empecé a creer en mí, empecé a descubrir mi grandeza, a hacerla brillar como un zafiro, a no preocuparme tanto por las necesidades efímeras sino darle prioridades a lo que yo quería,  a ver las cosas de una manera diferente, a analizar las situaciones de una manera más acertada, y sin exagerar  a quererme y valorarme  más.

Han pasado 5 años desde que conozco al gato, pero en solo uno se ha convertido en una de las personas más importantes con las que me he cruzado hasta el momento, no tengo palabras para describir el bien que ha hecho en mi , apareció en ese momento en ese espacio donde yo necesitaba a alguien no solo para que me escuchara sino para que me aportara  de una manera acertada , pertinente y objetiva , y sin algún interés a cambio , más allá del de descubrir mi grandeza y mis capacidades como ser humano  .

A V: no tengo palabras para agradecerte todo lo que has hecho por mí.

Cuenta conmigo cuando lo necesites.



@DavinchoKno