Mostrando las entradas con la etiqueta Inconciencia. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Inconciencia. Mostrar todas las entradas

17 de enero de 2023

Intenciones (Suspira)


 Imagen tomada de: https://www.artmajeur.com/hanggaravicky2/es/artworks/15977770/galaxy-cat

GALAXY CAT (2022) Arte digital por: Vicky Hanggara.


Nuevamente la música es musa de inspiración, puente o canal de motivación para llevar en letras lo que por dentro se contempla. Somos caminantes que con nuestra propia sombra vamos de lado a lado especulando un futuro mejor, nos llenamos de expectativas ante las múltiples posibilidades de encontrar la felicidad que a la final terminamos siendo solo un transeúnte envuelto en la casualidad.

Observamos desde el silencio a cada sujeto que transita por la vía: unos se desplazan con tanto afán como si huyesen de la lluvia, otros se estancan en sus propias ideas y avanzan a paso lento, como si tuviesen una pena ardiendo en sus huellas. 

Desde el silencio nos cuestionamos nuestro lugar en ese pasillo, con nuestra sombra vamos alegando al tiempo la suerte que nos corresponde, el deseo mismo de ser y estar en otro lugar, de la desidia misma de recuerdos y sentimientos.

Una canción puede a bien darnos la luz que en la oscuridad las ideas nos suelen acongojar. Una canción por supuesto, puede ser el impulso para hacernos volar en aquel barranco de la vida, para bien o para mal, nos dejamos caer.

Canciones que nos determinan la forma de pensar o actuar (de caer).

Hay temporadas en que estamos de mejor ánimo para proceder el camino llano de la vida, por supuesto que nuestro pasado nos determina pero no lo suficiente como para permitir que terceros nos juzguen, precisamente, desde ese silencio en el que nos observan.

Podemos tener historias complejas, siempre lo he dicho, todos estamos rotos por dentro. Todos, usted que me lee, yo que le escribo, ellos que nos observan. 

Cargamos pensamientos y recuerdos que en algún momento nos rompieron el alma, nos derrumbaron, nos hicieron sentir alejados de cualquier víspera, pero esto no es motivo ni intención para seguir por la vida alegando tristeza y abandono.

Somos seres complejos y cargamos pensamientos que son más castigo que memoria, somos sujetos llenos de expectativas, de deseos, de miradas que buscan en el tiempo un segundo de paz.

Miserable es aquel que juzga a quién en su propia suerte se queda colgado en su silencio, como si juzgar fuera la solución a la tristeza o taciturna melodía. Como si la vida fuera un tintineo de pasos que en sus huellas arden recuerdos y paradojas. 

No, la respuesta siempre es no.

Todos podemos continuar en ese péndulo de vida y satisfacción, con sacrificio tal vez, con sangre quizás, lágrimas siempre habrá, sudor de vez en vez, pero es un camino que todos recorremos y en el que vamos conociendo todo tipo de personajes que, de nuestro lado podrán ser pertinentes o nocivos, a la final el camino es uno solo y entre mejor nos sepamos acompañar, mejor nos sabremos abrigar.

Dejemos en el libre albedrío la posibilidad de relacionarnos, de hacernos culpables de nuestros desiertos y nuestros jardines, de permitirnos conocer personas de todo calibre, que en sus sentimientos y sus intenciones nos permitan crecer o morir, que podamos vivir y re vivir toda canción, que en miradas de complicidad o rivalidad podamos entender nuestro lugar en el péndulo de la satisfacción, en el tintineo de campanas como si fueran huellas de fuego.

Que desde la sabiduría del silencio podamos construir cuantas palabras sean necesarias, redactar las mejores cartas y componer las grandes canciones de la humanidad. Que en la idealización del otro podamos figurar miradas de muchos colores, inclusive, delinear el silencio en melodías sensibles al tacto humano.

Que desde la impaciencia aprendamos que el camino es llano aunque se siente en ascendente premura, que aunque el tiempo sea un solo tintineo de huellas, el horizonte sea siempre el mismo sol (aun cuando la lluvia nos quite el sueño).

Que podamos ser y estar: sembrar decisiones y cosechar intenciones.

AV

31 de enero de 2016

Sin Título (Hoja en Blanco)



Cat Portraits by the artist: Gail Bartel (2008-2016)

Hay días en que pasamos el tiempo pensando en los menesteres pendientes, en lo difícil que se hace aterrizar una idea y darle forma en una hoja en blanco, días en que la presión del tiempo es más fuerte que la confianza en uno mismo, momentos en que dejamos que el tiempo se desperdicie en pensamientos etéreos  y no en pensamientos constructivos, en ideas que aporten o acciones que permitan dar forma a lo que solo existe en la mente. Este es de esos días.

Suceden ideas una tras de otra pero ninguna con fines de quedarse en algo concreto, se disipan los temores pero a su vez, se desdibujan las seguridades, caemos en una espiral intermitente de ansiedad y confusión, días en que nos dejamos vencer por la hoja en blanco, no es que sea una aproximación a la literatura o una labor de reflexión, es digamos, un compromiso de crecimiento profesional el que se estanca en esa página desnuda, compromiso que se quiebra en el vacío de las ideas, la nulidad de las voces perdidas.

Las preocupaciones aparecen como telaraña en casa abandonada, se van corrigiendo a sí mismas para alardear de sí, se ubican en cada rincón y van consumiendo cada optimista impulso que exista en el interior. Preocupaciones que se van guardando en tiempos justos hasta estallar en sí, nos corroboran su placer por la hoja en blanco, por la historia no escrita.

Nos frustramos un poco, pero también nos desnudamos ante la insensatez del deber incumplido, nos doblamos en una constante duda, salimos en defensa de nuestro silencio y disimulamos al mundo el sufrimiento que se carga; disipamos las ideas en frascos vacíos, llenamos de tinta la pluma, dejamos en blanco a la hoja.

Cargamos nuestras mentes de culpas y acumulamos los fracasos o pendientes del ayer con el reciente, dejamos que como bola de nieve aumente el sentimiento, como la leche que se riega cuando hierve, como la espuma que sube cuando se calienta, como las mentes que se apagan cuando estallan los dolores y las imperfecciones.

Somos seres de costumbres, la culpa y la indignidad se impregnan, se aprehenden como un imán a la nevera, le damos sentido a lo bello aun a sabiendas que es precisamente lo bello lo que nos deja en muda sincronía; espacios vacíos que se rellenan con sentimientos insensatos, que se acumulan como polvo bajo la alfombra, que se desdibuja como la humedad en las ventanas un día lluvioso de verano.

Duele, pero no se sabe que ocurre.

Nada se escribe. Solo el silencio se percibe, el aroma a cigarrillo ronda por la habitación y sella en ella los recuerdos de la memoria. Difícil es además, cuando de la culpa nace el resentimiento y en él el instintivo deseo de auto-agresión, la complejidad del alma por las oportunidades perdidas o desperdiciadas, por las emociones desechadas y claro, las expectativas frenadas.

Nada se escribe, ni un título o rótulo, queda todo en el vacío dando de sí vueltas y vueltas, como el perro que quiere morderse la cola, dando vueltas en un mismo espacio sin pretender lograr algo. Se convierte tedioso soportarse a uno mismo, pero más tedioso es dar cabida a todos los seres queridos en un mismo silencio y pretender que a todos se les debe de sonreír sin siquiera intentar explicar lo que por dentro ocurre.

El poeta es un mago que descubre la sensibilidad del mundo en un papel sin exponer la suya, un incendiario que construye su propia casa en las ideas para quemar en un escrito sin publicar. 
El poeta a la final no es más que eso, un fabricante de poesía que desdibuja lo que para otros puede ser simplemente una anécdota o un deseo.

Un mundo lleno de letras donde en ocasiones estas no se juntan para dar un final legible, un universo comprendido por miles de historias y experiencias, de ideas finitas, de religiones y canciones, un cosmos que trae dentro de sí la dicha resuelta que los malaventurados buscan en las calles.

Una casa gigante, amarilla, con patio trasero, una reja verde, en otros tiempos de color azul, un recuerdo en la casa grande, la casa amarilla. Las hojas secas cayendo sobre el pavimento, el niño que observa sobre la ventana. Solo estos recuerdos aparecen de manera fugaz, nada y mucho que ver con la necesidad de producir escritos académicos o profesionales, nada que relacionar con poesía o literatura, solo reflexiones.

Solo aflicciones y desencantos.

Palabras vacías;

... hojas en blanco.

AV


5 de febrero de 2015

Disperso: Extrañamente disperso.






Esta semana retomé con debilidad mi bonita costumbre de darle disciplina a este blog, hacer de las letras una constante mejor y de ellas, un historia para contar, sin embargo propiamente dicho en palabras de mi enamorada, se me notó inconcluso, etéreo, variable, ajeno a la esencia de cada cosa y cada lugar, como si las historias no se permitiesen a sí mismas ser verdades encontradas, como si mejor nos retiráramos del álamo y viéramos en un atardecer partir las mejores horas de nuestras vidas sin haber aprendido nada de ellas.

No restan mejores motivos ni más faltaba, es que somos humanos y me declaro verdugo de la humanidad, captor y juez si es necesario, pero nuestra condición de humanidad no puede hacernos perder la cordura, pero somos expertos en ese oficio tan milenario; no me permito ser insensato más allá de lo acostumbrado, pero así se me recibió dentro del espejo de los días.

No me refugio en la costumbre, pero trato de darle a la sensatez un poco de ternura. 

Vengo de una breve semana extensa en la que he dejado caer a sus pies mis desaciertos, un poco de pereza quizás, un poco de hedonismo tal vez, pero a la final se resume en una semana más extensa que las demás a tal punto de llevarme a escribir ante ustedes una entrada algo dispersa, me acuso de recibido y de culpable, pero no vengo a evangelizar mis temores o deudas, mejor a sellar las costumbres.

A estos días ya hemos por empezado otras ociosas actividades, verme en los verdes ojos del amor reflejando sueños y proyectos a mediano plazo, encontrar en mis tardes libres un reflejo de la memoria y dar a las nuevas tardes un oficio con prospectiva regional; Ahora ya no le damos a la disciplina un hábito de año nuevo sino, una excusa demasiado válida del día a día, ese hermoso universo donde guardamos los relojes de la nostalgia.

No es para menos, también encuentro en la mente ocupaciones que no deberían de estar allí pero igual comprendo es la frecuencia de los tiempos, pensarse en deudas de la madurez o en facturas del deber ser, recurrir a los esfuerzos de otros o vernos en ese vacío inerte de la depresión, enlodarnos incluso con el dolor ajeno, sabernos propios de la desidia de la angustia, o del amor propio quizás. 
No es que las cosas estén mal, porque de hecho me encuentro feliz con lo que ocurre actualmente en mi vida, debe ser por el contrario ese afán de bienestar el que me ha sabido acoger que no hallo fórmula alguna para asumir con calma y sin presiones cada reto que el camino me dibuja, aprender a ser.

Se vienen semanas de viaje, emprender una nueva rutina dentro de tierras bordeadas por manglares y cultivos piña, nuevos aprendizajes y retos de interés, sea quizás esa la razón de mi distraída lectura, de ese insomnio que me arropa cada día previo a lunes, incoherente el modo de asumir los retos, pero humano el decir cómo afrontarlos

No saben ustedes lo difícil que es cuando llega ese bloqueo mental, esa idea insensata que se te cruza por la puerta de salida de cada una de las ideas, de esa espera que hace de las noticias cotidianas llanos titulares de bastas vivencias, es como el niño al que el helado se le cae al suelo en un día de invierno, nadie sufre por él, aunque en el fondo todos creen entender su desgracia.

Pueda que encuentre en desbloqueo mental con prontitud o no, se por lo menos que se me vienen cuatro semanas de exigencias varias de carácter laboral, sé también que las presiones del tiempo siguen vigentes y en evidencia dejo mi poesía, porque hasta para escribir se me ha fundido la bombilla.

Esperar otra semana quizás, o un par de días, ojalá horas (de sueño), esperar al mañana, o seguir así,

… disperso, extrañamente disperso.


AV

31 de diciembre de 2014

Humano: Demasiado Humano.




Esta semana de tiempo libre además de ser temporada de fin de año, la he aprovechado para ver películas con más frecuencia que mis días corrientes, y claro, para reflexionar.

Algo particular que he observado además de dedicarme a ver películas por internet, ha sido en redes sociales y servicios de mensajería los discursos de fin de año que muchos fulanos expresan: algunos demasiado elaborados, otros con una fuerte carga de nostalgia, dolor, melancolía, como si les doliese haber vivido, como si se tratase de un castigo, una confesión trascendental que llega al final de su tiempo en el conteo a medianoche de este 31 de diciembre.
En realidad solo damos un cambio a un dígito en un reloj, en un calendario. El sol sigue siendo el mismo desde muchos años atrás, igual ocurre con la luna y la brisa, el único cambio quizás son las estrellas, pero esas ya venían muertas desde hace tiempo atrás.

En este ejercicio de consumo cinematográfico terminé por ver filmes que giran alrededor de la vida y obra de grandes pensadores como Friedrich Nietzsche, Carl Jung, Sigmund (Siggy) Freud, entre muchos otros en una extraña espiral intelectual de filosofía, psicoanálisis, amor y odio.

De esta serie de intrépidas historias terminé por cuestionar más a fondo muchas premisas que a lo largo del año aprendimos a evadir, ser conscientes de nuestra condición de humanidad, ser demasiado humanos en lo posible, razón quizás de nuestra errática costumbre de buscar equilibrio o perdón, querer legitimarnos en el otro. Luego siguen las preguntas, porque ante todo, se aprendió a dejar de ser humano, demasiado humano, para ser objeto (de dudas).

Termina el año y lo primero es saber si usted, que me está leyendo, siente que logró cumplir los objetivos o propósitos que se planteó para este 2014, de ser así viene la primera pregunta (Cortesía del gran Nietzsche): ¿Cómo eligió sus objetivos? ¿Estaban allí o te los dieron (impusieron)? Es interesante, porque por muchas ganas de ser seres independientes en ocasiones nos programamos metas que desde el inconsciente ya han sido planteadas en un modelo familiar, de seguir un ejemplo, una carrera, una línea que ya otros han caminado y que es el turno ahora de nosotros, ejemplo de ello es mentalizarse en obtener un buen empleo, o una casa propia, o adquirir un vehículo, etcétera, a la final, es más la confusión y debate filosófico alrededor de este tremendo quilombo que el aporte, pero…  ¿y si retomamos la conversación desde el principio y revisamos la pregunta con más detalle que afán?

Estamos más enamorados del deseo que del objeto deseado, más interesados por lo que inspira la idea que la idea en sí. Anhelamos alcanzar un estado de equilibrio y paz mental, pero a la verdad lo que nos extasía es esa búsqueda, ese safari de amor propio y logros personales y no los logros en sí. Es decir, amamos la adrenalina que produce diseñar un proyecto de vida, pero no el diploma o el empleo que obtenemos al final de cada proceso.  Caemos fuertemente en una espiral de excusas o pretextos para ajustar un contexto a una idea, darle un significado a lo que no tiene por qué significar algo, darle múltiples contextos a una idea que pueda derivar en nuevas ideas.

Entonces, cortesía del Profesor Josef Breur, citamos el siguiente escenario y abrimos el debate a cualquiera que quiera ser parte del mismo:

“¿Qué pasaría si a la hora del juicio final, el verdugo nos dice que tenemos que vivir nuevamente la vida tal y como la vivimos hasta este día?”

Interesante pregunta, hasta puede parecer tonta o superficial, ahora, usted que me está leyendo, ¿lo consideraríamos como un premio o más bien como un castigo de la eternidad?
Al aceptar vivirla, la viviríamos conscientes de su eternidad o simplemente dentro de los tiempos que implica vivir una única vida, ¿como un reloj de arena que gira al finalizar cada tiempo?  ¿Nos daríamos cuenta inclusive, que en este momento estamos volviendo a vivir esta vida como parte del castigo / premio que se nos ha otorgado en la eternidad?

¿Le cambiaríamos algo a lo vivido? ¿Por qué?

Lo interesante está en lo que no se ha vivido, en lo que no conocemos. No sabemos cómo somos si hubiésemos aceptado o negado tal proposición o tal diligencia. No sabemos absolutamente nada pero somos unos genios a la hora de proponer cambios sobre lo que hemos ya vivido, el eterno y defectuoso: “Yo hubiera…”

Son muchos los cuestionamientos y reflexiones que se absorbieron en estos días, supongo, estoy en ese estado de suciedad y locura, pero qué más da, a la final sigo aquí escribiendo para unos pocos que me leen y otros tantos que me escuchan cuando de licor y salud se trata. Cerramos pues el ejercicio con algo mucho más interesante y que en conversaciones (basadas en el cine claro) de intelectuales ha surgido: “¿Cuál es esa decisión, esa idea feliz, esa felicidad que quieres hacer cada día?” Es una gran pregunta, en especial para aquellos que enfocan sus doce deseos de fin de año para buscar la felicidad perpetua. Así pues, la mejor pregunta sería: ¿Qué es eso que quieres que ocurra todos los días de tu vida?
Es una pregunta más sencilla sin duda, ahora bien, ¿recuerdas ese día feliz? ¿Qué te pasó para que fueras feliz ese día en especial?

De seguro nos es más fácil recordar lo ya vivido a anhelar lo que no hemos vivido pero que juramos que nos garantizaría la felicidad, ¿no? pues bien, si ya tenemos claro qué fue lo que nos hizo feliz en ese día, ¿Qué necesitamos hacer para que suceda todos los días? Así es más fácil proyectar nuestra vida, entender que la felicidad no es una búsqueda sino un medio, un camino para vivir lo que realmente queremos vivir.

Finalmente, el propósito de este escrito en especial es dejar más preguntas que respuestas, es compartir con todos lo que de seguro a mi espalda le duele, ese espasmo hermoso que me lleva a buscar temas de más trascendencia que saber el por qué se casó Adonay, a la final, de seguro esta noche de celebración volveré a mi lugar de lectura y para mañana, primer día del año quince, retomaré la rutina con otra película del mismo perfil.

Gracias por este año que se va y si alguno de ustedes toma este ejercicio con la premura que lo merece, agradezco me lo haga saber y si es el caso, me invite a una copa, porque aquí hay muchas preguntas más que por cosas de espacio no alcanzo a plasmar con tal facilidad.

Buscar siempre ser Humano: Demasiado Humano.


AV

18 de noviembre de 2010

Giros

Imagen tomada de: Scaredy Cats

Hoy comienzan a darse pasos de gigante en un recorrido extraño de letras y canciones, vicios que adquirimos en la bohemia de una noche lluviosa, en una soledad tan complicada como las mismas relaciones humanas, tan inmensa como las promesas de los condenados o el dolor de los olvidados.

Escribir es un laberinto eterno, nos encanta perdernos en sus esquinas, en esos rumores de sabiduría del que jamás se nos permite salir, de esas ocasiones varias en las que hemos degradado en silencio la oportunidad perfecta para pedirle perdón a una olvidada y querida dama, o para imaginarnos una vida en la ausencia de alguien a quien queremos. El que es no deja de ser, interesante frase, en especial cuando el que es gusta de escribirle a los que nunca han dejado de ser ni de estar. Como si el museo de la memoria fuera nuestro punto de encuentro, o nuestra nostalgia favorita.

Las oportunidades están a la vuelta de la vista, sea ya para perder el acceso a un mundo mejor, sea para hallar en la redención una disculpa bien merecida, sea para sembrar la semilla del odio en un frasco de algodón y pretender que de allí nacerá una planta de frijol, o sea para aislarnos de lo socialmente aceptado y lo culturalmente establecido. Perdernos en excesivas aventuras, en jardines inmensos, en placeres propios de una noche de septiembre o de un bazar de diciembre, de un calendario de veces que repetimos en constantes incertidumbres.

Hace mucho que una canción no me emocionaba para escribir (falso), pero agradecido con la sencillez de un mundo mejor, busco en canciones desconocidas y en miradas distraídas esas notas de protesta, esas mágicas palabras para hacernos entender, para reflexionar sobre nuestra temporada, sobre esos días de oscuridad y bizarra rebeldía, sobre esos corazones que se han quedado callados en boca de Cerati, sobre esos sentimientos que ni el mismísimo hijo del creador puede entender.

Hoy comienzan a darse pasos de gigante en un recorrido extraño de letras y canciones, en un museo de disculpas y corazones variopintos, en un agujero tan pequeño como la modestia de los ignorados, tan frío como el beso de despedida, tan inquietos como el corazón de una mujer enamorada.

Obsesionados con vivir en un mundo mejor nos inventamos las artes, nos alejamos de las relaciones, nos sumergimos en una abstinencia de conocimiento, en una superficial relación de poder para con los secretos y misterios del universo. Enredarnos en una red social o declarar un blog como carta de vida. Un arpa llanera, un piano español, una guitarra de Liverpool, un canon Veneciano, un himno de Flandes, un río para bañar las ganas, para intoxicarnos en ese laberinto que amamos y hemos definido literatura.

Antes del final, antes de los tiempos de un mundo mejor, es mejor seguir buscando esas oportunidades, seguir buscando en las discusiones más elementales, esas obras de arte que nos permiten dormir en paz consigo mismos.

Un calendario de veces que repetimos en constantes incertidumbres.

AV

28 de mayo de 2008

Profunda Inconciencia




Sentado en el sofá de la sala, viendo de cerca la pantalla del PC y con el mundo girando a mi alrededor, encontrándome en miradas de porcelana y suspirando con el aliento de la cordura y la ansiedad de los finales, suena Laura Pausini de fondo, esas baladas que en mi memoria noventera dejaron canciones con alma de metal, esa niebla que nos vuelve eternos.

Hoy (ayer) fue un día lleno de motivos para reflexionar, un martes lleno de debates y de ilusiones propias de la heterogeneidad, mezclado con dietas y chocolates servidos en mesas vacías, en tazas de café sin azúcar, en esas notas apartadas de un piano. Quiero rendirle un homenaje a los que entendieron el mensaje quizás tímido de mi blog bilingüe, esos consejos que nos arrancan tonterías de la cabeza y nos sienta en el desvalido puesto de la soledad. Aquellos personajes que en la amígdala de la censura leyeron de fondo mi soledad convertida en un ciclo sin norte, en ese desesperado olvido que se conserva con ilusiones y emociones, esos juegos de roles en los que sin dados y sin papeles le dejamos a la vida entre dicho, imposible de olvidar, imposible de pronunciar.

Existiendo en mi interior me dejo caer en un vacío profundo, es aquel sueño repetitivo donde salto desde lo más alto de la humanidad y me dejo caer con los brazos abiertos, disfrutando la brisa que choca con mis mejillas, cerrando los ojos con una sonrisa que supera de placer esa soledad que se siente mientras me acerco al vacío, esa divinidad que me enloquece en el estado más íntimo del suicidio, ese valor que nos enseña a ser cobardes, a ser expertos en estupideces propias de la edad y la inmadurez. No sueño con volar ni dejar en vacíos mi cuestionario existencialista libre de marihuana, ni sueño con morder pasteles ambiguos de deseos y seducciones de vida y sexo a cambio de palabras bonitas, encadenándome en la locura de la calle y la esquina, sigo pensando pues en ese vacío donde mi complicidad con el viento supera la complicidad de la lluvia con las nubes.

Mi vida se va y se va, no deja razones ni mensajes, no deja recuerdos ni sensaciones, no deja motivos ni culpables, no deja cicatrices ni heridas, no me deja ni me atrapa, no me busca porque quiere irse sin avisar, no quiere dejar amistades dolidas ni besos libres de culpabilidad, así me entiendo y me encierro, me encierro en ese precipicio de donde salto y amarro mi mirada en el fondo invisible donde algún día he de caer, muero o no, vivo pensando en esa muerte que no deja razones, en esa víscera que se escupe en el padre nuestro.

Es la primera vez que me conecto con la letra de este blog y la letra de mi intestino intelectual, donde toda la mierda de mi cabeza se mezcla con la belleza de las letras vacías, de esas mentes retorcidas que se amarran en un beso para poder hacer el amor, decido con el pensamiento conectarme con esas sonrisas sacadas de fabulas y mitos urbanos, mitos en los que juego a ser creador y destructor, poeta y lector, víctima y victimario. Odio a la gente que habla de letras para adentro, odio con odio mortal a todos aquellos que no creen o confían en mi, odio a los que dudan de mis sueños y los dejan en tela de arañas para evidenciar la razón que se tiene o no se tiene, odio a ustedes que creen que encierro mis metálicos juegos en palabras venenosas propias de la administración y la religión, odio cuando dicen querer mientras caminan en retroceso, odio cuando se sientan a beber café mientras piensan en chocolates, odio a todo aquel que se deja seducir por el perfume del silencio, porque es entonces ese que después de descubrir el aroma decide en la bulla hablar para no ser escuchado.

Quisiera empezar a caminar para atrás.

AV