31 de enero de 2016

Sin Título (Hoja en Blanco)



Cat Portraits by the artist: Gail Bartel (2008-2016)

Hay días en que pasamos el tiempo pensando en los menesteres pendientes, en lo difícil que se hace aterrizar una idea y darle forma en una hoja en blanco, días en que la presión del tiempo es más fuerte que la confianza en uno mismo, momentos en que dejamos que el tiempo se desperdicie en pensamientos etéreos  y no en pensamientos constructivos, en ideas que aporten o acciones que permitan dar forma a lo que solo existe en la mente. Este es de esos días.

Suceden ideas una tras de otra pero ninguna con fines de quedarse en algo concreto, se disipan los temores pero a su vez, se desdibujan las seguridades, caemos en una espiral intermitente de ansiedad y confusión, días en que nos dejamos vencer por la hoja en blanco, no es que sea una aproximación a la literatura o una labor de reflexión, es digamos, un compromiso de crecimiento profesional el que se estanca en esa página desnuda, compromiso que se quiebra en el vacío de las ideas, la nulidad de las voces perdidas.

Las preocupaciones aparecen como telaraña en casa abandonada, se van corrigiendo a sí mismas para alardear de sí, se ubican en cada rincón y van consumiendo cada optimista impulso que exista en el interior. Preocupaciones que se van guardando en tiempos justos hasta estallar en sí, nos corroboran su placer por la hoja en blanco, por la historia no escrita.

Nos frustramos un poco, pero también nos desnudamos ante la insensatez del deber incumplido, nos doblamos en una constante duda, salimos en defensa de nuestro silencio y disimulamos al mundo el sufrimiento que se carga; disipamos las ideas en frascos vacíos, llenamos de tinta la pluma, dejamos en blanco a la hoja.

Cargamos nuestras mentes de culpas y acumulamos los fracasos o pendientes del ayer con el reciente, dejamos que como bola de nieve aumente el sentimiento, como la leche que se riega cuando hierve, como la espuma que sube cuando se calienta, como las mentes que se apagan cuando estallan los dolores y las imperfecciones.

Somos seres de costumbres, la culpa y la indignidad se impregnan, se aprehenden como un imán a la nevera, le damos sentido a lo bello aun a sabiendas que es precisamente lo bello lo que nos deja en muda sincronía; espacios vacíos que se rellenan con sentimientos insensatos, que se acumulan como polvo bajo la alfombra, que se desdibuja como la humedad en las ventanas un día lluvioso de verano.

Duele, pero no se sabe que ocurre.

Nada se escribe. Solo el silencio se percibe, el aroma a cigarrillo ronda por la habitación y sella en ella los recuerdos de la memoria. Difícil es además, cuando de la culpa nace el resentimiento y en él el instintivo deseo de auto-agresión, la complejidad del alma por las oportunidades perdidas o desperdiciadas, por las emociones desechadas y claro, las expectativas frenadas.

Nada se escribe, ni un título o rótulo, queda todo en el vacío dando de sí vueltas y vueltas, como el perro que quiere morderse la cola, dando vueltas en un mismo espacio sin pretender lograr algo. Se convierte tedioso soportarse a uno mismo, pero más tedioso es dar cabida a todos los seres queridos en un mismo silencio y pretender que a todos se les debe de sonreír sin siquiera intentar explicar lo que por dentro ocurre.

El poeta es un mago que descubre la sensibilidad del mundo en un papel sin exponer la suya, un incendiario que construye su propia casa en las ideas para quemar en un escrito sin publicar. 
El poeta a la final no es más que eso, un fabricante de poesía que desdibuja lo que para otros puede ser simplemente una anécdota o un deseo.

Un mundo lleno de letras donde en ocasiones estas no se juntan para dar un final legible, un universo comprendido por miles de historias y experiencias, de ideas finitas, de religiones y canciones, un cosmos que trae dentro de sí la dicha resuelta que los malaventurados buscan en las calles.

Una casa gigante, amarilla, con patio trasero, una reja verde, en otros tiempos de color azul, un recuerdo en la casa grande, la casa amarilla. Las hojas secas cayendo sobre el pavimento, el niño que observa sobre la ventana. Solo estos recuerdos aparecen de manera fugaz, nada y mucho que ver con la necesidad de producir escritos académicos o profesionales, nada que relacionar con poesía o literatura, solo reflexiones.

Solo aflicciones y desencantos.

Palabras vacías;

... hojas en blanco.

AV


26 de enero de 2016

Cuestión de Nostalgia (I)




Imagen tomada de: https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/236x/98/24/1a/98241a860b827620b2bcedbd0910be72.jpg 


A partir de la nostalgia comenzamos a construir un nuevo mundo donde no caben ni los estereotipos sociales de la buena educación ni mucho menos las exigencias de ley con que se acostumbran a formar a los empresarios y ejecutivos del mañana. Las escuelas de negocios (mal llamadas Administración de Empresas) comenzaron a cambiar el modelo de enseñanza, los llamados clásicos siguieron siendo clásicos pero ahora las teorías administrativas del mañana (realmente del ayer) comenzaron a fijarse en temas propios de las ciencias humanas.

Preocupaciones como el discurso gerencial, la apariencia física del personal, la identidad con los productos de la compañía (y no con la empresa en sí), el cambio en las modalidades de contratación (tercerización) y una fuerte desregularización del empleo invocando al neo empleado a ser su propio jefe o emprendedor, han dado a que la administración de negocios sea ahora un asunto cada día más propio de las ciencias sociales y la estrategia y no de las ciencias de la organización. 

Quizás es una visión que recoge en gran medida las decisiones de urgencia que en la década de los noventa se tomaron en gobiernos morosos en América Latina. La esencia del endeudamiento pasó al discurso de lo cotidiano y se convirtió en un ejercicio “snobista”, se lograría a llegar ser persona aquella que recibiese un crédito financiero.

Preocupaciones que tienen más de nostalgia que de revolución industrial. Es menester entender que tanto las preocupaciones gerenciales como los cambios en la contratación y los asuntos organizacionales dejaron de ser labores de la industria, pasaron a ser secciones de jefaturas administrativos, luego a ser sectas de profesionales de la psicología y por último pero no menos importante, son interpretaciones culturales donde los Politólogos, Sociólogos y Antropólogos comienzan a definir el perfil de las organizaciones transformadas. Cuestión de Gestión Humana que llaman.

Es una nostalgia que pesa además porque quienes están ahora en cargos ejecutivos y gerenciales son precisamente aquellos que vivieron su infancia (real infancia) bajo el Ojo de Thundera, bajo las ocurrencias de un conejo burlón como Bugs, bajo las acciones violentas de grandes pensadores como Stallone, Willis, Schwarzenegger o modelos ejemplares como Basinger, Kinski, Kelly Lebrock, Shiiffer, Fox o inclusive la eterna Amparo. Se trata de una nostalgia que en la década de los 80s fue marcada por la calidad de productos que hoy son ley del mercado. ¿Qué ha ocurrido? Quienes toman las decisiones en el presente sabe que su poder adquisitivo no es ajeno sino que les pertenece a tanto nivel que su egoísmo se convierte en una política de consumo.

Tanto el desarrollo tecnológico como el desarrollo de identidad deben de derivar en el individuo, su rol individualista será premiado por el consumo popular y con ello el mercado tendrá cada vez mayores segmentos o nichos de atención. Las legiones del cine, las series de televisión, las marcas de ropa que ya no existe o modelos de zapatería o estampados que no volvieron son tendencia en los últimos 5 años a raíz de esas decisiones gerenciales. El teletrabajo que fue tendencia en la década de los sesenta retoma ahora su lugar, porque es más importante la independencia productiva del empleado que el gasto que genera su presencia en una planta física.

El individualismo se toma las mismas formas de realizar las transacciones comerciales y relaciones de mercado. No hay tiempo para reunirnos, pensemos solos y aprobemos propuestas por videollamada o chat. Si nos reunimos, que sea para firmar o para decir adiós. ¿de dónde viene este modelo? ¿Suena algo familiar?

La urgencia de la guerra en el cine y la televisión daba la representación rebelde que la música respaldó desde finales de los setenta, las crisis económicas que no dieron a familias funcionales un lugar al padre y la madre en la mesa del comedor sino, que el televisor de la sala fue la base de la educación. Niños que odiaron el ausentismo y ahora de adultos detestan las multitudes, porque reaccionan a la ausencia con rechazo. Jóvenes que en el cine de terror, acción, ciencia ficción y comedia desahogaron emociones y construyeron líderes, fanatismos, son los coleccionistas del hoy, los productores de sus propios deseos.

El mercado debe de esperar, porque cada vez menos colectiva será la manera de relacionarnos cuando los jóvenes de ahora sean gerentes. O dicho de otro modo, los cargos gerenciales serán removidos y solo tendremos sujetos con nombres propios. El discurso ampliará sus explicaciones a las marcas y productos, no al sujeto que los diseña o comercializa. No importará quien tome las decisiones o qué día habrá junta de negocios.

Quizás la nostalgia es la base de todo porque una sociedad que reprime su consumo es una sociedad que rechaza con fervor las ideas “innovadoras”, pero en esa lucha de Innovación y Nostalgia ambos extremos salen ganadores porque ambos comienzan a generar valor en la comunidad, pero en el medio se queda el modelo gerencial estandarizado, el del jefe, el del gerente, el de recursos humanos, el de los horarios de entrada y salida, el de las prestaciones sociales. Ese modelo, terminará por asfixiar a quienes temen por emprender (o desregularizarse), terminará por quebrar una burbuja de relaciones comerciales (guetos), se someterá a nuevos mercados intentando absorberlos sin darse cuenta que ya están sometidos.

Todavía existen empresas que prometen ascensos.

Todavía existe la nostalgia.


AV

23 de enero de 2016

Fronteras, Monumentos y Canciones.



Imagen tomada de: http://nabi767.deviantart.com/art/Nabi-still-in-the-Night-Forest-572328388 
Nabi (still) in the Night Forestby.
Traditional Art / Drawings / Illustration / Storybook
©2015-2016 

Las canciones son fronteras para el corazón, felicidad armoniosa que llega con trova y bebidas que le acompañan. Las canciones son musas que sirven a quienes buscan en el amor un camino para la vida, musas que alimentan los argumentos y le dan vocabulario al silencio que escapa lentamente de soliloquios y muecas cobardes.

El mundo es lo suficientemente amplio para comprenderle por su dimensión misma de divinidad y banalidad. Es una frontera constante de moralismos y argumentos, de explicaciones sobre lo invisible y lo increíble, de reiteradas frases de pensadores ya fallecidos donde el mensaje siempre reduce al ser humano al deber ser y el comportamiento adecuado. Fronteras donde lo superficial es en ocasiones lo más sensato que se pueda tomar para comprender en sí lo simplista que es la vida.

Los amigos son conocidos que van tomando nombre con la cordura y el paso del tiempo, barreras que se van saltando en la soledad de las ideas y se conjugan en la banalidad de las reuniones cotidianas. Personajes que construyen momentos con las mismas manos con que adecúan recuerdos en vidas pasadas. Son seres eternos, que se desvanecen en distantes compromisos pero que tarde o temprano aparecen de regreso para dar la mano al que la ha soltado.

Los libros se permiten leerse una y otra vez, quizás para acompañarnos a envejecer de manera digna y elocuente. Inventar excusas en historias que se escribieron desde mucho antes de que naciéramos, libros que también han nacido mucho después que nosotros y siguen siendo válidos a la hora de proponernos historias para la vida.

Son viajes que vamos tomando con cautela, porque los libros y los amigos son lo que nos permite comparar lo que se siente con lo que se sabe. Porque el mundo es lo suficientemente amplio como para limitarlo a una sola canción, o a dos, ¿por qué no? Mejor preguntarnos de donde viene lo divino, hacernos hijos en cada madre y cada padre, darnos amor en cada espacio que el olvido conquista, darnos melodías en cada silencio.

Hacernos eternos en lo cotidiano, hacernos amplios en lo idiota que pueden llegar a ser los hombres, esos egoísmos que se olvidan del origen y la palabra, que dan a la cultura un factor más histórico que natural, que hace de las ciudades un territorio habitable y no un actor analizable. Somos así, ajenos a lo que los hombres en sus tiempos han dado a relucir en monumentos y documentos  que a la final ni construyen héroes, ni recuerdan leyes, solo letras y hechos que se redactan según el discurso de los vencedores.

Hacernos en lo cotidiano más allá del esfuerzo y darle prioridades a los sueños. Ser materia y esencia, creer en lo que permitimos creer, darnos la oportunidad de ascender en lo elemental y confiarnos  en cada palabra que nos fue dada con amor. Solemos dar expectativas e impulsos a muchas iniciativas pero a la final olvidamos que el proceso es un eco que merece ser protagonista por igual.

Vienen retos y el  mundo si bien se hace con distancias más cortas sigue siendo amplio a merced de la humanidad, seguimos idolatrando monumentos y documentos, pero poco o nada de personas y momentos. Seguimos construyendo casas sobre sueños en vez de soñar por encima del hogar.

Continuamos forjando nuestras canciones a lo elemental de nuestros gustos perdiendo a diario dicha capacidad de asombro, dejar lo especial en lo desconocido por haber preferido lo amargo de la comodidad. Ser rutinarios, ser confiados, encontrarnos en el espejo y dejarlo allí sin importar si brilla o si se raya.

El ser humano está sometido a múltiples redes de interdependencia, los intelectuales le llaman globalización a dicho fenómeno, otros un poco más filosóficos le exceden a tal fenómeno la confianza misma a punto de definirle como un acto de hipermodernidad, trascendemos en el discurso, logramos abarcar miles de palabras para re interpretar viejas costumbres y necedades.

Múltiples redes de interdependencia que terminan por ser herramientas de construcción de muros y callejones sin salida. Fronteras musicales, ideológicas, de dogma, de sexo, de preferencia electoral y de diseño de marca. Fronteras que terminamos por darles el honroso primer puesto en originalidad en vez de comenzar a derribarlas, pero de ahí lo especial de la dicotomía. 

¿Quién sometería a la humanidad a una banalidad artística llena de libros y canciones que versen sobre las mismas ideas? ¿Quién olvidaría que el hombre no es más que hombre y las banderas no son más que cortes de tela? ¿Quién se pregunta  lo filosófico de los monumentos en vez de lo artístico de las estatuas?

Continuamos buscando héroes, forjando padres y hermanos, tejiendo redes de dependencia mayores a las que habíamos conquistado con el mercado. Terminamos por darle excesos de realidad a lo habitable.

Terminamos por ponerle precio a las musas y al silencio.



AV

22 de enero de 2016

De Momentos y Personajes.




Digital Art / Drawings & Paintings / Animals
©2013-2016 Henkkab.


Llega un momento en la vida en que sabemos qué queremos y como lo queremos, momento en que damos el paso a tomar decisiones importantes y le damos cabida cada vez a menos personas en nuestras emociones y acciones. Momentos donde no siempre la felicidad se comparte con los amigos sino que se guarda para sí, momentos donde el silencio nos marca la pauta y la duda, porque también se aprende a dudar y a fallar ¿quién dijo que para madurar hay que dar muestra de sabérselas todas?

Llegan días en la vida en que dejamos que todo ocurra sin dar parte alguno, situaciones donde vamos mejorando con el tiempo hasta convertirnos en mejores personas, soñadoras, encantadoras, llenas de vitalidad y ganas de abrazar al planeta entero, días en que aunamos fuerzas y mordemos en silencio nuestros labios, dejamos que el cuerpo aguante las presiones de la cotidianidad y seguimos sonrientes ante quienes nos observan, por dentro, de manera casi que natural, vamos quemando calorías con el pensamiento, con las preocupaciones mismas de la vida.

Llegan personajes a nuestras vidas que nos van marcando el paso y nos van dejando enseñanzas. Grandes amigos a los que vamos dando el rótulo de familiar al ganarse con los días y los años nuestro corazón, nos van encantando con sus favores y sonrisas, su naturalidad e interés por nuestras condiciones. Personajes que se hacen llamar amigos pero que a la hora de avanzar solo son pocos los que realmente cargan la responsabilidad de la permanencia.

Llegan momentos en que al día día sabemos lo que queremos, cómo lo queremos, con quién lo queremos. Momentos en que nos vamos dando cuenta de lo importantes que son los sueños y el esfuerzo, de igual manera las caídas y las puertas cerradas. Importantes situaciones que nos ponen en reflexión constante, casi que de manera taciturna nos llevan a la nostalgia de los días pasados; vernos envueltos en grupos y reuniones de toda índole, aprendemos a sacar prioridades y a decidir con quién queremos compartir cada momento y con quién queremos compartir cada pensamiento.

Ha llegado el momento – una vez más – en que se aprende a decir “no”, en que se aprende a hacer el quite  a las malas intenciones, a los malos amigos, a las malas noticias y claro, al mal trato. Etapas de la vida donde se decide con quién no se quiere estar, es más fácil de lo que se cree, querer decirnos a nosotros mismos NO, alejarnos de aquellos fulanos que nos comparten falsa empatía, rechazar esas reuniones o lugares que nos dan incomodidad, ¿por qué debemos de soportar tales personajes o situaciones?

Quizás para algunos su condición laboral le lleva a permear sonrisas por escaramuzas, a soportar malas compañías a cambio de esa estabilidad que se busca para el hogar, allí es de total comprensión – y apoyo – pero en esta oportunidad lo que convoca la reflexión es el entorno social o familiar, nada tiene que ver con las incómodas reuniones o “amistades” que se construyen en la vida laboral, por el contrario, mucho y todo tiene que ver en nuestros espacios íntimos, nuestra cotidianidad, pero ¡ah vida miserable!, aquella que se ha construido si las únicas amistades con las que se cuenta, son las del entorno laboral.

Aprendemos a enamorarnos y a trascender más allá del amor, a encontrar que amor es construcción constante, que escogemos a las personas que escogemos porque son precisamente aquellas las que nos alimentan el alma día a día, pero que así como se ama, se castiga también. Se construye y el sencillo ejercicio de construir trae consigo esfuerzos y sacrificios, entrega, disposición, madurez y mucha seriedad para asumir el control de cada paso que se da – ahora en pareja – ser consultores uno del otro, consejeros, reguladores, amigos y claro, enamorados.

Llegan tiempos en que reflexionamos más allá de lo que nos permite la filosofía, le damos rienda suelta a las emociones y desde ellas es que salimos a la vida a dejar en claro nuestras posturas, dejamos que las intenciones aparezcan desde la pausa del momento y no desde a constancia de las ideas. Somos impulsivos, efusivos, evasivos, egoístas, narcisistas. Somos humanos ¿qué más se puede esperar?

Hemos convertido a la naturaleza en nuestro nuevo universo cultural eliminando de ella toda condición natural, producto de ello, hemos convertido pues a nuestra humanidad en un total conjunto de toma de decisiones que poco o nada se tienen que basar en la intuición, hemos dejado de lado la supervivencia del territorio por el ahora discurso y metodología. Hemos hecho de nuestra condición humana un abanico de métodos y reflexiones, de momentos y personajes.

Hemos olvidado ser recolectores para convertirnos en pensadores.

AV

11 de enero de 2016

Días Nuestros (2015)





El año concluye como los días dejan en sí caer las horas a la noche, las palabras se vuelven elocuentes y los abrazos aparecen de repente en toda escena familiar. Las distancias se acortan y ahora con el respaldo de la tecnología, los mensajes se hacen más allegados y efectivos, se descubren nuevas ansiedades y se renuevan miedos, las promesas de año nuevo se caen en el pavimento con el transcurrir de las horas, el nuevo año llega y nosotros aquí, viéndole pasar.

A once días del  nuevo año comenzamos por ver que la rutina se torna más real, que regresan las horas de antes y del mismo modo nos dejan sobre el escritorio los pendientes de esos meses que dejamos escapar. 
Pasadas dos semanas es que nos vemos dibujados en recuerdos de aquello que no se cumplió de año inmediatamente anterior. Imaginarme a golpes en cada día del año, en cada preludio, en cada obsesión, en cada rabieta y sonrisa.

Ver el año que terminó con la lupa del día once de año siguiente, como si los primeros diez días hubiesen sido un mero formalismo del descanso y la procrastinación, o por qué no, de la mera irresponsabilidad de la pereza y la rebeldía.

Rebuscamos frases célebres o aforismos para dar mayor importancia a nuestras tardes en redes sociales, nos desubicamos con las canciones de cada momento y balbuceamos en esas tareas pendientes, bueno, aquí mi tarea pendiente de iniciar de nuevo.

Un enero que llegó con regalos del sur de la Florida, enero en el que los amigos se reunieron y destaparon sus emociones, enero en que en un pic nic cerca al museo de arte moderno vimos pasar la tarde, dejamos los regalos al costado y renovamos el beso de amor que tras 21 días habíamos dejado en pausa. Un enero donde finalizaron los miedos de año anterior y comenzó por dejarse conquistar por retos que el mismo año quince daba en silencios pausados. Un enero donde conocí a Melissa.

Febrero insensato y casual, febrero de aprendizajes, febrero con sabor a queso y a plátano verde, al calor del río Atrato. Un febrero de suspiros y sueños en pareja, de empezar en casa de nuevo, de dar clases en donde siempre se quiso estar, donde siempre se pudo soñar. En marzo nos hicimos amigos de Fiona, una sencilla señorita de ojos grandes y ladridos fuertes, un marzo además que dejó consigo las flores de la amistad a piel, un marzo donde cumplió años el hombre más viejo de mundo, marzo donde nos fuimos encontrando en la crisis hasta hacer parte de ella, hasta inundarnos en las metas de otros y entender pues, que a esas metas es que no nos debemos de someter.

Un marzo des-complicado hasta llegó abril, un abril cargado de pésimas películas de terror (cortesía de Diego Alejandro),un abril en el que nos enamoramos más y más, porque el amor es una institución que se construye día a día, un sentimiento que se conserva en el más frágil de los elementos de la vida, un concierto de El Buki en Cali.

Abril de chikungunya, abril del cumpleaños del mejor de los amigos. En mayo nos decepcionamos de las oportunidades y abrimos paso a la fuga, mes en el que me aparté de las malas administraciones y decisiones permeadas por la avaricia y la celebración indebida de cargos, un mayo en el que los amigos nos unimos para tomar decisiones pero que a la final fueron las más egoístas decisiones las que se quedaron en su lugar.

En mayo todo comenzó de nuevo, nos alejamos de algunos, de otros tomamos la certeza de darles un segundo plano, a otros, el mismo viento se los llevó hasta desaparecerlos del panorama cotidiano. No fuimos a Bogotá  porque nos dejó el avión pero viajamos a Sevilla, primero a Tulua, así sucesivamente fuimos llenando los compromisos del amor hasta hacer frente a la familia de la mujer amada, me presenté ante mis suegros y cuñados, ante mi nueva familia.

Vimos el concierto filarmónico de Star Wars, conocimos a la princesa Leia más joven de esta galaxia.

Junio es hermoso porque los amigos se unieron en otro importante evento, en una ronda de canciones que terminaron con todo el amor del mundo alrededor de un pastel de corazones, un junio que dejó consigo libros y más libros (cortesía también de Diego Alejandro), un junio en que terminamos una tesis para iniciar otra, un junio en que el amor llegó a su año nuevo. Jugamos bolos, jugamos Bingo, jugamos a escapar, jugamos hasta la última noche del mes.

Julio gallardo e infantil, conocimos a los Minions y con ellos nos motivamos a comer tres cajitas felices porque eso es lo que hacemos los amigos, vimos Pixeles juntos en el cinema, porque eso es lo que hacemos los amigos, salimos a tomar el té y claro, salimos a bailar con las primas de Rita Shirley. River Plate campeón de América.

En agosto tomamos juguitos en Japy, Diego Alejandro llegaba de  viaje de Ipiales y  la señorita que vendía los jugos prometió llevarlo a conocer Caleñas la próxima vez que viniera a Cali. Agosto lleno de música, de cerveza, de rock & roll. Jugamos Monopolio, comimos sobre-barriga y festejamos el milagro de la vida, el triunfo de una nueva etapa. Iniciamos semestre en la universidad pública, viajamos a los años 20 y retomamos la docencia ahora en la universidad claretiana.  Los Guayacanes florecieron llenando de color la ciudad.

Volvimos al río Atrato, festejamos en Bandola, jugamos Risk por primera vez en años y dimos adiós al mes con la mejor de las intenciones hasta que llegó septiembre.

Negro como el olvido, como las sombras que traen consigo dudosas intensiones, septiembre de cumpleaños de amigos, pero también de malas noticias para la salud  familiar. Septiembre de visita del Papa a Cuba y de Aterciopelados a Cali, septiembre del Caribe Funk, septiembre de los Vargas y los Higuera, de terminar experiencias y aprender de otras vidas.

En octubre festejamos la vida, vivimos la sonrisa de mis padres, subimos a 32° y con los mejores amigos sonreímos en cuanta selfie dibujamos en la red, leímos a Stephen King, comimos hasta más no poder y esperamos una lasaña que solo en diciembre llegó. Un octubre que me acercó a las nuevas amistades que El Buki me regaló en el año quince, amistades como Karen Melissa y Felipe, el mismo señor Jesús Trujillo y los pequeños anfitriones de la ruta 66.

Encontrar de regreso a Sammy, comenzar a tomar café en una taza especial, llevar cosechas a la casa, viajar por el Quindio y cerrar noviembre con otra visita al río Atrato.

Los mejores atardeceres del año los viví en el Chocó, pero los mejores atardeceres del año los compartí con mi amada en las calles de Cali, Palmira y el eje cafetero, hasta que la quise enamorar un poco más, hasta que en noviembre decidimos juntos amar nuestras noches.

Llegó diciembre y ya estábamos estrenando un nuevo hogar, llegó diciembre y dejamos de contar historias para vivir de pleno, llegó el episodio séptimo de “Star Wars”, llegó el momento de reflexionar.

Llegó enero y en otra oportunidad reflexionaremos sobre lo que fue diciembre y enero, y qué mejor tarea pendiente que continuar escribiendo, qué mejor inspiración que recopilar lo que se robó el silencio.

Lo que quedó con el atardecer.


AV.