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20 de julio de 2025

La Dignidad de los Tontos (Un día cualquiera)

 

Imagen tomada de:  https://www.instagram.com/p/C8-TV81yl2S/

@Vrboii


Esta semana tuve la oportunidad de presenciar el modo como nosotros, los más subnormales seres del planeta, compartimos intenciones y tomamos decisiones sobre las pasiones que tanto nos adornan.

Hay pasiones que desde la promesa del placer invaden la calma del empresario que quiere ser amado. Pasiones que dejan en evidencia el pensar de algunos sobre lo que consideran importante y prioritario.

Hay días que pueden ser normales como cualquiera del calendario, pero sucesos “bisagra” pueden surgir, eventos canónicos que en una decisión temperamental pueden cambiar el curso de una vida o una relación.

Nuestro invitado, un andariego conejo de pelaje magro solía disfrutar de sus noches de miel y zanahoria en compañía de su amada, la coneja de ojos marrones y pelaje amarillo.

Juntos viajaron por cuanta villa daba a la pareja un lugar para saciar el alma en el cansancio de la semana laboral.

Otro personaje, de pelaje oscuro y mirada coqueta se logró relacionar íntimamente con la pareja, tan íntimas que comenzaba a convertirse en un bisagra para la pareja de conejos enamorados.

Un día, cualquiera, el señor conejo encontró a la coneja tomando vino con el personaje de mirada coqueta, todo, absolutamente todo se fue al traste.

Estas fábulas que trascienden lo corriente de la ciudad, suelen estar llenas de lágrimas y  algunas, de sangre, donde el dolor y la rabia se conjugan para buscar culpables, y es que claro que los hay. Siempre habrá culpables en las rupturas o pecados cometidos alrededor de una relación, de un proyecto fallido o de un tarro de miel desperdiciado.

No se trata de enfrentar a los culpables, porque estos en su místico vocabulario van a expresar en defensa, que no hicieron nada, que nada tuvieron que ver en esa situación o, incluso, que fueron víctimas de uno de otro.

Una dignidad transparente, pero no por lo oportuna sino, por que es invisible, tonta, distante, corrupta.

Así como la narrativa del señor conejo y su coneja perdida, podemos reseñar la historia de alguna elegante gaviota que pueda ver su vuelo interrumpido por la coqueta sonrisa de un manatí que busca su afecto, alejándole de su círculo natural.

La historia de quienes volviendo del pasado pretenden que el mundo sirva sobre la mesa una taza caliente de café y una apertura de oraciones de bienvenida, como si todo aquello que fue consumido en el llanto y el oscuro agujero del rencor, no haya sido importante.

Una dignidad tonta, de quien con la frente en alto espera escribir un perdón a la ligera, mientras otros sufren, otros buscan explicación, sinceras excusas, en medio de llamadas perdidas.

Esto claramente es un ejercicio de reflexión que adorna a una historia real con personajes reales que juntos, como una comunidad de tontos, siguen persiguiendo la ilusión de la excusa.

Ya habrá un relato real de cada suceso, porque la realidad siempre será más incomprensible que la ficción.

Que la dignidad.

AV.


14 de julio de 2025

Conversaciones con Elvis (Amor - Amor)

 


Imagen tomada de: https://displate.com/displate/7472704

Entendemos que los designios del corazón son tan personales que en pocas ocasiones coincidimos con amigos o allegados que se atrevan a hablar de tal consideración sin tomarlo por broma. Disfrutamos, incluso, de hacer algo de humor con la soledad de quienes no han podido ser correspondidos en el abstracto arte o tomar por tontos a quienes perdiendo la fe en la humanidad, continúan su búsqueda de compañía de modo digital o a distancia.

Somos indolentes ante el silencioso sentir de aquellos que viviendo en soledad, queman sus tardes y noches con el nombre del pasado, consideramos que no son seres racionales, que no deben ni merecen dedicar su tiempo a lo que ya se esfumó, que su interés debería de sentarse en otra dirección.

El problema siempre será ese, nadie sabe a qué dirección caminar.

Cambiamos de rutina, nos ilusionamos cuando nadie nos ve, nos encerramos en anhelos cuando la oportunidad se presenta, incluso, un mensaje de buenos días termina por significar mucho más que un simple intento de cordialidad.

Somos, insiste el maestro Elvis Presley, inoportunos aun cuando el tiempo juegue a nuestro favor. Ingratos con los abrazos que no fuimos capaces de dar, porque es que precisamente aun quienes creen tener al amor de su lado, son igual de solitarios que quienes caminan buscando una oportunidad en las vidrieras de la ciudad.

Bien tenía razón en su canción: 

Maybe I didn't treat you

Quite as good as I should have

Maybe I didn't love you

Quite as often as I could have

Maybe I didn't hold you

All those lonely, lonely times

 

Me preguntaron: ¿Qué esperas de todo esto?

La respuesta siempre emerge como un suspiro del lado oscuro del corazón, una combinación de anhelo y buenas intenciones, con la frialdad misma de quien ya derrotado, guarda en el bolsillo el último bocado de pan.

Uno guarda la esperanza de enternecer al mundo entero con las intenciones que le evocan cada mañana, el mundo por su parte, vive girando como un procedimiento prediseñado, una rotación permanente de buenas ideas e ingratas conclusiones.

El mundo estimado lector, es como es.

Quizás, en otra canción, el maestro Elvis nos devuelva algo de fe, de aquella natural manera de abrir el corazón y brindar una flor, un dulce, una palabra de consuelo, una sensitiva intención: 

Take my hand

Take my whole life too

'Cause I can't help

Falling in love with you

 

Like a river flows

Surely to the sea

Darling, so we go

Some things were meant to be…


A lo lejos se encierra el sol bajo el mar, como un poema vivido de quienes buscan ternura en cualquier cotidiano suceso de la naturaleza. Allá, sobre las frías aguas del río, viajan suspiros que primero fueron promesas, se esconden, susurran, saltan entre las piedras, porque a la final, en el diálogo del que busca y el que pierde, siempre triunfa la idea del amor.

Un ideal que si le preguntan a Elvis, la respuesta está en manos de la humanidad:

La música.

AV.

12 de julio de 2025

Pasiones (Límites)

 


Imagen tomada de: https://japanobjects.com/features/cat-paintings

“Revelers Return from the Tori no Machi Festival” by Utagawa Hiroshige


Bien lo señalaba alguna vez la canción popular chilena en sus letras:

“Dejaste libre esa pasión reprimida

y el brillo de tus ojos se apagó,

Llegaste al límite en que mueren los sueños,

el lado oscuro de tu corazón”

Y es que es bien sabido que hay momentos de la vida en que cerramos las intenciones a cualquier proyecto de futuro deseable, dejamos de lado los sueños que nos hicieron jóvenes, para enfocarnos en los retos que nos convierten en adultos.

Hay ojos, eternos y bellos, cargados de mucha esperanza que a los tiempos de hoy encontramos en silencio, perdidos, apagados. Como si el cansancio de quienes abundan en sonrisas fuese marchito, como los pasos de quienes cargaron todo en la espalda.

Ojos que en su ejercicio cotidiano dieron miradas de apoyo a todo aquel que les suplicara algo de ternura, miradas vacías que se fueron desprendiendo de la humanidad misma del adolescente entusiasta.

Tenemos a nuestro alrededor personajes que no comprenden el esfuerzo que implica ir más allá del deseo, entablar un futuro deseable en medio de conversaciones existenciales, sabe a bien que el aguacate es un fruto y el amor una idea que espera volverse fruto.

Quizás muchos aman por primera vez como el accidente mismo de sentir la vida recorrer el cuerpo, tal cual una autopista de buenas intenciones. A la segunda vez, puedan sentirse acongojados en el error de las palabras dichas, de saberse alegre ante un afecto abstracto.

Insistimos en seguir buscando, en dar oportunidades, en declararnos amigos de lo insufrible, de un inmarcesible conjunto de palabras que quieren ser leídas, escuchadas, abrazadas por quien suspiran los mismos silencios.

Un límite en donde los poetas suelen hacer pausas para no escribir palabras que comprometan al arte mismo de no entender.

Un límite en donde los pintores rebuscan colores, para dibujar la mirada de unos ojos cansados de vivir, agobiados quizás, de tanto esfuerzo por amar.

Hay límites que humanamente diseñamos para que nadie comprenda el dolor que la bestia siente ante el rechazo y la soledad.

¿Acaso hemos fallado en el instinto terrenal de querer entregar todo lo humanamente aceptado?

No hay deseo que se pueda romper sin consentimiento. La palabra dicha, el beso dado, las manos que se acarician y las ideas que se estancan ante una fuerza inimaginable llamada “ardor”. Deseo que no es consecuente ni pertinente, nada que se pueda construir en soledad, porque a este mundo hemos llegado a convivir, a pesar.

Algunos le llaman amor a ese entrañable ejercicio de la cotidianidad de otros, de convivir tanto tiempo en compañía, que las miradas empiezan a notarse cálidas, en pausa.

El límite humano de podernos encontrar otra vez, de estar en silencio mientras se entiende todo lo que emerge bajo la piel.

Bien tenía razón aquella agrupación chilena, cuando en una canción nos quiso recordar que el amor es algo más que un simple sonsonete noventero.

Es un límite.

AV.

4 de marzo de 2025

Fragilidad (Agua)

 


Imagen tomada de: https://www.tokyoweekender.com/tw-community/tw-creatives/tw-creatives-chaykov-giant-cat/

Giant City Cat. By: Chaykov.


Una gota de agua cae, se desliza sobre la corrugada superficie de una palmera, mojada y sin orientación deja en desilusión sus hojas rígidas producto de un fuerte temporal, de una permanente soledad, acompañando una avenida.

Un grupo de hormigas se refugia bajo el castillo de arena, una infraestructura estéril, libre de violencia, cargada de expectativas y agua, mucha agua.

A la distancia, sobre una ventana cerrada, una paloma se equilibra en el borde de un edificio olvidado por la modernidad, paloma que con su grisáceo plumaje, gorgorea con la cabeza ladeada buscando una oportunidad sobre el cableado urbano, esas cuerdas de paz que conectan a la ciudad.

Abajo, en la entrada del edificio, está Ernesto, un saludable canino de pelaje rubio, largo, lacio. Con la lengua afuera deja notar que su cuerpo pide agua, tiene sed, pero el agua está llegando desde arriba, las profundidades del cielo ingrato de la ciudad.

Abajo, otra vez abajo, aparece Marcelo, un ingrato estudiante de posgrado, quien con una bufanda tejida por su madre, pretende evadir el frío de una ciudad atravesada por sueños ajenos. 

Quizás Marcelo espera que su peludo amigo, Ernesto, proceda a orinar con prontitud, pues el clima no permite salir hasta el parque, pero allá, en el olvido de los callejones, hay muchos colegas de Ernesto que escondidos con miedo como abrigo, esperan que la lluvia deje vivir.

La vida pues, como un presagio del tiempo, se estremece ante un nubarrón que proveyendo a las calles de riachuelos, juega coquetamente con el tiempo de los enamorados, aquellos jóvenes que en el pasar del tiempo se quedaron a la espera de cruzar la ciudad para encontrarse en un beso cordial.

No se trata de que el tiempo sea un enemigo, porque en el ciclo de los hechos, no hay bandos ni perfiles, solo agua y a veces, sed.

Lejos, en alguna casa habitada por tres generaciones, una gotera invade la paz de una mujer mayor. Mujer que hoy la reconocen sus vecinos como líder comunitaria, liderazgos bajo una permanente gotera. En aquella casa, cuando el agua invade la rutina, las palabras obscenas invocan la gestión del gobernante de turno, pero el agua sigue su curso, viajando por un lado se encuentra con los riachuelos ya mencionados, se une como una danza arcana y viaja buscando al río.

Una balada romántica se escucha en el radio de la cocina, la mujer de edad avanzada, cierra los ojos recordando otros tiempos, de igual ingratitud con el agua, pero de mejores compañías, porque en esos tiempos el amor era más fuerte que el cambio climático.

Canciones que juegan con la memoria, goteras que crean canciones en los tejados, palomas que gorgorean haciendo el coro de un bullicio cotidiano.

Una palmera que en un acto de ternura se sacuda ante el insistente coqueteo del viento.

Una ciudad que con sus ojos marrones, carga el universo en suspiros permanentes. Ernesto ya encontró donde orinar, pero Marcelo no sabe hacia dónde voló su bufanda. Sigue pensando si realmente valía la pena salir a perseguir aquellos sueños ajenos.

Tan frágil, como una gota de agua.

AV


28 de febrero de 2025

Una Semana (Decisiones)

 


Imagen tomada de: https://www.saatchiart.com/en-co/art/Painting-Cat-With-Rose/150107/128005/view 

Cat With Rose Painting By: Nikola Golubovski [Macedonia]


Esta semana ha sido bien particular, alejada de cualquier nota musical o tremenda prosaica cotidiana, intenté salvar el mundo pero recordé que primero debo de salvarme a mi.

Desde los grandes retos de una enemistad inculcada por un capricho de los dioses, hasta encuentros gratos con amigos que a la distancia poco se dejan ver, se ha vivido esta semana como una tregua, quizás.

Retos que en el afán de querer limpiar el sucio andar de los aventajados, se convierten en problemas de índole existencial, de sabernos humanos y demonios, de desesperarnos en la ignorancia de la solución: Queremos ser salvados, queremos ser verdugos, a veces incluso, se nos olvida querer.

Una semana que alcanzando a la inestable fiebre de marzo, me obligó a sentarme a callar. A escupir cuanta palabra obscena me tejiera el alma, reconocer en mi malestar el hilo rojo de un monstruo más grande que si dejo salir, no puedo corresponder.

Como todos los santos que deambulan en silencio entre paredes, fui observando el curso de todo aquello que tanto anhelo, encontrándome en aquellos ojos cafés donde el universo reposa como una bóveda de bonitas intenciones. En esa bóveda, segura y distante, donde se escuchan canciones y se acaricia una belleza magnética, una belleza que con luz propia danza en su esencia poética, en el verbo del olvido que este ingenuo soñador quiere aprender a recitar.

Fui observando el caminar de los que me aconsejan de buena fe, de amigos que como ángeles y Santos, aparecen de vez en vez para guiar mi escandalosa manera de exigir la verdad. Aquellos compañeros de oficina, de mesas de café y de bares de la noche, que se reúnen para halarme la paciencia y en su debilidad, sembrarme la nota musical necesaria.

Poder bajar en una octava tanta diatriba.

[Solloza]

Fui escuchando a quienes hace años estuvieron en mi Walkman, interpretar sus nuevas canciones, divertirnos en grata compañía con el deseo sublime de un buen comentario.

Una semana que nos permitió comer crispetas, tomar jugo de mandarina y un buen café especial. 

Entender que para salvar al mundo primero hay que conocerlo, comprender que para poder salvar al mundo, lo segundo que hay que hacer es merecerlo. Hacer lo posible para salvar al mundo, desde el local escenario de nuestra vida, una vida que está en compañía permanente, aún si no sabemos el nombre de todos los que caminan por allá, en la frontera entre el cansancio y el deseo.

Nos centramos en proyectos que contra el dios del tiempo, logramos cumplir, pero sufrimos, porque deseamos ganar.

Una semana en la que siempre nos espera un libro de Pablo Neruda y un beso con sabor a Chipotle.

AV 

18 de febrero de 2025

Historias Inconclusas de un Café.

 


Cute kitten painting with a bumblebee.

By: Marjansart Paintings

Imagen tomada de:  https://folksy.com/items/8308300-Original-Kitten-and-Bumblebee-  


Este fin de semana conversaba con alguien muy especial de lo que ha sido nuestras vidas en los años que han transcurrido. Le comentaba desde mis peripecias como estudiante universitario y líder de iniciativas juveniles, pasando por mis primeras experiencias de trabajo, tanto formales como informales.

En aquel espacio, acompañados de un café y una buena porción de torta, dialogamos sobre los retos y aprendizajes que la vida en su cúmulo de errores y aciertos nos trae.

Mientras compartía algunas de mis experiencias, en mi interior brotaba un panal de abejas inquietas, con la dulzura que la miel adorna, rememorando aquellas victorias tempranas y esas luchas que por minúsculas que fueran, se vestían de grandes batallas en aquella edad.

Un panal de abejas intensas que protegiendo la colmena terminan por picar, por incomodar, con la memoria misma de los días de cuanto error cometimos.

Pensaba en cómo la ingratitud del tiempo nos ha alejado de seres que fueron nuestro estandarte, de esos ángeles llamaría ahora, que nos dieron su recurso no renovable más valioso que hay: Su tiempo.

Incluso nombres puntuales surgieron, breves como un susurro en el bosque, pero poderosos como un huracán en el caribe.

Maritza y César en aquel ingrato 2002, Mauricio y Maria Fernanda arribando al 2005 y 2006. Quizás el 2007 y 2008 nos dejó una colección por demás interesante, pero Maria Isabel sin duda fue gran soporte, junto a Melissa y Jose Miguel.

De aquellos nombres, a quienes adeudo mi conocimiento y esfuerzo, debo sumar lo curioso de la década del 10, un conjunto de años que sumados como una cadena fueron más que una escalera de ascenso. Un pico de montaña helado, inerte, exigente y muy pero muy intransigente en el que recorriendo junto a grandes amigos como Fabio y Diego Alejandro, lograba ir aprendiendo el oficio de ser adulto. Y es que para ser adulto no es suficiente nacer o coleccionar días feriados, hay que aprender el vacío y justo entorno de la vida.

Hay que llorar en el proceso en que el amor nace y vuela, como las abejas que se sienten en el estómago del ingenuo soñador que ahora soy.

Comentaba con la bella compañía mientras compartía el postre, de las vicisitudes de ser artista, de incurrir en el extenuante rol de productor de eventos. De cómo una noche de poesía pasaba a ser un premio Ministerio de Cultura y ese mismo premio, a ser una fuerte obsesión, de esas obsesiones que traen grilletes y pensamientos furtivos.

Lo sorprendente quizás, además de la hermosa tarde de domingo, nublada, húmeda, coqueta, fue preciso la compañía. Saber que alguien nos escucha, nos pregunta y con inmensos ojos cafés nos apoya es dar la razón al tiempo vivido, porque quien nos brinda su compañía, quien nos da su apoyo en cada frecuencia es un ser que está dándonos lo mejor de si, lo fugaz de un instante de vida.

Conversábamos de cómo estos años pospandemia han estado cargados de miles de pesares para muchos, grandes retos y anécdotas ejemplares de todos los colores, y que en mi caso quizás, el beneplácito de tales esfuerzos fue recolectar aquella cadena que en la década del diez se había encontrado, retomar muchos de los personajes conocidos y hacerles un lugar de valor en el presente inmediato.

Entendernos que cada persona que conocemos es un universo que ahora a bien podemos tomar como aprendizaje, como punto de llegada.

Fue un domingo de grandes reflexiones, de compartir y rememorar como un homenaje a todos aquellos que en lo valioso de la vida han estampado su nombre en la memoria.

En el amor, en el trabajo, en la soledad, en la locura misma de sentirnos adultos.

Un domingo de disfrutarnos un postre y un café.

AV

28 de enero de 2025

Quimeras (Ella & Juan)

 



Cozy coffee, cat painting By: ArtTati.

Imagen tomada de: https://www.artpal.com/tataus1271?i=299524-58

Ahí estaban sentados.

Bajo el fuerte aire acondicionado del café, luces tenues en amarilla expectativa, quizás para dar un ambiente festivo, de esos que en Europa se dibujan como intelectuales. Faroles y flores artificiales de decoración.

Ella con vestido azul, con boleros al final de la falda y unas sandalias negras, como una quimera en plena adolescencia. A su frente, con las manos posadas sobre la mesa estaba aquel caballero, quizás de su misma edad, podemos llamarle Juan, como a cualquier cristiano de buena fe.

Ella, de cabellera color castaño, como las niñas que alguna vez fueron rubias, un par de potentes ojos de color café con la pupila dilatada; intensos, amargos, grandes, ocultos bajo unos lentes cristal.

Hay bullicio como en la casual de las tardes de una semana final de enero, distintas voces se encuentran en el eco del espacio habitado, se revisan historias de cada mesa a modo de cuentos inconclusos, un remolino de tonterías que sin importar la ideología, se discuten sobre una taza de café.

Él, al que hemos denominado Juan, expone en intensa algarabía sus historias de ayer. Anécdotas que se fueron sumando en la vida que cree, ha sido extensa y suficiente. Ella, a la que hemos visto posar sus ojos en intenso silencio, escucha como quien quiere aprender los secretos del universo.

Nosotros, los comunes espectadores, seguimos sumergidos en la mesa de al lado, escuchando, observando, dejando pasar la vida, esquivando sonrisas adolescentes, parpadeando ante el amarillo farol de enero. 

Varias ocasiones ella dejaba sus manos en la mesa para interactuar con las del pequeño Juan, una caricia ingenua, un apretón de manos coqueto, tenue, como la amarilla apariencia de lo inverosímil, de aquellos adolescentes inmunes al eco del bullicio.

Estaban encerrados en sus miradas, en sus discursos de lo correcto y lo viral, de cómo en Tik Tok las cosas se daban de determinada manera, de lo que dijo el presidente en su cuenta personal de X, de lo que el otro presidente respondió, y en un agujero narrativo, de cómo la vida les había juntado a ellos para dialogar sobre lo preciso de quererse, como amigos.

Y es que pequeño Juan, si alguna vez me lees, que de seguro dudo alcanzar la fortuna de tenerte en estas páginas, debo reseñarte cómo ante una beldad de ojos castaños, sonrisa perfecta y pensamientos universales, caí rodando como un fruto que, alejándose del árbol, exageraba en la dicha de creer haberlo alcanzado todo, mientras preciso, me alejaba rodando en mi propio discurso.

Porque cayendo lejos perdemos la perspectiva, porque en la misma mesa, con las manos sujetas en el ansioso ardor de la adolescencia, perdemos todo, lo damos todo, con el premio de convertirnos en amigos.

Después de algunos minutos posteriores al último sorbo de café, Ella, bella en su delicada postura, hizo un gesto amable convidando al joven a levantarse a su lado y retirarse del café, bajo la amarilla luz tenue de lo imposible. Una sonrisa dejó en evidencia la intención de quien busca consolidar una amistad frente a la abyecta postura, de quien buscaba el amor de una quimera.

Es cruel joven Juan, pero si esa perspectiva permite adentrar más allá de lo humano, haya quizás un premio mayor, un poco de fuego de parte de los dioses.

Amistades peligrosas.

AV

14 de febrero de 2023

Palabras (Su Universo)


 

Imagen tomada de:

https://i0.wp.com/doodlewash.com/wp-content/uploads/2020/08/Day-10-Cat-Thinking-Artist-Easel-Paint-Watercolor-Painting-Illustration_IG-1.jpg?fit=1000%2C709&ssl=1


De acuerdo a muchas vidas nos vamos encontrando en la casualidad de los sueños, en suspiros que pueden ser una cita a tomar café o en la espera eterna de un trámite bancario. Muchas vidas y muchos sueños se entrecruzan en el papeleo de un registro, en la intención misma de querer terminar todo a tiempo, por supuesto para llegar a descansar a casa.

Muchas vidas nos tienen en común de aceptar en el otro la diferencia, de colorearnos en mil modos de pensar y aprender de cada persona como un manual de supervivencia. Nos encontramos en el sentimiento mismo de la fraternidad, construimos placeres en una taza de café o un helado de ciruelas.

Nos dibujamos en la sonrisa del otro (otra), nos borramos en los miedos propios.

Conectamos con la naturaleza de los desesperados, a ellos a quienes el mundo tantas veces ha dado la espalda les saludamos con la intención de desearles otro día de amable espera. Nos refugiamos en constante torbellino de preguntas, damos fechas y cifras a cada pensamiento, como si fuésemos un calendario de castigos y prohibiciones.

De acuerdo a muchos sueños nos proyectamos en los cuentos y fábulas de otros universos. Ardemos en deseo con cada mirada, proponemos amar con la misma intriga con que nos escapamos de la cotidianidad, porque es que amar es un acto de transformación personal que se revela en las palabras que nos dan en correspondencia.

Algunas palabras de aliento siembran en un “te quiero” la capacidad de poseer, aprehender sobre lo advertido. Aquel te quiero que se reparte entre la obsesión de una canción eterna y el desespero de un olvidado poeta.

Palabras que nos definen desde la costumbre misma de los hogares que nos forjaron como personas. Palabras que ahora nos dan enseñanza en una copa de vino, en los ojos cafés de un alma noble, o quizás en el crudo universo de una oficina con vocación de poder.

Demasiado amor para este mundo, demasiado amor para uno mismo. Demasiado real para quien sueña con algo tan básico como lo es la sonrisa de la persona deseada.

Demasiado humano.

De acuerdo a muchos proyectos nos encasillamos en formatos y estilos de vida, crecemos y reproducimos el modelo nuclear de una familia entregada al santísimo sacramento. Nos reproducimos en poemas y canciones de occidente, nos deslumbramos con la magia de oriente y sus inciensos eternos.

Vemos en la comida un canal de conexión internacional. Tan internacional como la pizza italiana que se consume con fervor en las calles de américa latina. Tan internacional como el Café que se vende en los mostradores de cada panadería. Una cotidianidad tan sorprendente como el mundo conocido, donde la comida, los sueños, los proyectos, las canciones, las oraciones, los amigos, los vacíos, los miedos, los deseos, la humanidad misma es una reiterada invención de lo ya vivido.

Una pirámide de expectativas.

Amamos porque es un acto de supervivencia. Queremos ser amados, porque somos sobrevivientes de nuestro propio pasado. Queremos ser premiados, una medalla que nos recuerde el nuevo lugar que ocupamos en el viejo mundo.

Una canción de Arjona, un poema de Dylan o un murmullo de Michael Bublé.

Se nos hace preciso vivir en la expectativa del “te quiero”, porque todos queremos poseer. Se es necesario empezar a construir en el amar, porque amamos lo que verdaderamente se nos hace sagrado.

Demasiado amor para este mundo, demasiado amor para uno mismo. Demasiado real para quien sueña con algo tan básico como lo es la sonrisa de la persona idealizada. 

Fe.

De acuerdo a muchos sueños nos proyectamos en los cuentos y fábulas de otros universos.

Su universo.

AV

8 de febrero de 2023

Transformación (agradecimiento)



Imagen tomada de: https://i.ebayimg.com/images/g/pjwAAOSwUdNi9WCB/s-l1600.jpg

 

Me gusta el reflejo en el espejo. La mirada decidida que ha virado con precisión hacia donde incuban los sueños. Me gustan las palabras que se anteceden en cada pensamiento, con la exclusividad de saber que se empieza un día maravilloso, un día más.

Me gustan los procesos porque de ellos se aprende la calma y se engendra la paciencia que nos convierte en lo que somos. La prudencia de una idea, del temor de tomar la decisión siguiente, de darle nombre a lo que antes nos invadía en razonamientos.

Me gusta lo que ha llegado, el color de las ilusiones, el modo mismo en que desde afuera se ha logrado dar forma a muchas inseguridades, que con la bendición del cielo, ahora tienen lugar en la historia que ahora narramos en el corazón.

Han sido meses de caminar bajo la lluvia, el sol, ante la incertidumbre de muchas decisiones que opacadas por el temor no se tomaron ni fueron llevadas al verbo mismo. Meses de encerrarse en los pensamientos y con el aire asfixiando las lágrimas, quedar en silencio ante la pantalla de un computador. Sin nada que decir ni avanzar.

Nada.

Meses de dedicación a las labores contractuales con tal esfuerzo que se enmudecía el desesperado grito de un niño que quería resurgir en el alma. Porque eso hacemos los adultos, opacamos lo que nos desafía en tiempos de crisis, porque tememos soñar, porque tememos avanzar en la locura, porque somos carne de la cotidianidad.

Una cotidianidad mal vivida, pero necesaria.

Me gusta la transformación porque nos quita lo que pesa, lo que arde, lo que acostumbra. Nos mueve de un cielo a otro, quizás del mismo color pero de otro aroma, de otra dimensión inclusive.

Ha sido un tiempo de agradecer la presencia y amor de mi madre, su coraje, fuerza, acento en lo propio ha sido fundamental para que, en el menor de los silencios haya podido con a cabeza baja, observar todo lo que hay que caminar, porque de la cotidianidad no somos presos sino, arquitectos.

Agradecer con esperanza y un poco de banalidad la ausencia de quienes vieron en la distancia un modo de enseñar. Con total convicción de lo vivido estrechar la mano de aquellos que con su presencia dieron a este cachorro tres lecciones, que cuando fueron atendidas, desaparecieron para seguir en sus asuntos: Salazar, Hernández, Guerrero.

Porque de mis asuntos me encargo yo, siempre.

Me gusta el reflejo en el espejo de quien escribe, porque es allí en el reflejo donde nacen las dudas y los retos. Es en la interpretación del tiempo donde vamos dando nombre a lo que nos incomoda, a lo que nos agrada, a lo que necesitamos, a lo que nos daña.

Lo que amamos.

Me gusta la transformación que desde diferentes colores aparece aún si no la hemos invocado. Inevitablemente la vida nos transforma y con sus idas y vueltas nos deja en otro lugar. Nos enseña a no preocuparnos, nos obliga es a ocuparnos.

Me gusta el momento en que nacen estas palabras, porque ahora siento total agradecimiento por cada lágrima, por cada gota de sudor, por cada llamada negada y cada noche de desconexión. Palabras que si bien no tienen destinatario específico van al cielo, porque allá, es de donde emergen las dudas y las certezas, anidan también la misericordia y el perdón, florecen los versos del día a día, esos sonetos con los que saludamos a quienes nos rodean.

Me gusta estar aquí, ahora.

Me gusta lo que me rodea, quienes me rodean. Doy gracias por quienes llegaron y me dan de su amor, de su sincera puntualidad.

Me gusta el silencio, porque en sus ojos observo el amor por vivir, allí, a su lado.

Transformación.


AV


7 de julio de 2022

La Cosecha (Caminates)

 



Imagen tomada de: https://co.pinterest.com/pin/running-cat-painting-art-print-earth-colors-cat-watercolor--815573813832068958/


Somos caminantes y dejamos huella, somos nómadas y vamos como depredadores acabando con lo que encontramos. Somos espirituales y nos entregamos a la esperanza, sucumbimos ante el miedo, gritamos y reímos. Somos seres básicos, fallidos.

En este andar por la vida hemos ido conociendo todo tipo de personajes, amigos para darles sustantivo, unos de gran recordación y otros que fueron más bien fugaces, a todos por supuesto se llega al lugar común de afirmar que por alguna razón hicieron presencia en la vida.

Hay a quienes uno añora con el duelo mismo de extrañar a los abuelos que ya no están en la familia, un cariño tan grande que su ausencia hoy es un vacío insoportable. Hay personajes que siguen constantes, como un paisaje que adorna la cotidianidad y en ella se ha edificado un manual de comportamiento tolerable a lo que se llama amistad. Incluso, hay personajes que a pesar de haber sido fugaces, dejaron una huella tan clara como si fuese una etiqueta de por vida en el alma. Un karma.

Recuerdo mucho a Julio César, a quien la vida me lo puso de nuevo en el camino el año pasado, apareció exclusivamente para mostrarme el camino en dos asuntos puntuales, para volver a desaparecer. Inolvidable la gran Paulina, una mujer maravillosa que siendo ella misma y su amor por el Independiente Santa Fe me abrió una amistad pura y sincera que durante la década del dos mil figuró como eterna.

Por mentar algún par.

Personajes claves que con errores y faltas fueron dejando atrás lo que quizás parecía iba a ser un aprendizaje permanente. Otros fueron menos agradables pero dejaron un propósito común. Algunos son eternos, como el olvido mismo, como la voluntad popular, como el universo: inexplorados.

Son seres de toda índole que se suscriben a las etapas de la vida, a dinámicas laborales, emocionales, sexuales, económicas o incluso, espirituales. Son frutos que servimos en la mesa al momento que la maestra vida considere deba de serlo.

Todos, absolutamente todos nos complementan, nos fragmentan, nos aportan o hurtan un poco de vida. Cada cual en su función única: enseñar.

Hoy la estoy pasando de manera atenta. Sensible hasta la raíz, las respuestas me las está dando la vida en otros nombres y otros rostros: Transformación.

Personajes que de la nada reaparecen para darnos el mensaje, el consejo, la herramienta que se necesita. Otros que fueron permanentes pero con una participación pasiva hoy son grandes contribuyentes: Héroes.

Llamadas, reuniones, detalles.

Aunque en la cotidianidad hay amigos que en el horizonte cuentan como estrellas, desde el silencio se convirtieron en paisaje. No los juzgo, pero tampoco puedo ser permisivo con el adiós. Solo quererles en sus justas proporciones.

Me siento en bonanza no por la cantidad sino, la calidad, y qué gran dicha además, seguir conociendo y reforzando lazos con nuevos protagonistas, labor que parece habíamos olvidado ejecutar: Nómadas.

Somos los amigos que cosechamos.

AV

6 de julio de 2022

Soñadores (Made for Us)

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Sonreímos, porque en la vida lo hacemos cuando nos sentimos plenos.

Hacemos una broma, un chiste, jugamos con el contexto y damos vida a un momento de tensión, le bajamos un poco la presión a las preocupaciones.

Una canción, una taza de café, un almuerzo.

Recordamos lo importante que ha sido construir juntos una vida, de los sueños que se cimentaron cuando se podía soñar sin riesgo a heridas futuras. De la terquedad e intransigencia que me quedaron de mis propias palabras, como una serie de acciones que hice o incluso dejé de hacer, sin tener claridad sobre el móvil de cada historia fui construyendo un relicario negacionista, una pared a la que después llamaría soledad.

Nos identificamos en las metas y anhelos del otro, un impulso torrencial, paternal, que invita a escuchar toda historia de vida para luego hacerla propia y querer protegerla de todo mal.

Nos asomamos por la ventana para ver el día llover o a las estrellas titilar en un cielo cómplice. Queremos que no falte nada sobre la mesa, que jamás haya tristeza en los corazones ni lágrimas en el rostro, pero irónica que es la vida, son estos deseos sobreprotectores los que nos determinan el espinoso camino del adiós.

Salimos a cenar, en un ambiente agradable comenzamos el diálogo esperado por cada uno. Sabíamos en dónde terminaría pero no cómo continuaría, ahí la magia del diálogo, los malabares de continuar una vida juntos pero separados. De entender los sueños de cada uno, de saber que los anhelos a veces son rutinas, o que las expectativas están construidas en temores previos, chiquitos, diminutos, peligrosos.

Pasaron los días y el diálogo sigue en construcción, no porque no se haya dicho lo suficiente, sino, porque nunca es suficiente para terminar de construir. Aún en la despedida la estructura de las ideas es tan importante como la estabilidad de la bienvenida.

Algunos días no estamos para estructuras.

De la memoria rescatamos lo mejor de cada uno, porque en definitiva han sido recuerdos maravillosos, tan amenos, que duelen. Porque no hay tragedias que etiqueten el diálogo iniciado, tampoco agresiones que dificulten su evolución, solo caminos separados.

Estar siempre al alcance del otro, no para reconstruir una vida, sino, para despedir de la mejor manera aquella que se vivió.

Somos el amor que dejamos, somos la vida que construimos, los sueños que conversamos, somos las canciones que tarareamos, los libros que regalamos, las mascotas que adoptamos.

Sueños de una vida conjunta, de un diálogo permanente: Estructuras.

AV