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Poco
soy de admirar a las personas, no porque no crea que algunas lo merezcan; sino
por el miedo a verlas fallar y condenarme a un dolor de decepción, que desde mi
punto de vista, es de los peores. Sin embargo, me he quitado las prevenciones a
la hora de darme la oportunidad de compartir experiencias con gente que quizás
ya admire y simplemente no reconozca en voz alta.
Me
encontré con él por casualidad, casualidades creadas; como todas las de hoy en
día con tantas opciones virtuales de conocerse. La contemporaneidad es de esas
condiciones que aumentan valor en las relaciones y lo digo porque somos
infinitamente opuestos, pero coincidimos en calendarios y encontramos la forma
de extender las charlas por horas. Él, hincha de Nacional, yo del América; él
adicto al café, yo no puedo ni olerlo; políticamente embebido, políticamente
desinteresada; felino, canina; cine de terror, acción dramática. Así y todo,
esas idas a tomar limonada y café, me conquistaron.
Es de
los mejores amigos que tengo, no siempre presente, pero nunca faltante. Su
intensidad, obsesión con las ideas y manías, como esa de tomar una taza de café
con un vaso de agua, lo hacen un humano, pero libre de miedos, sin miedo a ser,
sin miedo a estar con él únicamente. Su único miedo, está en la incapacidad de
pensar y materializar sus ideas, perderse de las letras agrupadas en hojas de
papel o no volver a darle vida a líricas que sus oídos no sepan escuchar.
No es
de consejos directos, esos salen dentro de las conversaciones, inteligente y
sagaz, pero cauteloso y reservado; nunca será el alma de la fiesta, pero ahí
estará. Es amigo de sus amigos, por más cliché que se lea, a la gente se le ha
olvidado qué es ser un amigo y afortunadamente él está para recordarlo. Me dijo
que soy una de sus personas favoritas y para mí, eso es todo un halago, pues
ser humano no es fácil y si adicionalmente se puede ser uno bueno: he logrado
mi cometido.
Asados,
comitivas, “baño en piscina”, planes comunes; porque somos gente común. Sí, lo
admiro, principalmente porque su sencillez lo hace elegante. Quien no busca
intencionalmente que la luz lo ilumine individualmente, se abre paso a ser
protagonista. Admiro que sea el dueño de su vida, sus historias, sueños, ideas,
fracasos, tropiezos, aciertos. Se hace responsable de cada cosa que le sucede
sin buscar culpables fuera de él.
Hago
parte de Proyecto 31 #P31, por su llamado y le agradezco considerarme. Gracias Miau, por
haber llegado y haberte quedado, por habernos ido a “gasiosiar”.
Las cosas que
procuran permanencia en el corazón, sobreviven a la inestable memoria.
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