Se me ha dado el privilegio
de ser uno de los miembros del selecto grupo del Proyecto 31, para narrar una
historia de lo cotidiano acerca alguien, que más que un amigo y un socio,
he llegado a considerar un hermano de otros padres.
Es por eso que este breve
relato dedicaré para contar como conocí a tan peculiar personaje.
Aunque podría
decirse que en muchas ocasiones la vida nos puso en el camino, tanto en lo
laboral, como en lo trivial, al punto de tener incluso un círculo de argos en común
poco o nada habíamos compartido realmente hasta principios de este año.
Antes de eso nos conocimos
cuando anduvo en su lucha por sacar adelante un proyecto cultural conocido como
Nocturno y del cual pude, en aquella ocasión brindarle apoyo, sin
embargo de aquel joven mechudo y con pinta de rockero mal pagado hoy sobrevive
muy poco, quizás el gusto por la música.
Varios años
más
tarde volvimos a compartir en un grupo de jóvenes líderes
sociales de la región y en el cual departimos en unos
cuantos espacios, sin saber que años atrás
ya habíamos compartido. Por último y como si lo hubiesen
hecho adrede, nos encontramos trabajando juntos en una institución
de educación superior en la cual empezamos, en cortos momentos a compartir
un poco más, pero hasta ese momento realmente no lo conocía.
Para mí él solamente era un hombre circunspecto, serio, dedicado a sus
clases, en las cuales por cierto se había ganado no solo el miedo,
sino el respeto de sus estudiantes por su nivel de exigencia. Pero hasta ese
momento un simple compañero más.
Con el pasar de los meses
de compartir, hablar y debatir en unas tertulias de docentes, antes de empezar
nuestra rutina, a la luz de una cerveza, empezamos encontrar puntos de
convergencia y divergencia en nuestros diálogos, con el pasar de los
días
la incertidumbre sobre este personaje, se transformo un grado de admiración.
Sin embargo, hasta ese
momento solamente éramos dos compañeros de trabajo que departían
una cerveza antes de iniciar sus labores, unas especie de obreros rasos que
tratan de solucionar un poco de su vida… en esa parafernalia
normalidad de una chela antes de cada jornada de trabajo pasaron dos meses.
El momento de conocer a Don
Gato y su pandilla en profundidad llegaría el día
de mi onomástico, cuando, como buen colombiano me excuse de mis
obligaciones extra laborales (Turnos de docencia) y programe una salida con los
escasos amigos que me acompañan, a escuchar un poco de humor de pie
(Bueno si nos vamos a los americanismos Stand up comedy) en un café, al cual el protagonista de nuestra
historia no ingresa ni multado…
Ese transcendental día
de marzo (obviamente por ser mi onomástico) y después
del pésimo servicio recibido en dicho Café, donde para que me dieran
la cortesía por la fecha tan especial, casi me exigen llevar dos testigos
de mi nacimiento para corroborar que no les fuera a estafar los 15 mil pesos
del coctel.
Obviamente con el disgusto
generado, decidí cambiarme al establecimiento donde Don Gato departía
con un grupo muy singular, quienes acogieron a mi parche de celebración
como si fuéramos amigos de muchas primaveras atrás.
Mis acompañantes:
mi esposa, un amigo fiel, otro gato y su mujer; en la mesa de Don Gato estaban
el Tony, por nombre y actitud; y Snoopy, por lo tierno y circunspecto; el hijo
de Kandor de la familia de Zod, que si no fuera porque son historias fantásticas,
al ver su estatura pensaría uno que es real; el silencioso hincha
del depor Cali; y el maestro de las leyes proveniente del milagroso… estos
personajes a medida que iban llegando se integraban a la conversación,
como si llevaran la noche entera.
Esa noche, en medio de
risas, política, juegos, Batman, Superman, Kandor, Kripton y un pequeño componente etílico
(Bueno algo significativo para ser sinceros) por fin conocí el
verdadero Don Gato, un tipo alegre, culto, analítico, rodeado de amigos,
pero sin temor a estar solo.
De amores y odios, un tipo
definitivamente carismático, pero, para algún
transeúnte desprevenido podría ser un poco arrogante y
soberbio, Sin embargo cuando lo conoces te das cuenta que en el fondo es
alguien dispuesto a dar lo todo por apoyar a sus amigos, así como
alguien con el poder y la fuerza para hundir a sus enemigos.
De silencios alargados y
meditaciones inesperadas, al punto de que en ocasiones no sabes que
sentimientos o pensamientos le rodeen la mente, pero atento a su alrededor y
dispuesto a dar la mano cuando alguien se lo pide… Como todos, un personaje con defectos, pero eso no es
tema de este escrito…
Don Gato y su pandilla, un
grupo singular del cual hoy me siento orgulloso de pertenecer, en el cual cada
miércoles
y en muchas ocasiones también los martes, jueves y viernes, nos
reunimos a disertar sobre el mundo, el universo DC y otras tantas banalidades
de amigos. Por eso y por todo, gracias Don Gato por invitarme a perderme entre
las letras en este proyecto 31, escribiendo sobre vos, en estas noticias de lo
cotidiano.
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