28 de septiembre de 2022

El Soñar de los Caminantes (IV)


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Electra Art Print By: Susan Maxwell Schmidt

Muy bien.

Retomemos esta conversación: hay algo que hoy duerme conmigo. Es un pensamiento recurrente que se asoma con un poco de moral de vez en cuando. No se trata pues de afirmar una presencia o una entidad en determinado lugar, gracias a Dios podría decir que estoy limpio y libre de parásitos.

Es una conversación solamente, dónde algo de ansiedad y temor principalmente, deambulan entre las emociones del adulto solitario. Estoy afrontando algo de pesadez en mi cotidianidad, la mente me pide resolver asuntos terrenales que por diferentes caminos se me han vuelto complejas condiciones de vida.

Hay que tomar un respiro quizás y darle premura a lo que aqueja.

El primer cuento que escribí en términos de formato de concurso fue “El olvido de un alma”, diría que estuvo en un primer borrador en el año 1998 y se fue madurando (en medio de mi inexperta escritura) hasta tener una oportuna versión final. Fue el año 2000, recuerdo mucho a la profesora Liliana, una mujer joven que siempre me impulsó en mi circuito escolar a escribir, a desarrollar mis historias a fondo y no dejarme bloquear por ideas externas a mi sentir, en ese preciso año 2000 un mes antes del inicio del ciclo escolar recibí la noticia de que mi obra sería ganadora de un concurso importante, más ansiedad que persona fui a la espera de iniciar el colegio para compartir mi felicidad y agradecimiento a la profesora que había confiado en mi.

Llegó septiembre (calendario B) y al empezar el ciclo escolar tuve la frustrante noticia de que la profesora Liliana no hacía parte del plantel. En su reemplazo llegó Adriana, otra mujer joven pero que desconocería en su totalidad mi proceso de casi 6 años.

Fue la primera frustración que traería este escrito en las circunstancias que derivarían con el pasar del tiempo, porque a los caminantes los sueños los defines, y porque en los sueños se construyen universos.

Llegué a la ciudad de Medellín y tuve la oportunidad de conocer personajes importantes en el circuito literario colombiano, como el escritor Castro Caycedo, al gran poeta Niño, además de algunos líderes culturales de la región antioqueña como lo sería la Fundación Arte y Ciencia, entidad que creo, me cambió la vida.

Rituales y pensamientos que nos guían entre páginas y caminos, son solo eso, rituales y caminos, tinta en papel, frases y conexiones de ideas en diferentes expresiones literarias. Todo se detallaba y se maduraba en una serie de conversatorios y talleres recibidos, fue una experiencia que luego, a las dos semanas, reafirmé al volver a Medellín ahora para un encuentro de Periodismo Juvenil, donde me encontré con los líderes de Camaleón como al gran Julián Quintero.

La historia de cómo esta obra literaria tomaría forma y fondo, quizás ya se las he narrado en anteriores entradas y en ese orden de entradas he dado giros sobre múltiples temas y sensaciones, más duda filosófica que rituales esotéricos.

El primer escrito señalaba algo como esto:

“No me encontraba solo, me encontraba en compañía de otro caminante, de otro indeciso, otro débil como yo. Sí, débil de pensamiento y consciencia, débil de cuerpo y de alma, tan débil en su forma de mirar la vida que incluso recuerdo sus permanentes quejas, una frustrante convivencia de la vida y su existencia. Gabriel (su nombre) siempre se cuestionaba el cómo, el por qué, el cuándo y el dónde de todo, hasta de sus inicios vitales.”

Evidentemente ha habido ajustes de redacción y forma en lo que fuese un intento de reflexión filosófica en un personaje particular. Sería un escrito auténtico en una edad corriente de descubrimiento permanente, incluso a día de hoy me sigo cuestionando todo como lo hacía el personaje de nombre Gabriel, para entonces no había fuerza que le diera poder a lo que el pensamiento sembraba tiempo después, cuando una segunda parte fue escrita esperando modernizar la existencia de una idea vacía.

No hay imposibles para el universo y cómo no, para la memoria. Las letras se pueden retomar y nuevamente limpiar la energía con que fueron redactadas, esperar que la mente y el corazón permitan un cruce de caminos sano, de nuevas intenciones y menos frustraciones, hoy sería feliz que la profesora Liliana diera lectura a esto que fue un intento de saltar al vacío.

Porque en las letras, están los caminantes.

AV

27 de septiembre de 2022

Preocupaciones

 

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Hay preocupaciones que nos comienzan a perseguir en cada trayecto como una sombra, se impregnan en cada pensamiento y logran hacernos sacudir hasta el más firme de los huesos como si tuviéramos ganas de bailar en un mundo de desesperados.

Estas preocupaciones deambulan por la eternidad, al principio nacen como una idea recurrente y nos acosan como una canción de temporada, luego se van excitando en nuestra mente y cruzan el pabellón de lo inservible para instalarse cómodamente en algún nervio, como un trastorno.

Las rechazamos con esfuerzo, dejamos que todo fluya y ocupamos la mente en las complejas tareas del día a día, despertamos en el hacer de cada actividad. Estamos programados para ejecutar, pensar lo justo y ser suficientemente necesarios. Podemos invertir las ideas en tiempos de ocio, como crear recetas de coctelería, componer canciones o escribir un blog.

Estas ideas recurrentes que ahora son trastornos, se camuflan en la esperanza de otra idea no tan recurrente. Encuentra en la ingenuidad una propuesta algo donde madurar. ¿Queremos programar un viaje? ¡Qué rico sería ir a otra ciudad!

Allá, donde la ingenuidad se combina con los sueños y anhelos, las ideas recurrentes, los trastornos, los pesares y fobias se sientan a conversar en un foro de inquietudes: ¡Hay que crear una preocupación mayor! – concluyen -.

Somos exageradamente humanos pero nuestra esencia es infinitamente emocional, energética, oral. Allí dónde el habla comienza a dar forma a aquello que la mente objeta, es dónde se confronta por igual el quejido de aquello que no hemos dado atención.

Hay preocupaciones que insisten en permanecer a pesar de que de nuestra parte se haya derrumbado una torrencial lluvia de ideas para darle solución, como si el capricho de existir fuese suficiente para no ceder.

Miramos de manera advertida a todas direcciones, buscamos consejo en otros fulanos igual de preocupados, con asuntos personales que atender, con afanes propios y vacíos existenciales prematuros. A esos fulanos les dedicamos una inquieta mueca de comprensión, porque estamos solos, vivimos en un mundo de frecuentes preguntas sin respuesta.

Cuando damos alternativas a todo aquello que nos aqueja, cada alternativa, como una espina en enredadera, va afilando preguntas que a bien puedan desbaratar el propósito de solución o bien pueden dar complejidad a una preocupación emergente. Como un juego de voces donde gana quien más alto habla.

A cada alternativa se le va dando un plan, una hora, un lugar, unos actores válidos y unos favores. Pero qué lástima es la vida y qué oscuro es el mundo cuando debemos de sobrevivir a costa de la voluntad de un tercero.

¡Qué miserable es la existencia de aquel que depende de otros para ejercer su derecho a vivir!

Nos arrojamos de cabeza al agua, como el ave que caza a su pez, sin miedo al impacto y con la certeza de que se atrapará al pez mismo, jamás pensando en el riesgo de un mal movimiento o la frustración de confundir un pez con un alga. En ese intento de decisión firme y constante vamos atacando a las preocupaciones y creamos propósitos.

No podemos caer en desespero, debemos de dar a lo sereno espacio de reflexión, a lo altivo algo de complicidad y mucha adrenalina quizás, a lo íntimo y personal, algo de olvido, quizás.

Quizás.

Podemos soñar a diario y enfrentar diferentes versiones de nosotros mismos, podemos cumplir las labores del día a día de acuerdo a un plan de acción y en ese plan dejar fluir pensamientos recurrentes, podemos incluso, no hacer nada y allí, en la nada, encontrar ideas perturbadores de lo que la nada misma dignifica.

Fantasías.

Como el aire que respiramos y el café que bebemos, no tenemos la conciencia exacta de cómo y cuando ha sido necesario cada suspiro, cada sorbo de oficina, el origen y destino de los pensamientos que se anidan mientras el café hace su efecto en el empleado del mes.

Mientras el oxígeno se convierte en preocupación.

AV


26 de septiembre de 2022

Tareas de escritorio (Voces)

 


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Hoy amanecí cansado, con un ligero dolor en las piernas como si hubiese corrido la media maratón de la ciudad. Amanecí con el ánimo un poco quieto, con más preocupaciones que ocupaciones (y eso ya es mucho decir), amanecí porque debo de continuar, tarde porque poca voluntad tenía para iniciar la jornada pero tengo a tres bendiciones que alimentar y claro, ellas no permitirían que me quede en cama cuando el plato está vacío.

Hay días que una voz de aliento es algo clave para el devenir del trabajo pendiente, un breve saludo o un cortejo de oficina (de esos que suman puntaje en el escalafón docente). Días en que llegamos con la cabeza tan recargada que al momento de empezar a labrar no sabemos con exactitud cuál es el primer ítem de tanto por cumplir.

Momentos que llenamos con dudas y ansiedad, replicamos canciones a nuestro gusto y dejamos que su ritmo nos vaya despojando de las cargas, pero entonces en la comodidad de un estribillo retomamos ese pensamiento recurrente de asuntos pendientes. Es como si nos gustara sufrir.

A los afanes de la vida siempre nos llega una impresora que no funciona, un internet que no avanza o un tráfico ejemplar que nos encierra en el trayecto.

Afanes que para poderlos sortear nos comparten retos y tareas simples pero con detallitos específicos que nos van estrujando en la ignorancia de la vida. En estos afanes llegan los lunes, con la expectativa de poder dar al inicio de semana ese ritmo de trabajo deseado, planificado, diseñado por nosotros mismos, con nuestro orden y desorden, con nuestra fe y nuestra entrega.

Llega un lunes con el cansancio del deportista de alto rendimiento, con el afán del desesperado que sufre en remordimiento, con la sed músico que no llega a tiempo. Lunes que simplemente juegan en el calendario lunar una fecha más, al igual que ayer o mañana, lo pendiente, pendiente estará.

No es que existan días imposibles sino que solo respondemos con nuestras capacidades a cada espectro de luz que nos va dibujando el cansancio. A estos retos que vamos cargando en la espalda y que esporádicamente van aumentando su peso, damos resistencia física y mental para lograr llevarlos a su lugar de recogida, no solo es cuestión de actitud, porque incluso con el desdén de la vida, hay que cumplir por igual.

Hoy amanecí cansado, con un ligero dolor en las piernas como si hubiese corrido la media maratón de la ciudad. Amanecí con muchos pensamientos reunidos conversando entre sí. 

Ideas de futuros mejores, señales de un presente sensible, canciones de un pasado que yo no pude recuperar.

Hay días que una voz de aliento es algo necesaria, o simplemente es eso: una voz.


AV


24 de septiembre de 2022

Noticias (Recorridos)

 


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Somos creadores de historias con el día que nos llega: Por ejemplo desayunamos algo de fruta, algo de harina y quizás un poco de proteína blanca, o quizás no desayunamos sino que salimos de prisa a llegar a nuestro compromiso (con algo de tardanza tal vez), ahí quizás yace una historia cotidiana que nunca fue anotada en el devenir escolar.

Vemos en el paisaje de la ciudad una cotidiana muestra de distancias y cuentos viejos, aquel edificio gris que ahora es rechazado por los jóvenes adultos, o aquella calle que en su haber ha visto sufrir más corazones que lo que ha transitado por sus alrededores. Aquel parque donde ya no se avistan niños sino jóvenes ansiosos en conversaciones taciturnas.

Nos recorremos permanentemente por toda la vida hasta encontrarnos en alguna canción. Cuando nos enamoramos por vez primera y la asociamos al momento musical de la época, cuando nos enfrentamos a nuestro primer reto mortal (la vida en sí) y tuvimos como respaldo aquella canción desubicada.

Ese recorrido de la vida se sumerge por supuesto en la puerta de los sueños, esos pedazos de muerte que tanto aliento dieron a Edgard Allan Poe; recorrido mismo que se disfraza de experiencia y termina es por envolvernos en ingenuas preguntas sin respuesta, preguntas que se nos reflejan en los ojos, como niños esperando el arcoíris.

Hay silencios cómodos que nos guían a la sabiduría, lo simple de la vida.

Al placer mundano de lo cotidiano: Un dulce de guayaba, una paleta de frutas, un café quemado o por lo menos, una silla en el transporte público.

Placeres que se derivan en reflexiones no tan cómodas: Una enfermedad, la soledad del alma, la silla vacía.

Hay ruido que nos da tranquilidad, como un placebo de la vida: Sencillo, sucio, extenso.

Al placer permanente de los secretos, donde la voz la alzamos con la tranquilidad de saber que nadie nos escucha, nos juzga.

La variable insana de una idea que para otros es una simple tontería pero que para nosotros, en el ruido de lo inservible, puede ser la tabla que nos salve del naufragio: La soledad.

Hay paisajes cotidianos que ya existen desde antes de nuestro nacimiento, que nos fueron heredando en fábulas, en cuentos y anécdotas familiares. 

Los mitos que creamos en el apellido, propio y ajeno: Los amigos.

Somos paisaje para algunos allegados, disfrutan de nuestra presencia y nos dan aliento a la estética que nos hace humanos, nos aportan ideas para ser mejores, otros nos brindad ideas para desaparecernos en el ruido.

Somos seres de constante transformación, podemos ser punto de llegada para algunos y enseñarles lo poco que sabemos: ¿Sabías que “Beat it” de Michael Jackson fue creada con la guitarra de Eddie Van Halen?

Somos puerto de partida para quienes saldrán de nuestra vida en la búsqueda quizás de una vida mejor, servimos de inspiración para no volver a ser lo que se fue.

Dejamos la enseñanza pero nos dieron la lección: ¿Sabían que el remix creado por Bayside Boys junto a la coreografía de la bailarina Mia Frye fueron los verdaderos promotores de “La Macarena” de la agrupación musical Los del Río?

Podemos rodear al mundo con nuestras ideas, dejar en el camino miles de intenciones y a ellas darles nombres y rituales. Podemos ejercer presión sobre cada deseo para que llegue a hacerse realidad y aún así, seguir cayendo en cada espera que nos impone la vida. No es llegar rápido a donde vamos apresurados, es llegar a tiempo aún si la vía está en construcción.

No podemos ofrecer lo que no somos, el poeta no puede mentir en su obra, el pintor no puede negar su intención, el músico jamás entonará la confusión de sus emociones. Todos sonreímos al público pero aun el más infame de los actores, cae ante su propio silencio y deja en el escenario un poco de aquello que lo aqueja.

Precursores de la cotidianidad, escritores de la libertad.


AV



22 de septiembre de 2022

Rastros (Palabras)

 


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Hay días que podemos convivir con la tranquilidad a flor de piel a pesar de todos los pendientes que la vida nos presente en el centro de mesa, días que como hoy, inician con el fervor de una cita importante y se van enrollando en un bucle de afanes, de incertidumbre, de oscuridad, de paisajes sonoros, ruidosos, absurdos, agrios, ingratos.

Nuestros días y noches son palabras que se edifican en el paisaje de lo cotidiano, damos agenda a las horas y cuantificamos los espacios de reposo, nos llenamos de emociones que defienden cada paso que damos, hasta que nos agotamos.

Son aquellos personajes que como hoy, reaparecen en llamada telefónicas que nos afanan, nos inundan de locura y comenzamos a correr de un lado a otro para dar solución a eso que no debería de estar en complicadas vicisitudes.

Cada mañana es un cuento y cada noche una fábula de aprendizaje, cada momento es un derroche de segundos y silencios. Me encuentro en frente de una taza de café esperando iniciar clases, me encuentro conversando en mi silencio con canciones de hace 20 años, me hallo bajo un puente de dudas que están hostigando cada alternativa que aparece.

Me estoy encontrando.

Hay rastros de tiempos mejores que me adornan en decisiones a tomar, se me llenan los bolsillos de fragmentos de historias. Hay retos que he ido acumulando en cada maleta como un anciano que acordándose de su infancia, gasta cuánto motivo para vivir existe, como una ruleta.

Se va desapareciendo el sentido de la vida en múltiples personajes: El profesor, el amigo, el hijo, el productor, el mensajero, el estudiante, el desaparecido.

Me encierro en mis pensamientos como un refugio militar, surgen impulsos de agradecer a cuanto fulano ha estado allí para en un abrazo confesarlo uno a uno mis sueños, mis días grises, mis canciones preferidas, mis derrotas, los temores del tiempo futuro.

Son tiempos de tomar decisiones y dar postura a paredes que han rendido su color al derroche de las horas vividas. Faltos de aire como dice la canción, llenos de nada como narra la melodía, cansados de perder, anécdotas sueltas en el suelo de la habitación esperando a ser reconstruidas en una nueva aventura.

Escritos cortos para dejar en menguante el rastro de una queja, palabras repetidas en cada párrafo.

Titulares de la cotidianidad.

AV

21 de septiembre de 2022

Espectadores (Café)


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Night By: Lee Art

Estamos cómodos, nos tomamos un café y pensamos en las tareas del día a día, vamos tejiendo emociones sobre el hilo de humo que huye del envase, bebemos con calma, con la prudencia de un abandonado que llega a la memoria.

Hoy es un día normal para muchos, estamos a mitad de semana y vamos contemplando los deseos de viernes y sábado en la agenda, nos vamos despojando de los afanes que trae el lunes y las exigencias del martes. Nos vamos, diría el rencor de los olvidados.

Es un día de sol para muchos, de fantásticas experiencias para quienes llegan por vez primera al lugar deseado, un día en que el mundo gira por igual para todos, donde la fortuna nos abre puertas y el infortunio cierra cortinas.

Nos envolvemos en las ideas de todo lo que nos identifica, de una taza de café que sirve de testigo a la ansiedad de los jóvenes de siempre, de un cúmulo de imágenes que en pantallas variopintas socaban emociones, suspiran.

Pensarnos en algún momento de incomodidad no necesariamente es una acción por el cambio.

He deseado tanto la comodidad que lucho por ella día tras día. ¿Por qué debo de salir de esa zona de confort por la que tanto he luchado? ¿No es precisamente mi lucha por llegar aquí la que me premia con no hacer nada?

Una taza de café a mitad de la semana, a mitad de la tarde es un premio al esfuerzo de quienes en la noche han entregado sus ideas y mejores cumplidos. No hacer nada quizás sea el mejor regalo para quienes se han puesto la camiseta en nombre de un alto especulador.

Disfrutamos de un buen libro, de una buena conversación con amigos, disfrutamos de cada día que vivimos y de cada año que cumplimos, de cada mirada que se nos cruza en el camino. De unos ojos cafés, una sonrisa o un mensaje de amor en una canción desesperada.

Bebemos de la taza de café, se ha enfriado un poco y el aroma cambia su nota a algo acaramelada, se vislumbra un delgado hilo caoba en el borde, sumergimos pensamientos en la soledad de una cafetería y avivamos el gusto por lo que hacemos y descansamos, por aquello incluso que hemos dejado pendiente.

Desconocidos nos rodean y conversan de temas varios, de proyectos, de sueños, de fiestas pasadas, de familiares que ya no están, de tareas incumplidas, de buenos y malos jefes, algo de romance, algo de política, conversaciones de frustraciones deportivas, de desesperadas búsquedas, de tranquilas emociones. Todos nos rodeamos de desconocidos en un café, todos somos una isla en un archipiélago de comodidades e incomodidades.

Todos tenemos frío.

Me gusta esperar el impacto del paso siguiente, dejar sumergirme en conversaciones taciturnas, ahora todo es escrito, leemos las emociones que nos comparten. Redactamos órdenes y compartimos instrucciones a través de medios digitales, poco a poco vamos dejando de encontrarnos a tomar café, a comer algo de postre.

Nos visitamos en el recuerdo de una caricatura.

Venimos a este mundo a ser espectadores de la democracia, a vigilar las acciones de quienes no conocemos. Venimos a existir y a servir, a dar el apoyo al amigo desventurado o simplemente a dejarnos cómodos en un simple estado de soledad.

Cae la noche en este soleado día, guardamos regalos en la maleta para futuras oportunidades, vamos preparando los argumentos para el equipaje de la mañana siguiente. Nos conformamos con sentirnos libres, con terminar una taza de café sin reproches y llegar a casa a descansar, o preparar la tarea de la correspondiente jornada.

Vivimos a la expectativa anhelando la calma de una zona de comodidad, hablamos con todos de todo y dejamos que se riegue nuestro sentir en el vacío de un día cualquiera. Vivimos, porque para eso hemos nacido.

Se termina la taza de café.

AV


20 de septiembre de 2022

Sueños (Cosmos)

 

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Cat in Cosmos By:Raphaël Vavasseur

Por lo general nos imponemos retos en el día a día que nos hagan sentir vivos, que nos lleven en un torrente de adrenalina por los caminos de la satisfacción y nos liberen de la depresión. Nos encerramos en pensamientos desafiantes que nos obliguen a desarrollar desde el interior las más osadas acciones con tal de superar aquello que juramos alcanzar.

Es difícil, quizás porque para algunos es garantía de ansiedad y estrés, para otros se convierte en un tobogán eterno de frustración, de golpes contra el calendario, de insoportables ritmos marcados por el minutero de un reloj despiadado y distante. Se hace complejo, porque hasta la más noble de las intenciones conlleva algo de veneno, de estupor en el hacer. Intenciones que se corrompen en ocasiones por el afán de la meta anhelada, lo imperfecto de la humanidad hecho desespero.

Nos equivocamos con frecuencia y de allí arrebatamos aprendizajes a cada asunto, quizás para algunos es menester entregar en terceros la bondad del error cometido, para otros, sea tal vez más oportuno callar ante la falla y fugarse de la responsabilidad, uno que otro es más consecuente y se toma personal la falla alcanzada, dándose latigazos de culpa aún sin ser necesaria la sanción.

Aprender a equivocarnos es una escuela de libre acceso, de muchas herramientas y de pocas aventuras, más bien desventuras.

Aprender a ganar es tal vez un intensivo curso de bondad que se adquiere después de haber cursado muchas clases en la escuela de la equivocación, porque ganar conlleva una responsabilidad para con uno mismo y es precisar lo que se hizo bien en un entorno de enfermas decisiones.

Juramos alcanzar metas para satisfacer placeres personales, nos volvemos hedonistas, nos esforzamos para ser helénicos en luchas en ocasiones inexistentes, solo la vanidad de Narciso, el cantar de un juglar que sin pasión enamora a quien le escuche.

Nos cuestionamos todos los días, nos juzgamos en el silencio de un momento de duda, nos imponemos bloqueos que atraviesan lo mental hasta servirse de una parálisis cognitiva, abrazamos el miedo todas las mañanas y rogamos al santo más popular que nos de una mano en eso que nosotros mismos hemos inventado.

No somos los mismos, las pesadillas nos pueden transformar, sólo las metas logradas nos purifican del barro que ensucia las nobles intenciones acercándonos otra vez a ese niño que observando el infinito se ahoga en sus pensamientos buscando la idea siguiente.

Es importante contar siempre con un amigo o un aliado que nos de la esperanza de que las cosas van a salir bien, que nos acerque un poco a esa realidad inventada y le de una pizca de cinismo, que nos permita entender que todo ocurre a un ritmo que no siempre está en nuestra capacidad de cumplimiento.

Poder contar con familiares que se unan al deseo y den abrazos de apoyo, no palabras de cansancio.

No es para nada sano escuchar aquellas frases que juzgan la idea enamorada, que cuestionan las intenciones encomendadas a lo imposible. De imposibles es que viven los enamorados.

Se nos hace urgente sentirnos vivos no en la meta de un sueño propuesto sino, en el cómplice saludo de cada mañana, que nos de luz y no oscuridad el recibir apoyo de allegados, que puedan entender el vacío en el que caemos cuando el tiempo corre a otro espectral entorno.

¡Qué difícil es poder compartir la visión de la vida a quienes no sueñan!

Es difícil permanecer estáticos en un mismo rincón, por el contrario somos seres inquietos que, huyendo de los propios pensamientos (o peor aún), persiguiendo aquellos pensamientos, somos capaces de recorrer al universo entero para poder llevar la luz a donde la oscuridad nos acongoja.

Pensar en colectivo es una virtud de quienes encerrados en la memoria pregonamos ideas de cambio, a partir de zonas de control emocional. Somos presos de nuestras intenciones.

El reto más grande está siempre en nuestro interior, superarnos y aprender a perdonarnos, ser consecuentes con la escuela del éxito y la escuela del fracaso, soltar ese grillete que a veces como premio nos encuentra en un bucle de satisfacción.

Caminar sobre los sueños, con los pies en la tierra.


AV

19 de septiembre de 2022

Márgenes (Universo)

 

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Games of shadow By: Pavlina Jane.

Escuchaba en días recientes el podcast del maestro Juan Jesús y entre las muchas reflexiones e invitados que han pasado por sus minutos de audio, me llamó mucho la atención una frase del maestro (por favor todos de pie) Juan Friedman (pueden sentarse) quien resaltaba que el universo sigue en crecimiento, en formación constante.

Tal como los días de la creación relatados en el génesis bíblico (de occidente), señalaba el maestro Friedman que allá a lo lejos en el espacio hay evidencia de creación constante, de expansión. De nuevos territorios en formación, una mágica relación de la ciencia y la divinidad explicando la creación del hoy. Entender el tiempo en esa estela de años luz que se vuelven complejos aún a los lentes de grandes artefactos creados por la humanidad.

Bajo esta premisa comenzar a explorar lo desconocido en medio de lentes y robots que sin tener consciencia reportan la magia de lo innombrado conlleva a viajar ansiosamente a espectrales territorios en que la vida es una quimera.

Existe mucho misticismo sobre lo que nos rodea, desde las profundidades de un mar que no hemos podido entender ni avistar, hasta el brillo intocable de una luna que aparentemente está estudiada pero que nos observa con el misterio de un profundo agujero.

Una alquimia que convierte la naturaleza pasiva de un bosque en la fría y salvaje humanidad del infierno, distancias recorridas entre cordilleras o constelaciones.

Búsquedas de un sentido estricto de lo humano.

Ignorar el rugir del jaguar, confundir el orden de lo establecido en la colmena con la estrategia de las vainas de orcas caprichosas.

Sentar bandera sobre la blanca y muda cima de la montaña, pisar el rostro del desprotegido con la sima de un gobierno despótico. Querer comprender el corazón del desarraigado o la poesía del enamorado.

Escucharnos en las baladas de un Salmo, en la sonata de un rebelde solitario o la súplica canción de un infante que observa el terror desde la ventana.

El mundo se disfraza de muchas formas y con sus fenómenos escrutados engendra mitos y leyendas, terror en libros de consumo masivo, titulares de prensa en pequeñas localidades o ideas de negocio en grandes redes informáticas, donde lo humano destruye lo que la fe anhela.

Somos seres débiles, sensibles, egoístas, intransigentes, que del dolor sacamos argumento para agradecer más dolor. Entidades con ademanes de irresponsable placer.

Si, el universo se sigue expandiendo y nosotros pretendiendo explorarlo, pretender identificar lo desconocido en un alfanumérico tablero, guardar los descubrimientos en el ego de la academia, en el desespero de la industria.

Mientras el universo se expande nuestro espacio se reduce, pero también surgen debates de otros universos con similitudes de colores y fracciones. Creencias emergen y la fe se sostiene en instituciones excesivamente humanas.

El universo se sigue expandiendo y con él, la búsqueda de la luz.

AV


7 de septiembre de 2022

Lugares (Ilusiones)

 

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https://pin.it/1YOMjip  

By:  Aissa Ibárcena

Hay lugares tristes, están dentro de la memoria, se refugian en algo de ilusión, se colorean con lo vivido en tiempos donde no había nada distinto a lo que el presente permitiera observar.

Hay lugares que en compañía son únicos y dan vida al universo entero, lugares que se descubren tomados de la mano, que se dibujan en emociones fuertes, de esas que anhelan una eternidad que la razón no es capaz de cuestionar, libre de errores, de problemas, sin puntos de llegada, solo escenarios únicos y humanos.

Hay lugares que en tiempo pasado fueron la adoración de un modo de vida, de una fantasía que se dejaba describir entre sonrisas y promesas.

Lugares para hacer promesas, para ilusionarnos de todo aquello que quizás desde la infancia se construyó en el imaginario del deber ser. Lugares en donde el viento nos despeina y nos genera dicha inmarcesible, donde el calor nos acerca en quejas de complicidad.

Lugares que nos encantaron con sus paisajes despertando el deseo de querer vivir allí, de jurar regresar con prontitud para seguir sintiendo esa felicidad que el alma espera.

Lugares que ahora son jóvenes para el transeúnte taciturno.

Lugares que son espejismos de melancolía, porque a la memoria le debemos el anhelo de una vida mejor y no de un presente recorrido. Lugares que no son lugares cuando la soledad nos toma la mano, creciendo como un jardín abandonado.

Hay encuentros que fueron hechos para no repetirse, que duraron quizás 7 años, 6 meses, 5 días o simplemente 4 horas. Encuentros que dieron base arquitectónica a cualquier proyecto de vida en lugares sin magia. Un callejón en Brasil, una playa en Aruba, un parque en Colombia o una ilusión en New York.

Hay promesas que no se cumplen porque el deseo no es fortuna del destino, palabras que se riegan sobre el viento para ser deseadas pero no escuchadas, letras que plasmamos en mensajes de pareja, de amigos, de familiares, insumos para conectarnos con nosotros mismos a través de los ojos de aquello que decimos amar.

Amamos lo vivido y deseamos que sea infinito, como las canciones que nos gustan o los libros que nos recomiendan.

Nos convertimos en pensamientos permanentes: Recordar una mueca, una cena, una caminata bajo las estrellas en la playa o una carrera desesperada en los pasillos de algún aeropuerto. Tormentos de una paz vivida.

Brindamos por la memoria de los que no están, por la soledad que nos queda en el bolsillo de un pantalón, por los vacíos de una maleta que alguna vez cargó en su interior desiertos enteros de promesas, de lágrimas que primero fueron sonrisas en trayectos inexplorados.

Hay lugares para sentarnos a recordar lo que pudieron ser razones para ser más humanos.

Hay lugares para dejarnos en meditación permanente, para dedicar canciones a los que ya no están, esos que dejaron de ser tiempo y espacio.

No existe lugar alguno para despojar la memoria, ni equipaje donde asegurarla, solamente trayectos reiterativos de compañías pasadas, humedecidas en lágrimas.

No hay lugar para observar las ilusiones.

AV