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Ayer tuve la oportunidad de
conversar con Sergio Adrián, algunas palabras nobles, ligeras, de esas que
terminan las frases con sonrisas, en un par de momentos frunció el ceño, de
seguro, en reproche a mi insistente sugerencia de que inicie el curso virtual
de Excel, es que insisto, es algo que todo ser humano debe de saber similar a nadar,
por ejemplo.
En aquella conversación también
estaban presentes otros importantes comensales, no tanto como Sergio Adrián,
pero si grandes invitados de esta casa de letras.
Tuvimos la oportunidad de
conversar, porque eso hacen los amigos, conversar. Profundizamos en las
importantes reflexiones del ayer, de los logros de unos, de los retos a los que
nos enfrentamos a diario, de lo que hemos dejado y de aquello que tanto nos ha
costado.
Nos acompañó Richi, un joven
gestor de soluciones que vino desde otras tierras a complacernos con su
sonrisa, su amable compañía y los inmensos retos de su trabajo son cuento de
muchas palabras para aprehender, pero siempre noble como su forma de hablar.
Estuvo ausente Leo, pero es que la distancia es en ocasiones, un cruel
admirador de las causas perdidas.
Hubo diálogo entre pares, tomamos
coca-cola, estaba con antojo de una pizza así que procedí a comer como un niño,
porque eso hacen los niños, admirar la pizza, manjar que espero prontamente
Sergio Adrián aprenda a valorar.
Durante el tiempo que nos reunimos
pudimos poner al día asuntos como los nuevos avances laborales de cada quien y
las delgadas líneas del amor, tema en el que por supuesto la novedad está sobre
la entrada de esta casa, porque si bien Sergio llegó en compañía de sus padres,
los demás presentes en la mesa ya tienen establecida su situación sentimental
desde unos años hasta hoy. En cambio este insensato que escribe presentó a los
comensales algunos datos interesantes sobre la señorita de ojos cafés, una dama
que ha llegado para ocupar un importante y esencial lugar en este
cotidiano corazón.
Seguimos conversando y despejamos
dudas de lo que el presente suele corregir, nos cuestionamos un par de
escenarios futuros, o como dice la señorita de ojos cafés, de pensamientos
utópicos.
Terminamos de comer y descartamos
cualquier posibilidad de postre, Sergio Adrián debía de llegar a casa con
prontitud y sus padres, cómo no, avanzar en la tarea de comprar con urgencia
otra dotación de pañales, los viernes siempre hay bajo nivel de provisiones.
Richi de regreso a su hospedaje,
al otro lado de la ciudad y yo camino a mi casa por igual.
Habrá una próxima cita, quizás,
pero es grato saber que encontrarnos con la casualidad del tiempo ajeno es un
desafío que nos proponemos superar para seguir construyendo esta relación de amistad
que ya supera los diez años, como mínimo, salvo Sergio Adrián, que apenas llegó
hace siete meses para imponernos su voluntad.
Por favor.
AV.