19 de noviembre de 2009

Mini Bar


Charles Fazzino - Catatonically Catnipped

Imagen Tomada de: http://www.fazzino.com/graphics/current_editions_images/fazzino-3d-pop-art-new-york-cat-LG.jpg

La música suena con cierto ritmo ejemplar, algunos coterráneos giran su cabeza de lado a lado al ritmo de la batería, la voz del vocalista encierra sentimientos que nos traslada a otras calles y otros romances, a recuerdos que se derrumban en una noche de alcohol, acción que perdemos cuando aprendemos a entender, noches de verano, noches de amores, noches de extraños.

No existen motivos para entregar oraciones, festejos en canciones, amores en conversaciones, canciones en vano, sólo nos queda e minuto de silencio de la entrada, la privacidad de ir al baño, la molestia del calor y el tumulto de curiosos sobre la barra principal, quizás algún televisor ayude a minimizar el hedor.

Cuando se conocen los finales, las historias huyen en búsqueda de acción, en novelescas relaciones de entendimiento y litros de llantos, ciertos personajes con el autoestima bajo se consideran feos y pocos deseados, se analizan como seres que sumergidos en el licor tratan de entender el comportamiento de sus interlocutores.

Otros se derrumban en afiches y discos de acetato, en melodías del pasado, coros pesados y pasados, en música que cobra vida en el placer de cada quien con su miedo y su valentía. Es el escenario principal donde la entrada triunfa con las parejas, las noches terminan con los pasajeros buscando calor en la novedad del abandono, amores de verano, amores extraños, amores casuales, amores pasionales, amores vengativos, amores de barra, amores de licor, amores de felpa, amores de toda la vida. Cada amor se ubica en su correspondiente mesa y observa mientras es observado.

Edades de diversas disciplinas no tienen final en el oscuro pasillo de escaparse cada fin de semana, se buscan y se olvidan. Se sirven en mesas de madera para cuatro puestos, otras se acomodan en seis e inclusive hasta diez puestos, jóvenes celebran algo que quizás los demás dejaron de vivir, sigilosos se sientan los excéntricos en la barra a tomar conciencia observando rostros similares en posiciones verticales. La danza no es bien recibida, solo se le seduce y se le excluye, cantar es nocivo para la salud del propietario del local, para los comensales una porción de maní salado ahuyenta el miedo de retornar atenciones, limonada y canela, coca –cola y jugo de naranja, mujeres y hombres, fiesta y tragedia.

Algunos se derrumban antes de llegar, otros le permiten al amor dejarles vivir los últimos sentimientos de conducta para disponerse a beber, el resto solo ingiere aquello que en vano ha omitido en sus palabras, ello que no se desvive ni super yo que se derrumbe cuando no se pueda envejecer, se entiende al universo como una misma caja de sorpresas, como un escenario de múltiples actores y buenas razones, quizás falto de argumentos, quizás perfumado, con cenizas sobre el tocador, los años terminan sin importar la cantidad de botellas sobre el placard.

Gira y gira sin detenerse, como puesta en escena que derrite el hielo sobre la oscuridad, el calor y la música sostienen al verano en un mismo estado emocional sin importar la fecha en el calendario, la luz se sumerge en la danza de los que no entienden el poder de la soledad, el poder de la sobriedad.

Incomprensible como los litros del tiempo, cada sorbo deja una nueva puesta en escena, un escenario con múltiples actores, un universo de alcohol y buena voluntad. Cuando se conocen los finales, las historias huyen en búsqueda de acción, en novelescas relaciones de entendimiento y litros de llantos, ciertos personajes con el autoestima bajo se consideran feos y pocos deseados, se analizan como seres que sumergidos en el licor tratan de entender el comportamiento de sus interlocutores.

Una sonrisa en el Mini bar.

AV

17 de noviembre de 2009

Carnival


Imagen Tomada de: http://fineartamerica.com/images-medium/cat-carnival-in-west-venice-dr-seuss.jpg

Cat Carnival In West Venice - Dr. Seuss.

Painting - Serigraph On Canvas

Calles alumbradas con caras tristes que siguen sus pasos en dulces de algodón, niños con sueño cansados de gritar y correr, de arrastrar a sus padres en polvorientos pasillos de fiesta y desorden.

Bajo la taquilla una franja horaria informa al turista de los beneficios de llegar temprano a la ceremonia, de disfrutar en calma de promociones y artilugios interesantes para llevar a casa sin importar su inutilidad, de igual modo el día y la tarde se mezclan en juegos pirotécnicos y en pensamientos misóginos, en llamadas desesperadas y en canciones despistadas.

En sus calles las bailarinas sueles seducir a viejos comensales con canciones de antaño, donde el olvido se presenta como un modo de vida y no como un escudo, donde la maldad se disfruta con la misma sonrisa con que se duerme en casa, canciones que siguen su rumbo, suerte que se prepara en la confitería, malabares que se lanzan al aire.

En esos momentos en que una canción interrumpe tu interacción con el presente y un antojo por comer dulce te sacude la piel con la suavidad con que miramos la televisión, damos por sentado que el placer hace su aparición más allá de las calles y de los bares; servirnos en favores y agradecernos en palabras venenosas, ubicarnos en odios prestados, en pasajes a la fama, en imitaciones de amor y en jugueterías de pasión. Los niños salvan su juventud con el tiro al blanco, al mejor estilo de los circos, los magos salen a los andenes a desaparecer amarguras, dibujar sonrisas y sacrificar minutos.

Los payasos corren con globos en sus manos ofreciendo a todos la necesidad de reír, la diversión y la locura se inflan en el interrogante de las bailarinas, aun conservando a los viejos clientes se sigue cuestionando su rol en esta sociedad de festejo y de amnesia.

Querer al prójimo con la misma ternura con que se le cocina a la persona que amamos suele en ocasiones chocar con el egoísmo del presentador, quizás a veces no es culpa del espectáculo ni de los payasos, pueda que el maíz no esté del todo dulce o que las bailarinas sea ociosas, lo único válido es el egoísmo, palabra aguda como el veneno que le precede, ese choque con el presentador del show puede ocasionar itinerantes explosiones, llantos a doquier o quizás cortarle la lengua a los payasos, dejar morir sin gloria al monociclista del tiempo.

El mundo se despeja en la claridad de un aguacero, las naciones y los deportistas se convocan en el despotismo de los recién casados, en el millonario talento de un hijo único o en el abandonado recuerdo de un abuelo, todos, incluyendo a la niña de los tiquetes, se reúnen en la plaza principal y observan al equilibrista danzar sobre la piola, el mago desesperado con su magia sigue sacudiendo amarguras y los payasos corren en círculo tratando de creer en el amor. Las Bailarinas observan en silencio, el Presentador sentado sobre el barril del vino se encierra en su oscuridad y mira a los vendedores, algunos prefieren seguir endulzando el maíz, otros juegan con la miel, los demás espolvorean el azúcar sobre el algodón para venderlo más rosa.

La vida se ríe de sí misma, la música sigue los acordes de unos juegos artificiales, los fenómenos de cada noche salen a despedirse de los invitados deseándoles suerte en su semana de laburo, el jorobado y los siameses comienzan a recoger la basura arrojada sobre las calles, la mujer barbuda y los amigos del enanismo cuentan el dinero recogido en la carpa de los tiquetes, el mago recogiendo sonrisas de la cocina sigue en camino con los payasos en ayudar a guardar los instrumentos musicales, la noche llega a su fin y las bailarinas agradecen al sol por permitirles otro día de vida, darles el gusto de quitarse las zapatillas y ensayar descalzas.

El espectáculo se prepara en la sombra de las dos de la tarde, hora justa para la llegada de los domadores de fieras, el quipo de limpieza se encarga de aceitar el cable del equilibrista, las cortesanas atienden al Presentador del Espectáculo y los niños de la beneficencia comienzan a realizar la mezcla secreta para el maquillaje de los payasos, ya los globos han sido inflados.

Otra noche que despega con el trabajo de un carnaval que roba vidas y regala esperanzas, otra noche de un carnaval que no tiene jaulas ni juega con los giros del tiempo, solo se detiene en si mismo a reflexionar sobre los riesgos de luchar por el otro y recordad el riesgo de dejar que el otro luche por uno.

Los músicos y el mono ciclista del tiempo preparan los acordes: cada era tiene su propia sinfonía.

AV

8 de noviembre de 2009

Zoo

Imagen Tomada de:

http://natashasartcandy.com/2009/03/01/cocoa-cat-painting-at-auction/ COCOA CAT 16 x 20 Original painting on gallery wrapped canvas

A lo lejos cerca de la fuente principal se encierra en una mínima jaula un inmenso aroma a cariño y ternura, una enseñanza que desde la infancia ha corrido por los ecos de las carpas y la arena. El estiércol mezclado de pasiones desvive a los transeúntes con maromas y mofas, su piel es tan dura como la roca que cubre al balastro, como la belleza que se escapa a la luz, siempre en soledad se escribe más allá que una simple cita de amor.

La soledad paga su precio en la taquilla y gasta pasos en jaulas y escenarios, la compañía está en el dolor no en la admiración, inclusive el amor se rastrea en el sueño y descanso de los desconsolados, aun siendo el mamífero el amo y señor y los insectos los protectores del mundo, solo el descuido de la humanidad es el que ha logrado darles de baja en ejércitos de desesperación.

Niños sorprendidos acarician la ansiedad solo con miradas, saben que no pueden acercarse ni mucho menos dejarse llevar por los adultos. Cada escenario se recrea con el hábitat del propietario que no paga arriendo pero que tampoco ha firmado escrituras de propiedad, son animales sin selva y sin ruina, duermen y suspiran, observan a los niños con el mismo desprecio con el que se dejaron arrastrar por el valor en nuevas tierras.

El amor acaricia a los cachorros, a los pequeños las grandes garras de felinos y mamíferos en general empujan a sus pequeñas crías que en cautiverio aprenden el valor de la libertad sin tener conciencia del encierro, su libertad está en el carácter y en el espectáculo, para sus padres la libertad se encuentra más allá de barreras, cristales y jaulas, está donde el pasado no ha querido regresar.

Las aves con sus voces acuden al llanto, alzan vuelo en un cielo limitado por divinas rejillas y hermosas flores, la decoración se esgrime en los pasos de los curiosos, cada ave lleva en su entorno un nombre científico y en su historia un sustantivo popular, sus huevos son decorado en nidos falsos, la fauna ha sonreído en especies que desconocen su pasado, su vuelo no es el más alto ni el más glorioso pero reviente en los aires la dignidad de alimento, de alienarse en un dolor causado por la extinción de decisiones, sobretodo en tiempos donde el amor aun estando en cautiverio busca libertad en el encierro.

Querer describir cuanta especie mundial que hemos visto en televisión o que alguna vez se protagonizaron en cine llevan al acuario y al serpentario a sustituir las razones del conocimiento, su nombre o su mundo se sucumben en científicas hipótesis de supervivencia, se eleva el rostro de la maldad en vitrinas de placer, aun en la necesidad consideramos al hombre el ser superior que aun encerrado en sus miedos, sale a conocer el encierro de otras especies.

Hoy que tomamos decisiones, aprendemos a susurrar emociones y clasificar especies, hoy que aprendemos a tomar decisiones, susurramos emociones y clasificamos enseñanzas, hoy es un día más en el calendario. Para ellos es un día menos en el calendario.

La soledad paga su precio en la taquilla y gasta pasos en jaulas y escenarios.

AV