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Here Kitty Kitty collector plate
Ecos que perforan la paciencia de quienes duermen en sana paz con su conciencia, sonidos de vieja data que se camuflan en el tiempo para dar prisa a nuevas memorias y nuevas coincidencias, canciones sin autores que requieren de guitarros capaces de soportar el olvido y el descuido. Amor y costumbres, peligrosa relación que hasta la más triste o vacía canción no son capaces de mezclar con la misma llanura con que un poeta es capaz de maldecir al tiempo que le quitó la inspiración y a la musa que le robó su tiempo.
Permitirnos nuevas expectativas es sinónimo de renovar votos de paz y dejar a la felicidad la tarea de planea estratégicamente los caminos de una nueva vida, cualquiera sea el azar la apuesta irá por vocación, sin mañas y sin prisa el mago deja en su sombrero el ultimo bostezo de su función, su circo será privilegiado de antagonismos y sus malabaristas censurados de acción.
No hay mejor proeza que adivinar el futuro de otros sin percatarnos por el futuro propio, esa labor mágica de videntes sin corazón, soledades compartidas que se llevan a los muros de la ciudad y se asientan en terrenos abandonados por la conciencia, heridas que se curan con pañoletas de miles de estrellas y colores, formas y sabores rodean la plaza principal y dan gritos de júbilo a pequeños visitantes que se dejan atrapar en el giro de un tigre sin voz.
Amar a escondidas, escribir en paredes, dormir por los aires, correr sobre el agua, cantar bajo el mar, silbar conciertos de Vivaldi, leernos en el tabaco, dejar en el etcétera la razón de muchas excusas. Comprendernos en la aleatoriedad del discurso, amar a escondidas de los que saben es prohibido sentir, escribir en paredes de monumentos sin historia, correr sobre el agua que otros murieron recogiendo o inclusive, cantar bajo el mar sin importar que otros mueran sin oxigeno.
El leernos en el tabaco nos cuestiona no por el futuro que se lee sino, por el pasado que no hemos dejado volver, así y en muchos órdenes de ideas es que el malabarista ha sido vetado de acción, la altura y la velocidad podrían darle la llave secreta que pueda revelar la existencia de vacíos paralelos, de historias que el anciano ha escondido en el aire, de fábulas sin personajes, de locuras animadas y psicofonías coleccionadas.
La voz de la fama no ronronea en la jaula del tigre, por el contrario deja en forma de niebla que la música con su veneno deje en larga agonía el sueño del felino, ni las bailarinas ni los arlequines tienen conocimiento de otros tiempos, todas sus obras han sido ensayadas en la misma arena, ni público ni espectador. Sólo soledad y ecos que perforan la paciencia de quienes duermen en sana paz con su conciencia.
Para sorpresa de todos, no hay payasos en esta historia.
AV
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