Mostrando las entradas con la etiqueta Junio. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Junio. Mostrar todas las entradas

30 de junio de 2025

Libertad de Pensamiento (Ayer y Hoy)

 


Imagen tomada de:  https://jp.pinterest.com/pin/213921051044505657/

By:  BodegaCatsOfNewYork

Todos buscamos la calma, anhelamos en cada espacio un momento de libre pensamiento, sin ser juzgados ni entrar en controversia, deseamos por demás, abrazarnos en la soledad de una canción, un silencio o la nada.

Caminamos con las manos guardadas en los bolsillos, nos sentamos en un sofá con la cabeza puesta en el vacío dejando que las ideas se transformen en todo tipo de caprichos o temores, incluso.

Hay pensamientos que se nos atascan en la garganta, como una excusa que no hemos podido pronunciar, una plegaria que se nos enreda en la culpa, en la excusa del día vivido. Pensamientos que se nos mezclan en el pecho como un suspiro en desarrollo, se siente fuerte, no duele, pero son una Recoleta de edificios exclusivos, calles adoquinadas y restaurantes, todo un conjunto de emociones que en ese pequeño espacio nos aprietan desde el deseo, desde la fuga misma del cansancio.

Callamos un grito de libertad, nos concentramos en el que hacer de cada día, de cada tarea incumplida.

Un prófugo tormento de actividades que demandan total atención y que quizás las atendemos como mecanismo rutinario de salir de la realidad, de pensar libremente porque allí, tal vez más al fondo, es donde residen los inquietantes cuestionamientos de la vida.

Ambientamos la vida en proyectos que permitan crecer el intelecto y el aspiracional motivo de existir, como una tentación, diría Cioran.

Alguna vez quise dejar de lado todo aquello a lo que amaba como un acto de madurez, entender que en ese esfuerzo me estaba aferrando a unas tareas exigentes que nada dejaban de rédito, por el contrario comenzaba a hacer invisible al verdadero ser que estaba luchando por un lugar en el tiempo y el espacio, es doloroso entender que ciertas pasiones se deben de dejar de lado, abusar de la confianza del silencio y suplicar por un siguiente camino.

Fue así que proyectos íntimos se desvanecieron en la cúspide de su existencia, había que atender una existencia mayor, la del joven soñador, la del niño profeta, la del adulto contemporáneo que en un escritorio insistiría en materializar las ideas del ayer.

Primero fue la palabra, en ella los sueños se hicieron letras que fueron leídas en reuniones y rincones virtuales.

Las acciones derivaron en sueños, porque los sueños deben de verbalizarse para poderse identificar, dar un plan y una meta, sino, serían solamente fantasías.

Fantasías que debemos como el silencio que clamamos, conservar con cautela pues de ellas pueden surgir potentes males que en nombre del mañana nos arrastran a una frustración magnánima, al mejor estilo de la belle époque.

Hay pensamientos que se nos atascan en la garganta, como una excusa que no se ha podido superar: el premio de hace veinte años, el mérito de aquellas tardes de febrero, esa copa de vino que nos tomamos en San Antonio, durante un noviembre cordial.

Pensamientos que siendo justos han evolucionado en nuevas metas y proyectos, pero el cansancio es el producto de todos esos proyectos y metas dibujadas en la sonrisa del entusiasta, este entusiasta.

No se trata por supuesto de renunciar a todo hasta quedar con las manos vacías dentro de los bolsillos, ni mucho menos de llenar la hoja en blanco de letras taurinas, de esas inquisidoras tareas del mundo laboral.

Es dar un balance a la justicia del pasado con la novedad del inquieto presente, debatirnos entre el estar y el ser, permitirnos pensar en libertad otra vez, con aire nuevo, con pensamientos que si se atascan, puedan acomodarse para salir ligeramente, no para atragantar todo lo vivido.

Volver a la libertad de soñar.

AV.

11 de junio de 2025

Se Fueron (mayo)

 



Imagen tomada de:  https://cdn11.bigcommerce.com/s-x49po/images/stencil/1500x1500/products/129462/296450/handmade%2Fdownscaled%2Fh_b4bvyvgshft_2000x2000__72638.1720423271.jpg?c=2&imbypass=on


Se nos fue abril, un miércoles, a mitad de semana, como una cortesía, quizás, luego se fue mayo, un sábado, por demás. Un mes extenso, intenso, sin consensos, cargado de tristeza y muchos aprendizajes, porque quienes se van nos dejan sus palabras y sus hazañas, una memoria que se construye como un cartel publicitario.

Se fueron a quienes admiramos algún vez, grandes amigos que dieron su vida y su conocimiento al servicio de la humanidad, maestros que nos dejaron para continuar con su legado allá donde los rebeldes depositan sus oraciones.

Pensar en el modo en que la vida nos guía es perder el tiempo que no nos corresponde, no es pertinente imaginar una vida que no se ha vivido ni mucho menos querer explicar lo que ocurre alrededor, a veces, la vida simplemente sucede, no hay trampas, no hay ecuaciones, no hay lineamientos predeterminados, solo momentos.

Mayo como mes de cordial rutina fue un espacio de cinco semanas lleno de extrañas coincidencias, desde redefinir los roles en el trabajo, hasta el re plantear las formas de relacionarnos con quien ya no está. Silencios incómodos, tristezas, sonrisas por doquier y la maravillosa compañía de quienes permanecen.

Allí, donde el sol brilla.

Por demás he dedicado mi presente a resolver los menesteres de cada afán, he caído en una hamaca coqueta de buenas ideas y una que otra treta. He sido sensato con el tiempo perdido y durmiendo como león he recuperado la fe en las tareas pendientes.

Ahora debo de procurar dormir más a profundidad, caminar con más calma y abrir la ventana para que el sol siga brillando. Conocemos sonrisas, nuevas personas, re conocemos viejas amistades, vemos partir al mundo en sus caprichos.

Aprender a dar espacio a cada instante, en este prejuicio al que he de llamar junio, como los hijos Júpiter, como a las valkirias, cuando eligen a sus guerreros predilectos.

Como un breve momento que ya no está.

AV.

5 de junio de 2023

El Canto de la Torcaza (Destino)

 

Imagen tomada de:

https://lataco.com/alleged-cat-graffiti-artist-arrested-los-angeles

 

Dejar caer el alma sobre el viento y flotar como una pluma que viaja entre edificios a lo alto de una ciudad que se desvela en telúricos comentarios políticos y polémicas decisiones musicales. Navegar como una torcaza que sin la más decente belleza, a su ritmo y placer deja en la estela de un desesperado salto la vida misma, el amor por agarrar el cielo entre sus silencios.

Observar cada instante, como una reverencia al pasado, como una canción que nos da movimiento y nostalgia, una danza de palabras envenenadas en una melancólica guitarra, como la canción del pájaro campana que trasciende en el tiempo, que muta en diferentes versiones, que se aleja de si misma y es a su vez, una sola entonación: Triste, pretenciosa, antigua, acelerada, suicida [quizás].

Quizás.

En un lejano muro de viejas construcciones se posa el ave, llega saltando como si supiera volar, allí se encuentra con otras especies de similar estética, con su canto previo a empezar a dar alimento a sus crías, pequeñas y feroces bestias de lo cotidiano. Bajo ellas una sombrilla de colores cuida del potente sol a dos desempleados. Caballeros de buen gusto que con el cansancio de no hacer nada y el desespero de una acalorada tarde de mayo siembran palabras en el ocio, juntan mentiras y promesas hasta ensayar un ideal discurso de prosperidad.

A su lado una señora camina llevando de la mano un menor, pequeño caballero de escasos cuatro eneros, de ojos saltados y sonrisa inocente, con la misma estética que la cría de la torcaza, pero a diferencia de estas, poseedor del don de la palabra mal dicha, gemidos leves, frases inconclusas que a bien comunican el deseo por un helado.

La señora bien saluda a los caballeros, dos re conocidos colegas del vecindario, por igual alza la voz y extiende amable sonrisa al asesor comercial de una pequeña y pretenciosa tienda de barrio: ¡Buenas tarde don Ismael!

Don Ismael devuelve el saludo, observa llegar a las torcazas en el muro que divide su negocio de la casa quinta que tiene adyacente, se cuestiona si es pertinente poner trampas o seguir dejando a la naturaleza poseer su negocio con excremento mientras se anuncia a canto leve la llegada de la Solapa. 

Suena un teléfono fijo y una señora de gruesos dedos contesta, toma nota de una serie de indicaciones y con la mirada da instrucciones a Don Ismael de empacar algunas latas de cerveza (frías por supuesto), una cajetilla de cigarrillos americanos y dos paquetes de papas fritas.

Se gira nuestro anfitrión a tomar pedido mientras la señora, de nombre Rubí, da una serie de números a dónde el interlocutor telefónico, puede hacer la transferencia de dinero para pago. Grita como General y mueve sus manos como marinero, a su respuesta un joven delgado y cabello a cortes abstractos sale detrás de una cortina que divide el negocio con la intimidad, recibe una hoja con una dirección, toma en sus manos una bolsa grande con el pedido empacado por Don Ismael y se monta en su bicicleta rumbo a unas calles de distancia.

Canta la torcaza mientras su pareja da de comer a las crías, feas bestias de los cielos que aun con el plumaje igual de abstracto al joven ciclista comen retazos que han sido recogidos por sus progenitores en los cielos de una ciudad que no da espera a los desesperados.

 - ¡Mal sea el gobierno que abusa de sus ciudadanos para dar de comer a quienes se roban el erario! – espeta uno de los clientes que bajo la sombrilla de colores termina el último sorbo de su cerveza. Su compañero, un tipejo más joven pero igual de desempleado solo lo observa, de seguro es simpatizante de la causa nacional.

Un autobús se aproxima por la calle intermedia, abraza el cruce de ambas esquinas y gira para tomar camino a la avenida principal: una elegante calle a unos metros de distancia de tan pretencioso negocio familiar. 

Ramiro, si le damos un nombre genérico, conduce su viejo Chevrolet B-70 con la misma velocidad con la que la cría traga entero cada pedazo de alimento, a su lado un joven “Ramirito” aprende del oficio de conductor. La señora, con su bebé atrapado en sus manos camina apresurando el paso, no estaba en sus planes ver llegar tan pronto el viejo bus municipal.

Estira sus manos y alcanza con un gemido intelectual, la mirada de dos hombres que al nombre de Ramiro, responden a la solicitud. Frena, en seco, sin responsabilidad ni precaución, solo frenan para no dejar detrás a la dama y su menor, rena dejando un ruido interminable en la consciencia de los presentes.

Frena como la vida que flota en los aires, como el alma que flota sobre la ciudad en una tarde acalorada de mayo, bajo un sol inclemente que sin querer despedir a nadie toma por sorpresa la vida de un joven ciclista que miraba un pequeño papel para identificar su destino.

Su destino se enajena en el trayecto con la misma crueldad con que las torcazas salen heridas por culpa de un pico de botella (varios picos de botella) pegados en el muro, como una cerca contra natura. 

La señora observa, el niño llora, los desempleados saltan, Don Ismael observa, Doña Rubí cae de rodillas golpeando su cuerpo ante la vitrina y su alma ante el cielo: Ramiro, el conductor solo cierra los ojos.

Ramiro, el joven aprendiz de conductor, salta de su silla y sale por la puerta del bus como un desesperado que quiere observarlo todo.

Nuestro ciclista sin tener conocimiento de la dirección escrita en un pequeño papel ya había llegado a su destino.

Como si la solapa fuese la vigía de una cotidiana situación, como si el nombre mismo de las cosas fuera otro que el trayecto de los condenados.

Latas de cerveza riegan su frío contenido, como si tuvieran que mezclarse con el más puro de los líquidos. 

Canta la torcaza, lloran los humanos. 

AV

11 de enero de 2016

Días Nuestros (2015)





El año concluye como los días dejan en sí caer las horas a la noche, las palabras se vuelven elocuentes y los abrazos aparecen de repente en toda escena familiar. Las distancias se acortan y ahora con el respaldo de la tecnología, los mensajes se hacen más allegados y efectivos, se descubren nuevas ansiedades y se renuevan miedos, las promesas de año nuevo se caen en el pavimento con el transcurrir de las horas, el nuevo año llega y nosotros aquí, viéndole pasar.

A once días del  nuevo año comenzamos por ver que la rutina se torna más real, que regresan las horas de antes y del mismo modo nos dejan sobre el escritorio los pendientes de esos meses que dejamos escapar. 
Pasadas dos semanas es que nos vemos dibujados en recuerdos de aquello que no se cumplió de año inmediatamente anterior. Imaginarme a golpes en cada día del año, en cada preludio, en cada obsesión, en cada rabieta y sonrisa.

Ver el año que terminó con la lupa del día once de año siguiente, como si los primeros diez días hubiesen sido un mero formalismo del descanso y la procrastinación, o por qué no, de la mera irresponsabilidad de la pereza y la rebeldía.

Rebuscamos frases célebres o aforismos para dar mayor importancia a nuestras tardes en redes sociales, nos desubicamos con las canciones de cada momento y balbuceamos en esas tareas pendientes, bueno, aquí mi tarea pendiente de iniciar de nuevo.

Un enero que llegó con regalos del sur de la Florida, enero en el que los amigos se reunieron y destaparon sus emociones, enero en que en un pic nic cerca al museo de arte moderno vimos pasar la tarde, dejamos los regalos al costado y renovamos el beso de amor que tras 21 días habíamos dejado en pausa. Un enero donde finalizaron los miedos de año anterior y comenzó por dejarse conquistar por retos que el mismo año quince daba en silencios pausados. Un enero donde conocí a Melissa.

Febrero insensato y casual, febrero de aprendizajes, febrero con sabor a queso y a plátano verde, al calor del río Atrato. Un febrero de suspiros y sueños en pareja, de empezar en casa de nuevo, de dar clases en donde siempre se quiso estar, donde siempre se pudo soñar. En marzo nos hicimos amigos de Fiona, una sencilla señorita de ojos grandes y ladridos fuertes, un marzo además que dejó consigo las flores de la amistad a piel, un marzo donde cumplió años el hombre más viejo de mundo, marzo donde nos fuimos encontrando en la crisis hasta hacer parte de ella, hasta inundarnos en las metas de otros y entender pues, que a esas metas es que no nos debemos de someter.

Un marzo des-complicado hasta llegó abril, un abril cargado de pésimas películas de terror (cortesía de Diego Alejandro),un abril en el que nos enamoramos más y más, porque el amor es una institución que se construye día a día, un sentimiento que se conserva en el más frágil de los elementos de la vida, un concierto de El Buki en Cali.

Abril de chikungunya, abril del cumpleaños del mejor de los amigos. En mayo nos decepcionamos de las oportunidades y abrimos paso a la fuga, mes en el que me aparté de las malas administraciones y decisiones permeadas por la avaricia y la celebración indebida de cargos, un mayo en el que los amigos nos unimos para tomar decisiones pero que a la final fueron las más egoístas decisiones las que se quedaron en su lugar.

En mayo todo comenzó de nuevo, nos alejamos de algunos, de otros tomamos la certeza de darles un segundo plano, a otros, el mismo viento se los llevó hasta desaparecerlos del panorama cotidiano. No fuimos a Bogotá  porque nos dejó el avión pero viajamos a Sevilla, primero a Tulua, así sucesivamente fuimos llenando los compromisos del amor hasta hacer frente a la familia de la mujer amada, me presenté ante mis suegros y cuñados, ante mi nueva familia.

Vimos el concierto filarmónico de Star Wars, conocimos a la princesa Leia más joven de esta galaxia.

Junio es hermoso porque los amigos se unieron en otro importante evento, en una ronda de canciones que terminaron con todo el amor del mundo alrededor de un pastel de corazones, un junio que dejó consigo libros y más libros (cortesía también de Diego Alejandro), un junio en que terminamos una tesis para iniciar otra, un junio en que el amor llegó a su año nuevo. Jugamos bolos, jugamos Bingo, jugamos a escapar, jugamos hasta la última noche del mes.

Julio gallardo e infantil, conocimos a los Minions y con ellos nos motivamos a comer tres cajitas felices porque eso es lo que hacemos los amigos, vimos Pixeles juntos en el cinema, porque eso es lo que hacemos los amigos, salimos a tomar el té y claro, salimos a bailar con las primas de Rita Shirley. River Plate campeón de América.

En agosto tomamos juguitos en Japy, Diego Alejandro llegaba de  viaje de Ipiales y  la señorita que vendía los jugos prometió llevarlo a conocer Caleñas la próxima vez que viniera a Cali. Agosto lleno de música, de cerveza, de rock & roll. Jugamos Monopolio, comimos sobre-barriga y festejamos el milagro de la vida, el triunfo de una nueva etapa. Iniciamos semestre en la universidad pública, viajamos a los años 20 y retomamos la docencia ahora en la universidad claretiana.  Los Guayacanes florecieron llenando de color la ciudad.

Volvimos al río Atrato, festejamos en Bandola, jugamos Risk por primera vez en años y dimos adiós al mes con la mejor de las intenciones hasta que llegó septiembre.

Negro como el olvido, como las sombras que traen consigo dudosas intensiones, septiembre de cumpleaños de amigos, pero también de malas noticias para la salud  familiar. Septiembre de visita del Papa a Cuba y de Aterciopelados a Cali, septiembre del Caribe Funk, septiembre de los Vargas y los Higuera, de terminar experiencias y aprender de otras vidas.

En octubre festejamos la vida, vivimos la sonrisa de mis padres, subimos a 32° y con los mejores amigos sonreímos en cuanta selfie dibujamos en la red, leímos a Stephen King, comimos hasta más no poder y esperamos una lasaña que solo en diciembre llegó. Un octubre que me acercó a las nuevas amistades que El Buki me regaló en el año quince, amistades como Karen Melissa y Felipe, el mismo señor Jesús Trujillo y los pequeños anfitriones de la ruta 66.

Encontrar de regreso a Sammy, comenzar a tomar café en una taza especial, llevar cosechas a la casa, viajar por el Quindio y cerrar noviembre con otra visita al río Atrato.

Los mejores atardeceres del año los viví en el Chocó, pero los mejores atardeceres del año los compartí con mi amada en las calles de Cali, Palmira y el eje cafetero, hasta que la quise enamorar un poco más, hasta que en noviembre decidimos juntos amar nuestras noches.

Llegó diciembre y ya estábamos estrenando un nuevo hogar, llegó diciembre y dejamos de contar historias para vivir de pleno, llegó el episodio séptimo de “Star Wars”, llegó el momento de reflexionar.

Llegó enero y en otra oportunidad reflexionaremos sobre lo que fue diciembre y enero, y qué mejor tarea pendiente que continuar escribiendo, qué mejor inspiración que recopilar lo que se robó el silencio.

Lo que quedó con el atardecer.


AV.

7 de junio de 2008

En un Junio como Hoy



Siento un desesperado silencio que me promete experiencias propias de la resurrección, vibro con el cuerpo de esas noches de desconsuelo donde jugué a encerrarme y matarme, a suicidar esas esperanzas sacadas de placeres chocolatosos y pensamientos llenos de dolor. Este es un acto especial, llevo exactamente ocho días de sufrimiento estampados en un blog, pero más allá de las letras y acordes de un silencio rector y obtuso, cumplo con la miseria de observar casi un mes de pensamientos suicidas y querendones sufrimientos.


Estoy envuelto en una tristeza amarga, llena de palabras que me llenan la boca, me sacuden el estomago, me dejan débil y malhumorado; me acuesto a pensar y termino reflexionando sobre cosas que no debería, de esas historias que uno suele construir con pesadillas y las disfraza de sueños y esperanzas.


Este Junio ha llegado con trozos de cadáveres y pedazos de historias mensuales, ha traído consigo toda la carga moral y filosófica que suelo posar en mi vida durante años de tiempo perdido, con la diferencia de que en este sexto mes del año culmino con todo aquello acumulándose en brebajes y paladares amargos. Mis relaciones se encierran en el pasado, ahora me tortura el presente con esas discusiones innecesarias de amores y odios, veo en los ciclos de la vida torbellinos y espirales, me veo bloqueado y estancado, como si vivir se resumiese a comer tres veces al día y dormir dos.


Quiero escupir sangre, expulsar vísceras y morder los ojos del pasado.

Quiero cagarla si es necesario, pero con elegancia ante todo.

Quiero romper ventanas y cerrar puertas, para ver los ciclos morir antes de la llegada de Julio.

Quiero envolverme en periódico para madurar con mayor prontitud.

Quiero escribir sin detenerme, pero me detengo para pensar eso que no se que escribir.

Quiero muchas cosas y mi vida poco se refleja en ellas.


En un Junio como hoy me asusta ver la llegada de Julio, de imaginarme el agosto sediento y el septiembre acosador. No se si este sea el ocho esperado, no se si esta sea la ruta acordada, no se qué decirles pero me aseguraré de plasmarlo en miradas y cuerdas vocales.


¿Cuanta pornografía será necesaria para ver en el sexo un imaginario y no un tema de conversación?. Como es de costumbre, dejo en mis vicios las necesidades de esas baladas latinoamericanas que me rayan la cabeza con guitarras y teclados llenos de pasión, de cristales mágicos que nos envenenan los cesos sin proponernos tregua alguna.


Estoy muy suicida y no es para menos. Todas las noches desde hace un mes sueño una táctica de suicidio diferente, situación incómoda y a veces innecesaria, veo de distintas maneras mi fallecimiento como un cuerpo de noticias cargado de silencios.


Treinta cuatro noches muriendo constantemente, tantas que decidí hacerlo realidad, decidí morir del todo y terminar con este acoso mortal. Redacté ese Moribundo Silencio que me traicionó en el ejercicio literario y me devastó de ganas de vivir alguna, me obligó a olvidarme de mis allegados para acercarme al muelle de lo sobrenatural; Artista o no, poeta o guerrillero, carpintero o plomero: Todos viven con orgullo para llegar en las noches a dormir en paz, sin palabras pendientes ni aires sueltos.


Para dejarme matar por el cotidiano y lúgubre estado mortal de mis sueños, en posición fetal, desnudo y con Amor Stereo de fondo empecé la llanura de mi muerte, tomé mis venas y les dibujé ríos de sangre por cada instante de dolor y egoísmo espiritual. Recordando cada técnica de suicidio murmuraba en voz baja casi sin hablar los momentos que me agobiaban en aquella noche de Junio, noche post-mayo llena de olvidos y que no merece recordarse. Noche de sombras y horas que me mataron por dos horas de asfixia, noche donde resucité de milagro, reafirmando mi fe en Dios y mi dolor terrenal, noche de gatos, noche de muerte, noche que casi no termina.


Quise dibujarme entonces en una actitud discreta, pero ahora vivo y sin cicatrices, pero resucitado de milagro y sin pérdida de sangre me aprendo la lección de los olvidados, me enamoro de los hijueputas que me acusan de ser un mal hombre cuando en mi interior el hombre ha muerto y solo agoniza el niño, mil problemas me susurran en el infierno, se esconden en mi cama y en mi memoria, pero con la valentía de la nada decido olvidarlos y tratar de seguir viviendo, tratar de tocarme a mi mismo sin necesidad de arrugar mi piel.


Aun cuando el vivir es solo el primer paso, he decidido morir, pero no he pactado fecha aun con el calendario de la muerte.


Noche en la que nadie supo de mi fallecimiento ni mi resurrección.


AV