12 de julio de 2022

El Soñar de los caminantes (III)

Imagen tomada de: https://www.deviantart.com/brinymarin/art/Fog-Cat-565617786

Fog Cat by BrinyMarin (2015)

En marzo de 2008 comencé a relatar de manera jocosa pero superficial, el brote de mi primera cana y con ella, di mención por los lados a un tema que ya me tentaba querer resurgir, algo maldito.

Para el mes de abril de ese mismo año (más como rutina que como novedad) me quejaba del ejercicio del escritor y en esa queja, nuevamente mentaba por así decirlo, al libro maldito. En febrero de 2015 me senté a insinuar un escrito sobre ese tema que por muchos años dejé que fuera de autocensura. Surgió un primer post que a pesar de su joven redacción expresaba un suceso paranormal que me ocurrió y que en consecuencia me desató en la memoria, lo ocurrido en el 2001.

Para el mes de julio de 2015 proseguí con otro escrito, quizás más formal dónde relataba los adornos que siempre me han teñido de rojo el amor por la escritura. Sin embargo daba más giros sobre la misma baldosa que en relatar aquello que en mis entrañas había parido. Hablar del tema ha sido esquivo.

Hablemos:

El “Soñar de los Caminantes” surge en el año 2000 como un cuento libre hecho a mano y en una calurosa tarde de agosto. Estaba en furor la convocatoria del concurso nacional de cuento y a esa convocatoria es que se escribió “El Olvido de un alma”, relato virgen de un moribundo que perece en casa y sus familiares años más tarde, aún retoñando su ausencia deciden mudarse a otro domicilio, siendo esta alma atrapada en un mobiliario que ya no le pertenecería. Ahí empezaría la historia de quien sería mi antagónico durante años.

Después de participar del encuentro nacional de escritores jóvenes en Medellín (Colombia) la historia tomó forma y nació un capítulo más formal, luego un segundo capítulo (cada capítulo realmente era un cuento completo) para el año 2001 tenía una trilogía escrita y a satisfacción del autor, culminada.

Mi antagónico perecía en letras cotidianas.

Fue al momento de abrir vuelo en el año 2001 que una serie de sucesos paranormales comenzaron a tener conexión con mi capacidad de escritura. Mi quehacer literario, mi precoz aventura del mundo, mis lecturas de medianoche de obras no tan santas, incluso, mi devoción al ocultismo fueron un coctel molotov de energías que se cruzaron hasta dar vida a algo.

Alguien.

Fue en el apogeo de la licenciatura en ese año que nacería un capítulo 4, de esa narración tendría como producto una dualidad del bien contra el mal donde el mal tendría una base de reflexión filosófica y el bien, una de estructura moral. De esa dualidad se desprenderían personajes inspirados en un mediocre plagio del relato de la divina comedia, pero con el impulso de una fe desvanecida que desconocería todo aquello llamado vida.

Para el año 2002 estaría escrito el capítulo 5, como una especie de precuela de lo ocurrido con el personaje en aquella casa abandonada, de aquella historia escrita en 2000 y que para entonces estaba en el climax de… ¿una maldición?

Los manuscritos originales fueron destruidos por una pataleta que hice al terminarse el capítulo 3, preciso antes de viajar a Bogotá. El disco duro del computador fue formateado por iniciativa de mi padre quien nunca me consultó para hacerlo y claro, toda la información se perdió (Otra pataleta). Pero para el año 2002 estaban en una caja de cartón los manuscritos impresos y en el disco duro (que estaba formateado) el archivo original así, casual, sin nada que cuestionar.

En el año 2003 cuando regresé a la ciudad de Cali para una nueva temporada de cambios, me traje en pecho y espalda el terror de haberme enfrentado a unos seres que no sabía que existían.

Durante el actual año 2022, escuchando los podcast de varios periodistas versados vine a entender que mucho de lo que viví no era tan particular sino mas bien, algo tan corriente que existen logias y dogmas especializados en ayudar a quienes sufrieran de esas visitas.

En el año 2005 escribí un borrador del capítulo 6 aun estando en la ciudad de Cali y sin poner en duda lo vivido, entendí que allí había algo.

Algo que hoy duerme [conmigo].

AV

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