1 de julio de 2022

Detalles (Sin presente)





Imagen tomada de: http://solanajoy.com/cats/2018/6/12/mewsic-for-airports-flying-with-cats-part-2 

Ya lo hablaba en la entrada anterior: Nos transformamos y debemos de vivir con ello, sabias palabras del profesor Salazar.

Compartir en familia para las temporadas de feria o vacacionales son quizás uno de los grandes tesoros del latino. De esos espacios en familia nacen momentos para siempre y esos recuerdos uno los quiere compartir con esos amigos que no estuvieron en el viaje, brindar un detalle como muestra de “Te tuve en mente en esta experiencia”.

Dar un presente a alguien es en tal caso un esfuerzo de doble vía. De una parte exalta la creatividad, sentido del gusto o afecto que sentimos por ese sujeto al comprar “algo” que consideramos, le puede gustar o necesitar. De otra parte, podemos caer en el incómodo ejercicio de regalar ese souvenir que todos llevan, ese "todostienen” que se convierte engorroso, incómodo, ofensivo.

En el primer caso un perfume, una corbata o incluso una prenda de vestir si bien recae en lo genérico, está bien hacerlo conmigo. En el segundo caso, un llavero. Creo incluso, alguna vez mencioné este tema en alguna entrada de este blog, cuando estaba activo.

Pensar en un detalle que impresione o agrade a nuestro destinatario se sobrecarga hoy en día. Es como si los dioses del mercadeo hayan realizado junta en tiempos de pandemia y decidiesen que a partir de la fecha cada detalle debe de contar con un sentido específico, en un contexto especifico y de una utilidad específica.

Es como si se condenara a la industria del peluche, del perfume o del calzado y se sustituyera por una industria intelectual de sostenibilidad: Este muñeco ha sido tejido por sujetos libres, en un país democrático que paga seguridad social a sus empleados, quienes son además supervivientes de un conflicto armado, democrático, incluyente y plural.

Desde un tiempo para acá dejé de llevar regalos a mis allegados por cada viaje que realizaba. Leía en sus gestos la frustración de recibir el “todostienen” del momento. Pensé también que esforzarme en encontrar ese algo que era objeto de deseo sería un buen detalle, pero me desinfló la ingratitud. Me desinfló saber que yo no estaba en la misma “vibra” de quien era mi interlocutor.

Ahora la reflexión está en la intención. De seguro seguiré pensando en quienes hacen parte de mi triste corazón y algún detalle podré brindar, desde el imán de nevera hasta el chocolate de moda. O por qué no, la camiseta estampada con el paisaje de turno.

He regresado a casa y como siempre, hay soledad en mi interior.

AV 

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