11 de julio de 2022

Espejos (Pasajeros de un viejo relato)

Imagen tomada de: https://i.pinimg.com/originals/fc/9b/69/fc9b690305287cca733925c417d4e56e.jpg


Otro fin de semana de tomar con calma los pasos dados, de reseñar relatos.

Fantasmas me visitan con la permanencia de un recuerdo o un deseo, vigilo en el silencio cada ausencia que la vida me sacude. Me encuentro en el espejo, me desvelo en una cama grande.

Cada día trae una serie de experiencias que nos van alimentando el alma y el cuerpo, en esas experiencias vamos conociendo a los que dicen ser nuestros amigos como también a aquellos que van llegando a nuestra vida de un modo desaplicado.

Sobre la ventana, allá donde la lluvia comparte esquina con las palomas apareció la oportunidad de conocerme y reconocerme. Estuve brincando entre los puntos comunes de una vida y otra, de un deseo y un anhelo.

Me vi en ese joven asustado que enfrentaba los peores fantasmas de un viejo barrio de Bogotá, pero también me vi en el gran señor que con odio en su corazón y un poco de fuerza logró ponerse de pie y enfrentarse a los peores demonios de una amistad.

Encontré ternura en una navidad blanca, un disfraz de Superman y quizás muchos dulces de guayaba en la cocina. Me vi sentado en las escaleras del Hotel Tequendama un 18 de octubre cualquiera con lágrimas en el rostro ante la soledad fría de una ciudad que no sabe que uno existe.

Recuperé algo de cordura con los esfuerzos que de la Comunicación a la Ciencia Política lograron en mi formar a este profesor.

Vi los amores de la vida, esos que fueron presa de un insensato corazón, los que se marchitaron sin un adiós a cambio, los que me ayudaron a recuperar tiempo para después cortarlo todo en un grito. Vi todos los colores del amor y en ese prisma la vi a ella brillando, con sus ojos esmeralda diciéndome adiós.

Me vi sentado en la línea de tiempo como un cachorro que quiere jugar pero no sabe a dónde correr, armando sueños en telares de múltiples formas y colores, con muchos personajes, alguno sensatos y otros ingratos.

Los vi a ellos, a los que dijeron que me cuidarían, allá a lo lejos con actitud de vergüenza, como si algún ilícito hubiesen cometido y yo ni por enterado. También vi a esos que con armas a la mano me hirieron de gravedad, estaban allí con una sonrisa cómplice a la espera de brindar una copa.

Muchos personajes desfilan por la memoria como canciones dejando en la inmensa bóveda sentimientos mundanos, otros que nos despojaron de algo de humanidad y nos convirtieron en algo más material.

Relatos que se tejieron entre lágrimas y delirios, argumentos que se forjaron entre paseos vacacionales y travesías de urgencia.

Vi la cotidianidad como un tríptico de muchos colores en la pared, vi a la ansiedad sentada contra esa pared conversando con la vida misma, a la depresión transformándose en acción, a la felicidad que callaba ante la tragedia, a la memoria, que también fue nostalgia.

Pude verme en un espejo singular, en un juego de palabras que tengo que reordenar.

AV

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