20 de enero de 2008

Amarillo Dominical


En una noche llena de aguardiente, con la luna llena de motivos y oportunidades abiertas a una soledad compartida se nutren vicios viejos propios de una comunidad abierta a los placeres del licor y el desenfreno. Se estimaron razones de peso y algunas de zozobra con melancólicas aptitudes de liderazgo para mendigar alegrías al desparche, se habla pues desde las copas del aguardiente, cual gato pasajero que se acicala con el dolor de otros, que se desvive por reír con el sufrimiento ajeno, esos malos ratos que uno sirve de testigo.


En una noche llena de horas despiertas, dejando atrás el silencio de las calles para dar paso al concierto de aves mañaneras que sobrevuelan el descalzo cansancio de una borrachera senil, donde el agua sumerge neuronas y humedece palabras, donde enfría pasiones y ablanda pulmones, donde rifa discursos y acecha oportunidades, pasajeras aventuras de un desorientado domingo que empezó en sábado, de un feriado pasado que se desligó del rumbo cotidiano de un gato cortés y bien educado, de un par de amigos que le acompañan en la coquetería de una musa de turno, aquella mujer que rinde tributo al cuerpo y a los excesos, de esas ventanas que se abren en temporada alta, que se diagnostican con fórmula médica, que se negocian con lindas palabras y juegos de borracheras.


En una noche, donde este gato desde el rol de observador y orientador articula el hambre de los enamorados, juega con el impulso de los acalorados órganos genitales, de terceros que quieren ser tres, de tríos que quieren jugar al amor, donde lo que se observa se estampa en sonrisas de burla y silencios de lástima, donde el rol de observador se convive con el rol de animador de fiestas con juegos y discursos de cafetería escolar, donde la enseñanza llega con el dolor de la regla, quizás para beneficio de los interesados se vuelve un voyerismo mágico, inundado de impermeables miedos y viudas caricias.


En una noche pasajera llega la mañana y este gato continúa observando el juego de ratones sin queso, el ladrido de lazarillos y la marcha de almas recién encontradas y acarameladas, en ese rol de observador que juzga la inocencia y la inexperiencia, en ese rol que disimula festejo y jolgorio para marcharse a dormir, dejar en manos de otros la casualidades de una rumba no digitada, de una noche sola y ácida, ausente de nocturnos rituales y exagerada por el modismo popular, de un amanecer amarillo como la fiebre, que elimina e intoxica, ese amarillo domingo que llega para olvidar una gris jornada nocturna de sábado, de un amarillo domingo que se burla de los ratones y se disfraza de lunes, de un domingo que se digita en letras de etiqueta y murmullos de fantasmas, de un domingo amarillo como el queso que no comieron esos ratones, ese amarillo que vende alegría a cambio de lagunas mentales, de ratones sin ratonera.


En un domingo amarillo y pálido, un domingo que invoca a Vincent Van Gogh , sin amistades pero con el Campo bajo cielo tormentoso observando todavía.
AV.

1 comentario:

Nilusx dijo...

Las ya dilatas esperanzas, letras, lenguas y pupilas, se encuentran en una danza libre de prejuicios, reglas o sentimientos... van 2, y esta en la tarea de apoyar la globalizacion...
un gato, que aun sueño no requiere, mas aun asi su tejado quiere.