31 de enero de 2023

Salidas (entre calles)

Imagen tomada de: https://streetartutopia.com/2021/07/06/street-art-cats-a-collection/

Street (cat) Art by: SWIFTMANTIS (Papaioea, New Zealand)


Fijó su mirada en el horizonte.

Observando carros y buses, el resplandeciente brillo de un sol de mediodía sobre la carpa de una que otra panadería, el cansado andar de los semáforos entre el rojo y el verde, el azul cielo que se desdibuja entre edificaciones y vallas publicitarias. Que se duerme sobre la copa de un palo de mango.

Un horizonte lleno de ruido, una ciudad desesperada que sin dar cuenta de las historias que emergen se consuela con el ritmo de lo invisible. Allí se sacude los pensamientos con el corazón aburrido, celoso de canciones sin remitente, compositor de quejas y reproches sin importancia. Con las manos en los bolsillos apretando las pocas monedas que quedan, con la mirada intentando descubrir el calor de un sol que huye de la ciudad misma.

Tarde.

Con sus audífonos encerrado en sus pensamientos avanza calle tras calle, como un desarraigado que centrado en sus pendientes evita caer en distracción de las vitrinas de las sex shop, o en la salvaje atención de un puesto de fritos a plena vía, o el malabarismo de otro desarraigado, migrantes que se vigilan.

Muy tarde.

Una canción puede encerrarse en la mente al punto de caer en total introspección del universo, como también alejarnos de cuanto pensamiento abunde y patearnos contra la realidad. Un caminante puede atravesar cuantas vías pueda en su día a día, pero en su trascender pueden surgir pensamientos, canciones, personajes o incluso pendientes que al revolotearse en una sinfonía derivan en un ataque de hambre.

Se detuvo a comer algo ligero como un pastel de yuca, lo acompañó con alguna bebida de malta y saboreó su melancolía con algo de dulce en el corazón: Una ventana gigante referenciaba su pasado del otro lado de la calle.

Edificio viejo, gris, mudo al estupor de las generaciones que cruzaron por su frente.

Lo juzga con la mirada.

A lo alto el sol cuestiona la memoria, sobre la sombra un vendedor de lotería intenta entablar comunicación, a su espalda, sobre el puesto de fritos, una señora expectante le observaba morder el último pedazo de pastel, en su interior la imagen de un niño que juega sobre el parapeto de la entrada del edificio se hace etéreo. Su mente se revolotea como un coqueto momento de esos que surgen de la bóveda de la eternidad.

Terminó de masticar y con la botella en la mano avanzó como quien huye del viento.

Un vendedor de manillas y anillos limpia su pipa sobre un tapete en la vía peatonal, una señora a gritos oferta el consumo de mango y chontaduro, un ciclista cruza la vía sin respetar la señal de PARE. Con el mismo afán un mensajero busca la entrada al edificio de enfrente para dejar algún recado.

Todos corren en la víspera del momento siguiente, todos se enferman en la raíz de una tarde que comienza a pintar de sepia los andenes.

Un café abre para atender a quienes desesperados llegan a reposar los frijoles de un día cualquiera. Un amable caballero se pasea entre esquinas ofreciendo sus servicios de lustrado de zapatos otro por su parte oferta dulces y cigarrillos.

Sigue su camino y se encuentra entre las ideas con un recuerdo indebido, se cuestiona, se detiene. 

Observa el pasado entre murales y árboles de mango.

Se inquieta.

Vive su día al afán de un desesperado sol que poco a poco va girando entre nubes juguetonas, se desea a sí mismo la capacidad de olvidar, como su vida misma se hubiese dejado en poemas escritos en tiempos de autobuses y canciones en frecuencia FM.

Cada segundo se reinicia en su mente, sigue caminando, se aleja, encuentra en la autopista principal un puente para cruzar al otro lado, se pierde entre la multitud, como un cómplice de aquellos caminantes que en sus malos ratos conservan secretos en la memoria, como los reyes católicos, como los libertarios que reclaman derechos propios, como los poetas que sentados en un parque dan mantenimiento a una máquina de escribir.

Atrás, en una edificación de antaño, se registran vivencias dadas a toda clase de transeúnte, solo sobrevive el fruto de un palo de mango que en cada temporada llega para dar color a la calle.

Hay promoción de incienso en el semáforo siguiente: Una desesperada pasarela de silenciosos momentos.

AV

24 de enero de 2023

Conversaciones (Un breve momento)

 

Imagen tomada de:

https://i.pinimg.com/736x/7f/3f/81/7f3f819e322148950b662a0e938bedd1--black-cat-art-black-cats.jpg

Black Cat Red Door by Carol Leigh


Hay momentos en que nos fastidian aquellas canciones que en otro momento fueron fascinación, días en que se nos hace pesado cada paso como si fuese una pena el tener que seguir adelante. Cada día es una consecuencia de lo vivido, del engaño, de la frustración, de dolores y manías.

Nos juramos un mejor futuro en cuanto nos llega la oportunidad de invertir mejor el tiempo, pedazos de ideas que se reúnen en altas expectativas y sucumben al primer obstáculo, a la primera negativa.

Anoche tuve la oportunidad de conversar en distintos momentos con dos mujeres que en su maravillosa forma de ser me dejaron algo de aprendizaje, algo de curiosidad, algo de ellas.

En una primera conversación logramos encontrar ese brillo que como todo requiere de fuerza y mucha amabilidad (y quizás algo de amor) para trascender. Reencontrar en las palabras fechas y acciones, darle vuelta al mundo y empezar con los brazos abiertos para dar apoyo a los demás, dejar esa densidad sobre la espera sombra de la cotidianidad. Brillamos con la luz que recibimos y con ella, iluminamos a quienes en oscuridad danzan desesperados.

En una segunda conversación el arte y la vida se revuelven en las emociones de quienes desde el silencio viajan por recuerdos y fantasías. Una cárcel de sentimientos que nos ahuyenta de las relaciones sociales, de la posibilidad misma de existir en las palabras del otro.

Ante la existencia del gusto por otra persona, como pensamiento, deseo o fantasía se cruza de manera abrupta la posibilidad de que sea real y simplemente estamos distraídos ante la vida, ante la existencia de otros (tal vez).

Conversaciones que cierran un principio de semana interesante, porque de expectativas precisamente es que me he sostenido en pie durante los últimos tiempos. Redescubrirme, cuestionarme (permanentemente), acusarme ante el espejo, señalarme de esto y de lo otro, pero también de consolarme y recordarme a diario de la fuerza que tengo para dar el salto de la cama y al mundo intentar (de nuevo) conquistar.

Conversaciones que aparecen como la lluvia, para refrescar al sediento, para ahogar al hambriento.

Hay canciones que nos dieron la dicha de un breve momento y a ellas la eternidad como agradecimiento, pero vamos, han pasado los años y ahora a esas canciones es que se ciernen disgustos y malestares.

Nos renovamos con las ideas que llegan, damos espacio a nuevas historias y sembramos promesas, brillamos ante el espejo creyendo que estamos iluminando nuestro camino cuando realmente estamos ante un encierro inmarcesible.

Cada día es una (posible) consecuencia de lo vivido, de la esperanza de un amor que se fue, de la idealización de una persona recién conocida, de la memoria de proyectos inconclusos, de algo tan simple como el olvido de la rutina.

De este olvido soltamos las ganas de continuar y vamos como náufragos a la deriva, en medio del ruido, dando uno que otro paso para adelante sin tener idea dónde queda el norte.

Reflejamos en las personas una parte de nosotros.

A bien podremos tener la capacidad de enamorar a quienes no nos han dado su nombre, a bien podemos ayudar a sanar a quienes mueren de tristeza a pesar de verles sonreír. Quizás damos alimento con nuestras palabras a los que de alguna manera han cercado su cotidianidad en una soledad repentina.

Podemos ser gestores de cambios positivos, podemos dar de nuestra aburrida luz algo de vida a quien ha estado en confusa estadía por este mundo.

Días en que nos observamos al espejo y no nos identificamos, salimos a cumplir con el deber de la edad adulta y cargamos en el maletín las preocupaciones con el afán de alcanzar las ocupaciones, nos desdibujamos en un recinto de ambiguas funciones. El niño se ha vuelto hombre y el hombre quiere ser niño.

Son bienvenidas siempre las conversaciones, los encuentros y reencuentros.

Son necesarias las repentinas dudas, la luz de quienes puedan darnos cuenta de su tiempo, de su final, de su cambios, de nuestra visión del mundo.

Acabo recién de tener una conversación interesante, como si el camino se fuera a recomponer en una carreta de verduras, o en una para de bus. La vida sigue y para bien.

Nos juramos un mejor futuro en cuanto nos llega la oportunidad de invertir mejor el tiempo: Conversaciones.


AV

20 de enero de 2023

Tiempos (Enero)


Imagen tomada de:  https://www.istockphoto.com/es/search/2/image?phrase=gato+con+lentes


Vamos cursando los días de enero con total normalidad sin embargo como todo inicio de año surgen revoluciones que más que incomodar terminan por replantear la existencia de nuestra materia en este plano terrenal.

Algo que he logrado ir ajustando en mi aireada manera de ser es el poder tomar impulso antes de desaforar alguna versión de mis desencantos, incluso con muchos errores de por medio, pausar palabras, bajar el tono. De seguro ya no soy ese muchachito de ayer, el señor de hoy.

Tiempos.

Días en que no logramos comprender directamente las emociones o el valor con el que el otro nos señala. Momentos que se nos hacen imprescindibles para continuar junto a nuestros temores. Somos lo suficiente para lo que el camino nos determina, pero en ese trayecto también debemos de ser lo suficiente para decir no a aquello que nos incomoda, aunque la vida misma sea todo ello lo que nos incomoda.

Espacios.

Labores que debemos de cumplir en cada rincón de nuestra mente, diseñamos cuanto la vida nos exige, nos encontramos en pensamientos frecuentes. Vamos dejando de lado las pasiones de otros días y transformamos esa energía en relatos, nos creamos cuentos y fábulas para no caer en el abismo de la voz.

Días de enero que nos van mostrando en una serie de acontecimientos el modo mismo en que tenemos configurado nuestro mundo. Las rutinas que hemos tenido que re organizar ante las ausencias, los espacios que se han re creado ante la existencia de lo obvio, las decisiones y los afanes que cada lección nos llega al escritorio, como si fuera una tarea.

Aprendemos a tolerar todo lo que nos molesta pero es evidente que con la vida no nos podemos molestar, debemos de sobrellevarla y espantar en ella cualquier asomo de diálogo con el más allá.

Podernos decir internamente que todo estará bien, que así como muchos comensales, morimos por dentro ante cualquier injusticia, ante cualquier recuerdo o nostalgia.

Que nos cansamos en el trayecto, que una taza de café no es suficiente, que un cigarrillo se nos convierte más en un padecimiento social que en una salida fácil.

Espera.

No solemos darle lugar al calendario como si fuere un relicario de oportunidades, ni nos imponemos al misterio de una luna nueva para darle significado al año que empieza. Claro, tenemos rituales decembrinos y acciones de reflexión de enero, pero estos días de enero son esperanza y amargura.

Esperanza para lo que anhelamos sea mejor en los duros acontecimientos de nuestra existencia, anhelar llegar al fin del año con mejores cifras en cada indicador.

Decisiones.

Amargura ante la frustración de cada pendiente que el año anterior empuja a la orilla, como los desechos de una vida que nos sigue presionando para darle final a todo lo que no podemos tolerar. Decidir ante la duda.

Vamos caminando entonces, como se mencionó en anteriores escritos, dejando huellas que arden de pasión, mirando al horizonte con temor, eso sí, con un gesto de seriedad lo suficientemente convincente para que todos piensen que estamos en exitosa rebeldía.

Con voz tenue, con la pausa del malestar de turno, ya no vociferamos al opositor o incompetente sino que caminamos el sendero pensando en la alternativa requerida con una voz apagada, una mirada de perdón sobre la situación, manos vacías de poder y palabras de despedida.

Hay días de enero que aparentan existir con total normalidad, sin embargo como todo inicio de año surgen revoluciones que más que incomodar terminan por replantear la existencia de nuestra materia en este plano terrenal.

Hay días que no son normales, y enero.


AV

17 de enero de 2023

Intenciones (Suspira)


 Imagen tomada de: https://www.artmajeur.com/hanggaravicky2/es/artworks/15977770/galaxy-cat

GALAXY CAT (2022) Arte digital por: Vicky Hanggara.


Nuevamente la música es musa de inspiración, puente o canal de motivación para llevar en letras lo que por dentro se contempla. Somos caminantes que con nuestra propia sombra vamos de lado a lado especulando un futuro mejor, nos llenamos de expectativas ante las múltiples posibilidades de encontrar la felicidad que a la final terminamos siendo solo un transeúnte envuelto en la casualidad.

Observamos desde el silencio a cada sujeto que transita por la vía: unos se desplazan con tanto afán como si huyesen de la lluvia, otros se estancan en sus propias ideas y avanzan a paso lento, como si tuviesen una pena ardiendo en sus huellas. 

Desde el silencio nos cuestionamos nuestro lugar en ese pasillo, con nuestra sombra vamos alegando al tiempo la suerte que nos corresponde, el deseo mismo de ser y estar en otro lugar, de la desidia misma de recuerdos y sentimientos.

Una canción puede a bien darnos la luz que en la oscuridad las ideas nos suelen acongojar. Una canción por supuesto, puede ser el impulso para hacernos volar en aquel barranco de la vida, para bien o para mal, nos dejamos caer.

Canciones que nos determinan la forma de pensar o actuar (de caer).

Hay temporadas en que estamos de mejor ánimo para proceder el camino llano de la vida, por supuesto que nuestro pasado nos determina pero no lo suficiente como para permitir que terceros nos juzguen, precisamente, desde ese silencio en el que nos observan.

Podemos tener historias complejas, siempre lo he dicho, todos estamos rotos por dentro. Todos, usted que me lee, yo que le escribo, ellos que nos observan. 

Cargamos pensamientos y recuerdos que en algún momento nos rompieron el alma, nos derrumbaron, nos hicieron sentir alejados de cualquier víspera, pero esto no es motivo ni intención para seguir por la vida alegando tristeza y abandono.

Somos seres complejos y cargamos pensamientos que son más castigo que memoria, somos sujetos llenos de expectativas, de deseos, de miradas que buscan en el tiempo un segundo de paz.

Miserable es aquel que juzga a quién en su propia suerte se queda colgado en su silencio, como si juzgar fuera la solución a la tristeza o taciturna melodía. Como si la vida fuera un tintineo de pasos que en sus huellas arden recuerdos y paradojas. 

No, la respuesta siempre es no.

Todos podemos continuar en ese péndulo de vida y satisfacción, con sacrificio tal vez, con sangre quizás, lágrimas siempre habrá, sudor de vez en vez, pero es un camino que todos recorremos y en el que vamos conociendo todo tipo de personajes que, de nuestro lado podrán ser pertinentes o nocivos, a la final el camino es uno solo y entre mejor nos sepamos acompañar, mejor nos sabremos abrigar.

Dejemos en el libre albedrío la posibilidad de relacionarnos, de hacernos culpables de nuestros desiertos y nuestros jardines, de permitirnos conocer personas de todo calibre, que en sus sentimientos y sus intenciones nos permitan crecer o morir, que podamos vivir y re vivir toda canción, que en miradas de complicidad o rivalidad podamos entender nuestro lugar en el péndulo de la satisfacción, en el tintineo de campanas como si fueran huellas de fuego.

Que desde la sabiduría del silencio podamos construir cuantas palabras sean necesarias, redactar las mejores cartas y componer las grandes canciones de la humanidad. Que en la idealización del otro podamos figurar miradas de muchos colores, inclusive, delinear el silencio en melodías sensibles al tacto humano.

Que desde la impaciencia aprendamos que el camino es llano aunque se siente en ascendente premura, que aunque el tiempo sea un solo tintineo de huellas, el horizonte sea siempre el mismo sol (aun cuando la lluvia nos quite el sueño).

Que podamos ser y estar: sembrar decisiones y cosechar intenciones.

AV

11 de enero de 2023

Entretiempo (22)

Imagen tomada de: https://fineartamerica.com/featured/bee-witched-debra-hall.html

“Bee-witched” By: Debra Hall

Si bien no había sacado el momento para escribir cuanto ha pasado por mis pensamientos, bastante se ha reflexionado desde los últimos meses del año que terminó. Año de aprendizajes como reiteran varios contertulios en sus redes sociales, tiempo de transformación como bien se resaltó en este blog con las enseñanzas del profesor Salazar, el piloto Hernández y el gran amigo Diego Alejandro.

Se cierra entonces un año 22 cargado de fuertes lecciones. Más allá de las opacas situaciones que impactaron mi estabilidad (e inteligencia) emocional al punto de derrumbarme en mis propias lágrimas, fue un año que dividido en dos sucesos particulares me aventaron al vacío sin consideración.

De una parte reintegrarme a la sociedad como un ser ahora en solitaria vocación por buscar una vida mejor, con muchas emociones que licuadas en llanto fueron simplemente un sendero de malas decisiones, angustias e incluso rabietas. De otra, el menester ejercicio de querer conservar lo que me sostenía en ese preciso sendero y de ahí la importancia de las lecciones del gran amigo y piloto el señor Hernández: Cuidar el trabajo, cuidar la salud y cuidar los sueños.

Ante mi ausentismo en gran parte de los momentos clave que debí de dar atención terminé por cargar una maleta muy pesada en esa triada llamada trabajo-salud-sueños.

Gracias al Buki no hubo repercusiones en mi salud, pero sí enfrenté un incómodo suceso en el trabajo al punto mismo de recordarme el abismo llamado amor, finalmente la lucha más grande fue en el cuidado de los sueños, porque de los sueños es que nos construimos como seres humanos, son los sueños o anhelos lo que precisamente nos dan energía para cada mañana amanecer con ganas de salir.

En esto que llamaré “entre tiempo” tuve a bien la oportunidad de conocer muchas personas y como buen idiota, tuve por supuesto la insolente ración de ingratitud, en otros contextos puse a prueba mi inteligencia dejando en evidencia su incompleta estructura para tomar algunas decisiones. En otras situaciones logré sin sentido lógico salir adelante al punto mismo de superar las expectativas de lo soñado, a la final, un sendero húmedo con sabor a sal.

De este entre tiempo es que se retoma el nubarrón de la nostalgia, una pizca de melancolía si le podemos denominar así, repensando nombres, momentos, labores, incluso pendientes, en todo ello, la notable ausencia de los que uno pensaba estarían allí pero no los juzgo, a veces la gente piensa que alejarse es un favor.

Rabia.

Un cierre de año con tres meses que se fueron en el más salvaje carro de balineras sobre una loma de incertidumbre llamada vida. A una velocidad en la que los pensamientos tuvieron que convertirse en instinto, ser obedientes con el plan de trabajo diseñado y con mucha vocación de fe para su adecuado resultado.

Se sintió la ausencia, bastante, casi como una inmensa sala de teatro con un solo asistente. Se sintió el desapego hacia ciertos propósitos, porque cuando las cosas ya no nos pertenecen terminamos por convertir en paisaje lo que para otros en un maravilloso logro de vida.

A bien puedo señalar la oportunidad de vivir, de darme cuenta lo mucho que tengo pendiente por terminar, de esos sueños que estaban guardados en una gaveta sin fecha de caducidad y que debía de retomar. De reconstruir mi esencia y mi nombre. Claro, hay que limpiar el desorden y quitar las manchas que se dejaron en muchas personas porque está en evidencia que cometí muchos errores, algunos a hoy día los sigo pagando, pero también conocí a algunos ídolos, también estreché manos y di abrazos a personas maravillosas que sin tener carga alguna me recibieron en su sonrisa.

Ternura.

Resaltar en ella el valor de la familia, mi madre. De entender que estamos juntos en este plano y allí es lo más importante a cuidar, los amigos aparecen cuando consideran es menester hacerlo, pero a la soledad que fui sometido doy gracias al Buki el coraje y valía de mi madre, una vez más su fuerte carácter lleno de amor logró de alguna manera, sostener mi mano mientras hacía maromas en ese húmedo sendero del que les hablé líneas arriba.

Sigo resolviendo asuntos personales del 22, ahora hay nuevos retos en el 23 y cómo no, con ellos tendré que a juicio de una buena planeación organizarme para retomar la esencia de quien soy. Redescubrir a ese “Don Gato” que con mucha pasión construyó lo que casi perece por la falta de luces en el camino. Retomar la escuela, aprender cosas nuevas y ahora sí, intentar paso a paso, volver a conquistar el mundo soñado.

En este entre tiempo todos sufrimos, a todos nos pasaron cuenta de cobro en errores y descuidos. Muchos nos dejaron, otros tuvieron que partir de este plano y su ausencia es un vacío que merece un brindis y una lágrima de corazón. Vivimos retos que no pensamos que serían así de exigentes justo después de pasar dos años de pandemia y crisis social.

Hay que continuar y jamás olvidar lo importante: Nuestro tiempo.

AV