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Yo tengo un DJ
que por lo general cada mañana (no cumple el 100% de los días, pero se esfuerza)
me despierta con una canción aleatoria, de mi amplio espectro musical y me
rodeo como un abrazo feroz, toda la jornada laboral hasta sentir que se agota
la melodía para otro amanecer.
Hay canciones bienaventuradas que surgen de un clásico como las baladas del ayer de Al Bano y Romina Power, el maestro Raphael o los inconclusos poemarios de Alejandro Sanz.
Hay retos musicales como las
novedades del Grupo Niche, las Elegías de Juan Gabriel, las ocurrencias de los
Auténticos Decadentes e incluso, las plegarias de Michael Bolton.
No necesariamente son canciones que a todos deban de gustar o que estén
dentro del espectro del conocimiento popular, algunas puedan ser muy específicas
en su género y ritmo, como es el caso de Big Simon, Los Rebeldes, Taburete o el
príncipe Max Torres. Canciones reconocidas y re estudiadas por ociosos y perezosos,
por ansiosos y rencorosos, por románticos y ajenos.
Todos en mi interior.
Hay canciones suficientes para salvar vidas y de eso creo, ya he dado
suficiente reflexión en este blog. Hay artistas que su patrimonio se acusa a
una canción, y también tenemos comunidades enteras que se resignificaron
gracias a una canción.
Hoy regresé a los años noventas con la voz de Alejandro Escajadillo, un
oriundo feligrés de Mérida (Yucatán), personaje significativo para la historia
de la música latina por su esfuerzo (preciso) de traer al español de barrio, el
potentoso sonido del Synth Pop y la movida New Wave de los poderosos años
setentas europeos. Un artista que a mi criterio es de lo más grande de este lado
del planeta, compositor, arreglista, amigo de todos y músico del alma.
Inició con Caifanes, aunque su verdadero origen como el caso de muchos en
México, fue en Televisa; pero se dio fuerza con Kenny y los Eléctricos (Tengo roto el corazón), hasta llegar a
formar “La Gente Normal”.
Su nombre artístico se remonta a sus años de soñador pero sin dinero,
insuficiente para comprar un teclado o piano portable. De ahí su sobrenombre:
Syntek. Homenaje a su crisis de momento y a su amor por el pop electrónico del
otro lado del atlántico. Alex, como breviario de Alejandro, por supuesto.
En su momento, en el furor de los años noventas una de sus principales
baladas llegó en 1994 en su álbum Mas
fuerte de lo que pensaba. Proyecto que traería lo más triste que una
despedida pueda surgir de labios de un corazón roto: “Mis impulsos sobre ti”.
Este fue el segundo disco como agrupación y quedó como un sello de sangre
en las estaciones radiales la frase ”Yo te
amo más que a nadie…” como
introducción al dolor mismo que solo un majestuoso compositor pudiese heredar,
a nosotros, su pueblo infeliz y despechado.
Sinceramente tomé con mayor postura la obra del señor Escajadillo a
partir de su evolución en la década del dos mil. Evidentemente ser ganador de
un Óscar y estar detrás de “Sexo, Pudor y Lágrimas” (1999), “We Belong Together”(Toy
story 3 - 2010) y “El Futuro es Milenario” en el Bicentenario de México (2010) son
credenciales que lo ubican más allá del joven soñador que quería cambiar el techno
pop de los 80s en un México que vivía su propia transformación.
Cantar junto a Ana Torroja fue la curva final en aquel 2003 que me daría
la batuta para tenerlo en mi radar para toda la vida.
Hoy el DJ de la emisora mental rindió homenaje a su trayectoria desde la
base de la pirámide con aquella canción que los olvidados por el amor, insisten
en amar.
Alejarse significa un suicidio, pero todo cambia de color.
AV.
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