Cute
kitten painting with a bumblebee.
By: Marjansart Paintings
Imagen tomada de: https://folksy.com/items/8308300-Original-Kitten-and-Bumblebee-
Este fin de semana conversaba con alguien muy especial de lo que ha sido nuestras vidas en los años que han transcurrido. Le comentaba desde mis peripecias como estudiante universitario y líder de iniciativas juveniles, pasando por mis primeras experiencias de trabajo, tanto formales como informales.
En aquel espacio, acompañados de un café y una buena porción de torta, dialogamos sobre los retos y aprendizajes que la vida en su cúmulo de errores y aciertos nos trae.
Mientras compartía algunas de mis experiencias, en mi interior brotaba un panal de abejas inquietas, con la dulzura que la miel adorna, rememorando aquellas victorias tempranas y esas luchas que por minúsculas que fueran, se vestían de grandes batallas en aquella edad.
Un panal de abejas intensas que protegiendo la colmena terminan por picar, por incomodar, con la memoria misma de los días de cuanto error cometimos.
Pensaba en cómo la ingratitud del tiempo nos ha alejado de seres que fueron nuestro estandarte, de esos ángeles llamaría ahora, que nos dieron su recurso no renovable más valioso que hay: Su tiempo.
Incluso nombres puntuales
surgieron, breves como un susurro en el bosque, pero poderosos como un huracán
en el caribe.
Maritza y César en aquel ingrato 2002, Mauricio y Maria Fernanda arribando al 2005 y 2006. Quizás el 2007 y 2008 nos dejó una colección por demás interesante, pero Maria Isabel sin duda fue gran soporte, junto a Melissa y Jose Miguel.
De aquellos nombres, a quienes adeudo mi conocimiento y esfuerzo, debo sumar lo curioso de la década del 10, un conjunto de años que sumados como una cadena fueron más que una escalera de ascenso. Un pico de montaña helado, inerte, exigente y muy pero muy intransigente en el que recorriendo junto a grandes amigos como Fabio y Diego Alejandro, lograba ir aprendiendo el oficio de ser adulto. Y es que para ser adulto no es suficiente nacer o coleccionar días feriados, hay que aprender el vacío y justo entorno de la vida.
Hay que llorar en el proceso en que el amor nace y vuela, como las abejas que se sienten en el estómago del ingenuo soñador que ahora soy.
Comentaba con la bella compañía mientras compartía el postre, de las vicisitudes de ser artista, de incurrir en el extenuante rol de productor de eventos. De cómo una noche de poesía pasaba a ser un premio Ministerio de Cultura y ese mismo premio, a ser una fuerte obsesión, de esas obsesiones que traen grilletes y pensamientos furtivos.
Lo sorprendente quizás, además de la hermosa tarde de domingo, nublada, húmeda, coqueta, fue preciso la compañía. Saber que alguien nos escucha, nos pregunta y con inmensos ojos cafés nos apoya es dar la razón al tiempo vivido, porque quien nos brinda su compañía, quien nos da su apoyo en cada frecuencia es un ser que está dándonos lo mejor de si, lo fugaz de un instante de vida.
Conversábamos de cómo estos años pospandemia han estado cargados de miles de pesares para muchos, grandes retos y anécdotas ejemplares de todos los colores, y que en mi caso quizás, el beneplácito de tales esfuerzos fue recolectar aquella cadena que en la década del diez se había encontrado, retomar muchos de los personajes conocidos y hacerles un lugar de valor en el presente inmediato.
Entendernos que cada persona que conocemos es un universo que ahora a bien podemos tomar como aprendizaje, como punto de llegada.
Fue un domingo de grandes reflexiones, de compartir y rememorar como un homenaje a todos aquellos que en lo valioso de la vida han estampado su nombre en la memoria.
En el amor, en el trabajo, en la soledad, en la locura misma de sentirnos adultos.
Un domingo de disfrutarnos un postre y un café.
AV
1 comentario:
Un hermoso escrito, bastante inspirador.
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