28 de enero de 2025

Quimeras (Ella & Juan)

 



Cozy coffee, cat painting By: ArtTati.

Imagen tomada de: https://www.artpal.com/tataus1271?i=299524-58

Ahí estaban sentados.

Bajo el fuerte aire acondicionado del café, luces tenues en amarilla expectativa, quizás para dar un ambiente festivo, de esos que en Europa se dibujan como intelectuales. Faroles y flores artificiales de decoración.

Ella con vestido azul, con boleros al final de la falda y unas sandalias negras, como una quimera en plena adolescencia. A su frente, con las manos posadas sobre la mesa estaba aquel caballero, quizás de su misma edad, podemos llamarle Juan, como a cualquier cristiano de buena fe.

Ella, de cabellera color castaño, como las niñas que alguna vez fueron rubias, un par de potentes ojos de color café con la pupila dilatada; intensos, amargos, grandes, ocultos bajo unos lentes cristal.

Hay bullicio como en la casual de las tardes de una semana final de enero, distintas voces se encuentran en el eco del espacio habitado, se revisan historias de cada mesa a modo de cuentos inconclusos, un remolino de tonterías que sin importar la ideología, se discuten sobre una taza de café.

Él, al que hemos denominado Juan, expone en intensa algarabía sus historias de ayer. Anécdotas que se fueron sumando en la vida que cree, ha sido extensa y suficiente. Ella, a la que hemos visto posar sus ojos en intenso silencio, escucha como quien quiere aprender los secretos del universo.

Nosotros, los comunes espectadores, seguimos sumergidos en la mesa de al lado, escuchando, observando, dejando pasar la vida, esquivando sonrisas adolescentes, parpadeando ante el amarillo farol de enero. 

Varias ocasiones ella dejaba sus manos en la mesa para interactuar con las del pequeño Juan, una caricia ingenua, un apretón de manos coqueto, tenue, como la amarilla apariencia de lo inverosímil, de aquellos adolescentes inmunes al eco del bullicio.

Estaban encerrados en sus miradas, en sus discursos de lo correcto y lo viral, de cómo en Tik Tok las cosas se daban de determinada manera, de lo que dijo el presidente en su cuenta personal de X, de lo que el otro presidente respondió, y en un agujero narrativo, de cómo la vida les había juntado a ellos para dialogar sobre lo preciso de quererse, como amigos.

Y es que pequeño Juan, si alguna vez me lees, que de seguro dudo alcanzar la fortuna de tenerte en estas páginas, debo reseñarte cómo ante una beldad de ojos castaños, sonrisa perfecta y pensamientos universales, caí rodando como un fruto que, alejándose del árbol, exageraba en la dicha de creer haberlo alcanzado todo, mientras preciso, me alejaba rodando en mi propio discurso.

Porque cayendo lejos perdemos la perspectiva, porque en la misma mesa, con las manos sujetas en el ansioso ardor de la adolescencia, perdemos todo, lo damos todo, con el premio de convertirnos en amigos.

Después de algunos minutos posteriores al último sorbo de café, Ella, bella en su delicada postura, hizo un gesto amable convidando al joven a levantarse a su lado y retirarse del café, bajo la amarilla luz tenue de lo imposible. Una sonrisa dejó en evidencia la intención de quien busca consolidar una amistad frente a la abyecta postura, de quien buscaba el amor de una quimera.

Es cruel joven Juan, pero si esa perspectiva permite adentrar más allá de lo humano, haya quizás un premio mayor, un poco de fuego de parte de los dioses.

Amistades peligrosas.

AV

1 comentario:

Samuel dijo...

Que buena reflexión me causaste, a veces, aunque peligrosas, esas amistades nos llevan a tener una química igual a la de un amor.