26 de agosto de 2025

La espera (Un Café)

 



Imagen tomada de: https://stablediffusionweb.com/es/image/22150251-ginger-cat-observes-ragdoll-kitten  


Hay momentos en que nos encontramos en el borde del abismo, donde la locura es una canción que se repite reiteradamente en los pensamientos, una idea de derrota que va empujando poco a poco hasta alcanzar las profundidades del abismo, como si se tratase de una aventura épica, de aquellos trayectos donde emerge la calma tensa previa al huracán.

Somos seres que en la perseverancia convertimos lo cotidiano en algo hermoso y valeroso, como unas botas mordidas por un conejo, una moto colgada en una pared o simplemente una libreta con la letra de una vieja canción. Aquello que de lo cotidiano nos alimentamos, o me alimento, más bien, porque si alguien hace de lo diario un espejismo de fantasía, es este servidor.

Tímido, insensato, pero amigo de los gatos.

Momentos como los recientes en dónde encuentro la calma en el olvido de la tarea pendiente, una sensatez que se me escurre entre las manos, un cansancio de aquellos que cuestionan las aspiraciones del poeta redentor, escenarios en los que ahora camino con las manos en los bolsillos pensando en la tentativa del abismo, de poder tomar acciones sobre decisiones que no están a mi alcance.

Ver desde este lado de la calle al mundo transformarse, aquellos paisajes conocidos derretirse, quizás por el calor o el exceso de expectativas, quedando en el suelo como telón de obras presentadas. Intentar entender las pretensiones de quienes nos rodean y ver sus ojos la oscuridad que adorna al fondo del abismo.

Aquel sentimiento de cansancio que hace que una taza de café no sea suficiente, porque el respaldo y la compañía se vuelven necesarias para la vida, somos parte de un ecosistema de personas que en la igualdad y la diferencia, cometemos errores, nos cansamos, nos vigilamos, envidiamos y hasta sobrevaloramos todo aquello que no nos corresponde.

Ver en aquellos ojos cafés la naturalidad de esa tormenta que me acompaña, intentar entrar en ellos para abrazar la calma que quizás una temporada de desatenciones me acapara, porque de lo absurdo, lo cotidiano, y de este espejismo de rutinas, la frustración.

Una temporada que de algunos meses para acá me invita a luchar, dicen las cartas, debo de proponer batalla a quienes intentan detener el impulso de las ideas, pero a su vez, en respuesta a esas cartas, mi desinterés. El conflicto no es parte de mi dieta emocional.

Hoy, como aquellos días en que las dificultades aparecen con la insistencia del viento, me sirvo una taza de café y pronunciando breves palabras observo en el cielo a quienes ya no están.

Hay momentos en que el cansancio es producto de la insistente negativa de la vida para callar lo que amamos.

Yo alguna vez amé, alguna vez luché hasta el cansancio, insistí y también me retiré.

Hay momentos en que el abismo, también nos encuentra.

AV.


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