11 de julio de 2023

El Inútil (Prejuicios)

 


Imagen tomada de: https://www.kit-cat-europe.com/  

 

Hay prejuicios con los que construimos nuestro entorno social, modos de ver el mundo que se ciñen a la apariencia de algún fulano o su origen geográfico, su estándar cultural, incluso, su creencia religiosa.

Prejuicios que nos hacen suponer lo incorrecto, desde pensar que todos los habitantes de continente asiático son inteligentes, hasta creer que los mejores deportistas son los de raza negra, si es que existen las razas, pues.

Casos tan bien fundamentados que hay creencias que nos llevan a entablar rasgos inexistentes en seres tan corrientes como tu y como yo. Desde creer que todos los perros de determinada raza son peligrosos, o que todos los mayores de cuarenta años tienen empleo. 

Es así que con este preámbulo de prejuicios he corregido mi dubitativa existencia y en un acto de insospechada genialidad, llegué a esos lugares poco comunes a donde el pensamiento me cobija, la locura.

Empecemos esta reflexión compartida en el lugar común que más comodidad nos da a todos: Lo absurdo.

Estamos aquí, ahora, en este instante, con el conocimiento actual, lo aprendido en la escuela, en la calle, en casa, el saber mismo que nos ha permitido llegar a donde hemos llegado, al hoy por supuesto. 

Primer interrogante: ¿Es usted a criterio propio, una persona inteligente?

Curiosa pregunta porque preciso, diferenciar la inteligencia con la acumulación de datos son dos aspectos claros para este ejercicio. De nada sirve por ejemplo tener a bien el nombre y símbolo de cada elemento de la tabla periódica en su orden y valor, si con esos datos no se va a trascender o lograr algo importante.

Usar el conocimiento (información) para un propósito (bienestar).

Segundo interrogante: ¿Es usted hábil con las manos?

Dicho de otro modo, ¿sirven sus manos para agarrar un azadón, un sartén o siquiera, una máquina de escribir? Reflexionar alrededor de las habilidades motrices es clave porque si somos inteligentes (desde la perspectiva mentada recientemente) pero no tenemos la habilidad de tomar un palustre y darle el uso correcto, estamos perdiendo el tiempo en esta existencia, ¿o será que no? Interesante. 

Tercer interrogante: ¿Tiene a bien la facilidad de entablar diálogo y relaciones interpersonales? O más bien, ¿es usted de esos personajes que ni con libreto en mano es capaz de hacer amistades en el camino?

La vocación de lobos solitarios es válida, incluso, es común en seres en exceso inteligentes (volvemos a los prejuicios), pero sigue siendo una debilidad el no poder entablar algo de nuestra realidad en la cosmovisión de la vida del prójimo.

Muy bien, hemos llegado hasta acá en un breve ejercicio de reflexión, pero ahora viene “LA REFLEXIÓN”:

¿Qué pasaría si usted por alguna variación del universo que no sabemos termina viajando en el tiempo a un pasado muy lejano?

Bueno, además de lo obvio que es la sorpresa de estar en otro tiempo (de seguro mismo espacio), empezamos a revisar los prejuicios. ¿Es claramente un prejuicio suponer pues, que un viajero del tiempo tiene el conocimiento suficiente para llevar el progreso al pasado?

Me explico de otro modo: Si bien llegamos de modo indeseado e inexplicable, por decirlo así, a la colonia en el siglo XVII, ¿está usted amigo lector en la capacidad de explicar cómo generar energía eléctrica a la comunidad?

¿Estamos pues, en la capacidad de crear las herramientas de nuestro presente en la existencia del pasado? ¿Podríamos incluso, crear aunque sea tinta o por lo menos aplicar las leyes de la física y la termodinámica para el bienestar de la comunidad?

Es así damas y caballeros, que en un ejercicio de absurda reflexión comencé a revisar los prejuicios en otro nivel: No todos los viajeros del futuro están a bien en la capacidad de traernos la gloria y el progreso.

La promesa del desarrollo de nada será posible si incluso, en este presente, no somos útiles para la comunidad.

Excusarán la breve mentira de una vida próspera, pero queda descartado entonces (prejuicios), la idea de un crononauta que traerá el fuego a nosotros, los primates.

AV

7 de julio de 2023

Verdades (Sueños y Momentos)

 


Imagen tomada de: https://www.deviantart.com/coolarts223/art/Cat-wearing-fashion-clothes-futuristic-style-969103392

Cat wearing fashion clothes, futuristic style By: Coolarts223


Nos ajustamos los zapatos y caminamos con demasiada premura en un ritmo de apasionadas palabras. Pensamos en todo aquello que nos han dado y aquello que nos han dejado, lo que debemos de aceptar en la vida, lo que consideramos que está bien, lo que nos parece que está mal y halla que arreglar, pueda incluso, se trate de nosotros mismos.

Nos abrazamos en una expectativa con ínfulas de sabiduría, nos enamoramos de todo lo que queda dibujado en sonrisas, en lo que encontramos más allá de la ventana, donde los paisajes coquetean con la ficción.

De muchas maneras dejamos de saber lo que nos gustaría tener o ser para concentrarnos en los momentos reales donde nos revolvemos en ocupaciones y escalones. Donde cortamos el césped para que vuelva a crecer, donde cenamos temprano para dormir mejor.

Negamos estrepitosamente la idea de volver a caer en todo aquello que nos fue arrebatado, desde la inocencia hasta la crueldad misma con la que dijimos adiós en el pasado. Nos pesa en la conciencia la respuesta dada a esa despedida que nos gustaría poder ajustar.

Son momentos en que el mundo da muchas vueltas y nuestros esfuerzos por ser mejores da giros en un mismo lugar, despistamos al tiempo con canciones que se fueron en otras vidas, con el ocio mismo de las manos convertidas en máquinas de prosa y ficción.

A veces, pero solo a veces, volvemos a ese lugar común donde nos gusta dejarnos caer, ese espacio invisible donde los abrazos se dan con sonrisas y los besos son miradas en el firmamento. Un almacén de recuerdos envueltos en papeles de colores, canciones que se murmuran en repetidas intenciones, una maniobra en el hacer sobre el ser.

Días o semanas que terminan en agotamiento de tanto pensar.

Nos agitamos con la esperanza de una segunda oportunidad, no somos consecuentes con el deseo encomendado, no es lo mismo rogar por lo vivido cuando no se ha sufrido.

En carne propia se nos hiele la duda, se nos ensucia la amabilidad y la vamos dejando de lado sobre una canasta de cartón.

Queremos brillar y sin proponer algo a cambio, fallamos al opacar la luz de esos que nos rodean. De inexistentes emociones somos testigos, sea por costumbre o por ociosidad caminamos sobre un péndulo de razonamientos y apasionamientos.

Nos asusta encontrarnos en los ojos de otros, ser guardias de palabras repetidas, de rutinas que en cada escalera vamos alzando como si se tratase de pasos de madurez, y pues no.

Hay jornadas que en cada etapa van dando lógica y sentido a nuestro hacer. Nos conformamos con alcanzar las metas que de alguna manera hemos estampado en el asfalto, nos acomodamos a la idea de saber que todo marcha de maravilla, que incluso, lo maravilloso nos juzga por bellos y oficiosos.

Somos producto del ocio, somos rutinas insensatas, somos centavos esperando llegar al mejor de los bolsillos. Una casualidad tenue y citadina, sucia, desgastada, postergada, necesaria.

Con una vida por delante nos damos el lujo de darle al tiempo y sus mensajes códigos indescifrables, de seguro porque queremos con el disfraz de la intimidad, postergar diálogos que no están en el orden del día.

Nos ajustamos los zapatos para poder recorrer el mundo y rellenar el formulario de cada parada con experiencias vividas, contrastadas con sueños alcanzados:

Al momento vivido, incluso si este implica asfixiar los sueños y la cordura de cada día.

Al miedo, al afán, a la desgracia de tener que ser como somos y no como queremos.

En nombre de la humanidad componemos canciones y poemas, dibujamos paisajes y rostros, cercamos territorios con la ilusión de una ternura infinita y mercantilista.

Somos el resultado de aquello que dejamos de hacer.

AV

4 de julio de 2023

Categorías (Mística)



By: apofiss (november 25, 2019)

 

Hay días, por demás temporadas breves, en las que nos sentimos vacíos, con algo de cansancio e incluso tristeza sin entender en específico qué nos ocurre. Ya lo han señalados los expertos de lo esotérico y místico de lo urbano, que se trata de la manera como los planetas nos dan camino en el destino; hay profesionales de la salud que a tal condición a bien denominan como estados de depresión en quizás, diferentes niveles o categorías. 

Desde lo popular de cualquier discurso puede aparecer una que otra afirmación del asunto como un simple mal día o mal momento que con ganas y algo de voluntad se puede dejar de lado.

Ante todo lo anterior quizás sea una mística misma del espíritu, o del cansancio de los sucesos realizados en semanas previas, de hecho nos conservamos en pensamientos del pasado sobre lo realizado y las expectativas del futuro (el deber ser y hacer), será pues el impacto de un ataque de ansiedad o peor aún, batallas de pánico que se nos dan como buenos soldados de la vida. 

Que el amor, el trabajo, los sueños, la familia, que el ocio e incluso las innecesarias tardes de no hacer absolutamente nada puedan conjugar en un anagrama de la vida, donde las palabras se conjugan en silencios, donde somos espectadores de lo cotidiano, donde quizás (pues), nos encerramos en el mismo hedor de las preocupaciones.

Vamos avanzando en el segundo curso del año, el clima nos acusa de diferentes maneras hasta asfixiarnos en desesperadas quejas de lo cotidiano. Nos aislamos, nos desesperamos, nos dejamos de lado. 

Han sido interesantes momentos de cambio y espera, con algunos contertulios bien se ha dialogado sobre lo rápido que se nos está yendo la vida entre tareas y escalones, con otros más allegados, hemos discutido sobre la finalidad del universo y nuestro esfuerzo de ser héroes de papel.

Nos sometemos al asombro de lo que nos disgusta.

Conversaciones con familiares y amigos que duermen a la espera de algo más íntimo, pero a lo difícil que es hallar intimidad en estos días de exceso de información y agendas comprometidas.

Escapar de uno mismo para poder estar completos al servicio de los demás, reintentar comenzar en el mismo espacio vacío donde alguna vez nos dejamos caer.

Miramos a través de la ventana al mundo avanzar, se nos acumulan pendientes mínimos que ahora son máximas preocupaciones, re organizamos nuestro círculo social, a esta edad, un óvalo más bien laboral, donde coinciden las preocupaciones y los afanes, pero de a poco perdemos las articulaciones con quienes dicen ser nuestros más cercanos comensales, duermen las canciones y las anécdotas se dispersan en monosílabas intenciones de informar que todo está bien.

Dejamos en el ejercicio de la soledad el mirar alrededor y fingir que todo está bien, y pueda que de seguro así sea, pero ¿por qué es tan difícil entonces? Hay respuestas tan evidentes como el gozar de buena salud, de una amable estabilidad laboral e incluso una tolerable condición financiera, porque del corazón y los sueños somos gestores de las más bellas sonrisas y los más impertinentes deseos de una vida mejor.

Soñamos.

Insistimos en que todo funcione sin perder la fe y el deseo de que todo saldrá bien, sea pues, y solo quizás, algo pasajero (en un trayecto de casi cuarenta años), al punto mismo de darnos el tiempo necesario para respirar a profundidad y dar gracias por lo vivido, por la ternura.

Suerte. 

Observar el paisaje y saber que de ese edén somos partículas en permanente movimiento, pensar que todo está bien y solo necesitamos hacer una pausa para pensar.

Resistir.

AV