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4 de julio de 2023

Categorías (Mística)



By: apofiss (november 25, 2019)

 

Hay días, por demás temporadas breves, en las que nos sentimos vacíos, con algo de cansancio e incluso tristeza sin entender en específico qué nos ocurre. Ya lo han señalados los expertos de lo esotérico y místico de lo urbano, que se trata de la manera como los planetas nos dan camino en el destino; hay profesionales de la salud que a tal condición a bien denominan como estados de depresión en quizás, diferentes niveles o categorías. 

Desde lo popular de cualquier discurso puede aparecer una que otra afirmación del asunto como un simple mal día o mal momento que con ganas y algo de voluntad se puede dejar de lado.

Ante todo lo anterior quizás sea una mística misma del espíritu, o del cansancio de los sucesos realizados en semanas previas, de hecho nos conservamos en pensamientos del pasado sobre lo realizado y las expectativas del futuro (el deber ser y hacer), será pues el impacto de un ataque de ansiedad o peor aún, batallas de pánico que se nos dan como buenos soldados de la vida. 

Que el amor, el trabajo, los sueños, la familia, que el ocio e incluso las innecesarias tardes de no hacer absolutamente nada puedan conjugar en un anagrama de la vida, donde las palabras se conjugan en silencios, donde somos espectadores de lo cotidiano, donde quizás (pues), nos encerramos en el mismo hedor de las preocupaciones.

Vamos avanzando en el segundo curso del año, el clima nos acusa de diferentes maneras hasta asfixiarnos en desesperadas quejas de lo cotidiano. Nos aislamos, nos desesperamos, nos dejamos de lado. 

Han sido interesantes momentos de cambio y espera, con algunos contertulios bien se ha dialogado sobre lo rápido que se nos está yendo la vida entre tareas y escalones, con otros más allegados, hemos discutido sobre la finalidad del universo y nuestro esfuerzo de ser héroes de papel.

Nos sometemos al asombro de lo que nos disgusta.

Conversaciones con familiares y amigos que duermen a la espera de algo más íntimo, pero a lo difícil que es hallar intimidad en estos días de exceso de información y agendas comprometidas.

Escapar de uno mismo para poder estar completos al servicio de los demás, reintentar comenzar en el mismo espacio vacío donde alguna vez nos dejamos caer.

Miramos a través de la ventana al mundo avanzar, se nos acumulan pendientes mínimos que ahora son máximas preocupaciones, re organizamos nuestro círculo social, a esta edad, un óvalo más bien laboral, donde coinciden las preocupaciones y los afanes, pero de a poco perdemos las articulaciones con quienes dicen ser nuestros más cercanos comensales, duermen las canciones y las anécdotas se dispersan en monosílabas intenciones de informar que todo está bien.

Dejamos en el ejercicio de la soledad el mirar alrededor y fingir que todo está bien, y pueda que de seguro así sea, pero ¿por qué es tan difícil entonces? Hay respuestas tan evidentes como el gozar de buena salud, de una amable estabilidad laboral e incluso una tolerable condición financiera, porque del corazón y los sueños somos gestores de las más bellas sonrisas y los más impertinentes deseos de una vida mejor.

Soñamos.

Insistimos en que todo funcione sin perder la fe y el deseo de que todo saldrá bien, sea pues, y solo quizás, algo pasajero (en un trayecto de casi cuarenta años), al punto mismo de darnos el tiempo necesario para respirar a profundidad y dar gracias por lo vivido, por la ternura.

Suerte. 

Observar el paisaje y saber que de ese edén somos partículas en permanente movimiento, pensar que todo está bien y solo necesitamos hacer una pausa para pensar.

Resistir.

AV

3 de mayo de 2023

Máquinas (animales)



Imagen Tomada de:

https://paintbynumbers.uk/products/cat-listening-to-music-paint-by-numbers/

 


Ayer mientras estaba en modo reflexivo sobre las múltiples visiones que de la vida surge, al borde de una ventana y con la mirada perdida en el punto invisible del horizonte, terminé dando golpes contra el calendario, emulando al multiverso de Hesse mientras me proyectaba en el recuerdo como un galán de ficción local.

Es normal que cuando comenzamos a escribir nos dé vueltas el universo entre renglones al punto máximo de redactar en ciclos vacíos historias que transmutan a perdidas reflexiones.

Recuerdo años atrás, en el lanzamiento de una antología literaria alguna vez escuché a una escritora excusar que al poeta le es imposible mentir: al artista, a pesar de vestirse en su obra, le es imposible retarse a la mentira de la realidad. Bastante razón tiene, porque me es preciso denunciar que en cada escrito una parte personal se escruta, se entrega.

Anoche tuve la oportunidad de conversar con el escritor Alberto Rodríguez, un hombre de sensata sonrisa, de esos que disfruta de la vida y en ella va capturando momentos en prosa, en crónica, en imágenes, en silencios. Alto grado de aprendizaje el que se obtiene al estar a su lado.

Escribir es un acto de rebeldía para quienes temen en la cotidianidad el desagravio de los ignorantes, pero como una sátira de la vida, es a los ignorantes a quienes suplicamos el esfuerzo de leer (de crear).

El mundo no cambia por más lecturas que intentemos promover (imponer).

Anoche tuve la oportunidad de conversar al calor de unas alas de pollo, con viejos amigos, entre ellos la escritora Laura Carolina Cruz, el rotario César Escobar y el filósofo y maestro, Mauricio García, a quienes adeudo un par de salvavidas literarios. Dialogamos (porque eso hacemos los ociosos) sobre la pertinencia de la inteligencia artificial y el arte, porque preciso, nosotros, a los jóvenes del ayer nos surgió la novedad de preguntarnos cómo domar a la bestia.

¿Puede el artista delegar a una máquina su obra?

¡Claro que si puede hacerlo!

¿Puede el artista en la inteligencia artificial entramar diálogos propios de humanos y animales?

¡Claro que puede hacerlo!

No se trata de dejar a lo artificial lo imperfecto de lo humano sino, de nosotros desde lo más humano de nuestros errores y nuestros deseos, pretender alcanzar la perfección.

Porque amigos, la perfección es una promesa incumplida que día tras día nos invita a desarrollar atajos y equipos ostentosos para ser mejores.  Para ser animales educados.

¿No es acaso entonces la imperfección lo más humano que podemos tener?

Lo es.

Lo somos.

Nos invitamos permanentemente a reflexionar y a disfrutar de lo ininteligible de una obra artística, de lo imprescindible de un canto o un baile, y claro, lo evaluamos, le damos más aplausos, críticas y artículos de medición a cada producto (acto) que el arte desde lo humano es expuesto hacia lo social.

Somos incapaces de entender que la creación del artista es su banalidad misma, es su visceral creación lo que a pedido previo (costo) o a simple llanura del aburrimiento, surge en ese silencio que para mi caso sentado al borde de una ventana con la mirada perdida en el punto invisible del horizonte me cuestionaba [como un intento de ficción].

Es llamativo pretender desde la estética generar lo perfecto para ser felices y a su vez temerle a la máquina que llega, a esa bestia que nos supera, nos divierte, nos persigue, nos castiga. Debemos aprender a domar a la bestia y dejar a lo imperfecto su privilegiado lugar en este mundo.

Porque de lo perfecto se encargan los animales.

AV. 

9 de enero de 2017

De Oficios y Escrituras Pendientes.




Sentarse a escribir no es que sea sencillo, con el paso de los años vamos perfeccionando tal menester o, lo vamos desmejorando, de alguna manera fallamos en la redacción o en el uso en ocasiones, excesivo, de ciertos signos de puntuación o reglas ortográficas que se nos pasan por alto.

De otra parte, vamos volviéndonos cada vez más mezquinos y exigentes con el uso de la ortografía y redacción en los escritos de otros. Corremos a corregir al que falla en una publicación o comentario en redes sociales, al que nos escribe en los servicios de mensajería o sencillamente, al que se deja descubrir en una nota de prensa.

Escribir es un oficio para unos, para otros como yo es una herramienta que se limita a mejorar el qué hacer de mi profesión. La docencia como ejercicio profesional se me convierte día tras día en una campaña permanente de crecimiento personal e intelectual, el sentarme a preparar material de enseñanza lleva consigo esa reflexión constante acerca del don de escribir o para algunos, del coco de tener que escribir. A saber de sus mejoras constantes, a conocer con profundidad las reformas que las normas de publicación escrita data en cada año, a soportar los dolores de cabeza de quienes nos lee cuando faltamos a dichos formatos o damos por sentadas ciertas “pequeñeces”.

En estos tiempos de crecimiento profesional es que hallo en la escritura de mi documento de grado, un grado más, otro afiche para ubicar en la pared si así El Buki lo permite. Dicha escritura es esquiva, se la juega siempre, porque el hablar en un Blog en alguna red social lleva consigo un lenguaje común que se aleja por completo del lenguaje académico, es allí donde reparo mi tiempo la lectura de escritos de otros pares académicos para así sumergirme en dicho lenguaje académico que para la época, siempre guardamos bajo llave.

Es difícil, sin importar la constancia de los días o meses. 

El lenguaje debe siempre ser ajeno a la voluntad del escritor. El académico debe ser siempre distante al lector, ser imparcial e insensible si es el caso, en cambio, el poeta nunca miente, le es imposible mentirse a sí mismo en sus letras, negarse a las posturas o no querer interpelar a quien le lee y le retroalimenta.

La academia disfruta de las interpelaciones, sin embargo, les exige un grado de profundidad que en ocasiones solo se limita a la réplica, por su parte, el poeta se sumerge en sus ideas sin darle lugar a los argumentos que otros puedan evidenciar o sugerir; una diatriba que se nos hace compleja vez tras vez cuando es el arte del escribir un oficio que constantemente se mezcla entre las aulas y la cotidianidad.
Es pretender exponer nuestras ideas y las ideas de otros, fundamentar todo como un juego único de especies y comenzar a visibilizarlas con un sentido y una lógica única, en ocasiones, egoísta.

Cuesta esforzarse para dar lugar a cada ritmo de escritura, lleva en su pasaje una identidad que almacena en ella la misma información,  que lleva a las motivaciones a ritmos diferentes, desde las banalidades de una noticia cotidiana o la indignación de una calamidad nacional, desde las ideas de un viejo remitente que quiere proponer mejoras u observaciones a un asunto de interés sectorial, hasta las mismísimas teorías del tiempo y la humanidad que se van replanteando con el ciclo de los años.

Permanecer en dicho estado de lectura da como frutos el retomar el discurso oportuno, los atajos y comandos para una mejor forma en lo que se escribe y lo que se desea comunicar. No es que se trate de un ejercicio permanente de lectura, pero sí de hallar referentes que lleven el mismo corte de contenido de lo que uno pretende comunicar en algún momento, intentar sumergirnos en breves (no tan breves) discursos de reconocidos investigadores, institutos y hasta asociaciones de profesionales que discuten eso que uno ha dicho, es su tema de interés.

Pero también es poesía, es una prosa inconfundible de verborrea que se asoma en cada página inclusive de entidades académicas bien reconocidas. 

Es cómico, quizás, precisamente porque la academia no tolera la comedia y la improvisación en sus páginas, mucho menos los estamentos nacionales e internacionales de evaluación científica (como se lee de bonito), es entonces, un juego de roles y de egos que se asoma en los textos, porque también existen los grandes pensadores de la nada que publican interesantes aportes académicos en una primera versión y siguiendo dicha línea de estudio comienzan a derivar sus letras en el mismo mensaje pero con otro tono. Se expanden en la mayor cantidad de vacilaciones al punto de recitar sus investigaciones (del mismo tema pero con múltiples matices por impresión) como si se tratasen de dogmas. Allí es donde la comedia también huye, porque no queremos ser expertos de la nada, ni claro, ser récord olímpico de verborrea.

No somos entonces dados a la escritura como la pulcra labor que tanto enorgullecía a poetas y escribanos, ni nos damos esas lides de identidad y helio en el ego, pero somos humanos, mundanos, somos además, ingenuos.

Nos convertimos por temporadas en académicos y en poetas, en docentes y en blogueros, en amantes de lo inverosímil y en expositores de lo imperceptible. Nos hacemos invisibles en ambos casos ante quien nos lee, pero sin que nos encuentre, nos desnudamos con las ideas que de allí emanan.

Nos convertimos en maestros de obra, mezclamos el cemento con el mismo decoro con el que mezclamos las emociones ante cada idea que queremos plasmar.

Sin importar que al final nada terminamos por decir.

Por anunciar.


AV

24 de julio de 2015

Lenguaje



Imagen Tomada de: www.dreamalittlebigger.com  
Catty Art – Feline Silhouette Paintings Tutorial by Allison Murray 


En ocasiones, las piedras son solo eso, piedras. No podemos imaginarnos que son algo diferente o que simbolizan algo especial, no, simplemente son piedras. No podemos pretender entender a las personas, buscar leer su mirada o hacer de su gestualidad un lenguaje comprensible al entendimiento humano, no se nos hace fácil entendernos entre humanos, fallamos constantemente en el milenario arte de la comunicación oral, ahora complejizamos todo esperando entender comportamientos y conductas que de nada dicen y mucho nos preocupan.

Nos formamos como ciudadanos para amar de manera incondicional, para dar por el otro lo que de mejor modo nos salga, somos seres solitarios en un mundo que día a día se va volviendo una maraña de aplicativos y artilugios de intercomunicación, de un entorno donde las palabras hacen más ruido y en el que las imágenes son más avasallantes que antes; nos comprometemos a entender el humor y la ironía, a preguntarnos día a día sobre el qué o para qué de las cosas, darle fe a las personas que no conocemos para que por medio de un usuario nos den un nuevo orden del día a día, de ese intrínseco modo de interactuar entre seres humanos.

Dejamos que el amor por el amigo, la familia, la pareja, la ciudad misma o las grandes corporaciones que nos adornan la felicidad con sus maravillosos productos y servicios crezca de modo exponencial, somos presa constante de la frustración cuando algo no sale acorde a nuestras expectativas. 

Nos dejamos influenciar con facilidad de bonitas intenciones, de brillantes y coloridas marcas o aromas, de excusas que indignan o de palabras que alientan, a la fina terminamos todos en lo mismo: Entendiendo lo que nos frustra, pero de comunicación interpersonal cada vez muy poco.

Nos enojamos porque somos humanos, nos gusta reír y correr, disfrutamos de un beso y de caricias, nos apegamos a eso que nos brinda el estado de comodidad, de esa felicidad o estabilidad que trae consigo el tiempo y el esfuerzo invertido. Nos hallamos rodeados de mucha comunicación, día a día crecen los canales para comunicarnos, día a día fracasan nuestros intentos por ser claros en el mensaje porque otras variables que surgen lo vuelven poco viable, poco transparente.

Entre silencios y monumentos vamos construyendo mensajes en líneas de texto, en renglones que de algún modo incomprensible logran generar acento, tonalidad, dan gestualidad a una simple palabra o a una imagen que sonríe o llora, algún personaje sin nombre que resume el cómo nos sentimos con una sola imagen.

En ocasiones cambiamos de estado de ánimo pero no de tonalidad en el mensaje porque la tonalidad se vuelve silencio, el acento se hace gramatical, el verbo se hace constante y se resume a pronombres y adjetivos cada día más excluidos o reemplazados por imágenes.

Podremos escribir miles de versiones de una misma historia y asimismo, podremos encontrar miles versiones de una historia que hemos leído, nos llenamos de confusiones, de mal interpretaciones y hasta de vagas dudas que no nos permiten aclarar nada.

Somos vagos al hablar, se nos hace limitado el discurso, el lenguaje se hace etéreo en una espiral de imágenes y grabaciones de audio y video, se nos vuelven fotografías los momentos, se nos vuelve rutinario el hablar. Dependientes.

El amor escapa a todo, lo brindamos en el lenguaje, construimos historias y emociones, las extendemos a los amigos o familiares, a las personas que hemos elegido para amar o a los que nos han elegido  como suyos, volvemos a la final a lo mismo, a querer entendernos más allá de lo dicho, querer explicarle al universo universal lo que el otro siente o le ocurre sin querer preguntárselo,  nos volvemos visionarios del lenguaje, intrusos del silencio.

Adivinos o no, solemos darle simbolismo a todo y lo ajustamos a la conveniencia de nuestro conocimiento, nos ensañamos con lo moral y lo ético, nos virtualizamos con las sonrisas y los miles de muñecos sonrientes que se disponen en un catálogo de imágenes. Nos convertimos en expertos comediantes y hasta en intelectuales con el don de la ironía.

Nos volvemos guardianes del lenguaje, del amor, de los sentimientos, expertos en tecnología y hasta desarrolladores de propuestas para pequeñas corporaciones, nos volvemos lo que siempre hemos sido pero al servicio de una plataforma diferente a la que le llaman innovación.

Nos volvemos aire y tierra, nos volvemos maestros del lenguaje, lastimosamente somos solamente un arquetipo entre muchos, el producto de lo que consumimos.

En ocasiones, las piedras simplemente son eso, piedras.


AV

25 de abril de 2015

Primer Día.




Todos tenemos un primer día para cada cosa, no es igual que la primera vez pero se llena de más emoción porque se prepara la ansiedad desde noches previas. Un primer día para viajar o salir a conocer algún lugar especial, un primer día para salir de casa y enfrentarnos a otro mundo como lo es la escuela o la oficina. Un primer día para descansar.

Nos abrigamos en la esperanza de una idea nueva, vamos paso a paso avanzando en nuestros ideales, de nuestras convicciones y prejuicios, realizamos todo un plan de cómo llegar y cómo actuar, imaginamos que tanto nos podría ocurrir, si conoceremos a alguien especial o si nos quedaremos solos. Nos reflejamos en esa expectativa del primer día que llega, nos dejamos enredar en las ideas, divagamos lentamente sobre nuestra manera de comportarnos, de querer encontrar el actuar correcto, el andar necesario, la vestimenta idónea para la ocasión o por qué no, las mejores palabras para cada conversación, dejarnos vestir por un discurso primaveral.

Ese primer día nos llena de muchas ideas, a todos nos llega un primer día desde el inicio de los tiempos, desde la misma niñez cuando por vez primera nos vamos en una ruta escolar, esperando un lugar para sentarnos y vivir a la expectativa del recorrido, ese primer día de llegar al salón de clases y encontrar en menos de 3 segundos de reflexión ese lugar en el que nos sentiremos cómodos durante la jornada escolar.

Un primer día en el que salimos a nuevos círculos sociales, día en que nos sometemos a la alienación de otros que quieren al igual que uno, hacer de su primer día una jornada única, especial, perfecta.

Nos encontramos un primer día en el que dudamos de nuestras capacidades y nuestras intenciones, perdemos un poco de confianza, pero solo al inicio, porque luego retomamos nuestras maestras artes y damos de nosotros lo mejor en cada acto. Es un primer día porque sencillamente una primera vez puede ser un ejercicio de horas o minutos, el día por su parte, es un mundo entero para conocer, navegar en sus horas y sus espacios, dejarnos recorrer por la ansiedad de pies a cabeza, llevarnos a un lado de otros, dejarnos asombrar por el discurso de los personajes que van apareciendo en las calles, en las habitaciones, en los mensajes, en los imaginarios de quienes nos hablan, aprender a entender que somos ahora parte de algo que por ser este, el primer día, nos puede llevar a sentirnos ajenos, díscolos, torpes, enfadados y por qué no, obtusos.

Un primer día es también una oportunidad para comenzar de nuevo en aquello que damos por sentado, es darnos ese respiro que un nuevo empleo o un nuevo lugar de hábitat nos pueda traer, es dejarnos comprender que somos seres pensantes y llenos de vida, de emociones y muchas motivaciones, que nos dejamos acelerar en el afán de las dificultades, nos suponemos únicos y es esa unicidad la que hace que nuestro primer día nos ponga a prueba la capacidad asertiva de persona que podamos ser.

Teñirnos en las palabras de una asesoría, de un recorrido dónde se nos dan las explicaciones de una nueva función, de un empleo nuevo o una nueva asignación, igual caso para ese día porque bien podemos no entendernos en el qué hacer y pasar el día con el asombro de un nuevo lugar o, por el contrario encerrarnos en las labores de ese nuevo qué hacer a tal punto que no logramos realmente asumir o comprender el lugar en el que nos hemos inmiscuido.

Un primer día nos lleva de una rutina a otra, nos saca de una actividad familiar a familiarizarnos con esporádicas salidas, con suspiros llenos de nombres y apellidos. Porque el primer día de los enamorados es único y especial, se planea todo, se piensa cada detalle y se programa cada actividad para que todo luzca perfecto y lleno de amor, a otros quizás más nerviosos ese primer día se les permite vivir solo con el deseo de ver a la persona de la cual se han enamorado o, por qué no, se quieren enamorar. 
Porque ese primer día es el que vale las ganas y los antojos, vale ceder y querer depender, vale salir y escapar en ideas que al otro día puedan sonar absurdas o aburridas, porque se vale soñar en ese primer día, se tiene licencia para obrar de buena fe pero con torpeza. Es el primer día en que se da espacio para expresar eso que de algún modo en cartas, blogs, reflexiones y suspiros hemos mentado de esa figura que anhelamos. 
Es el primer día donde los enamorados juegan al amor, se permiten conocerse de un modo tierno y especial porque al segundo día ya llegan las ideas a hacer su aporte, el deseo pasa a ser real, el destino deja de ser melancolía.

También hay un primer día para los aburridos, porque así como la escuela, el trabajo o el amor, los aburridos encuentran en ese primer día el reto de aprender a vivir consigo mismos, porque conocernos como nos conocemos nos toma toda la vida, para algunos es una tarea que queda inconclusa, para otros es un dogma en el que nos llenamos de alimentos especiales y silencios espirituales con tal de aprehender de nosotros lo que mejor tengamos, es reflexionar en la constancia de las cosas, diatribar en esos días que ya fueron para encontrar los que queremos que sean.

Es esa doble calzada que se cruza en los caminos: Hallamos por una parte ese camino donde todos los días son el primer día porque se ha decidido vivir a conciencia y entregados a una fe que nos guía a alguna parte. De otro lado, otro camino nos expone esas emociones fuertes que nos identifican incitándonos a reaccionar, para bien o para mal pensándose más como un último día que realmente en un primero, tal vez sea pues, porque para aquellos el primer día es el que sigue mañana, imaginando un mañana que nunca llega porque se estancan en el aquí y en el ahora. Es atrevernos como gitanos en una escuela propia de la vida.

Debemos ser cautelosos, porque al hablar de un primer día nos aferramos a la idea de que va a existir un segundo y un tercer día, muchos días más, cada día le damos su significado y hasta un lugar en el almanaque, eso está bien, felicitaciones. No podemos dejarnos invadir la idea que cada día hay que vivirlo como el último, porque entonces ¿de qué valió cada suspiro, cada pensamiento, cada momento que nos llevó a esta primera vez? Es mejor vivir cada día como el primero, porque en el primer día se construye, se sueña, se llena de esperanza una idea hasta florecer en un proyecto de vida, en una meta personal.

Inclusive para perdernos en el fracaso hay un primer día, pero no debemos quedarnos en ese día eterno cual espiral de la marmota, es mejor, sentarnos a vivir ese día hasta identificar lo que realmente nos podría dar el día siguiente, querer cambiar las cosas y acomodarlas a nuestro modo, a nuestras cuentas.

En esta oportunidad es el primer día para mi amiga y confidente doña @mary_magnum , a quien dedico este pequeño pedazo de día, porque es su primer día en una nueva etapa como dicen las tarjetas de regalo. 
Un camino que ha iniciado y que desde hace tiempo venía delineando más con ansiedad que con frescura. Pues bien, ahora estamos acá, es el primer día, bien pueda y comienza a volar. 

Un primer día para estudiar.


AV

2 de enero de 2015

Sin Título.




El de hoy quizás ha sido el día más variado de todos los que llevo en este paraíso americano, caracterizado por la unidad familiar, se ha visto envuelto en bruscos cambios de ambiente y de fuertes reflexiones que aquejan a la memoria, desde los suaves vientos del consumo hasta los enajenados nubarrones del adiós, todo junto a una incomprensible costumbre de querer dar nombre a cada cosa.

Iniciamos la tarde procrastinando con redes sociales para luego finalizar con un breve pero elocuente escrito sobre lo que han sido estos días de inicio de año, escrito que por supuesto pueden encontrar en este su blog de confianza. Para ese entonces, nos deleitamos con una breve pero clásica melodía del pop rock norteamericano  para con ella dar inicio a la escritura y posterior lectura de la jornada, siempre además de la mano de una taza de café (que por cierto, ahora desde un tiempo para acá consumo sin azúcar).

Alrededor de las tres de la tarde salimos con mi tío rumbo a casa de mis abuelos, allí nos encontramos con mi madre y acto seguido salimos a realizar unas diligencias que estaban al pendiente  en la agenda de la familia Salcedo; previo a este suceso, durante el trayecto de la casa de mi Tío a dónde mis abuelos, sostuvimos quizás la conversación más extensa que hemos podido amedrentar en estas ya casi tres semanas que llevo de residencia, iniciamos con un breve análisis de mi parte de la gran posibilidad que hay de que los estadounidenses tengan como próximo presidente de la república a otro Bush -  por favor, no olviden estas afirmaciones que hago y en lo posible recuérdenme dentro de un par de años darles una explicación más a fondo del asunto – seguidas pues, por las interpelaciones de mi tío sobre el tema de las relaciones políticas entre Republicanos y Demócratas. 

Una miopía de carácter Bipartidista tradicional.

Continuamos el análisis con la especulación de una posible contienda electoral entre el pequeño Bush y la gran Hillary Clinton, interesante escenario a decir verdad, acto seguido el tema lo desvió mi tío dando fuertes críticas al mundo conocido por sus desmadres y desastrosos actos en contra del medio ambiente, acusando a unos y otros del fin de los buenos tiempos, pasamos a recordar aquellas tardes soleadas donde el majestuoso río Magdalena en su ribera recibía curiosos niños como nosotros para abrazarnos en su s aguas, para identificar en el presente pues, lo triste que ha cambiado su curso. Toda la reflexión se mutó a la irresponsabilidad del ser humano, a la desastrosa manía de acabar con lo que tiene por privilegiar a unos pocos.

Al iniciar la diligencia, llegamos a un hogar para ancianos a  mi concepto, de dudoso perfil pero para gusto de mis padres y mi tío. Un hogar para adultos mayores, con habitaciones muy sencillas y zonas de esparcimiento muy desagradables para la mente de un niño anciano, pero ante todo me limité a opinar y ser más bien un espectador de tal situación. Una muchacha de origen venezolano, hija de un español y una ecuatoriana nos hizo el recorrido por las instalaciones del Hogar santa Anna (ironías de la nostalgia).

El espacio es agradable y muy aseado, sin embargo no deja de ser para mi concepto un Hospital y si me lo preguntan, lo que menos quiero para mis abuelos es que vivan sus últimos días en una clínica, independientemente de los lujos que acuse tener, no soy partidario de tal establecimiento, sin embargo ante tal discusión mi rol fue mejor como espectador y ajeno a la voluntad de mi madre y mi tío, pero ya imaginarán ustedes el torrente de ideas y excusas que circulaban por mi mente, pasando de la sencillez de una tarde soleada en la Florida, al existencialista ejercicio de un hijo único que comienza a pensar en la tercera edad de sus padres.
Intenso.

Salimos del recinto y retomamos la avenida Sw 117, la discusiones entre mi madre y mi tío sobre los pros y contra del lugar, además de las consideraciones sobre el precio a pagar en caso de acordar contrato alguno llevaron el tema por un largo tiempo, casi, sobre el trayecto completo. Llegamos a un cementerio, un lugar muy bello cerca a la reconocida calle 8 de Miami, en el también reconocido sector de Kendall.

Fueron muchas las fotografías que tomé al camposanto en mención, a pesar de ser un lugar de reposo para los que ya se fueron, es en su igual condición un lugar de silencio y mucha paz, caminamos buscando el “lote” que mi tío compró tiempo atrás para residir allí a mis abuelos el día que sea la hora, en el paso a paso observaba cada mausoleo y tumba exhibida en una inmensa zona verde, mis pensamientos pasaban ahora de la tercera edad a la última hora, esas pequeñas reacciones que sólo un hijo único como yo puede acechar.

Pensar en la última hora y dejarla pasar como un mal momento o, pensar en la última hora y comenzar a poner en tinta y papel los planes de acción para cuando ese suceso ocurra.

Actuar.

Finalizado el ejercicio de contrición, retomamos camino y fuimos a una exclusiva Librería del sector, al entrar, fui recibido por una promoción de libros de ciencia ficción y afines, ya entrado en gastos, me sumergí góndola tras góndola, de fondo sonaba esta canción.

Después de realizar un par de compras para mi gusto personal, entramos al almacén de al lado, el reconocido Best Buy para realizar de mi parte la pesquisa sobre mi urgido Disco duro externo pues si no lo saben amigos míos, el que tengo ya sobrepasó su cupo, es tiempo de cambiarlo, lamentablemente no pudimos realizar tal fin pues su precio excedía mi presupuesto y el apoyo económico de mi madre no estaba para estas compras, suceso que originó de allí hasta nuestro próximo punto de llegada todo un análisis sobre el precio del dólar, su influencia en la economía de los colombianos, la causante del precio del Galón de gasolina en Colombia comparado con EEUU y así sucesivamente.

Pasamos de las reflexiones de la memoria, a las lamentaciones del bolsillo.

A la salida del almacén, sonaba esta canción y una sonrisa cómplice se dibujó en mi rostro, justamente en el 02 de enero del año 2014 estaba pues con mi compadre David Guillermo disfrutando de la vida decembrina de Cali y con ella, de lo que dignifica una buena amistad. Nos acompañaban también de manera itinerante, el joven e ingrato Diego Alejandro y la prima. Respecto al tema musical, dimos mucha cuerda con el mismo por lo menos lo que fueron los dos primeros trimestres del año.

De regreso a casa paramos en el supermercado local, había que comprar algunos insumos para el desayuno y demás comidas del fin de semana, pues hay que alimentar 5 bocas y el consumo cada día es mayor. Paseamos por todo el almacén comprando que una cosa, que la otra, que el queso, que la leche, que galletas para los abuelos, que Maní para Ana Karina, que Cereal para el desayuno de mi tío, que los limones para el café de la abuela, así sucesivamente fuimos dando compra a cada punto del listado, de la merienda, mientras eso ocurría, sonaba esta canción.

Al llegar a casa de los abuelos, la reflexión seguía latente en mí: Desde el futuro político de los estadounidenses y por ahí derecho, de los latinoamericanos, hasta el futuro de mis abuelos, terminando en la vejez de mis padres. Intentar volver al presente con discusiones infames como lo es el precio del dólar o qué tipo de Maní le gusta a mi Anna no despejaron del todo el torbellino de ocurrencias y desavenencias.

Esa humanidad que a nosotros los hijos únicos nos da más fuerte que la costumbre.

Comimos un buen plato de Moro preparado por María, una cubana que atiende a mis abuelos una vez por semana, tomamos un par de vasos de jugo de naranja y emprendimos camino de nuevo a casa de mi tío, dejamos el mercado y me quité los zapatos. La jornada había terminado.

Ahora me dispongo a tomarme un Screwdriver como cada noche, no sin antes retomar los vastos caminos de la reflexión e intentar plasmarlos en este Blog de ocurrentes letras, pues a la final este collage de atenciones no me dejó otro camino que el de hablar sin un nombre poder dar.

Sin un título para adorar.

AV.


31 de diciembre de 2014

Humano: Demasiado Humano.




Esta semana de tiempo libre además de ser temporada de fin de año, la he aprovechado para ver películas con más frecuencia que mis días corrientes, y claro, para reflexionar.

Algo particular que he observado además de dedicarme a ver películas por internet, ha sido en redes sociales y servicios de mensajería los discursos de fin de año que muchos fulanos expresan: algunos demasiado elaborados, otros con una fuerte carga de nostalgia, dolor, melancolía, como si les doliese haber vivido, como si se tratase de un castigo, una confesión trascendental que llega al final de su tiempo en el conteo a medianoche de este 31 de diciembre.
En realidad solo damos un cambio a un dígito en un reloj, en un calendario. El sol sigue siendo el mismo desde muchos años atrás, igual ocurre con la luna y la brisa, el único cambio quizás son las estrellas, pero esas ya venían muertas desde hace tiempo atrás.

En este ejercicio de consumo cinematográfico terminé por ver filmes que giran alrededor de la vida y obra de grandes pensadores como Friedrich Nietzsche, Carl Jung, Sigmund (Siggy) Freud, entre muchos otros en una extraña espiral intelectual de filosofía, psicoanálisis, amor y odio.

De esta serie de intrépidas historias terminé por cuestionar más a fondo muchas premisas que a lo largo del año aprendimos a evadir, ser conscientes de nuestra condición de humanidad, ser demasiado humanos en lo posible, razón quizás de nuestra errática costumbre de buscar equilibrio o perdón, querer legitimarnos en el otro. Luego siguen las preguntas, porque ante todo, se aprendió a dejar de ser humano, demasiado humano, para ser objeto (de dudas).

Termina el año y lo primero es saber si usted, que me está leyendo, siente que logró cumplir los objetivos o propósitos que se planteó para este 2014, de ser así viene la primera pregunta (Cortesía del gran Nietzsche): ¿Cómo eligió sus objetivos? ¿Estaban allí o te los dieron (impusieron)? Es interesante, porque por muchas ganas de ser seres independientes en ocasiones nos programamos metas que desde el inconsciente ya han sido planteadas en un modelo familiar, de seguir un ejemplo, una carrera, una línea que ya otros han caminado y que es el turno ahora de nosotros, ejemplo de ello es mentalizarse en obtener un buen empleo, o una casa propia, o adquirir un vehículo, etcétera, a la final, es más la confusión y debate filosófico alrededor de este tremendo quilombo que el aporte, pero…  ¿y si retomamos la conversación desde el principio y revisamos la pregunta con más detalle que afán?

Estamos más enamorados del deseo que del objeto deseado, más interesados por lo que inspira la idea que la idea en sí. Anhelamos alcanzar un estado de equilibrio y paz mental, pero a la verdad lo que nos extasía es esa búsqueda, ese safari de amor propio y logros personales y no los logros en sí. Es decir, amamos la adrenalina que produce diseñar un proyecto de vida, pero no el diploma o el empleo que obtenemos al final de cada proceso.  Caemos fuertemente en una espiral de excusas o pretextos para ajustar un contexto a una idea, darle un significado a lo que no tiene por qué significar algo, darle múltiples contextos a una idea que pueda derivar en nuevas ideas.

Entonces, cortesía del Profesor Josef Breur, citamos el siguiente escenario y abrimos el debate a cualquiera que quiera ser parte del mismo:

“¿Qué pasaría si a la hora del juicio final, el verdugo nos dice que tenemos que vivir nuevamente la vida tal y como la vivimos hasta este día?”

Interesante pregunta, hasta puede parecer tonta o superficial, ahora, usted que me está leyendo, ¿lo consideraríamos como un premio o más bien como un castigo de la eternidad?
Al aceptar vivirla, la viviríamos conscientes de su eternidad o simplemente dentro de los tiempos que implica vivir una única vida, ¿como un reloj de arena que gira al finalizar cada tiempo?  ¿Nos daríamos cuenta inclusive, que en este momento estamos volviendo a vivir esta vida como parte del castigo / premio que se nos ha otorgado en la eternidad?

¿Le cambiaríamos algo a lo vivido? ¿Por qué?

Lo interesante está en lo que no se ha vivido, en lo que no conocemos. No sabemos cómo somos si hubiésemos aceptado o negado tal proposición o tal diligencia. No sabemos absolutamente nada pero somos unos genios a la hora de proponer cambios sobre lo que hemos ya vivido, el eterno y defectuoso: “Yo hubiera…”

Son muchos los cuestionamientos y reflexiones que se absorbieron en estos días, supongo, estoy en ese estado de suciedad y locura, pero qué más da, a la final sigo aquí escribiendo para unos pocos que me leen y otros tantos que me escuchan cuando de licor y salud se trata. Cerramos pues el ejercicio con algo mucho más interesante y que en conversaciones (basadas en el cine claro) de intelectuales ha surgido: “¿Cuál es esa decisión, esa idea feliz, esa felicidad que quieres hacer cada día?” Es una gran pregunta, en especial para aquellos que enfocan sus doce deseos de fin de año para buscar la felicidad perpetua. Así pues, la mejor pregunta sería: ¿Qué es eso que quieres que ocurra todos los días de tu vida?
Es una pregunta más sencilla sin duda, ahora bien, ¿recuerdas ese día feliz? ¿Qué te pasó para que fueras feliz ese día en especial?

De seguro nos es más fácil recordar lo ya vivido a anhelar lo que no hemos vivido pero que juramos que nos garantizaría la felicidad, ¿no? pues bien, si ya tenemos claro qué fue lo que nos hizo feliz en ese día, ¿Qué necesitamos hacer para que suceda todos los días? Así es más fácil proyectar nuestra vida, entender que la felicidad no es una búsqueda sino un medio, un camino para vivir lo que realmente queremos vivir.

Finalmente, el propósito de este escrito en especial es dejar más preguntas que respuestas, es compartir con todos lo que de seguro a mi espalda le duele, ese espasmo hermoso que me lleva a buscar temas de más trascendencia que saber el por qué se casó Adonay, a la final, de seguro esta noche de celebración volveré a mi lugar de lectura y para mañana, primer día del año quince, retomaré la rutina con otra película del mismo perfil.

Gracias por este año que se va y si alguno de ustedes toma este ejercicio con la premura que lo merece, agradezco me lo haga saber y si es el caso, me invite a una copa, porque aquí hay muchas preguntas más que por cosas de espacio no alcanzo a plasmar con tal facilidad.

Buscar siempre ser Humano: Demasiado Humano.


AV

16 de junio de 2009

Escribir para Escribir


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Una sensación de querer escribir y dialogar, de observar con letras y dejar en la tarima canciones que se inspiran por casualidad, noticias cotidianas que se reflejan en papel periódico, en cientos de historias de ayer, de cotidianidades que ya no pertenecen al mismo unísono de otras voces, esas carcajadas que se fugan en nubes grises.

Conversando una amiga narramos el sedentarismo del arte, nos custodiamos en cielos abiertos y blindamos nuestras fuerzas en abrazos que se sumergieron en una larga noche de salsa y visitas. Hablamos de eso que siempre ignoramos, la sencillez del lado humano de la palabra.

Dentro de esas charlas de humildad miraba hacia atrás en el tiempo y recordaba lo sencillo que era para mí redactar ficciones en cuentos y relatos, sin embargo hoy por hoy queda en evidencia el ausentismo de ese arte. Diría que he calmado la capacidad de asombro en realidades actuales, mi escritura podría afirmar se ha dedicado a reseñar lo que se piensa y se siente, a redactar en versos quizás subliminales, la discordia de estos tiempos modernos, mi presente y mi pasado mezclados con arena y azúcar.

Recordando con juicio me sorprende ver que la última vez que un cuento escribí fue precisamente hace casi cuatro años atrás, con excepciones algunas, no he visto una publicación propia de la ficción, ni inventadas nuevas razones para leer. Una que otra canción se escapan de lo ritual, se escriben y se cantan esos momentos de soledad, melodías dispuestas a ser cantadas a la luna o al crimen de la ficción, pero en síntesis nada se ha hecho por redactar un mundo paralelo de letras y acontecimientos.

Personajes que se han quedado en el limbo, viejas historias que por el momento no pienso terminar, libros inconclusos o cuentos extraviados. Mensajes que he preferido escribir y publicar, ahora será en otras motivaciones las ganas que me den para mirar al frente e intentar redactar nuevos personajes, los viejos, viejos serán.

Recordar entonces aquellas conversaciones es obligarme a reivindicarme con el oficio, es probable que el blog haya funcionado como medio de expresión, pero la producción deberá encerrarse en otros medios. En otras melodías se dispararán esas historias de misticismo y literatura, en la frescura de negras letras y húmedas páginas.

Con un buen café y una grata compañía se le dará oda a la soledad.

AV