28 de enero de 2009

En Memoria de Ayer

Imagen Tomada de: http://eltiempohabitado.files.wordpress.com/2007/11/gato.jpg

Voy a contarles una historia triste, un recuerdo que me sacude la piel y me aleja de este lado humano que conservamos en el cajón de la mesa de noche.

Cuando estudiaba en el colegio, muchos de mis compañeros que se graduaron en mi promoción (la gran mayoría) iniciaron el colegio en segundo de primaria conmigo, dadas las circunstancias se formaron grandes amistades o grandes costumbrismos, con el paso de los años se fueron formando las infaltables rivalidades y las no menospreciables parejas, parches, grupos, combos, etc.

Entre esas amistades, tuve problemas con un par de personajes, pero nunca pasaron a mayores, simplemente terminaron en rivalidades que sobrepasaron los límites de la ceremonia de grado en cuanto a líneas de tiempo se refiere, asimismo tuve la oportunidad de forjar grandes amistades que poco a poco con el paso de los años en la universidad se fueron debilitando hasta desaparecer en su totalidad, hasta acá todo lo que les he comentado es natural que suceda, inclusive daría mi palabra en asegurar que a ustedes les ha ocurrido algo similar.

Una persona en particular marcó mi vida de estudiante bachiller por razones múltiples, no me refiero evidentemente a la persona más alegre del mundo, ni a la más popular o “recochera” del grupo de clases, simplemente se trataba de un personaje que siempre se caracterizó por ser calmado, nunca discutía con alguien, nunca utilizó malas palabras o gestos obscenos, jamás le vi insultar a alguien o desear el mal, presentaba sin embargo algunos inconvenientes de aprendizaje pero era un buen estudiante, era una oda al esfuerzo y a la superación.
Físicamente era de baja estatura y su rostro toda su vida de estudiante estuvo marcado por el acné, pero su bondad y lealtad le daban ese respeto que uno tiene entre caballeros.

Todo cambió de manera brusca con la llegada de la pubertad y la reserva de la identidad; cuando comenzamos a cursar alrededor de grado 9º y 10º se contaba con nuevos compañeros de curso, personajes que no habían crecido con los demás en el mismo salón y que llegaban con una actitud sobradora y agresiva, así fue que muchas veces el abuso y el maltrato comenzaron a ser constantes sin alguno de nosotros poder defenderle, por un lado por la diferencia física y de fuerza, en ocasiones por el maldito silencio que todo lo aprueba y lo secunda, la indiferencia o el ignorar lo que sucede nos daba esos espacios de tiempo que permitían que nuestro compañero fuese objeto de burla.

Tiempo después de la ceremonia de grado me lo encontraba con frecuencia y seguíamos conversando, por mi parte siempre se le rendía el mismo respeto y buen trato de caballeros, jamás permití que la hipocresía o el engaño (que es un arte muy puro y dañino) se atravesase en nuestra amistad, pero fue entonces la distancia y la individualidad que siempre me caracterizó lo que me dio el cuchillo para matar a esa oveja.
Recibí una llamada alrededor del año 2002 de parte de mi compañero, yo me encontraba de vacaciones en la ciudad de Cali y mi mente estaba en otra parte y con otros asuntos propios de esa cotidianidad que construía titulares; se trataba de mi amigo de toda la escuela, hablamos un rato y con tal naturalidad de la frialdad lo traté y lo saludé, desconociendo lo que ocurría al otro lado del teléfono no mostraba interés en la llamada, pero fueron esas palabras las que clavaron la oportunidad para cometer quizás ese error que cargo como un puñal en la conciencia.

Me informaba que se encontraba en proceso de recuperación de una crisis nerviosa, que había estado internado un par de semanas o quizás menos en una clínica de reposo esperando poder calmarse.
Jamás en mi vida sabía a qué se refería tal situación, pero ofrecí mi apoyo como palabras de borracho, continuaba comentándome de su inconveniente y que era probable que se retirase de sus estudios universitarios por recomendación del médico (yo continuaba sin darle importancia), terminó por pedirme el favor de que le acompañase a tomar algo y conversáramos, pues demandaba la necesidad de hablar con alguien. Me negué y con una excusa netamente estúpida deje pasar el momento y simplemente dije adiós prometiendo devolverle la llamada.

Hoy casi 7 años después del incidente no he retornado esa llamada, pero sí me enteré de lo que ocurrió posterior a nuestra conversación. Mi amigo que creció en el mismo colegio terminó encerrado en el Hospital Psiquiátrico al serle diagnosticada una Esquizofrenia incurable, sólo medicable con medicamentos anti psicóticos.

Para mi dolor de conciencia me lo encontré en un par de ocasiones en la calle (en ambas ocasiones estaba acompañado de dos personas con perfil de Enfermeros), sin inmutar palabra alguna y sin entender el por qué, le di la espalda sin siquiera iniciar un intercambio de miradas.

Con los sentidos arrojados me siento pues como los gatos: largos de cola y tristes de cabeza.

AV.

26 de enero de 2009

Sonidos del Recuerdo

Imagen Tomada de: http://antoncastro.blogia.com/upload/20071231010521-erwitt-con-nino-y-gato.jpg

Es increíble ver como canciones tan superficiales nos recuerdan momentos tan profundos, nos llevan en un viaje de nostalgia que en la mayoría de los casos termina con el nombre de alguien que extrañamos o de algún suceso que ha quedado trancado en nuestra puerta. Momentos de nuestra vida que se recuerdan más por su banda sonora que por los hechos que le suceden, no me refiero por supuestos a momentos rosas como un beso, un amor o una navidad; No hago alusión alguna a vacaciones o viajes, porque para todo tenemos tema musical.

Digamos que son momentos más superficiales como el comerse un helado, montarse a un bus, tomarse un vaso de jugo o simplemente el estar caminando por la calle y chocarse con la cotidianidad de una canción, a veces, canciones que se encuentran en una moda comercial bastante influyente, o el breviario de canciones demasiado bizarras pero que estaban presentes en aquel hecho plano de nuestro momento determinado. Seguimos ese viaje de la memoria que nos lleva a vagar por espasmos mentales, esas canciones que inclusive sólo llegamos a escuchar una vez en la vida y se quedó impregnada en nuestro cráneo en ese instante, instante que jamás se volvió a repetir.

Hay canciones tristes que nos recuerdan despedidas, fallecimientos, enfermedades o momentos incómodos que invocan a nuestro pudor y nuestra cobardía. Canciones que se relacionan con materiales como un maletín o un cuaderno, un escritorio o alguna prenda de vestir.

Situaciones semejantes hemos reseñado en nuestro diario vivir cuando adrede damos sentido a melodías sacadas de la radio, bajadas de internet o escuchadas en un Bus, pero esas situaciones no aplican, porque bien lo hemos mencionado, son situaciones a las que de manera dolosa le damos banda sonora, inclusive, existen canciones que nacieron para ser dedicadas o para acompañar fiestas, espectáculos, despedidas, relaciones sexuales, depresiones, etc, etc.

Películas, Series de Televisión o rondas infantiles fueron acompañadas de grandes éxitos de temporada, pero quién no recuerda una tarde de juegos en la infancia acompañada de una soledad propia de la niñez con banda sonora incluida, para nosotros, los hijos de los 80s y los adolescentes de los 90s podemos dar testimonio de la música para planchar o balada romántica como fuente de inspiración en vacaciones o viajes a la cocina.
Para aquellos momentos de relaciones sociales propios de la pubertad y el descubrimiento del intelecto humano, nos regalaron canciones para cada ocasión, sin importar el género musical o la voz del artista, todo tenía un sentido.

Hay Nostalgias que nos dan melancolía, otras que nos dan ira, algunas en su mayoría nos arrebatan una carcajada o nos golpean con las lágrimas de la ingratitud.

Desde la superficialidad de las vacaciones, hasta el tedio de la rutina, marcamos siempre un ritmo con la planta del pie y los dedos índice de cada mano golpeando una mesa como seña de ritmo y autocontrol, sin saber el por qué, batallamos contra géneros musicales que no nos agradan pero que se encierran en nuestra nublada conciencia.

Tal vez sea momento de escuchar nuestra banda sonora en la superficialidad del silencio.

AV

24 de enero de 2009

Bar para Bar

Imagen Tomada de: http://miriadas.files.wordpress.com/2008/03/gato-paris.jpg

La dinámica de los bares nos antoja esos huecos que la cotidianidad no quiere ofrecer a la luz del sol, nos brinda - literalmente – sensaciones y excusas permitidas por la sociedad que queremos exponer a la luz de una lámpara y el calor de una bebida en buena compañía. Siempre nos acomodamos solos en la barra buscando compañía o en alguna mesa para legitimar la que ya tenemos, creamos conversaciones y rendimos tributo a las sensaciones de la memoria y la sinestesia de la rutina.

Es dejarnos observar por otros y quererlos observar, ser voyeristas de vidas ajenas y tomar nota de esas anécdotas que algún fulano nos comparte mientras bebe su cerveza, nos sentimos identificados con esos licores que tomamos en compañía e inclusive les permitimos ser nuestra real compañía; jugamos a ser honestos y miramos en el entorno ese bosque para salir a cazar y jugar a ser presa fácil. Los Bares nos permiten en estados aleatorios conocer la otra cara de nuestra mirada, nos dejan atónitos de nuestros impulsos y deseos de protagonismo, música, licor y sexo.


Si la cotidianidad que fundamos a base de café y palabras la trasnochamos con ese lenguaje corporal propio de los bares y la mezclamos en ese coctel de rutina sin destino, obtenemos un mensaje claro y convincente de eso que llamamos pasado y que lo tornamos importante en una mesa sin importar la compañía.

Besarnos en el filo de la copa, el color de los cocteles, los bits de la música, el ritmo de los pasos acelerados de la noche, la juventud de las emociones y los juegos de la mirada. Aquello que buscamos mientras bebemos, aquello que tomamos y que no nos pertenece pero que lo convertimos en público de nuestra memoria.


Sorprendernos con el horario, juzgar las acciones del día con las decisiones de la noche, esperar en la cama culminar esa catarsis que tratamos de disimular con el baile o el parafraseo de la noche, movilizarnos en los sueños de otros y tratar de identificarnos en ellos, anhelar el éxito de algunos y tratar de retomar esos impulsos que sólo ofertamos en la intimidad de la soledad.

Los Bares que se equivocan son los que no nos dejan mentir, los mentirosos que se emborrachan son precisamente los que no entienden el valor del Bar y creen que la respuesta está en la medida del licor. Queriendo escapar de nuestros cotidianos dolores apostamos nuestra columna en una silla y rezamos para que la noche nunca termine.


Quiero un Bar en mi boca y un beso en tu copa.


AV

20 de enero de 2009

Por Una Cabeza

Imagen Tomada de: http://gallery.hd.org/_exhibits/natural-science/cat-sunbathing-on-roof-mono-ATE.jpg

¿Qué se puede escribir en un Blog cuando tienes dolor de cabeza? , ¿Qué me duele la cabeza? , ¿Qué me incomoda el sol y la pantalla del PC? … se pueden escribir muchas cosas, se puede describir la manera como duele la cabeza, los pensamientos chocantes que rebotan en mi mente, se puede hablar mal del día o maldecir las circunstancias, se puede hablar tal vez de la impotencia con que se escribe y se piensa o simplemente no tienes nada de qué hablar.

Puedes escribir historias de personajes ficticios y convertirlas en metáforas de tu día, puedes observar lo que te rodea y en tu silencio rechazar la bulla que aturde tu dolor, quizás con el dolor a cuestas puedes tomarte una aspirina y tener fe que el dolor va a desaparecer al ritmo con el que desaparecen tus ideas a la hora de escribir en tu blog. Duela o no la cabeza es cierto que hay días sospechosamente light, como la canción de Calamaro, “… hay un deseo que pido siempre y que pasa un tren” pero en estos deseos miro en el profundo vacío de la estupidez un dolor de cabeza para justificar, un motivo para redactar ideas sueltas y desconectadas, ideas que no se escriben sino que se describen.

No hay nada que uno pueda hacer con una aspirina en el organismo, porque escribir es propio de enfermos y alentados, no de soldados. En un día de estos donde duele la fábrica de post´s duerme y se exilia, las excusas vuelven con recuerdos de monotonía y discordia, tiempo libre para pensar y soñar, tiempo que uno le dedica al dolor de cabeza, esos dolores que uno no espero pero que si llegan a desesperar, asientos que son ocupados en nuestra descalza oportunidad y se vacían con nuestras ansias de escapar.

Pues sentarme a escribir en el blog con el dolor como corona es porque precisamente tengo tiempo para el dolor, tiempo libre de responsabilidades pero ocupado por el ocio, porque la industria del ocio no perdona dolor de cabeza alguno. Quiero escribir recordando a esos que leen, a esos que escriben y que me gusta leerles, a esos que desconocen de mi dolor y que busco compartírselo con ciertas letras ligeras de causa y sentido.

Anexarle una dosis de aburrimiento y 8 onzas de café permiten encender un cigarrillo para escribir, un dolor de cabeza para describir y una tarde de ocio para reprimir; en ningún rincón del planeta encubro mis letras con aspirinas y vasos de licor, sólo las guardo en el cajón esperando a ser maduradas mientras se producen escritos de la ociosidad, para más adelante se arranca una nueva etapa de postear con premura y cordura, sin prevenir o encubrir lapsos de nulidad intelectual, por el contrario nos hace falta tiempo de dolor para sacarle jugo al hedor de la cotidianidad.

Palabras más, palabras menos, me duele la cabeza.

AV.

16 de enero de 2009

Historia de lo Cotidiano

Imagen Tomada de: http://www.hepperhome.com/images/categories/HepperNestHerr.jpg

En esas caminatas por las esquinas de la vida, el pasado martes 13 me vi estancado en esas conversaciones que nos unen a los amigos recién conocidos, a los que recién se cruzan por nuestro camino y de manera sorprendente nos aportan más cosas que aquellos a los que conocemos de toda la vida. Brindamos un café y bajo el calor de la tarde iniciamos el recorrido de la intelectualidad con una jarra de vino.
Por su parte comentaban de anécdotas y recuerdos de la juventud y adolescencia, de la redundante sensación de crecimiento personal y maduración. Llenaron mis oídos con historias del pasado y risas espontáneas que con un sol sobre el cenit me declaraban la nostalgia como escudo de armas, dejando el apellido en silla vacía para asumir una actitud más abierta y ajena a predisposiciones sociales.

Hablar nuevamente de historia política colombiana, de las diferenciaciones partidistas entre los fans de Simón Bolívar y los hinchas de Francisco de Paula Santander y concluir con un tema de actualidad política nacional, “rajar” de la gestión administrativa de los mandatarios de moda e inclusive dejar nuestro sello de calidad con comentarios amargos y ácidos (para cada caso) que promueven en la conversación hilos de brindis y amistad, adulaciones y sensaciones de respeto.

Hasta que llegó la literatura, la conversación entre tres individuos residentes en el valle del cauca se dilataba en cigarrillos y opinión política de cafetería tercermundista.
Cada postura se hizo sentir, el inicio de la norma lo dio la opinión del menor de la mesa alabando la pluma y escritura de Jorge Luís Borges, evidentemente ello lo llevaría a un rechazo a la escritura de García Márquez. El segundo en cambio simplemente se limitaba a evidenciar el Premio Nobel de Literatura como un premio desprestigiado y sin fundamentos literarios, un premio sin proyección y basado en mecanismos de trayectoria que chocaban con las obras premiadas en los últimos cinco años; por mi parte el apunte literario se quedó en la casa y escuchando con inquietud rememoraba mi postura de algunos años atrás sobre el fracaso del nuevo “nuevo” Boom latinoamericano, esa caída de los Franco, Rojas, Castro Caicedo, Medina reyes, Guillén y Vargas Llosa.

Las mujeres se retomaron en el tema central de la conversación y desde historias de conquistas y fracasos amorosos, hasta victorias y faenas sexuales, pasando por la descripción crítica y criticona del cuerpo de las musas, imitando en palabras esas sensaciones de burla o repudio hacia ciertas damiselas de baja categoría, cruzando el puente de lo prosaico y lo metafórico hasta caer en el río de lo burdo y grotesco.
Conversaciones que pasando calles quedaron en un cenicero lleno de colillas de Marlboro y Copas Vacías de Moscatel de pasas fueron evacuadas en esos pasos donde enterramos la pasión por lo cotidiano.

Como despedida y como saludo retomé en mi cuaderno de notas mentales la importancia de asumir nuevamente esas conversaciones perdidas, de recuperar esa conciencia social y superficial de la cotidianidad.

Volver a caer en ese sedentario ritmo de café y palabras.

AV.

11 de enero de 2009

Prohibido al fin y al Cabo


Nuevamente la prohibición se convierte en la piedra filosofal de la sabia y prudente clase política latinoamericana, para nuestro caso local, en Colombia, la prohibición reaparece ahora como mecanismo de defensa ante la posible aparición de males y desastres, pero no como mecanismo de “prevención” es decir, mecanismo que permite desde la pedagogía, la comunicación en doble vía y la interacción político-administrativa de los gobiernos locales con sus ciudadanos la búsqueda y puesta en marcha de soluciones a situaciones socialmente problemáticas.

Mientras en la ciudad de Santiago de Cali la Alcaldía Municipal busca con preocupación la gestión de políticas e iniciativas ciudadanas que nos permitan recuperar la cultura y el saber popular caleño, pretendiendo resurgir las denominadas verbenas de barrio y la tradicional fiesta de orquestas de salsa en la ciudad, el caso Barranquillero es totalmente diferente e incoherente con su condición de carnaval. Sin aras de defender la fiesta costeña como una fiesta que representa la cultura popular costeña y que con el respaldo de la Unesco se le ha dado el título de Patrimonio Inmaterial, ahora por medio de sus dirigentes locales pretende PROHIBIR la realización de las Verbenas populares de los Barrios de Barranquilla como medida de prevención en materia de seguridad y convivencia cívica.

Gran contradicción se gesta del mismo modo en que si la razón de ser del carnaval (más allá del sentido comercial de presencia de marca y consumo cultural) es la cultura popular costeña, entonces ¿por qué la alcaldía se propone a prohibir la base popular de las fiestas de la ciudad? De igual modo, tal como sucedió en Cartagena estas prohibiciones sin sentido alguno pedagógico van mermando la participación y confianza ciudadana a espectáculos y procesos de representación cultural ciudadana, para completar en este orden de ideas, que al carnaval de Barranquilla también le colocaron Hora Zanahoria cuando bien es sabido que en tiempos pasados esta festividad se reconocía por su interminable celebración y festejo.

Si bien la Capital Colombiana, Bogotá D.C por medio del Decreto del 5 de enero de 2009 entró a regular y a prohibir de manera simultánea la dinámica de la rumba capitalina, en Barranquilla y Cartagena estas medidas comienzan a tomar fuerza por encima de los intereses o procesos de los ciudadanos que sí se encuentran organizados o están para servirle a la ley local.

Estas prohibiciones si bien son certeras y apropiadas para solucionar problemáticas de seguridad y violencia ciudadana (con el respaldo y apoyo de la Policía) son al mismo modo de la seguridad, una completa e intolerante medida de rechazo y control político a mecanismos de persuasión ciudadana o inclusive los mismos proyectos de pedagogía y cultura ciudadana que buscan el acercamiento del ciudadano con la administración municipal, programas que se enfocan en construir proyectos y políticas con el apoyo y la opinión del ciudadano, pero, con estos decretos de prohibición se inicia nuevamente el desencanto de la política.

Esperemos esta no sea la nueva dinámica del 2009.

AV

9 de enero de 2009

Parafraseando


Imagen tomada de: http://www.fotos.org/galeria/data/548/medium/gato-entre-lineas.jpg


Instantes en los que nos acomodamos y nos dejamos llevar por esos deseos de tranquilidad y reconciliación, de amargura y preocupación, quizás de placer y seducción, en algunos casos de temor y remordimiento, de rencores y sonidos aleatorios. Somos en este plano una materia que ocupa un espacio determinado con una función indeterminada, aire que nos rodea y nos excita, que nos camufla de frases y lectores, de canciones y animales que nos imitan o representan, nos enseñan a vivir y a divertirnos con sus ecos y sus profundidades; Planos en los que caminamos y definimos sentimientos, emociones, fluidos y aromas, lamentos o suspiros, observadores que se ensimisman en su reflexión, espías que se asombran de su traición.

Nos balanceamos en instantes, disfrutamos esa necesidad de corrompernos, de mudarnos de piel, excluirnos del vacío social que denominan economía. Nos balanceamos en instantes, suplicamos deseos en artistas que suplican sentimientos, el propósito varía según el andar, esos ropajes que nos defienden de la casualidad, nos amarran en la corta cotidianidad, esos espectadores que no piensan, que no se balancean, no se sumergen, no suplican, no caminan, sólo cambian de piel.

Para el poeta una canción, para el pintor un poema, para el músico una pintura, para el fotógrafo una mujer, para las mujeres un artista, para nosotros una musa, para las musas un motivo.

Instantes disfrazados de sueños que permiten comprender realidades paralelas, sentimientos cruzados o encontrados, esos instantes que para los mortales significan esperanzas y deseos de continuar mientras que para los insensibles inmortales son sinónimo de frustración y cotidianidad, no permite la continuidad de repetición, ni la redundancia de la canción, esos juegos de letras que terminan en conquistas, en vanidades y paisajismos.

Ser niño de nuevo para morir con tranquilidad, aprender como los ancianos para caminar con seguridad y pasión, aventurarse en las profundas alegrías prestadas y envolverlas en sentimientos propios, tomarse de carnaval esas rutinas pesadas de la historia y guardarlas en una nota musical, en la cintura de esa musa justificada.

Dibujemos una caricatura que nos recuerde ese año desanimado, que nos permita olvidar esas canciones que nos marcaron, ese placer con el que olvidamos a nuestros padres cuando estamos fuera de casa, o el dolor mismo cuando los olvidamos dentro del hogar, ese derecho a ser humanos que nos reprime en el primer beso, nos vuelve tímidos en un callejón de oportunidades, una cajita feliz para compartir.

Al final de la historia logramos perdernos en un beso, logramos hallar el significado del universo en una mirada casual, logramos fallarle al tiempo cuando miramos al sol desde el otro lado de la ventana, vivimos de lo que nos dan, no damos para vivir, damos para existir.

Para el poeta una canción, para las musas vanidades y agradecimientos.

AV.

5 de enero de 2009

La Fuerza de la Escritura

Imagen tomada de: http://blogs.clarin.com/imagenes/posts

Sentarse a escribir para algunos es un ejercicio meramente literario o cotidiano, si bien escribir es reseñar acontecimientos reales o ficticios en un mismo plano, es también expresar sensaciones, pensamientos y emociones en ese plano material o virtual que luego pasa a ser publicado en algún medio.
Nuestra conciencia está llena de escritos, de palabras que deben ser dichas o expresadas de manera letal, en ese sentido es que algunos deciden irse por la línea de lo poético o literario, otros se sienten más cómodos en la normalidad de la prosa, en esa línea de palabras y frases que reseñan situaciones de manera seca y podría decirse, periodística, o técnica, a diferencia del poema o la receta de cocina, las noticias producen sensaciones basadas en energías y razones subjetivas, la fuerza de la escritura.

Pensar en esos acontecimientos ocurridos, en esos sueños y aquellos deseos que al día a día nos dan preocupaciones y alegrías. Vivir cuanta aventura se anota en un diario, leer lo que le pasa a otros, escuchar sus anécdotas, sus errores, sus aciertos, esos besos que se quedan como un cuento de Hadas o como una historia de dolor, todo incluyendo las mentiras que guardamos en el bolsillo del pantalón.
Canciones que se roban la memoria, poemas que sonrojan a pueblos enteros, recetas y pócimas mágicas que mueven montañas, cuentos que se inventan en los bares, fábulas de bares, mitos urbanos y leyendas escolares, todo incluyendo el diario vivir se reseña en la visión de nuestras emociones, nos vamos encontrando en la fuerza de la escritura.

La bitácora de viaje de nuestra vida comienza en el momento en que nuestro calendario mental nos muestra esos días que comienzan a tomar fuerza en la lectura de nuestros actos, en esos tropiezos y esas confusiones que salen con el sol, que se van en la música y se enredan en otros idiomas, nuestra voluntad para crear y acertar, de vivir y comprender, de soñar y prometer.

Misiones que nos prometemos y que nos prometen, vidas que pasan al ritmo del agua.

El corazón nos lleva a lejanas escrituras que dan vacíos en el tiempo, que gotean en letras y párrafos a veces incomprensibles o sencillamente superficiales; tener una idea en la cabeza y razones de peso para compartirlas, si crees o no en lo que escribes, sabrás lo que se leerá en los versos que se van. La fuerza de la escritura se hace impotente ante la fuerza de la lectura.

Noticias cotidianas que tenemos en la memoria, ficciones vacías que llenamos con realismo y cordura, que vaciamos en la vejiga de la moral esos argumentos que inventan cuentos y novelas, lectores que se incomodan o que se sienten respaldados con el esfuerzo de la letra escrita, esa fuerza que se sumerge en la ortografía y la coherencia, en la puntuación y la narración, somos personajes y lectores, somos creadores y confesores, somos lo que somos y seguiremos leyéndonos en las noches.

La fuerza de la escritura sigue ahora con estas nuevas noticias que la vida nos dará, con esas vacaciones de cordura para enloquecer en la creación de honores y lectores, de motivaciones y argumentaciones, de notas y artículos, de protestas y enseñanzas.

Bienvenidos a este espacio para contar, donde el silencio todo lo lee.

AV.