24 de enero de 2023

Conversaciones (Un breve momento)

 

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Black Cat Red Door by Carol Leigh


Hay momentos en que nos fastidian aquellas canciones que en otro momento fueron fascinación, días en que se nos hace pesado cada paso como si fuese una pena el tener que seguir adelante. Cada día es una consecuencia de lo vivido, del engaño, de la frustración, de dolores y manías.

Nos juramos un mejor futuro en cuanto nos llega la oportunidad de invertir mejor el tiempo, pedazos de ideas que se reúnen en altas expectativas y sucumben al primer obstáculo, a la primera negativa.

Anoche tuve la oportunidad de conversar en distintos momentos con dos mujeres que en su maravillosa forma de ser me dejaron algo de aprendizaje, algo de curiosidad, algo de ellas.

En una primera conversación logramos encontrar ese brillo que como todo requiere de fuerza y mucha amabilidad (y quizás algo de amor) para trascender. Reencontrar en las palabras fechas y acciones, darle vuelta al mundo y empezar con los brazos abiertos para dar apoyo a los demás, dejar esa densidad sobre la espera sombra de la cotidianidad. Brillamos con la luz que recibimos y con ella, iluminamos a quienes en oscuridad danzan desesperados.

En una segunda conversación el arte y la vida se revuelven en las emociones de quienes desde el silencio viajan por recuerdos y fantasías. Una cárcel de sentimientos que nos ahuyenta de las relaciones sociales, de la posibilidad misma de existir en las palabras del otro.

Ante la existencia del gusto por otra persona, como pensamiento, deseo o fantasía se cruza de manera abrupta la posibilidad de que sea real y simplemente estamos distraídos ante la vida, ante la existencia de otros (tal vez).

Conversaciones que cierran un principio de semana interesante, porque de expectativas precisamente es que me he sostenido en pie durante los últimos tiempos. Redescubrirme, cuestionarme (permanentemente), acusarme ante el espejo, señalarme de esto y de lo otro, pero también de consolarme y recordarme a diario de la fuerza que tengo para dar el salto de la cama y al mundo intentar (de nuevo) conquistar.

Conversaciones que aparecen como la lluvia, para refrescar al sediento, para ahogar al hambriento.

Hay canciones que nos dieron la dicha de un breve momento y a ellas la eternidad como agradecimiento, pero vamos, han pasado los años y ahora a esas canciones es que se ciernen disgustos y malestares.

Nos renovamos con las ideas que llegan, damos espacio a nuevas historias y sembramos promesas, brillamos ante el espejo creyendo que estamos iluminando nuestro camino cuando realmente estamos ante un encierro inmarcesible.

Cada día es una (posible) consecuencia de lo vivido, de la esperanza de un amor que se fue, de la idealización de una persona recién conocida, de la memoria de proyectos inconclusos, de algo tan simple como el olvido de la rutina.

De este olvido soltamos las ganas de continuar y vamos como náufragos a la deriva, en medio del ruido, dando uno que otro paso para adelante sin tener idea dónde queda el norte.

Reflejamos en las personas una parte de nosotros.

A bien podremos tener la capacidad de enamorar a quienes no nos han dado su nombre, a bien podemos ayudar a sanar a quienes mueren de tristeza a pesar de verles sonreír. Quizás damos alimento con nuestras palabras a los que de alguna manera han cercado su cotidianidad en una soledad repentina.

Podemos ser gestores de cambios positivos, podemos dar de nuestra aburrida luz algo de vida a quien ha estado en confusa estadía por este mundo.

Días en que nos observamos al espejo y no nos identificamos, salimos a cumplir con el deber de la edad adulta y cargamos en el maletín las preocupaciones con el afán de alcanzar las ocupaciones, nos desdibujamos en un recinto de ambiguas funciones. El niño se ha vuelto hombre y el hombre quiere ser niño.

Son bienvenidas siempre las conversaciones, los encuentros y reencuentros.

Son necesarias las repentinas dudas, la luz de quienes puedan darnos cuenta de su tiempo, de su final, de su cambios, de nuestra visión del mundo.

Acabo recién de tener una conversación interesante, como si el camino se fuera a recomponer en una carreta de verduras, o en una para de bus. La vida sigue y para bien.

Nos juramos un mejor futuro en cuanto nos llega la oportunidad de invertir mejor el tiempo: Conversaciones.


AV

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