"Después de mucho callarlo, a puño y letra y en tinta roja logré escribir de nuevo. Esto fue lo que surgió en un viejo cuaderno:"
Con sensatez y aburrimiento observo mi distancia y mi silencio con el mundo, esa soledad poco armoniosa que me encierra en escapes de fuga, en la incomodidad de la desventura apresuro mis palabras lejos de la cotidianidad.
Mis desaciertos son contrastes de clausura, pinturas grisáceas de elocuencia en un mundo silencioso que he inventado para mis adentros; un duelo extraño e insensato, propio del sedentarismo alejo de mi vida las letras y destruyo canciones con el mordisco de mis labios.
Trabajo a tinta cerrada, hecho límpido a la memoria y sal al recuerdo. Sí se suspira es por necesidad de supervivencia, sí se llora es por urgencia de humectar el hábitat, la censura de paisajes que recorro y la agonía de un duelo que no se esperaba.
Quiero cometer errores e incongruencias, dejar mis principios en manos de los vicios, mis convicciones pasajeras van enterrando esas eternas tandas de café y azúcar. Hoy por hoy sueño en el insomnio de los olvidados, en el desespero de los descuidados, el letargo de noches sin sombra. Esas fugas de melancolía para pequeños aprendices.
En confesión con el mesianismo de los descuidados escribo canciones en mi memoria para olvidar, esa ceguera que se transmite en vocablos y fonemas, esos gritos de ayuda que nadie escucha.
En ocasiones la esterilidad de la soledad se evidencia en la fertilidad de la intelectualidad, tener derecho a ser estúpido o básico es competir con la elocuencia del tiempo perdido, orgullosos de heridas se camina descalzo en aguas y pestañas.
Sin comer perdices, sigamos siendo felices.
AV
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