19 de enero de 2011

Los Tesoros Perdidos


Imagen Tomada de: http://littlesanime.ru/

Las partidas son muy tristes, dejar de lado a un ser querido o desprendernos de un objeto que guarda importante valor sentimental, algún tótem que conserva la energía de esos momentos pasados, de esas excusas que se fueron quedando estampadas en pretextos, o en el caso más somero aquellas cartas guardadas en cajones ocultos.

Todos tenemos momentos que hemos dejado de conservar, situaciones que se han deleitado de nuestras sonrisas, que nos han hecho brillar los ojos sea por un instante mínimo, sea por una eternidad. Promesas que nos hacemos al finalizar cada año, retos que nos proponemos superar al inicio de cada enero, imágenes que se nos vienen a la mente cuando en palabras de despedida, en lágrimas que se conservan en el aire, en huellas que se dejaron en la entrada de cada casa y cada ventana.

Una y mil veces somos creadores de universos paralelos, millones de ocasiones guardamos en nuestra habitación esperando recordar con la nitidez del caso cada emoción que nos causa re vivir lo que ya no se puede revivir. Negarnos a perder la memoria, atarla, amarrarla, someterla a nuestros juicios, a nuestros deseos. Esos caprichos que tanto daño le han hecho a la historia de la humanidad.

Los amores han de venir en cada etapa de la vida hasta llegar el que más se complementa con nuestros defectos. Los amigos se construyen en salidas y encerradas hasta que llega el que nos deja salir sin presionarnos por volver. Los recuerdos se enredan en las preocupaciones cuantas veces sean necesarios, hasta que llega la nostalgia y con el veneno de la melancolía nos enseña la diferencia entre un recuerdo y una historia.

Los años se nos van a ritmo de dolor. Siempre nos quejamos por todo lo malo que nos ocurre, nos dejamos desestabilizar por cada obstáculo que después de todo no es más que un sol cualesquiera en un día normal. Son las esperanzas, esas malditas esperanzas, que con Violines y Teclados de fondo nos recita sus mejores versos, nos jura eterna sacristía y nos oculta ese miserable ejercicio del aprender a saludar a quien apenas vamos a conocer y despedir a quien ahora debe marcharse, quizás para nunca más volver, quizás para regresar con otras intenciones.

Somos producto de un rollo inmenso de aflicciones culturales, como si las subculturas y la identidad nos costara construirlas por separado, como si nuestra soledad fuera un trofeo para el estante de las Venganzas no cobradas, como si nuestro consuelo fuese una plegaria en el idioma de los extranjeros, esos forasteros que llegan con las mejores de las intenciones pero que no respetan este territorio lleno de tesoros que llamamos vida.

Quizás sea esa misma melancolía la que nos llena de faltas, después de todo, somos un listado de actividades por desarrollar, un Check In de emociones y valores que hemos aprendido a adornar con besos y abrazos.

Reformamos constantemente nuestro entorno con nuevos vestuarios para dejarnos sorprender por los silencios de la calle. Nos prometemos mantenernos en los mismos lugares y con las mismas costumbres esperando a que regresen nuestros seres queridos, a que nuestra memoria aprenda a proyectar en una pared las sonrisas de cada acto que en colectivo fueron fantasías maravillosas, de esos benditos caprichos que nos permiten ser alquimistas, abrazar la suerte y detener los momentos que cambian nuestro cuerpo.

No necesitamos un cajón o algún agenda para preservar esos tesoros, si bien la memoria es traicionera y con fecha de vencimiento, nos apoyamos es en la cotidianidad para extrañar momentos, dándole arte a la alegría, dándole motor a la lenta y tediosa labor de crecer. Nuestros tesoros ahora en ojos mayores, en seres que con vida o sin ella, nos detienen siempre en el mismo lugar, nos hacen reflexionar antes que frenar.

Para siempre queremos nuestro tesoro, para siempre seremos esclavos de nuestras riquezas. Seremos arquitectos de nuestra celda, o cerrajeros de nuestra bóveda. Nuestros amores serán nuestras verdugos y la nostalgia nuestro veneno.

Al despertar todo será distinto.

AV

No hay comentarios.: