12 de septiembre de 2008

Sobre el silencio y el guiño



¿Sabes cuándo parar?
A consideración del tiempo es que me dejo sonrojar con un sarcasmo acosador en el espejo del baño, me visto y me río, me recojo por partes y las camino cada una en su orden hasta interpretar mis silencios, silencios de cama, silencios de baño.

Estuve durmiendo como hace mucho no lo hacía y el resultado nuevamente fue ese vacío de barro que se me introduce en la escritura y se plasma en la visión mundana del sueño; visionando aquellas amistades de infancia, esos descuidos del miedo y uno que otro amor de concreto, de ciudad y de playa, de pueblo y de memoria. Me detengo en un ir y venir del universo, me despido de los males que me sobornan en la web y me amarro a estas mágicas letras que huyen del agosto, del sucesor de julio que me dio de todo y nada a su vez.

Se acercan las brisas de noviembre, se acercan los pasos gigantescos del desprevenido proyecto de vida, me observo con malicia y servidumbre, me duermo antes de que se nuble la colina, dejo en maullidos los juegos de la realidad y me embauco en una aventura literaria prófuga de Cundinamarca.

Hoy por hoy veo la llegada de Noviembre como una señal de dividir en dos esas partes terrícolas que dejamos en la arena, pero son en pleno septiembre que las cosas se detienen.

Primero fue Octubre que Noviembre.

AV.


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