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Entendemos que los designios del corazón son tan personales que en pocas ocasiones coincidimos con amigos o allegados que se atrevan a hablar de tal consideración sin tomarlo por broma. Disfrutamos, incluso, de hacer algo de humor con la soledad de quienes no han podido ser correspondidos en el abstracto arte o tomar por tontos a quienes perdiendo la fe en la humanidad, continúan su búsqueda de compañía de modo digital o a distancia.
Somos indolentes ante el
silencioso sentir de aquellos que viviendo en soledad, queman sus tardes y
noches con el nombre del pasado, consideramos que no son seres racionales, que
no deben ni merecen dedicar su tiempo a lo que ya se esfumó, que su interés
debería de sentarse en otra dirección.
El problema siempre será ese,
nadie sabe a qué dirección caminar.
Cambiamos de rutina, nos
ilusionamos cuando nadie nos ve, nos encerramos en anhelos cuando la
oportunidad se presenta, incluso, un mensaje de buenos días termina por
significar mucho más que un simple intento de cordialidad.
Somos, insiste el maestro Elvis Presley,
inoportunos aun cuando el tiempo juegue a nuestro favor. Ingratos con los
abrazos que no fuimos capaces de dar, porque es que precisamente aun quienes creen tener al amor de su lado, son igual de solitarios que quienes caminan buscando
una oportunidad en las vidrieras de la ciudad.
Bien tenía razón en su canción:
Maybe I didn't treat you
Quite as good as I should have
Maybe I didn't love you
Quite as often as I could have
Maybe I didn't hold you
All those lonely, lonely times
Me preguntaron: ¿Qué esperas de todo esto?
La respuesta siempre emerge como un suspiro del lado oscuro del corazón,
una combinación de anhelo y buenas intenciones, con la frialdad misma de quien
ya derrotado, guarda en el bolsillo el último bocado de pan.
Uno guarda la esperanza de enternecer al mundo entero con las intenciones que le evocan cada mañana, el mundo por su parte, vive girando como un procedimiento prediseñado, una rotación permanente de buenas ideas e ingratas conclusiones.
El mundo estimado
lector, es como es.
Quizás, en otra canción, el maestro Elvis nos devuelva algo de fe, de aquella natural manera de abrir el corazón y brindar una flor, un dulce, una palabra de consuelo, una sensitiva intención:
Take my hand
Take my whole life too
'Cause I can't help
Falling in love with you
Like a river flows
Surely to the sea
Darling, so we go
Some things were meant to be…
A lo lejos se encierra el sol bajo el mar, como un poema vivido de quienes buscan ternura en cualquier cotidiano suceso de la naturaleza. Allá, sobre las frías aguas del río, viajan suspiros que primero fueron promesas, se esconden, susurran, saltan entre las piedras, porque a la final, en el diálogo del que busca y el que pierde, siempre triunfa la idea del amor.
Un ideal que si le preguntan a Elvis, la
respuesta está en manos de la humanidad:
La música.
AV.
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