24 de julio de 2025

Jueves (Mañana)

 


Imagen tomada de: https://www.behance.net/ausrinedaug

By: Aušrinė Aniko Daugėlaitė


Comenzamos con pesadez un día cualquiera en el calendario, los recuerdos se reúnen como un sindicato de viejas voluntades, prestan quejas y exponen motivos para ser reincidentes en viejas costumbres, en llantos del ayer o sonrisas que injustificadas nos derrumbaron en un día cualquiera, esos momentos de grandeza en los que se creía que el mundo podía cambiar.

El día, sintiendo su pesadez natural, empieza a avanzar con algo de nostalgia, quizás el cansancio de tener que madrugar en tiempos de reflexión, o pueda más bien sea el exceso de ideas lo que pueda por supuesto derivar en el agotamiento de un alma joven, inexperta, testaruda y con algo de intransigencia.

Egoísta, aburrido, sin excusas para no avanzar, por el contrario lleno de argumentos sofisticados para llegar de primero, para ser el que da la pauta a quienes la tardanza les ha dado un modo de vida, brindar palabras de serenidad a esos comensales que piensan que el tiempo es una espiral de momentos y placeres, de tareas acongojadas en la libreta de apuntes, se trata de avanzar, no de llegar de primero.

Es jueves y para muchos de los que se afanan con brindar algo de alegría se les recuerda que ante todo, es hoy.

Hay días - conversaba con una bella dama – que son sospechosamente light, para ese asunto las canciones de Calamaro fueron la conexión precisa para quienes necesitan ser detectados en el radar de los abandonados.

En aquellas conversaciones, además de lo recíproco de la incomodidad, la inconformidad se hace presente al mejor estilo de una deuda sin cobrar.

No podemos olvidar que hay que avanzar, que debemos de surtir los retos de cada tarea y en especial, de cada personaje.

El mundo aún puede cambiar, con esfuerzo y algo de intenso trabajo colaborativo podríamos llegar a dar desde este seno social, una mejor versión de lo que somos, pero son precisamente esas redes las que nos encierran en ideas contrarias al punto, que vemos en la paz a los enemigos de siempre, como si fuese esto una diatriba de Luis Buñuel.

Para algunos es un día cualquiera, para otros el inicio de una terapia o tratamiento médico, hay incluso habitantes que ven en este jueves, el último suspiro de sus seres allegados en el momento previo a decir adiós, ese adiós que es imposible abrazar.

Egoísta, intransigente, torpe, intenso, persistente, tímido, insensato, cualquiera que pueda ser nuestro defecto o virtud, somos consecuencia de historias de otros, memoria o epitafio, tiempo que no se detiene para reflexionar, porque preciso, avanzamos con afán.

Todos quieren llegar de primeros, y a veces (me pasa) que me detengo en el medio del callejón para observar a cada uno intentarlo, para descubrir en esa maratón a una cantidad de depredadores que pretendiendo superar a su homólogo, son capaces hasta de acabar con el ayer, para justificar la gloria del presente.

Hay días sospechosamente light, hay días que pueden llamarse jueves, o podemos decirles mañana.

El mundo aún puede cambiar, mañana. 

AV.


22 de julio de 2025

La Confianza de los desesperados (Otro Día)

 


Imagen tomada de: https://www.artpal.com/ArtByZuk

“Long Haired Gray Cat with Champagne” By: Karen Zuk Rosenblatt.

Bien les mencionaba en la entrada anterior, que tuve la oportunidad de presenciar el modo como nosotros, los más subnormales seres del planeta, compartimos intenciones y tomamos decisiones sobre las pasiones que tanto nos adornan.

Pues bien, el merecimiento de una buena historia hace que de parte de este, su escritor de confianza se conjuguen las versiones de cada quien en una espiral de risas, llantos y cómo no, silencios.

Aprendemos a conocer cómo los personajes van tomando rumbos que a primera vista son entendibles y por supuesto, necesarios.

Desde la rabia y tristeza del señor Conejo que en el exilio eructa un pliego completo de palabras obscenas, hasta la Coneja que son su amarillo pelaje disfruta de tomarse selfie para instaurar en sus redes sociales la autoestima que la onírica paciencia le ha robado.

Todos en el gremio del chisme estamos a la expectativa de cómo evolucionará tal propósito.

¿Volverá doña Coneja con el triste Conejo? ¿Caerá en las garras del malvado ser de mirada coqueta? ¿Tendrá la vida una nueva oportunidad para el triste conejo? ¿Existe el amor? ¿Hay vida más allá de la decepción? ¿Podrá esta historia ser lo suficientemente sólida como para crear una obra literaria justa y duradera?

Somos seres de preguntas constantes, de cuestionar y pretender entender el mundo que habitamos. Somos seres que al compartir recinto con toda clase de personalidades y puntos de vista, solemos caer en el exceso de confianza y esa es pues, nuestra tragedia contemporánea.

Así como el ahora triste y desamparado conejo perdió a su amada coneja porque un bribón de mirada coqueta se interpuso en su abominable concepto del amor, también es cierto que el joven de mirada coqueta tuvo una idea, una idea que se convirtió en un plan, un plan que se ejecutó y que con la voluntad de los tontos, pudo alcanzar un final ansiado, no esperado.

Para bien o para mal, el final esperado era otro, porque en todo caso doña Coneja terminó regresando a su mundo de amor propio a cambio de cariño ajeno.

Nuestro personaje de mirada coqueta, camaleónico como los más ágiles apostadores, trascendió entre colegas e incautos como un ser de dudosa reputación, de cuestionable obrar, de ser aquello que uno no busca en un amigo ni aplaude en un ciudadano de bien.

Una imagen que ahora en los recientes tiempos de julio ha dejado mucho qué desear, aquel espíritu de confianza que lleva en el desespero del tiempo perdido, a cosechar malas decisiones, placeres insensatos, transeúntes inconformes. Una imagen de un ser que a pesar de ser coqueto, no es fiable.

Nadie entra a defender al conejo triste, porque tampoco es una buena idea. Es una víctima, si, es una tragedia visible de lo que los desesperados y tontos quieren encomendar a los santos, una dignidad poco cualificada.

Pero tampoco es entrar a juzgar al triste ser, porque si fue trágico el devenir de una salida casual, de esas que jugando Pin Pon terminan en relaciones rotas, pero es inadmisible reclamarle paz, es incoherente abrazarle y pedirle excusas, porque el tema no es ese, a la final nunca hay tema, "Solo la brisa fría de la muerte enamorada", diría Rodolfo.

Lo que aprendimos de aquella treta fue lo mismo que nos hemos negado a aprender en la escuela de la vida, los tontos y los desesperados tienen una medición del tiempo y de la vida tan única que preciso, la confianza se torna de otros colores magros.

Como el dinero, el amor y la ambición.

AV.

20 de julio de 2025

La Dignidad de los Tontos (Un día cualquiera)

 

Imagen tomada de:  https://www.instagram.com/p/C8-TV81yl2S/

@Vrboii


Esta semana tuve la oportunidad de presenciar el modo como nosotros, los más subnormales seres del planeta, compartimos intenciones y tomamos decisiones sobre las pasiones que tanto nos adornan.

Hay pasiones que desde la promesa del placer invaden la calma del empresario que quiere ser amado. Pasiones que dejan en evidencia el pensar de algunos sobre lo que consideran importante y prioritario.

Hay días que pueden ser normales como cualquiera del calendario, pero sucesos “bisagra” pueden surgir, eventos canónicos que en una decisión temperamental pueden cambiar el curso de una vida o una relación.

Nuestro invitado, un andariego conejo de pelaje magro solía disfrutar de sus noches de miel y zanahoria en compañía de su amada, la coneja de ojos marrones y pelaje amarillo.

Juntos viajaron por cuanta villa daba a la pareja un lugar para saciar el alma en el cansancio de la semana laboral.

Otro personaje, de pelaje oscuro y mirada coqueta se logró relacionar íntimamente con la pareja, tan íntimas que comenzaba a convertirse en un bisagra para la pareja de conejos enamorados.

Un día, cualquiera, el señor conejo encontró a la coneja tomando vino con el personaje de mirada coqueta, todo, absolutamente todo se fue al traste.

Estas fábulas que trascienden lo corriente de la ciudad, suelen estar llenas de lágrimas y  algunas, de sangre, donde el dolor y la rabia se conjugan para buscar culpables, y es que claro que los hay. Siempre habrá culpables en las rupturas o pecados cometidos alrededor de una relación, de un proyecto fallido o de un tarro de miel desperdiciado.

No se trata de enfrentar a los culpables, porque estos en su místico vocabulario van a expresar en defensa, que no hicieron nada, que nada tuvieron que ver en esa situación o, incluso, que fueron víctimas de uno de otro.

Una dignidad transparente, pero no por lo oportuna sino, por que es invisible, tonta, distante, corrupta.

Así como la narrativa del señor conejo y su coneja perdida, podemos reseñar la historia de alguna elegante gaviota que pueda ver su vuelo interrumpido por la coqueta sonrisa de un manatí que busca su afecto, alejándole de su círculo natural.

La historia de quienes volviendo del pasado pretenden que el mundo sirva sobre la mesa una taza caliente de café y una apertura de oraciones de bienvenida, como si todo aquello que fue consumido en el llanto y el oscuro agujero del rencor, no haya sido importante.

Una dignidad tonta, de quien con la frente en alto espera escribir un perdón a la ligera, mientras otros sufren, otros buscan explicación, sinceras excusas, en medio de llamadas perdidas.

Esto claramente es un ejercicio de reflexión que adorna a una historia real con personajes reales que juntos, como una comunidad de tontos, siguen persiguiendo la ilusión de la excusa.

Ya habrá un relato real de cada suceso, porque la realidad siempre será más incomprensible que la ficción.

Que la dignidad.

AV.


18 de julio de 2025

Un día (cualquiera)

 


Imagen tomada de: https://www.iamfy.co/es-es/product/cat-with-cigarette-canvas-print

Cat With Cigarette Lienzo By: Saimo Sherif.

Estaba sentado con las piernas cruzadas, en el suelo con los codos apoyados encima de las rodillas y la mirada fija en el televisor, un viejo electrodoméstico de pantalla curva y con tecnología reciente de coloreado. Observaba la novela del momento, protagonizada por Yuri y Elmer Figueroa.

Un jueves de 1994.

Una experiencia de descubrimiento. Su mirada estaba cautiva ante las canciones, las traiciones, el pillaje, el romanticismo, la vida misma relatada en las ficciones de las estrellas del momento.

Estaba sentado con las piernas cruzadas, fumaba un cigarrillo con la frescura de quien no entiende nada, tenía la mirada fija en la joven que atendía la cafetería, una dama de cabello negro y ojos azules, profundos como el mar, eternos como la maldad, cautivadores, traicioneros, únicos, hermosos, con fervor mismo por el dinero. Observaba en silencio con un hilo azul de humo danzando en el aire, movía ligeramente sus dedos para sacudir la ceniza, una ficción de lo que es la vida protagonizada por una desconocida señorita.

Un sábado de 2004.

Una experiencia silenciosa, de miradas sin corresponder, de palabras que jamás fueron dichas, poemas que querían adornar la negra cabellera de quien atendía la cafetería, de las ficciones de un adolescente enamorado.

Estaba sentado en un banco de cemento, con camiseta blanca y un sol que iluminaba las frustraciones. Fumando un cigarrillo (otra vez), con la mirada fija en el vacío, en la intemperie de lo absurdo, donde yacen las insinuaciones del ayer. Una señorita preguntó si le parecía bien salir, sin reaccionar movió la cabeza como un caballero inglés, perdido en sus labores.

Ella se levantó, dejó sobre el banco una hoja con algo que emulaba ser una carta, algo romántico, o quizás, algo trágico.

Un martes de 2014.

Una experiencia triste. Escuchando sus pasos como una percusión latina, le sintió retirarse, no quiso girar la cabeza para verle partir. Dejaba consumir el cigarrillo como una línea de tiempo que va alcanzando su razón de ser.

Sentado con las manos puestas sobre el escritorio, escapaba en pensamientos que intentaban interpretar cada reto que una lista de eventos y tareas demandaban, con un viaje próximo a emprender y una avalancha de intenciones en cada rincón, giraba en medio de sus ideas, un almanaque colgado en la pared junto a un tablero de acrílico le daban contexto a quien encerrado en una oficina, con traje formal, no era más que otro entusiasta con expectativas de futuro.

Un viernes de 2024.

Se acercaba el evento más importante del año, de esos que desesperan a los directivos y asustan a los pequeños hombres, de esos que en el más solitario de los vocablos, terminan por integrarse a una fauna de frases de cajón.

Las manos seguían puestas sobre el escritorio, jugando con un lapicero mientras una dama de cabello rojo y ojos claros aparecía en los recuerdos.

Un día cualquiera.

AV.

14 de julio de 2025

Conversaciones con Elvis (Amor - Amor)

 


Imagen tomada de: https://displate.com/displate/7472704

Entendemos que los designios del corazón son tan personales que en pocas ocasiones coincidimos con amigos o allegados que se atrevan a hablar de tal consideración sin tomarlo por broma. Disfrutamos, incluso, de hacer algo de humor con la soledad de quienes no han podido ser correspondidos en el abstracto arte o tomar por tontos a quienes perdiendo la fe en la humanidad, continúan su búsqueda de compañía de modo digital o a distancia.

Somos indolentes ante el silencioso sentir de aquellos que viviendo en soledad, queman sus tardes y noches con el nombre del pasado, consideramos que no son seres racionales, que no deben ni merecen dedicar su tiempo a lo que ya se esfumó, que su interés debería de sentarse en otra dirección.

El problema siempre será ese, nadie sabe a qué dirección caminar.

Cambiamos de rutina, nos ilusionamos cuando nadie nos ve, nos encerramos en anhelos cuando la oportunidad se presenta, incluso, un mensaje de buenos días termina por significar mucho más que un simple intento de cordialidad.

Somos, insiste el maestro Elvis Presley, inoportunos aun cuando el tiempo juegue a nuestro favor. Ingratos con los abrazos que no fuimos capaces de dar, porque es que precisamente aun quienes creen tener al amor de su lado, son igual de solitarios que quienes caminan buscando una oportunidad en las vidrieras de la ciudad.

Bien tenía razón en su canción: 

Maybe I didn't treat you

Quite as good as I should have

Maybe I didn't love you

Quite as often as I could have

Maybe I didn't hold you

All those lonely, lonely times

 

Me preguntaron: ¿Qué esperas de todo esto?

La respuesta siempre emerge como un suspiro del lado oscuro del corazón, una combinación de anhelo y buenas intenciones, con la frialdad misma de quien ya derrotado, guarda en el bolsillo el último bocado de pan.

Uno guarda la esperanza de enternecer al mundo entero con las intenciones que le evocan cada mañana, el mundo por su parte, vive girando como un procedimiento prediseñado, una rotación permanente de buenas ideas e ingratas conclusiones.

El mundo estimado lector, es como es.

Quizás, en otra canción, el maestro Elvis nos devuelva algo de fe, de aquella natural manera de abrir el corazón y brindar una flor, un dulce, una palabra de consuelo, una sensitiva intención: 

Take my hand

Take my whole life too

'Cause I can't help

Falling in love with you

 

Like a river flows

Surely to the sea

Darling, so we go

Some things were meant to be…


A lo lejos se encierra el sol bajo el mar, como un poema vivido de quienes buscan ternura en cualquier cotidiano suceso de la naturaleza. Allá, sobre las frías aguas del río, viajan suspiros que primero fueron promesas, se esconden, susurran, saltan entre las piedras, porque a la final, en el diálogo del que busca y el que pierde, siempre triunfa la idea del amor.

Un ideal que si le preguntan a Elvis, la respuesta está en manos de la humanidad:

La música.

AV.

12 de julio de 2025

Pasiones (Límites)

 


Imagen tomada de: https://japanobjects.com/features/cat-paintings

“Revelers Return from the Tori no Machi Festival” by Utagawa Hiroshige


Bien lo señalaba alguna vez la canción popular chilena en sus letras:

“Dejaste libre esa pasión reprimida

y el brillo de tus ojos se apagó,

Llegaste al límite en que mueren los sueños,

el lado oscuro de tu corazón”

Y es que es bien sabido que hay momentos de la vida en que cerramos las intenciones a cualquier proyecto de futuro deseable, dejamos de lado los sueños que nos hicieron jóvenes, para enfocarnos en los retos que nos convierten en adultos.

Hay ojos, eternos y bellos, cargados de mucha esperanza que a los tiempos de hoy encontramos en silencio, perdidos, apagados. Como si el cansancio de quienes abundan en sonrisas fuese marchito, como los pasos de quienes cargaron todo en la espalda.

Ojos que en su ejercicio cotidiano dieron miradas de apoyo a todo aquel que les suplicara algo de ternura, miradas vacías que se fueron desprendiendo de la humanidad misma del adolescente entusiasta.

Tenemos a nuestro alrededor personajes que no comprenden el esfuerzo que implica ir más allá del deseo, entablar un futuro deseable en medio de conversaciones existenciales, sabe a bien que el aguacate es un fruto y el amor una idea que espera volverse fruto.

Quizás muchos aman por primera vez como el accidente mismo de sentir la vida recorrer el cuerpo, tal cual una autopista de buenas intenciones. A la segunda vez, puedan sentirse acongojados en el error de las palabras dichas, de saberse alegre ante un afecto abstracto.

Insistimos en seguir buscando, en dar oportunidades, en declararnos amigos de lo insufrible, de un inmarcesible conjunto de palabras que quieren ser leídas, escuchadas, abrazadas por quien suspiran los mismos silencios.

Un límite en donde los poetas suelen hacer pausas para no escribir palabras que comprometan al arte mismo de no entender.

Un límite en donde los pintores rebuscan colores, para dibujar la mirada de unos ojos cansados de vivir, agobiados quizás, de tanto esfuerzo por amar.

Hay límites que humanamente diseñamos para que nadie comprenda el dolor que la bestia siente ante el rechazo y la soledad.

¿Acaso hemos fallado en el instinto terrenal de querer entregar todo lo humanamente aceptado?

No hay deseo que se pueda romper sin consentimiento. La palabra dicha, el beso dado, las manos que se acarician y las ideas que se estancan ante una fuerza inimaginable llamada “ardor”. Deseo que no es consecuente ni pertinente, nada que se pueda construir en soledad, porque a este mundo hemos llegado a convivir, a pesar.

Algunos le llaman amor a ese entrañable ejercicio de la cotidianidad de otros, de convivir tanto tiempo en compañía, que las miradas empiezan a notarse cálidas, en pausa.

El límite humano de podernos encontrar otra vez, de estar en silencio mientras se entiende todo lo que emerge bajo la piel.

Bien tenía razón aquella agrupación chilena, cuando en una canción nos quiso recordar que el amor es algo más que un simple sonsonete noventero.

Es un límite.

AV.

11 de julio de 2025

Cansancio (Puntos de partida)

 



Imagen tomada de: https://i.pinimg.com/1200x/f9/c9/51/f9c9516b17eb8a424d255e306856dfa2.jpg

Cat Painting By: Dave Gahan (Depeche Mode)

Hay cambios en la vida que nos van dando la pausa suficiente para esperar el siguiente día, retos que se dibujan en una sonrisa y van tomando de la mano todo aquello que conocemos como libertad.

Nos encerramos en pensamientos que se afanan acorde los minutos caminan, de hecho, nos interesamos por datos y cifras que justifiquen de la mejor manera las decisiones que haya que tomar.

¿Sabías estimado lector, por ejemplo, que la primera vez que los Muppets aparecen en Nueva York fue en 1984? Son datos que si bien no son coleccionables sirven para entablar un diálogo amistoso entre conocidos y desconocidos.

Vamos por una taza de café, caminemos largos pasillos para distraernos de tanta tarea y así, estirar las piernas y saludar a otros igual de cansados.

¿Sabía pues, estimado lector, que la producción de café de Brasil y Vietnam representa el 50% de las exportaciones mundiales de café? Increíble pero cierto, Vietnam se puso a la tarea de crecer y lo logró, nosotros en cambio, seguimos cansados pensando que todo está bien y eso no es así, no todo está bien, debemos de retomar actitudes y labores que nos lleven al privilegiado segundo lugar del mundo, debemos, dije.

Retomamos las labores, encendemos una computadora y digitamos de manera casual los pormenores de una tarea pendiente, de esas que siguen en la bandeja de entrada del correo electrónico, como un visitante en la sala de la casa.

Al momento de leer dejamos que la música que escucha el vecino nos distraiga ligeramente, los pensamientos se nos escapan y un dato inútil re aparece: Si bien la corbata fue un invento croata (balcánico), el Rey Luis XIV es quien realmente populariza el uso de un pedazo de tela en la elegancia vestimenta, emulada posteriormente por la nobleza, hasta nuestros días, en el uniforme de la empresa de seguridad.

Pasamos tanto tiempo pensando que el cuerpo deja en evidencia el cansancio que nos convoca.

Anoche precisamente llegué a casa y renunciando a toda dignidad, me deje caer sobre la cama sin consideración, allí, abrazado a la almohada como un náufrago, cerré los ojos y dando gracias a Dios por el día vivido, escapé en un silencioso anochecer juliano, hasta que Martina apareció.

Supongo pues, estimado lector, que es de su conocimiento que la primera vez que los gatos fueron adoptados como mascotas fue en el antiguo Egipto, hace ya más de cuatro mil años, donde les veneraban como dioses incluso. Pues justo aquel momento, Martina se posó sobre mi cabeza en señal de total dominación, yo solo quería dormir, estaba cansado, ella solo quería hacerme saber que me amaba, para que yo la idolatrara, como siempre.

Así cada mañana iniciamos la rutina y con el gusto mismo por el café y el trabajo, avanzamos en cada pasillo, en cada taza, en cada canción que el compañero de espacio sintoniza.

Reiteramos el común vivir de datos inútiles y cifras desproporcionadas, nos aventuramos en la mente de quien todo lo ha soñado.

Es tiempo de bajar al ritmo y descansar, para que tanta información no nos termine por asfixiar, el cuerpo merece la pausa que un buen postre puede darnos.

Por cierto, la semana pasada comí tanta torta Vasca que esta semana se sintió su ausencia, un vacío existencial y espiritual tan profundo, como el silencio mismo de una cueva.

Suena Enjoy th Silence, por supuesto que no es una casualidad, fui yo quien le puso play, el vecino sigue escuchando la emisora local.

¿Sabías que la flor en la portada del álbum "Violator" (1990) simboliza pasión? Bueno, pues claro que no lo sabías, porque me lo acabo de inventar. El verdadero significado que el artista quiso dar, fue el de “ruptura”, un ejercicio de dar fin a la pureza, según sus creadores.

Escuchemos buena música, tomemos café, sigamos coleccionando datos inútiles, sigamos escribiendo.

Todo es un punto de partida. 

AV




5 de julio de 2025

Canción para mi muerte (Yeferson)


Imagen tomada de: https://www.craiyon.com/image/K6bfjQxwS36AQmHHjovkYA 


Yeferson nació enamorado de la música, con un gusto por el canto tan puro que desde muy niño parafraseaba canciones que su imaginación le permitía improvisar. Su madre, Maritza, le inculcó el amor por la música, pero desde el baile.

Todo ritmo latinoamericano pasó por la sala de la casa, un par de bafles aiwa daban volumen a los primeros pasos del infante y su madre, que tomándole de las manos le enseñaba primero a bailar que a caminar.

Roberto, el padre, bien se alejaba de pasiones musicales, pero gustaba del buen beber, así que sus jornadas de cantina las vislumbraba en canciones de Jose Alfredo Jiménez, Diomedes Díaz y cómo no, algunas baladas del maestro José José.

Yeferson creció enamorado del amor, del ideal de pareja perfecta que tomados de las manos superan las barreras del mundo entero, no tanto por el ejemplar matrimonio de sus padres, porque nunca fue ejemplar. Más bien por las románticas canciones que escuchaba y de ellas, las que entonaba en la ducha, en el coro del colegio y años más tarde, en los bares de Karaoke de la ciudad.

Cerca de los diecinueve años fue reclutado por una banda de música, de esas que cantan éxitos de la balada pop latinoamericana, desde versos de Ana Gabriel, hasta revolucionarias canciones de Charly García.

Allí conoció “Canción para mi muerte”.

La voz de García y Spinetta chocaron con la memoria musical de Yefersón, sus ídolos de infancia, Niche, Rikarena, Ana Gabriel, Maná, Valoy, todos juntos se revolcaron ante aquella revelación. El líder de la banda, un taciturno baterista de música rock, le había dado la letra de una canción desconocida, que, al reproducirla en su dispositivo móvil, le cambió por completo la percepción del mundo, quizás, había conocido la poesía.

Recorrió varios bares y restaurantes, en alguna oportunidad viajaron a municipios aledaños a cantar, contratos pequeños, pero justos.

Yeferson comenzaba a interpretar canciones de artistas que desconocía, como a Fito Paez, La Ley, Timbiriche, pero seguía atrapado con Sui Generis, era un amor de primera escucha.

En aquellas giras por pequeños municipios aledaños, hubo un particular suceso que para Yeferson fue el último.

Llegaron a Santa Lucía del Oro, una ciudad de pequeña importancia, una inmensa Quinta les recibía y dentro, un lujoso matrimonio, de aquellos ostentosos que terminan desperdiciando comida.

La agrupación musical se acomodó en una tarima estilo colonial, elegante, absurdamente grande. Con el micrófono en mano y dejándose guiar por el vocal principal de la banda, interpretaron canciones clásicas de la balada latinoamericana, uno que otro vallenato de antaño, de esos que escuchaba el padre de Yeferson cuando tomaba en la cantina, merengue y salsa, todo en distintas salidas al escenario, según avanzara el ambiente en la fiesta matrimonial.

En una de las pausas, un mesero de elegante corbatín entregó al líder de la banda, el baterista taciturno, una hoja de papel con una anotación particular: “Canción para mi muerte”.

Con una sonrisa de camaradería, informó a los dos vocalistas de la banda de la solicitud que llegaba, Yeferson emergía en felicidad, era su momento de homenajear al sentido mismo de la vida:

Hubo un tiempo que fui hermoso
Y fui libre de verdad
Guardaba todos mis sueños
En castillos de cristal
Poco a poco fui creciendo
Y mis fábulas de amor
Se fueron desvaneciendo
Como pompas de jabón

Comenzaron a cantar, con un ligero sentimiento de vida, contrario a la muerte que invocaba. Yeferson cantaba, se sentía a plenitud, completo, orgulloso, deseaba incluso que su madre estuviese en ese momento escuchándole.

Al terminar, alguien del público levantó la mano en señal de que repitieran la canción, parecía ser el padre del novio.

Volvieron a cantar.

Al finalizar, nuevamente insistieron que repitieran por vez tercera la canción, Yeferson sorprendido, se emocionaba.

Volvieron a cantar.

Una cuarta solicitud, otro familiar insistía.

Volvieron a cantar.

Yeferson estaba agobiado, sentía que su garganta ardía y su voz fallaba, sus piernas dolían a la altura de la pantorrilla, como si llevase mucho tiempo de pie. Miraba con detenimiento a todas partes hasta que con sorpresa notó que varios de los invitados tenían demasiadas arrugas en el rostro, las uñas largas, como una bestia.

La pareja de esposos en una mesa con decoración exagerada estaba sentada mirándoles fijamente, debajo del mantel de la mesa se podía observar extrañas formas que reemplazaban lo que debería de ser pies humanos.

Yeferson entendió en ese instante que era el final que siempre había soñado para su vida.

 

Te suplico qué me avises
Si me vienes a buscar
No es porque te tenga miedo 
 
Solo me quiero arreglar.


AV.