20 de octubre de 2025

El Regalo (Renata)

 


Imagen tomada de: https://portraits-by-nc.com/blogs/news/black-cat-in-flower-field-painting?srsltid=AfmBOoo157o5P6RB5f3J9rEOG7zh2lLg0ZdRt5ooMm8orS2u8CWZJ6lt

Black Cat in Flower Field Painting

I.

Renata regresó a la ciudad como las grandes mujeres que viven el sueño del poder y la riqueza del alma. Inició años atrás una intensa labor en empresas de alta complejidad con la finalidad de crecer y ser mejor profesional, en esos andares del camino aprendió de negocios y otras virtudes que del amor y muchos placeres quedó inconforme.

Desde un buen salario hasta la libertad de caminar las calles de la capital con la frente, además de grande amistades y colegas de igual nivel de complejidad fueron la herencia de un viaje que traería pronto retorno a casa.

No se trataba de un gesto de derrota sino, un retorno a casa con las alas más grandes y la conciencia llena de aprendizajes listos para dejar a disposición del negocio familiar, una convocatoria a la que no se pudo negar a pesar de las monedas sobre la mesa en la capital del país.

Llegó a la ciudad como las grandes mujeres, con expectativas de encontrar el mundo como ella lo ha vivido, interpretar las calles y sus noches con la misma discreción y cordura del bullicio de la capital, la sorpresa fue grande cuando poco a poco su vida social se fue relacionando a las mismas cuatro personas, seres del pasado que de modo incondicional dieron fe de su crecimiento personal y profesional.

En una primera oportunidad fueron a tomar vino y escuchar las historias que Renata traía del centro del país. Para una segunda salida fueron a comer algo, porque eso hacen los amigos, y allí seguir escuchando historias.

Junto a Renata un canino de nariz fría llegó de la capital, como aquellos perros de otras ciudades que a riesgo enfrentaron sus maldiciones.

Pasaron semanas de adaptación y el calor de la ciudad además del silencio de la soledad marcaron la pauta para que la joven empresaria notara la melancolía de una ciudad que no da espera a los desesperados; comenzó a hacer ejercicio, a practicar lenguas extranjeras y hasta cursos de cocina por internet, el tedio del tiempo libre era tan denso como la nostalgia de la vida en la capital.

Igor, un elegante personaje de la cotidiana vida de Renata atendió su soledad, con la buena intención de darle un almuerzo y unas palabras de crecimiento personal le convidó a pasar una tarde en el restaurante preferido de ambos, aquellos lugares donde el tiempo no avanza, pero sí la memoria.

Un viernes cualquiera lleno de sol y brisa seca, Igor llegó a casa de Renata, traía consigo un regalo de buena fe, con algo de esperanza dejó fluir en palabras amigables la importancia de dar al tiempo libre ocupaciones simples, pequeñas, mínimas pero constructivas.

Ella le recibió y tomándose un Té de frutos rojos le preguntó por el trabajo, le hizo algunas recomendaciones y nuevamente indagó por su tiempo y su sentir, él como el gran amigo que es brindó respuestas a las preguntas y sumó nuevas, como el estado de ánimo y algunas especificaciones del nuevo trabajo en la ciudad.

De regalo le dio una planta, tan natural y básica como una palma, la novedad es que llegaba con una maceta de coco colgante, una fibra justa para reforzar amistades y unir soledades.

Por su condición de maceta colgante, Renata ubicó el regalo en el balcón del apartamento, el canino de apoyo emocional observaba con las orejas levantadas, sabía que era algo extraño en su nido familiar.

Cada mañana Renata regaba un poco de agua de modo prudencial, según las recomendaciones de los expertos.

Cada noche con un atomizador de agua humedecía las hojas de la palma, porque eso recomiendan los expertos.

Aquel hábito de cuidado de la planta se sumaba al ya acostumbrado cuidado del perro de apoyo emocional, un canino pequeño y juguetón. Renata comenzaba a expulsar sus emociones en pequeñas tareas de casa, tal como su amigo Igor consideraba justas para el alma.

Una avispa.

Una avispa rubia y pasajera.

Coqueta, pequeña, peligrosa, rubia y pasajera.

Una avispa se asentaba en la palma aérea.

Renata encontró en una mañana la presencia de un pequeño bulto de arena y fibra sobre el tallo de la palma colgante. Con su teléfono móvil tomó una fotografía acusando de tierna la situación, sentía una bendición para su hogar el ser anfitriona de un nuevo integrante de la vida.

Igor recibió la foto en su aplicativo de chat, allí llamando la atención de Renata, le hizo señalamiento sobre el tipo de nido que había: Un panal de avispas, y no cualquier avispa, un depredador oportunista y carroñero.

Con el temor de quien pierde la paz, Renata tomó la escoba y con un golpe torpe logró derribar el panal, pequeño aún, pero ya con algunas larvas y huevos en sus perfectas celdas hexagonales, Renata huía de cualquier cosa que tuviese alas.

Cerró la puerta del balcón y junto a su perro de apoyo emocional se quedaron esperando alguna represalia de parte del panal caído.

Pasaron las horas y nada ocurrió.

Horas más tarde la avispa madre regresó encontrando la maceta de coco colgante revuelta, sin su panal, sin sus larvas ni sus huevos.

Un silencio tenso se escabullía entre las alas de una avispa ofendida.

AV.

No hay comentarios.: