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"Cat" by: Paola Cevasco.
Hay momentos en que el cansancio
nos alcanza y de una manera aleatoria nos abraza en señal de que es tiempo de
detenernos. Un modo frecuente de notar tal advertencia es el agotamiento
físico, otro modo es el agotamiento mental y claramente, el emocional.
Hay ocasiones que incluso el
cuerpo mismo pide a gritos la pausa necesaria para recurrir al descanso
merecido y al no lograrlo, acude a la violencia, es decir, a enfermarse. En ese
momento es que atendemos obligatoriamente (en cama) la pausa, el descanso, la
necesaria quietud que en buen estado de salud no cumplimos albergar.
Hay personajes que su existencia
es un detonante de malestares físicos y emocionales para quien les recibe,
sujetos que con malas intenciones, actuares de angustiosa costumbre, palabras
despectivas e incluso, gestos de rechazo hacen que el proceso de interacción
genere rechazo inmediato: Esta es damas y caballeros, la historia de quienes acostumbramos
caminar en los pasillos de lo inverosímil.
En ocasiones sobre pensamos
demasiado en las labores que se enlistan en el hacer del día a día, vamos de
correo en correo, de oficina y pasillos, distribuyendo tareas y cumpliendo con lo
que se espera nuestra existencia permita alcanzar, en tales menesteres se
ajustan personajes de todo rigor que cumplen roles específicos, algunos además
de obrar, pueden malograr por consiguiente entusiasmo.
Ese sobre pensar hace que demos
más atención a lo que no se debería de atender, nos arriesga a sufrir
incomodidades en páginas blancas, pretendiendo que en ellas hay excesivas
palabras ingratas, pero en realidad es una hoja en blanco.
Solemos cuestionar cada suceso queriendo
ver ética en lo innecesario, nos apoderamos de toda idea que sea nefasta para convertirla
en mantra, error infame, pues es la libertad de no pensar lo que nos permite
caminar en los pasillos, insisto, de lo inverosímil.
Cuando la calma se interrumpe por
el obrar de quien no nos acepta como sujeto, es el llamado a la introspección
lo que nos augura paz, quizás, inestable, pero duradera. Podemos acudir a la
música, musa eterna que nos trae mensajes de toda índole, que nos lleva en
distractores convenientes para así evitar caer en el sentimiento negativo que
puede destrozar la soberana calma de un día cualquiera.
Recurrir a lo injusto, dejarnos
derramar de la fuente de las malas intenciones, convertir cada tontería en un
pliego de malas decisiones, ser ambiguos con quienes tienen total dirección de malas
intenciones. Ser poetas en un cuadrilátero de especulaciones, de susurros y
mentiras, de palabras necias, de personajes eternos en el muro de lo inverosímil.
Esta serie de persecuciones y
sujetos pueden enfermarnos, pueden desde el deseo mismo darnos la afectación a
la salud deseada, insistir en vernos caer en la desgracia y hasta ser gestores
de actos impropios de la santa cruz.
Pueden ser lo que se propongan ser
con el feliz entusiasmo de ver al otro caer en desgracia, de disfrutar del
hierro del dolor, saborear la catástrofe como una comedia cotidiana.
Somos objeto de deseo de quienes
nos aman, aquellos familiares y allegados que buscan siempre vernos en próspera
dirección, desde bendiciones y oraciones, hasta consejos y buenas palabras para
albergarnos lejos de todo mal, sin embargo, mientras la pausa para pensar y
sentir aparece, el negligente espacio de reflexión se puede permear de la
insana insistencia del otro, ese ser que acobijado por la oscuridad del no
mundo, nos pueda afectar al punto máximo de trascender los pasillos de lo inverosímil,
directo al calabozo de las buenas intenciones.
Somos seres que ante el cansancio
y el insistente ritmo de los días, debemos de aprender a detenernos, pensar,
sentir, reflexionar sobre lo que nos rodea y lo que no podemos observar,
confiar en el instinto y aprender a descansar. Aprender a pedir ayuda si es
necesario, aprender a hablar y por supuesto, aprender a dar al silencio el
protagonismo que una mueca necia pueda demandar.
Aprender a caminar en los pasillos
de lo inverosímil, aquel escenario donde la maldad puede ser un cuadro, una
puerta o un sujeto de buena educación.
Demonios de este mundo.
AV.
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