23 de octubre de 2025

El Regalo (Malos Sueños).

 



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III.

Con algo de susto se retiró a la habitación, Charly le acompañaba algo travieso meneando la cola, Renata preocupada envió un mensaje a su amigo Igor, relatando lo sucedido con las avispas, tomó una foto a la puerta de balcón en dónde se podía observar a las avispas volar de un lado a otro y varios panales pequeños instalados sobre la estructura.

Sentía miedo, pensaba que estaba en real peligro así que cerró la puerta de la habitación, por si las avispas entraban a la casa, pensó.

Encendió la televisión para ver algunas series o películas, algo que le distrajera la mente, le llevase la calma que el grupo de insectos voladores le había arrebatado. Charly dormía a su lado, se sentía en paz al lado de su dueña.

De vez en cuando llegaba un mensaje de Igor, le explicaba que el tipo de avispas aparentaba ser peligroso, que sería de pertinente ayuda llamar a algún servicio de fumigación, algún fulano experto en plagas.

Siguieron conversando de temas varios, desde la gestión comercial de la empresa que ahora lideraba hasta la oferta gastronómica del sector, habían abierto recientemente un nuevo local de tentempié al estilo madrileño, había que ir.

Con el paso de las horas Renata se fue quedando somnolienta, el miedo a morir a manos de las avispas le aterraba tanto que le espantaba el sueño, así que aferraba sus emociones a las ocurrencias de cada personaje de las series que miraba en el televisor.

Después de cuatro capítulos, Renata había caído dormida con la espalda apoyada en la cabecera de la cama, su cabeza ladeada y el control de la televisión en sus manos eran el cuadro de una mujer derrotada por el miedo y el exceso de trabajo.

Afuera el grupo de avispas revoloteaba por todo el balcón, algunas trabajaban en la construcción de panales, otras iban de un lado a otro como si prestaran guardia, otro grupo estaba firme sobre la baranda como si fuesen francotiradores en posición de ataque. La principal avispa, la protagonista del malestar volaba rodeando el apartamento, insistía en encontrar una entrada, necesitaba entrar.

Renata estaba profunda en el onírico mundo donde los vivos y los muertos comparten espacio, soñaba de manera aleatoria, desde recuerdos de infancia hasta amores del presente, se deleitaba su mente entre tantos placeres y deseos. Comenzó a aparecer la imagen de su habitación, su cama, su cuerpo, todo aparecía como una película de terror, Renata podía verse a sí misma recostada con el televisor encendido y el perro a un lado de sus pies.

Sin entender estiró su brazo para tocar a la versión suya que estaba en la cama, en ese momento logró entender que estaba soñando, o algo parecido.

La ventana de su habitación empezó a abrirse ligeramente de un lado a otro, como si un cómplice ser diera la bienvenida a las avispas enardecidas. Primero entró una, era pequeña pero muy vistoso su amarilla apariencia, detrás suyo llegó otra, y otra, y otra. Muchas avispas entraron como una nube de aguijones y veneno.

Renata empezó a desesperarse, intentaba llegar a la cama para despertarse a sí misma, una de las avispas le miró fijamente con sus enormes y brillantes ojos negros, un frío le recorrió todo el cuerpo.

Quiso gritar pero no le era posible alzar la voz, intentaba correr pero no sabía cómo moverse o a dónde buscar refugio.

Lentamente el cuerpo de Renata, el que yacía dormido en la cama se empezó a cubrir con la presencia de los invasores. Un dolor intenso le arrebataba el alma, cada aguijón entraba en su piel dejando una marca roja, las perforaciones fueron cubiertas con ronchas y heridas que con algo de sangre, se cubrían de un veneno espeso, de una clase de crema o fluido blanco y de mal olor.

Renata que observaba desde el aire se asqueaba al ver cómo su cuerpo era transformado por las picaduras de aquellos animales. Observaba cómo la avispa principal, aquella que lideraba la revolución del balcón caminaba sobre su mejilla, un ligero cosquilleo le producía el andar de las patas de aquel animal, desde el aire podía ver cómo la avispa acomodaba su cuerpo para introducir el aguijón en el ojo izquierdo.

Renata sentía unas ganas de gritar excesivas y desesperadas.

Abrió los ojos y volvió en sí, sentía cosquilleo en su mejilla izquierda y descubrió que se trataba de Charly que le estaba lamiendo.

Se tocó el cuerpo con las manos como queriendo buscar algo que no existía, todo estaba bien. Giró su cabeza y mirando la ventana encontró todo en orden.

Afuera, una avispa volaba buscando una entrada. 

AV.

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